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    ¡Despertad! 1986 | 22 de julio
    • Crisis en África del Sur

      En los siguientes tres artículos el corresponsal de “¡Despertad!” en África del Sur considera la crisis y la solución

      “LOS disturbios municipales dejan un saldo de 26 muertos.” “Emociones divididas en el entierro de 15 víctimas de los disturbios.” “Continúa la violencia general.” “Asciende a 13 el total de víctimas en África del Sur por los sabotajes perpetrados con bombas en los pasados 10 días.” A diario los titulares y la prensa relatan los horribles y tristes sucesos. Un comentarista se expresó de la siguiente manera: “África del Sur se enfrenta a la peor crisis de su historia, tanto interior como exteriormente”.

      Los informes noticieros y las vívidas escenas de la situación llegan a los hogares de millones de personas por todo el mundo. Como resultado de esto, muchos creen que la entera África del Sur se halla en una situación caótica. Pero esto no es cierto. En la mayoría de las zonas donde habitan los blancos y en las zonas rurales de la población negra, la vida continúa siendo normal.

      No obstante, en algunos barrios de la población negra están ocurriendo cosas terribles. Muchos televidentes se horrorizaron al ver cómo a una joven negra, acusada de ser confidente de la policía, se le pateó, pisoteó y quemó viva. Con frecuencia, el rencor de la muchedumbre se dirige en contra de los empleados del gobierno o de sus colaboradores. Algunos policías negros han sido asesinados y a centenares de personas les han quemado o dañado su casa.

      La mayoría de los manifestantes son adolescentes o de menos edad. Para ellos la violencia está convirtiéndose en un modo de vida. Peor aún, los maleantes se han aprovechado de los disturbios para atacar y robar a gente inocente.

      Los disturbios han perjudicado la economía sudafricana. La moneda nacional ha sufrido una grave devaluación. Muchas empresas comerciales han tenido que cerrar, ocasionando así desempleo. La reputación de África del Sur a nivel internacional ha menguado. El número de las sanciones y de las amenazas del retiro de inversiones es mayor que nunca antes.

      Esto también está afectando a los países vecinos de Suazilandia, Botswana, Lesotho y África del Sudoeste o Namibia, países cuya economía depende grandemente de África del Sur. Ya por muchos años los dos principales países vecinos, Mozambique y Angola, han sufrido una crisis de mayor gravedad que la de África del Sur, con intensas luchas civiles y una economía severamente dañada.

      África del Sur es un país hermoso, dotado de muchos recursos naturales: buenas tierras de labranza, oro, diamantes, carbón, cobre y muchos otros minerales valiosos. Entre sus variados grupos étnicos de negros, blancos, mestizos e indios, hay muchas personas buenas y bondadosas.

      África del Sur es también un país muy religioso. La mayor parte de la población, tanto blanca como negra, cree en Dios. Sin embargo, el país está terriblemente dividido. ¿Se ha de culpar en parte a la religión por esto? ¿Qué ha ocasionado esta situación angustiosa? Y, aun de mayor importancia, ¿existe alguna solución?

  • Un país dividido... ¿cuál es la solución?
    ¡Despertad! 1986 | 22 de julio
    • Un país dividido... ¿cuál es la solución?

      EN 1955 un visitante en Angola, colonia portuguesa en ese entonces, se sorprendió al notar que repentinamente, por ser blanco, ¡se había convertido en “aristócrata”! En las tiendas, las oficinas y otros lugares públicos se le atendía por delante de las personas negras que estuvieran en espera.

      Hace solo dos décadas era común ver esto en muchos países africanos.

      Para la década de los sesenta, en país tras país donde los blancos formaban una minoría, la población negra asumió el poder. En África del Sur, sin embargo, había millones de blancos en cuyas manos estaban las riendas del gobierno y de la economía y que por décadas habían creído que era la voluntad de Dios que ellos gobernaran. ¿Cómo surgió esta situación?

      En 1652 los primeros colonos blancos, oriundos de los Países Bajos, llegaron a El Cabo. Cuando se encontraron con los hotentotes y los bosquimanos, habitantes locales que vestían con pieles de animales, los blancos se consideraron superiores debido a su cultura avanzada. Poco después comenzaron a surgir fricciones.

      Cuando los colonos blancos se establecieron en los campos de caza de los nativos, los bosquimanos enfurecidos reaccionaron robando ganado. A estos hombres de poca estatura se les persiguió como a animales, llevándoseles vergonzosamente al borde de la extinción para el siglo XIX. Los hotentotes fueron subyugados, su población se redujo drásticamente a causa de la viruela, y los pocos que quedaron fueron absorbidos por otras razas.

      Fue en el siglo XVIII cuando los granjeros blancos (bóers) dieron con la nación xhosa, parte de una inmigración negra proveniente del norte. De nuevo hubo fricción. Se pelearon encarnizadas guerras. Mientras tanto, los británicos habían tomado posesión de El Cabo. Pero muchos bóers descontentos con el dominio británico emigraron hacia el norte durante la década de los treinta del siglo pasado. A través de muchos contratiempos y conflictos fundaron nuevos estados más allá de los ríos Orange y Vaal. Tanto los británicos como los bóers practicaban la segregación racial.

