En cierta ocasión, también se desarrolló un problema entre el apóstol Pablo y Bernabé su compañero de viajes. Cuando estaban para salir en su segundo viaje misional, Bernabé quiso que su primo Marcos los acompañara. Sin embargo, Pablo no quiso que Marcos fuera, puesto que éste los había abandonado y se había ido a su casa durante el primer viaje misional de ellos. (Hechos 13:13) La Biblia dice: “Con esto ocurrió un agudo estallido de cólera, de modo que se separaron el uno del otro.” (Hechos 15:37-40) ¡Imagínese eso! Si usted hubiera estado allí y hubiera visto este “agudo estallido de cólera,” ¿habría concluido que Pablo y Bernabé no eran parte de la organización de Dios, debido a su manera de comportarse?

¿Qué hay del problema que había surgido entre Pablo y Bernabé? Este también fue resuelto con amor. Porque más tarde, cuando Pablo escribió a la congregación corintia, mencionó a Bernabé como persona en estrecha colaboración con él. (1 Corintios 9:5, 6) Y aunque parece que Pablo había tenido buenas razones para dudar que Marcos fuera muy valioso como compañero de viajes, este joven más tarde alcanzó tal grado de madurez que Pablo pudo escribir lo siguiente a Timoteo: “Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para servir.” (2 Timoteo 4:11) Podemos beneficiarnos de este ejemplo de arreglar las diferencias que surgen.