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    ¡Despertad! 1990 | 8 de febrero
    • Los dinosaurios han sido por mucho tiempo fuente de fascinación tanto para jóvenes como para mayores.

      ¿Qué eran exactamente esos animales?

      ¿Cuándo vivieron?

      ¿Por qué desaparecieron de la faz de la Tierra?

      [Reconocimiento en la página 2]

      Dinamation International

  • Descubramos ‘los grandes reptiles’ del pasado
    ¡Despertad! 1990 | 8 de febrero
    • Descubramos ‘los grandes reptiles’ del pasado

      ENCONTRARSE en el borde del valle del río Red Deer, justo al sur de la ciudad de Drumheller, en la provincia de Alberta (Canadá), es hallarse frente a dos mundos diferentes. Si mira a su alrededor, el observador divisará los vastísimos trigales de las planicies de Alberta, pero si mira hacia el fondo del valle, seco y desolado, podrá imaginarse un mundo perdido en el pasado: el mundo de los dinosaurios.

      En los escarpados desfiladeros de capas de roca sedimentaria multicolor de este valle, se han desenterrado centenares de huesos de dinosaurios. Aunque algunos habitantes de la zona llaman a este árido desfiladero “tierras de baldío”, los visitantes, jóvenes o mayores, se quedan maravillados al ver el legado fósil de algunos de los animales más asombrosos que jamás han vivido en la Tierra.

      Descubramos a los dinosaurios

      El hombre desconoció la existencia del dinosaurio hasta 1824, cuando se desenterraron en Inglaterra huesos de varias especies de reptiles fosilizados. El paleontólogo británico Richard Owen llamó a estos animales “dinosaurios”, vocablo derivado de los dos términos griegos deinós y sauros, que combinados significan “lagarto terrible”. Este nombre se ha seguido usando hasta el día de hoy, a pesar de que los dinosaurios, aun siendo reptiles, no son lagartos.

      A partir de 1824 se han ido encontrando fósiles de dinosaurios en todos los continentes. El registro fósil, que yace en capas de roca sedimentaria, revela que en la época de la historia terrestre denominada era de los dinosaurios hubo una extraordinaria abundancia y variedad de estos animales. Algunos habitaban en tierra seca, otros en ciénagas, e incluso es posible que algunos vivieran en el agua, tal como hacen los hipopótamos de nuestro día.

      En la gran llanura central de América del Norte, se han descubierto enormes cantidades de restos de dinosaurios, no solo restos de osamenta, sino también otras pruebas, como por ejemplo huellas. También en las planicies de la zona centro de Alberta el hallazgo de restos de dinosaurios ha sido prolífico, pues entre estos figuran casi quinientos esqueletos completos. En los años veinte algunas expediciones descubrieron huesos de dinosaurio en el desierto de Gobi, en Asia central, y en la década de los cuarenta una expedición soviética descubrió en Mongolia un esqueleto de dinosaurio de unos doce metros de longitud.

      La única zona donde todavía no se habían encontrado fósiles de dinosaurios era la Antártida, hasta que en 1986 unos científicos argentinos hallaron el de un dinosaurio herbívoro. Justo antes de ese hallazgo, un investigador americano descubrió huesos de dinosaurio en la fachada ártica de Alaska. Durante los últimos cien años, se han desenterrado depósitos de huesos de dinosaurio en tantos lugares que ha quedado demostrado que en el pasado remoto los dinosaurios estaban muy extendidos.

      ¿Cuándo vivieron?

      Los dinosaurios desempeñaron un importante papel en la vida sobre la Tierra hasta que se extinguieron. Los estratos de roca que contienen fósiles humanos siempre aparecen por encima de los que contienen fósiles de dinosaurios, lo que lleva a muchos científicos a concluir que la especie humana apareció en la Tierra después de que los dinosaurios desaparecieran.