      Los bóers eran calvinistas de la Iglesia Holandesa Reformada. A pesar de que con frecuencia leían la Biblia, creían que eran superiores a los negros y muchos consideraban que estos estaban bajo una maldición de Dios.

      La iglesia da su apoyo a la segregación racial

      El aumento en las cifras de conversos no blancos durante el siglo XIX creó preocupación en los blancos. Como resultado, el Sínodo de la Iglesia tomó en 1857 una decisión histórica: “Debido a la debilidad de algunos [blancos] [...] la congregación compuesta de los paganos [no blancos] [...] disfrutará de sus privilegios cristianos en un edificio o institución por separado”. De esta manera la iglesia dio su apoyo a la segregación racial.

      El proceso de división continuó. En la actualidad existen Iglesias Holandesas Reformadas para blancos, negros, mestizos e indios.

      En los últimos años del siglo XIX se percibió una tendencia mayor hacia tal segregación. Para ese entonces se habían fundado muchas misiones religiosas, principalmente de origen británico, bajo el control firme de los blancos. Según James Kiernan, profesor de antropología social de la Universidad de Natal, “el clero africano de estas iglesias, bajo el dominio de los blancos, consideró que la exclusión [del clero africano de ocupar puestos de mando] se basaba en discriminación, y este reaccionó adversamente estableciendo sus propias iglesias”. La primera de estas iglesias se fundó en Johannesburgo en 1892. Existen hoy en África del Sur unos 4.000 grupos religiosos, en su mayoría de la población negra.

      El siglo XX comenzó con los “cristianos” blancos, los británicos imperialistas y los bóers nacionalistas luchando entre sí por la supremacía. Por pura superioridad numérica, Gran Bretaña se apoderó de las Repúblicas bóers y junto con estas formaron más adelante la Unión Sudafricana.

      Sin embargo, los bóers, denominados actualmente africánders, obtuvieron victoria política cuando el partido nacionalista salió triunfante en las elecciones de 1948 y ascendió al poder con la fuerza que le otorgaba su política en pro de la segregación racial. Un comentario del periódico africánder Die Transvaler dijo: “Nuestra política de la segregación racial [...] se basa en los principios cristianos de justicia e imparcialidad”. A esto le siguieron una serie de leyes y reglamentos para consolidar dicha segregación de razas.

      Como resultado de vivir separados y sin ningún contacto social con la población negra, muchos blancos no están al tanto de la pobreza que existe en tal población, ni se dan cuenta plenamente de la humillación que la segregación racial ha causado. Casi todos los habitantes negros se sienten resentidos por la política de dicha segregación racial. Ese resentimiento ha sido usado para alimentar la llama de los disturbios.

      ¿Existe alguna solución?

      La presión, tanto dentro como fuera de África del Sur, que se ejerce para ponerle fin a la segregación racial, se ha intensificado. Recientemente, el gobierno decidió hacer cambios de gran magnitud. Hizo algunas reformas y revocó ciertas leyes sobre la segregación racial. Pero parece imposible que se puedan resolver todos los problemas de África del Sur de una manera complaciente para todos. Muchas personas, tanto negras como blancas, desean un cambio pacífico, pero algunos blancos reacios están determinados a mantener el statu quo. Ambos bandos están divididos entre extremistas y moderados. La población negra también está gravemente dividida por sentimientos de lealtad a sus tribus.

      ¿Qué soluciones brindan las iglesias? ¿Soluciones de carácter espiritual? ¿El Reino de Dios? No, han entrado en la arena de la política. Algunos clérigos hasta abogan por la desobediencia civil y entablan negociaciones con líderes de los movimientos de liberación conocidos por su violencia. En consecuencia, muchos practicantes religiosos se quejan de que ‘oyen mucho de política y muy poco acerca de Dios’.

      La disensión que existe en las iglesias está agravando la confusión. Ahora en las diferentes ramas de la Iglesia Holandesa Reformada se critica mucho la segregación racial. Muchos ministros, tanto de la raza negra como de la blanca, la condenan. El Sínodo de El Cabo Occidental decretó en octubre de 1983 que la discriminación racial es un “pecado”, y que, por lo tanto, la iglesia debería abrir sus puertas a gente de todas las razas.

      El 29 de agosto de 1985 el presbiterio de Stellenbosch, otro cuerpo regional de la Iglesia Holandesa Reformada, reconoció oficialmente que la discriminación racial “es contraria a los principios bíblicos de amor al prójimo y la justicia” y que “la segregación racial” ha “producido sufrimiento humano”. La disensión sobre cuestiones raciales también afecta a las Iglesias inglesas. Esto ha sido extraño y confuso para las personas sinceras que crecieron creyendo que la segregación racial era “la voluntad de Dios”.

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