De nuestros lectores
Enfermedad mental
Desde que tenía dieciséis años de edad (ahora tengo cuarenta y ocho), he recurrido a muchos médicos sin que ninguno pudiese hacer nada por mí aparte de recetarme antidepresivos. Cada vez me encontraba peor, y me empezaron a asaltar imaginaciones parecidas a las de Irene, que se relatan en el artículo “Esperanza para los enfermos mentales” (8 de septiembre de 1986). También cometí el error de hacer que mi grado de amor propio dependiese de lo que otros opinasen de mí. Únicamente con la ayuda de este artículo y de otros sobre la depresión, me ha sido posible entender debidamente la enfermedad (22 de octubre de 1987 y 8 de noviembre de 1987). Ahora me encuentro mucho mejor. El simplemente saber que otras personas padecen lo mismo es algo que sirve de estímulo para seguir luchando.
A. P., Austria
El divorcio de mis padres
Soy un joven de dieciséis años de edad que nunca se pierde un artículo de la serie “Los jóvenes preguntan”. Cuando leí las respuestas y los consejos pertinentes que se ofrecían en el que se titulaba “¿Arruinará mi vida el divorcio de mis padres?” (22 de diciembre de 1987), me sentí aliviado. Desde que mis padres se divorciaron, me había planteado esa misma pregunta muchas veces. La serie de artículos para los jóvenes es muy provechosa.
S. E. O., Italia
El hecho de que Dios permita el mal
Su artículo “La explicación que algunos dan al hecho de que Dios permita el mal” (8 de octubre de 1987) dice a los lectores que los miembros de la iglesia de la Ciencia Cristiana creen que el mal es irreal. Su afirmación da a entender que simplemente pasan por alto el mal. Las palabras son ciertas, pero la interpretación es equivocada. Lo que la iglesia de la Ciencia Cristiana enseña en realidad es que el mal no procede de Dios, el Dador de la realidad esencial. La autoridad, la permanencia o el poder del mal no han sido otorgados por Dios. Los miembros de la iglesia de la Ciencia Cristiana opinan que en la Biblia este mal aparece personificado en Satanás o el Diablo, pero que se puede combatir mejor si se entiende su mismísima esencia como una mentira (Juan 8:44) o un engaño del mundo (Revelación 12:9) para que se acepte como algo auténtico. Sobre la base de la dádiva divina de bondad infinita, pensamos que el poder de Cristo pone al descubierto el mal como algo ilícito, y lo vence.
N. A. T., Primera Iglesia de Cristo, científica, E.U.A.
Nuestro artículo dijo que Mary Baker Eddy trató de resolver el problema (del mal) mediante negar, en primer lugar, la existencia de este, y citó las siguientes palabras del libro “Science and Health With Key to the Scriptures” (Ciencia y salud con la clave de las Escrituras): “Dios [...] no hizo al hombre con la capacidad de pecar [...]. Por consiguiente, el mal no es más que una ilusión, no tiene ninguna base real”. No quisiéramos dar a entender algo que no es, pero pensamos que, en esencia, el lector N. A. T. expresa las mismas ideas con diferentes palabras.—La dirección.
La felicidad que produce el dar
Muchas gracias por sus artículos sobre “¿Experimenta usted la felicidad que produce el dar?” (22 de noviembre de 1987). Como a mí me gusta dar regalos, sé la felicidad que me produce el que la persona a la que he dado algo exprese su alegría y agradecimiento. Ahora he aprendido a mostrar más aprecio hasta por cosas pequeñas, pues comprendo que se dan de corazón.
T. W., República Federal de Alemania