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Adolescentes con depresión. Causas y ayudas¡Despertad! 2017 | Núm. 1
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CUIDA TU MENTE Y TU CUERPO
Cuando la depresión es moderada o grave, por lo general se trata con medicamentos y atención psicológica.c Como dijo Jesucristo: “Los fuertes no necesitan médico, pero los que se hallan mal sí” (Marcos 2:17). Y es que las enfermedades pueden afectar cualquier órgano del cuerpo, y el cerebro no es la excepción. Además, puesto que la salud mental y la física van de la mano, conviene adoptar un estilo de vida más saludable.
Si sufres depresión, hay cosas que puedes hacer para cuidarte. Por ejemplo, come sano, duerme lo suficiente y haz ejercicio con frecuencia. Al hacer ejercicio, tu cuerpo libera sustancias que levantan el ánimo, te dan más energía y te ayudan a dormir mejor. Por otra parte, trata de identificar en tu caso cuáles son los desencadenantes y las primeras señales de tristeza, así podrás tener un plan de acción. Habla con alguien de confianza. Contar con el apoyo de familiares y amigos te ayudará a combatir la depresión y pudiera aliviar los síntomas. Algo que ayudó a Julia fue anotar en un diario lo que pensaba y sentía. ¿Por qué no lo intentas? Y sobre todo, atiende tus necesidades espirituales. Verás cómo contribuye a que veas la vida con otros ojos. Jesús dio esta garantía: “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3).
Come bien, haz ejercicio y duerme lo suficiente.
Cuidar de tu lado espiritual te dará paz.
Tanto Anna como Julia lo han comprobado. Anna dice: “Ocuparme en asuntos espirituales me ayuda a dejar de pensar en mis problemas y a ver qué puedo hacer por los demás. Esto a veces me cuesta mucho, pero me hace muy feliz”. Para Julia, orar y leer la Biblia es una fuente de consuelo. Ella comenta: “Cuando le oro a Dios, dejo salir todo lo que tengo en el corazón. Eso me da paz. La Biblia me recuerda que le importo a Dios y que él se preocupa por mí. Además, leerla me permite ver el futuro con optimismo”.
Jehová, nuestro Creador, sabe perfectamente cómo nuestra crianza, vivencias y composición genética influyen en nuestras emociones y actitud ante la vida. Por lo tanto, puede darnos la ayuda y el consuelo que necesitamos, y quizás lo haga a través de personas cariñosas y comprensivas. Pero eso no es todo. Llegará el día en que Dios nos cure todos nuestros males, sean físicos o mentales. “Ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”, promete Isaías 33:24.
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