      A este respecto, el libro Palaeontology, de James Scott, dice: “Hasta las especies más primitivas de Homo sapiens (hombre) vivieron mucho después de que desaparecieran los dinosaurios [...]. Aun tomando en consideración los fenómenos de plegamiento de la corteza terrestre, las rocas que contienen fósiles humanos siempre aparecen por encima de los que conservan huesos de los enormes reptiles denominados dinosaurios, por lo que se desprende que estos últimos pertenecen a una época anterior a la de los restos humanos”.

      En el valle del río Red Deer, hay un estrato de roca sedimentaria que contiene huesos de dinosaurio. A este le sigue otro de color marrón purpúreo, que perfila el contorno de la ladera. Por encima de este puede verse un estrato de limolita con fósiles de helechos subtropicales, lo que indica que el clima era cálido, y al que siguen varios estratos de carbón. Más arriba hay capas de tierra de grano más grueso y en ninguna de las capas superiores se encuentran huesos de dinosaurio.

      El libro A Vanished World: The Dinosaurs of Western Canada (Un mundo extinguido: los dinosaurios de Canadá occidental) dice que “en la región interior occidental, las once especies principales de dinosaurios [...] cesaron de existir aproximadamente al mismo tiempo”. Este factor y el hecho de que no se han encontrado huesos humanos junto a los de dinosaurio son la razón por la que la mayoría de los científicos han llegado a la conclusión de que la era de los dinosaurios terminó antes de que aparecieran los seres humanos.

      Sin embargo, debería mencionarse que hay quienes dicen que si no se han encontrado huesos humanos junto a los de dinosaurio es porque los dinosaurios no vivían en zonas habitadas por el hombre. Tales puntos de vista discrepantes demuestran que el registro fósil no revela tan fácilmente sus secretos y que hoy día no hay nadie en la Tierra que sepa todas las respuestas.

      Características

      Los científicos han llegado a la conclusión de que en el pasado existía un gran mar de poca profundidad al este de las montañas Rocosas de América del Norte. Dicho mar se extendía por miles de kilómetros, desde lo que hoy es el océano Ártico hasta México. A lo largo de las llanas orillas había exuberantes selvas pantanosas. Los fósiles indican que en este hábitat medraban muchas especies de dinosaurios. Parece ser que el edmontosaurio, un dinosaurio de pico córneo, como el de los patos, y de unos nueve metros de longitud, ramoneaba en manadas por la ciénaga, como si de manadas de vacas se tratase. Los paleontólogos han llegado a esta conclusión porque han encontrado huellas bien conservadas de esta especie en las que se aprecian tres dedos, y también el contenido fosilizado de algunos estómagos.

      Hay además otros indicios de que algunos dinosaurios manifestaban costumbres sociales. Es probable que fuesen en manadas, quizás en grupos de cien o más. El descubrimiento de estratos sucesivos de nidos y huevos en el mismo lugar indica que algunos dinosaurios regresaban a los mismos lugares para anidar. La revista Scientific American dice que el hallazgo de restos de esqueletos de crías de dinosaurios cerca de los nidos ‘es un firme indicativo del comportamiento social de las crías y también implica la posibilidad de que los padres cuidasen de los pequeños una vez que estos salían del cascarón’.

      Por consiguiente, la prueba fósil demuestra que había gran cantidad y variedad de dinosaurios. Pero ¿qué apariencia tenían exactamente? ¿Eran todos ellos gigantescos y temibles monstruos —“lagartos terribles”—? ¿Por qué parece que desaparecieron tan de repente?

      [Reconocimiento en la página 3]

      Instituto Smithsonian, Washington, D.C.: Número de fotografía 43494

  • Las diferentes formas y tamaños de dinosaurios
    ¡Despertad! 1990 | 8 de febrero
    • Las diferentes formas y tamaños de dinosaurios

      ES PROBABLE que, de todas las formas de vida actualmente extintas, los dinosaurios hayan sido los que más han estimulado la imaginación del ser humano. Suele imaginárseles de un tamaño enorme y aspecto aterrador. Cuando en un principio se acuñó su nombre partiendo de los términos griegos que significan “lagarto terrible”, se creía que, en vista de que los fósiles de dinosaurio conocidos hasta entonces eran grandes, todos los dinosaurios habían sido terriblemente grandes.

