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¿Tiene usted la mente de Cristo?La Atalaya 1986 | 1 de diciembre
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Los tratos de Jesús con sus discípulos
18. a) ¿Cómo reaccionan algunos para con las personas que trabajan bajo su dirección? b) ¿Cómo trató Jesús a sus discípulos y a otras personas? (Marcos 6:54-56.)
18 A veces sucede que a los que están en puestos de autoridad les parece que sus subordinados son una amenaza para ellos. Ahogan lo que subconscientemente les parece que es rivalidad. El orgullo sale a relucir. Se apresuran a criticar y son lentos en cuanto a dar encomio a los que trabajan bajo ellos. Sus expresiones de desdén manifiestan falta de respeto a la dignidad personal de otros. Pero ¿cómo fue Jesús?... ¿cómo trató a los que estaban bajo su dirección, sus discípulos? ¿Hizo él que se sintieran inferiores, incompetentes, o que llegaran a pensar que eran tontos? Más bien, ¿no se sintieron ellos cómodos al trabajar al lado de Jesús? (Compárese con Mateo 11:28-30; 25:14-23.)
19. ¿Qué nos enseña acerca de Jesús el texto de Juan 13:1-17?
19 A este respecto, una de las lecciones sobresalientes que Jesús enseñó a sus discípulos se halla en el capítulo 13 de Juan. Sírvase leer los Jn 13 versículos 1 a 17. En aquellos días las carreteras eran polvorientas, y era lo acostumbrado que un sirviente lavara los pies a los visitantes. Jesús mismo ejecutó aquella tarea servil. ¿Qué cualidad hizo él que se destacara al lavar los pies a sus discípulos? Les dio una lección práctica de humildad. De esto, ¿qué aprendemos respecto a la mente de Cristo? Las palabras de Jesús dan la respuesta: “El esclavo no es mayor que su amo, ni es el enviado mayor que el que lo envió. Si saben estas cosas, felices son si las hacen”. (Juan 13:16, 17.)
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¿Tiene usted la mente de Cristo?La Atalaya 1986 | 1 de diciembre
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En cierta ocasión, después de una campaña especial de predicación, Jesús mostró gran consideración para con los apóstoles. Aunque era perfecto, Jesús no esperaba que los demás fueran perfectos. Al fin de una campaña de predicación, no insistió en que los apóstoles inmediatamente volvieran a la obra de predicar y la hicieran mejor que antes. Tomó en cuenta que necesitaban descanso, y los llevó a un lugar solitario donde estarían alejados del público. Pero cuando las muchedumbres los siguieron, ¿se enojó Jesús, y mostró impaciencia? No, porque “se compadeció entrañablemente de ellos”, como nos dice el relato. (Marcos 6:30-34, Bover-Cantera.)
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