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  • “¿Me convendría aprender hebreo y griego?”
    La Atalaya 2009 | 1 de noviembre
    • El significado de las palabras

      ¿Le ha pasado alguna vez que alguien que estaba aprendiendo español le preguntó el significado de una palabra y usted no pudo darle una respuesta clara? Tal vez hasta haya tenido que pedirle que le diera un ejemplo en el que se usara dicha palabra. ¿Por qué? Porque el significado de muchas palabras varía en función del contexto. Imagínese que alguien le pregunta qué significa “planta”. ¿Qué le diría? Ese término puede aludir a un vegetal, a la parte inferior del pie o a cada uno de los pisos de un edificio, entre otras cosas. Incluso puede ser una forma conjugada del verbo plantar. ¿Cuál es la respuesta correcta? ¿Verdad que no basta con conocer todos los posibles significados?

      Es cierto que en un diccionario podemos encontrar las distintas acepciones de cualquier palabra, y hasta la frecuencia con la que se usan. Sin embargo, la única forma de determinar cuál es la que corresponde en cada caso es conociendo el contexto. Para ilustrarlo: supongamos que nos sentimos enfermos y queremos saber cuál es la causa. Como sabemos muy poco de medicina, tal vez consultemos una obra especializada y descubramos que nuestros síntomas son señal de cierta enfermedad en un 90% de los casos, pero de otra totalmente diferente en el 10% restante. Está claro que necesitamos saber mucho más para llegar a un diagnóstico correcto, ¿verdad? De igual modo, no sirve de mucho conocer cuál es el significado más común de una palabra si en el texto que estamos leyendo tiene otro sentido. Para entender qué uso se le ha dado, necesitamos más información: la que nos da el contexto.

      Pues bien, lo mismo pasa con el vocabulario bíblico. Tomemos por caso los términos de los idiomas originales que se suelen traducir por “espíritu”. En algunas ocasiones pueden verterse correctamente como “viento” (Éxodo 10:13; Juan 3:8). En otras, aluden a la fuerza que mantiene con vida a los seres humanos y los animales (Génesis 7:22; Salmo 104:29; Santiago 2:26). También se llama espíritus a las criaturas celestiales invisibles (1 Reyes 22:21, 22; Mateo 8:16). Y claro, no podemos olvidar el espíritu santo de Dios, esto es, su fuerza activa o poder en acción (Génesis 1:2; Mateo 12:28). A veces, incluso se habla de “espíritu” para referirse a la actitud y disposición de ánimo de una persona, así como a la mentalidad general de una colectividad (Josué 2:11; Gálatas 6:18).

      Por lo tanto, por muy exhaustiva que sea la lista de sentidos de una palabra hebrea o griega que encontremos en los diccionarios, será el contexto el que nos indique cuál es el significado que corresponde.b Y esto se cumple tanto si estamos leyendo la Biblia en los idiomas originales como si estamos leyendo una traducción.

  • “¿Me convendría aprender hebreo y griego?”
    La Atalaya 2009 | 1 de noviembre
    • b Hay que tener en cuenta que algunos diccionarios y glosarios bíblicos no enumeran todas las definiciones de un término, sino las distintas formas en que se ha traducido en una versión específica de la Biblia, como puede ser la Reina-Valera.

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