David dejó que un mal deseo creciera en su corazón (2Sa 11:2-4; w21.06 17 párr. 10).

David usó mal su poder para ocultar su pecado (2Sa 11:5, 14, 15; w19.09 17 párr. 15).

David sufrió las terribles consecuencias de su pecado (2Sa 12:9-12; w18.06 17 párr. 7).

Necesitamos autocontrol para no mirar cosas malas ni pensar en ellas (Gál 5:16, 22, 23). Jehová puede ayudarnos a que los malos deseos no echen raíces en nuestro corazón.

PREGÚNTESE: “¿En qué situaciones tengo que controlar mejor mis pensamientos?”.

Como somos imperfectos, todo el tiempo tenemos que luchar para controlar nuestros deseos. Si les diéramos rienda suelta, podríamos perder nuestra amistad con Jehová. Algunos permiten que su deseo de tener un techo, comida o ropa sea mayor que su amor por Dios. Otros satisfacen sus deseos sexuales sin tener en cuenta las normas de Jehová (Ro 1:26, 27). Y también hay quienes ceden a la presión de grupo porque quieren caerles bien a los demás y que los acepten (Éx 23:2).

¿Cómo podemos mantener nuestros deseos bajo control? Debemos esforzarnos al máximo por centrarnos en las cosas espirituales (Mt 4:4). También debemos rogarle a Jehová que nos ayude a controlar nuestros deseos. ¿Por qué? Porque él sabe qué es lo mejor para nosotros y cómo satisfacer nuestros deseos apropiados (Sl 145:16).