      Es cierto que algunos tipos de dinosaurios eran gigantescos y tenían un aspecto temible, y que su peso quizás era diez veces superior al de un gran elefante africano. Sin embargo, con el paso de las décadas, los paleontólogos han desenterrado huesos de dinosaurios mucho más pequeños. Hay algunos del tamaño de un burro y otros ¡no mucho más grandes que una gallina! Echemos una mirada a algunos de estos asombrosos reptiles de tiempos antiguos.

      Reptiles voladores

      Un reptil extinto curioso es el pterosaurio (“lagarto alado”), que incluye al pterodáctilo (“dedo alado”). Estos no eran ni dinosaurios ni aves. En realidad eran reptiles voladores, y por eso se les clasifica entre otros reptiles, como los dinosaurios y los cocodrilos. La envergadura de las alas de algunos de ellos era de ocho metros, aunque se sabe, gracias al descubrimiento de uno en Texas en 1975, que algunos tenían envergaduras de más de quince metros. Tal vez estos fueron los animales más grandes que hayan volado jamás.

      Aunque los pterosaurios tenían los dientes, el cráneo, la pelvis y las patas traseras como un reptil, no se parecían en absoluto a los dinosaurios, que también eran reptiles, y aunque tenían el aspecto de aves con rígidas alas aerodinámicas, lo cierto es que también diferían mucho de un ave. Los pterosaurios se parecían a las aves en que sus huesos eran huecos y tenían pocas coyunturas flexibles en las alas y las “rodillas”. Sin embargo, mientras que las alas de las aves estaban cubiertas de plumas, las de los pterosaurios consistían en un repliegue membranoso, y mientras que el principal soporte del ala de un ave lo constituye el segundo dedo de la extremidad torácica, en el caso de los pterosaurios era el cuarto dedo el que se extendía para servir de soporte de la membrana alar.

      Los ornitisquios

      Según la estructura de su pelvis, los dinosaurios se dividen en saurisquios o sauripelvianos (“pelvis de lagarto”) y ornitisquios o avipelvianos (“pelvis de ave”). Los pertenecientes a esta última categoría tenían una pelvis que recuerda a la de las aves, pero, por supuesto, mucho mayor. Algunos eran pequeños, otros, enormes. El iguanodonte, por ejemplo, llegaba a medir hasta nueve metros de longitud. Se han descubierto esqueletos de varios tipos de hadrosaurios, en los que se observa que la mandíbula superior y la inferior están aplanadas en forma de pico de pato y con numerosos dientes. Parece ser que los hadrosaurios eran bípedos, lo que significa que andaban o corrían sobre dos patas. Algunos medían hasta diez metros de longitud.

      Los stegosaurios eran un grupo de ornitisquios que tenían a lo largo del lomo una doble fila de enormes placas óseas triangulares, delgadas y verticales. Marchaban sobre las cuatro patas y medían unos 6 metros de longitud y 2,4 metros de altura por la parte de los cuartos traseros. Más recientemente se ha pensado que las placas óseas del lomo no solo los protegían, sino que también formaban parte de un sistema de refrigeración corporal. Debido a que las patas delanteras eran más pequeñas que las traseras, pesadas y enormes, la pequeña cabeza quedaba cerca del suelo. La cola tenía en su extremo cuatro aguijones fuertes.

      Un último grupo de ornitisquios extendido por toda la tierra era el de los ceratópsidos o dinosaurios cornudos. Su longitud oscilaba entre 1,8 y 8 metros. A semejanza del rinoceronte africano, el cráneo de estos “tanques” acorazados formaba una característica cubierta ósea para la nuca. Un dinosaurio común de este grupo era el triceratops, que tenía tres cuernos, dos de los cuales le salían por encima de los ojos y llegaban a medir 90 centímetros de longitud. En el valle del río Red Deer, en la provincia de Alberta (Canadá), se han recuperado numerosos fósiles de triceratops.

