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Impedidos, pero triunfantes¡Despertad! 1988 | 22 de octubre
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Impedidos, pero triunfantes
ESTÁ a punto de comenzar una carrera valedera para la copa del mundo de esquí alpino en la modalidad de slalom gigante. Por los altavoces se anuncia a la expectante multitud que el primero de los dos esquiadores que comprueban la pista ya ha comenzado su descenso. Varias cámaras de televisión le siguen mientras se desliza por la pronunciada pendiente, zigzagueando por entre las puertas señaladas con banderines y levantando nubes de nieve a su paso. Cuando finalmente cruza la línea de meta, se le ovaciona con entusiasmo.
Pero ¿por qué? ¿No se trata solo del que comprueba la pista y no de un competidor? Sí, es cierto, ¡pero solo tiene una pierna! Con su único esquí ha conseguido trazar correctamente el extremadamente difícil recorrido, donde más tarde caerán varios de los competidores bien entrenados que cuentan con ambas piernas.
No obstante, el que personas seriamente impedidas consigan tales logros no es inusual. Muchos hombres y mujeres, jóvenes y mayores, que se encuentran en circunstancias similares, practican levantamiento de pesas, equitación, vela, carreras de maratón en sillas de ruedas y participan en muchas otras actividades deportivas que requieren un gran esfuerzo.
Algunas personas impedidas también han conseguido grandes logros en otros campos. Ludwig van Beethoven compuso algunas de sus mejores obras cuando estaba totalmente sordo. Franklin D. Roosevelt fue presidente de Estados Unidos entre 1933 y 1945 pese a haber quedado seriamente incapacitado por la poliomelitis. Helen Keller, ciega, sorda y muda desde su niñez, llegó a ser una fecunda escritora y una educadora. El estadista griego Demóstenes está considerado como uno de los más grandes oradores de todos los tiempos. Sin embargo, de joven era tartamudo y físicamente muy débil.
Aunque logros de tal envergadura pueden alentar a muchas personas impedidas a intentar hacer algo especial ellas también, hay que recordar que todos los impedimentos son diferentes, y no se puede comparar a quienes los padecen. Tanto los intereses en la vida como las habilidades naturales difieren, y la actitud mental también desempeña un papel importante.
Lo más difícil: enfrentarse al hecho
El período inmediatamente posterior a quedar incapacitado debido a un accidente o a una enfermedad es, con toda probabilidad, el peor, tanto para el que ha tenido la desgracia como para quienes están a su lado. Al golpe inicial a menudo le siguen sentimientos de desesperación y abatimiento. “Hay momentos en que no estás para arengas, en que todo lo que quieres es esconderte en tu desgracia como un animal herido, momentos en que el estímulo te parece una agresión”, dice la madre de un niño impedido.
Una combinación de pesar, ira, autocompasión y desesperación puede dominar por completo a una persona impedida durante ese tiempo. Por lo tanto, cuanto más corto sea, mejor para todos. “Con el tiempo se pasa, porque no hay otro remedio”, añade la madre.
Jimmy, un atractivo joven sueco que fue atacado por una enfermedad que le paralizó de la cabeza a los pies, habló acerca de cómo reaccionó inicialmente y del período tan terrible que vivió después. “Pero —dice— tan pronto como acepté mi impedimento y dejé de compadecerme a mí mismo, empecé a olvidarme de ello. Fue entonces cuando comencé a vivir de nuevo. Ahora intento pensar, no en lo que me falta, sino en las facultades que tengo, y trato de aprovecharlas al máximo.”
Potencie al máximo sus posibilidades
A base de una enorme fuerza de voluntad para practicar y entrenarse, algunas personas inválidas han conseguido mucho más de lo que nunca podían haberse imaginado. Un ejemplo de esto es Maj, una mujer de Laponia, en el norte de Suecia. Con solo veintidós años de edad y cuando estaba recién casada, quedó inútil de las dos piernas.
“La primera vez que me pusieron en una silla de ruedas en el hospital, se me vino el mundo encima —dijo ella—. Me parecía tener por delante una vida de pasividad, inutilidad y completa dependencia de mi marido y de otras personas. Pero poco a poco empecé a darme cuenta de que mi impedimento todavía me dejaba algunas posibilidades. Así que decidí potenciarlas al máximo.
”Primero aprendí a arrastrarme por el suelo como un bebé. Me entusiasmaba poder moverme por mi cuenta. Entonces practiqué el quedarme de pie, erguida, apoyándome contra una pared. Me parecía que poder hacer eso era un gran progreso. Después aprendí a caminar con muletas. Poco tiempo después, podía hacer algunas de las labores de la casa.
”Decidí que todas las mañanas trataría de añadir algo más a mi repertorio. Conseguí servir el desayuno, hacer las camas, pasar la aspiradora, limpiar las ventanas, hacer la compra y desempeñar otras tareas. Mi esposo me ayudaba cuando se lo pedía, pero también cooperaba al no insistir en ayudar. En vez de eso, me dejaba intentarlo por mí misma. Poco a poco me fui haciendo más independiente, lo que me proporcionó dignidad y satisfacción personal.
”Mi esposo y yo somos testigos de Jehová, y él decidió ofrecerse para colaborar en la construcción de la nueva oficina sucursal e imprenta de los testigos de Jehová en Suecia. Nuestras solicitudes fueron aceptadas, y pasamos más de cuatro años allí. Pude trabajar casi toda la jornada en la lavandería, sirviendo a un personal de hasta doscientos trabajadores. Mis compañeros de trabajo, que no estaban imposibilitados, me consideraban una trabajadora más. Es verdad que en ocasiones se me hizo difícil, y muchas veces oré a Dios pidiéndole ayuda. Pero también fue un período feliz.”
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Impedidos, pero triunfantes¡Despertad! 1988 | 22 de octubre
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Ann-Mari, una mujer sueca gravemente imposibilitada que utiliza una silla de ruedas, dice: “Estoy incapacitada para moverme, pero no para pensar. Por eso, deseo utilizar esa capacidad para mejorar por mí misma mi situación tanto como pueda”.
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Impedidos, pero triunfantes¡Despertad! 1988 | 22 de octubre
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A veces, una persona imposibilitada es la que mejor puede inventar sus propias ayudas. Bo, un joven sueco cuyas piernas quedaron paralizadas en un accidente de tráfico, se puso a pensar en cómo lograr que su silla de ruedas fuera más cómoda y fácil de maniobrar. Construyó una silla de ruedas ¡que incluso le permitía subir escaleras! Actualmente trabaja como diseñador de sillas de ruedas en una empresa local.
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Impedidos, pero triunfantes¡Despertad! 1988 | 22 de octubre
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Ponerse y quitarse la ropa a menudo es un problema para las personas impedidas. Por lo general, la ropa de confección no está pensada para ellas. Siw, una mujer inválida de mediana edad de Estocolmo (Suecia), dice que encuentra más cómodo llevar una capa que un abrigo normal. Además, pone goma elástica en las faldas para reemplazar los botones y las cremalleras. De hecho, la necesidad de usar ropa cómoda y fácil de manejar ha convertido a Siw en una hábil diseñadora y modista.
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