      Los saurisquios: dinosaurios gigantes

      Los saurisquios o sauripelvianos (“pelvis de lagarto”) son, como se mencionó antes, la otra subdivisión de los dinosaurios. Tienen una pelvis comparable a la de los reptiles, aunque, igual que en el caso de los ornitisquios, a una escala mucho mayor. Encajan con el concepto común de un dinosaurio: un animal enorme y temible. Dentro de esta subdivisión se encuentran los apatosaurios (anteriormente denominados brontosaurios), que eran dinosaurios herbívoros y marchaban sobre las cuatro patas. Alcanzaban una longitud de 21 metros y se calcula que pesarían unas 30 toneladas. Se han desenterrado dinosaurios de este tipo en América del Norte y Europa.

      Los igualmente gigantescos diplodocos, desenterrados también en América del Norte, se parecían más a una gran serpiente, con cuello y cola largos, pero con patas. Son los dinosaurios más largos que se conocen, unos veintisiete metros de longitud, aunque pesaban un poco menos que los apatosaurios. Podrían sumergir la cabeza casi totalmente, gracias a una gran abertura nasal que tenían en la parte superior de la misma.

      Otro tipo de dinosaurio es el brachiosaurio. Un esqueleto descubierto en Tanzania tenía una longitud de 21 metros. Se calcula que algunos pesaban más de ochenta y cinco toneladas. La altura de estos animales era de unos doce metros y tenían los cuartos traseros claramente más bajos que los delanteros, con lo que su silueta era parecida a la de la jirafa.

      En 1985 se desenterraron en Nuevo México (E.U.A.) unas vértebras fosilizadas de tamaño poco corriente. El conservador del Museo de Historia Natural de Nuevo México dio el nombre de seismosaurio a ese tipo de dinosaurio. Se calculó que el animal mediría unos treinta metros de longitud y que posiblemente pesaría ¡unas cien toneladas!

      El tyranosaurio rex (“rey de los lagartos tiranos”), de aspecto feroz, medía unos tres metros de altura por la parte más alta del lomo, y cuando se ponía de pie, podía alcanzar unos seis metros de altura. Tenía unos 12 metros de longitud, su cabeza medía hasta 1,2 metros y su gran boca estaba armada con muchos dientes de 15 centímetros de largo y de forma cónica. Las patas traseras eran enormes mientras que las delanteras eran muy pequeñas, y tenía una enorme cola que se asemejaba a la de un lagarto. Hoy día se ha llegado a la conclusión de que en lugar de caminar erecto, el tyranosaurio mantenía el cuerpo en posición horizontal y equilibraba el peso con su larga cola.

      Cambia la escena

      Del registro fósil se desprende que en un antiguo paisaje que desapareció hace mucho tiempo, existía una gran cantidad de dinosaurios por toda la Tierra. Pero estas asombrosas criaturas, junto con otras incontables clases de animales y plantas, dejaron de existir. Respecto al tiempo exacto en que sucedió, el paleontólogo D. A. Russell comenta: “Es lamentable, pero los métodos que existen para medir la duración de sucesos que acontecieron hace tanto tiempo son relativamente imprecisos”.

      ¿Qué fue de los dinosaurios? ¿Qué significado entraña su repentina aparición y su al parecer repentina extinción? ¿Puede decirse que la existencia de los dinosaurios pone en duda algunos de los principios básicos de la evolución darviniana? Analizaremos estas preguntas en el siguiente artículo.

      [Diagrama en las páginas 8, 9]

      (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

      9 metros

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  • ¿Qué fue de los dinosaurios?
    ¡Despertad! 1990 | 8 de febrero
    • ¿Qué fue de los dinosaurios?

      “LA PALEONTOLOGÍA es la ciencia que trata el estudio de los fósiles, y los fósiles son restos de origen orgánico.” Sin embargo, como dijo un paleontólogo, es “una ciencia muy especulativa y subjetiva”. Esta afirmación es cierta en el caso de los dinosaurios. G. L. Jepson, un científico de Princeton (E.U.A.), dijo lo siguiente respecto a una serie de especulaciones que se han hecho tocante a lo que les sucedió a los dinosaurios:

      “Varios autores han sugerido la posibilidad de que los dinosaurios desaparecieran porque el clima empeoró [...] o porque empeoró la dieta. [...] Otros escritores han responsabilizado de ello a enfermedades, parásitos, [...] cambios en la presión o composición de la atmósfera, gases venenosos, ceniza volcánica, oxígeno excesivo procedente de las plantas, meteoritos, cometas, reducción del depósito común de genes provocada por mamíferos devoradores de huevos, [...] radiación cósmica, desviación de los polos con respecto al eje de rotación de la Tierra, inundaciones, deriva continental, [...] desecación de ciénagas y lagos, manchas solares.” (The Riddle of the Dinosaur [El enigma del dinosaurio].)

      De tales especulaciones se desprende que los científicos no pueden responder a ciencia cierta la pregunta: ¿Qué fue de los dinosaurios?

      La teoría de la extinción súbita

      Una teoría más reciente es la que planteó un equipo formado por padre e hijo: Luis y Walter Álvarez. Walter Álvarez descubrió en una formación rocosa fuera de Gubbio, ciudad del centro de Italia, una curiosa y delgada capa de arcilla rojiza intercalada entre dos capas de piedra caliza. Debido a que la capa inferior de piedra caliza contenía abundantes fósiles y la superior casi ninguno, los geólogos concluyeron que la vida desapareció de súbito y que la delgada capa rojiza de arcilla tenía cierta conexión con la extinción.

      Los análisis revelaron que la arcilla contenía mucho iridio (un metal), una concentración treinta veces mayor a la que se encuentra en las rocas normalmente. Ellos sabían que concentraciones tan elevadas de este elemento poco común solo podían provenir del centro de la Tierra o de alguna fuente exterior a la Tierra. Llegaron a la conclusión de que el iridio fue depositado por un enorme asteroide que chocó con la Tierra, y provocó la súbita extinción de los dinosaurios.

      Después del descubrimiento de la arcilla enriquecida con iridio en las inmediaciones de Gubbio, se encontraron depósitos similares en otras partes del mundo. ¿Corroboraban estos hallazgos la hipótesis del asteroide? Algunos científicos están escépticos al respecto, pero, como reconoce el libro The Riddle of the Dinosaur, la hipótesis de Álvarez dio empuje “al estudio de la extinción y la evolución”. El paleontólogo Stephen Jay Gould admite que eso podría hacer disminuir “la importancia de la rivalidad entre las especies”.

      Al comentar respecto a esta nueva teoría y la extinción aparentemente súbita de los dinosaurios, un escritor sobre temas científicos admite: “Podrían sacudir los fundamentos de la biología evolutiva y poner en duda el actual concepto de la selección natural”.

      David Jablonski, científico de la universidad de Arizona (E.U.A.), deduce que ‘para muchas plantas y animales la extinción fue repentina y en cierto modo especial. Las extinciones en masa no son tan solo los efectos acumulados de muertes graduales. Algo raro sucedió’. Ese es también el caso de los dinosaurios. Su aparición y desaparición relativamente súbitas contradice el punto de vista por lo general aceptado de que hubo un proceso lento de evolución.

      La datación de los dinosaurios

      Los huesos de dinosaurios casi siempre se encuentran en capas de tierra inferiores a las que contienen huesos humanos, lo que hace que muchos lleguen a la conclusión de que pertenecen a un período de tiempo anterior. Los geólogos dan a esta época el nombre de era mesozoica y la subdividen en tres períodos: cretáceo, jurásico y triásico. Se afirma que la duración de estos períodos es del orden de decenas de millones de años. No obstante, ¿hay algún fundamento sólido en el que apoyar esta afirmación?

      Un método que se utiliza para datar la antigüedad de los fósiles es el denominado método de datación del radiocarbono. Este sistema de datación mide la proporción de desintegración del carbono radiactivo (carbono 14) desde el momento de la muerte del organismo. “Una vez que un organismo muere, ya no absorbe más anhídrido carbónico del ambiente que le rodea, y con el tiempo la proporción del isótopo [carbono 14] va disminuyendo a medida que sufre desintegración radiactiva”, dice Science and Technology Illustrated.

      Sin embargo, este método presenta serios problemas. En primer lugar, cuando se considera que un fósil tiene 50.000 años de antigüedad, su nivel de radiactividad ha bajado tanto que resulta muy difícil detectarlo. En segundo lugar, incluso en especímenes más recientes, este nivel ha bajado tanto que sigue siendo dificilísimo medirlo con exactitud. En tercer lugar, los científicos pueden medir el nivel actual de formación de carbono radiactivo, pero no tienen manera de medir las concentraciones del carbono 14 que había en el pasado remoto.

      De modo que tanto si se utiliza el método de radiocarbono para datar los fósiles, como si se utilizan otros métodos —como el del potasio radiactivo, el uranio o el torio— para datar las rocas, los científicos no pueden establecer después de tantísimos siglos cuáles eran los niveles originales de tales elementos. Melvin A. Cook, profesor de Metalurgia, hace el siguiente comentario al respecto: “Estas concentraciones [de materias radiactivas] solo pueden suponerse, de modo que las edades obtenidas así no pueden ser mejores que esta suposición”. Esto es especialmente cierto si tenemos en cuenta que el diluvio del día de Noé ocurrido hace más de cuatro mil trescientos años produjo enormes cambios en la atmósfera y en la superficie terrestre.

      Charles Officer y Charles Drake, geólogos de la universidad de Dartmouth (Canadá), hacen surgir aún más dudas respecto a la exactitud del método de datación radiactivo. Ellos dicen: “Deducimos que el iridio y otros elementos encontrados con él no fueron depositados de manera instantánea [...], sino que más bien hubo un influjo intenso y variable de estos componentes durante un intervalo de tiempo geológico relativamente breve del orden de 10.000 a 100.000 años”. Ellos razonan que la ruptura y desplazamiento de los continentes trastornó el entero globo terráqueo, causando erupciones volcánicas, bloqueando la luz del Sol y ensuciando la atmósfera. Lo cierto es que tales sucesos desbaratadores pudieron cambiar los niveles de radiactividad, lo que tergiversaría los resultados obtenidos mediante los relojes radiactivos de nuestros días.

      El relato de Génesis y los dinosaurios

      Aunque el método de datación radiactivo es innovador, todavía se basa en la especulación y la suposición. En contraste, el relato de la Biblia registrado en el primer capítulo del libro de Génesis 1 sencillamente menciona el orden general en que tuvo lugar la creación, lo que permite la posibilidad de que transcurriesen miles de millones de años para la formación de la Tierra y muchos milenios (distribuidos en seis períodos creativos o “días”) para su preparación con vistas a ser habitada por el hombre.

      Es posible que algunos dinosaurios (y pterosaurios) hayan sido creados en el quinto período mencionado en Génesis, cuando la Biblia dice que Dios hizo “criaturas voladoras” y “grandes monstruos marinos”, y otros, en el sexto período. Si se tiene en cuenta la abundancia de vegetación que sin duda existía en el tiempo de los dinosaurios, habría sido muy apropiada la presencia de un número tan elevado de animales con un apetito voraz. (Génesis 1:20-24.)

      Una vez que los dinosaurios habían cumplido su propósito, Dios puso fin a su existencia. No obstante, la Biblia guarda silencio en cuanto a cómo y cuándo lo hizo. De lo que sí podemos estar seguros es de que los dinosaurios fueron creados por Jehová con un propósito definido, aunque de momento no comprendamos cuál fue ese propósito. No vinieron por error, ni fueron producto de la evolución. Su súbita aparición en el registro fósil sin ninguna conexión con algún antecesor fósil y su desaparición sin dejar fósiles de transición, son pruebas en contra de la opinión de que tales animales evolucionaron de forma gradual a lo largo de millones de años. Por consiguiente, el registro fósil no apoya la teoría de la evolución. Al contrario, armoniza con el punto de vista bíblico de que la vida animal fue creada por Dios.

      [Comentario en la página 10]

      El registro fósil de los dinosaurios no apoya la evolución, sino la creación

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