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  • Se debilita el vínculo matrimonial
    La Atalaya 1993 | 15 de agosto
    • Se debilita el vínculo matrimonial

      LA JOVEN madre sostenía en brazos a su niño de dos meses. Entonces, en un repentino delirio, lo deja caer al suelo. Unas pocas horas más tarde, el pequeño muere. “Lo dejé caer a propósito —dijo—; lo hice porque a mi esposo no le importa la familia.” En vez de resolver sus diferencias con su esposo, desahogó su cólera en el pequeño inocente.

      Aunque son pocas las madres que llegan a tales extremos, muchas sienten la misma frustración. Cada vez les resulta más difícil a las parejas tener éxito en la vida de casados. La revista Journal of Marriage and the Family comenta: “Hoy día es tan poca la probabilidad de tener éxito en la vida matrimonial en Estados Unidos, que casarse a ciegas [...] es tan arriesgado que ninguna persona sensata lo haría”.

      En estos tiempos turbulentos, la inmoralidad, la incompatibilidad, las deudas, las desavenencias con los parientes políticos y el egoísmo son el combustible de las riñas domésticas, que con tanta frecuencia desembocan en el divorcio. La situación en Japón es tan grave que hasta la Iglesia Católica, conocida por su firme postura contra el divorcio, ha creado un comité para moderar el trato que reciben los divorciados y los que entran en segundas nupcias. Los problemas vinculados al divorcio afectan a un número de feligreses cada vez mayor.

      Sin embargo, la cantidad de divorcios tan solo revela la punta del iceberg. Algunos estudios realizados en Estados Unidos indican que el aumento en el número de divorcios se debe al deterioro en la calidad de la vida conyugal, y no solo a la tendencia social que facilita el divorcio. La pérdida de aliciente y sentido de compromiso hace que la vida matrimonial pierda su atractivo. Muchas parejas aparentan llevar una vida de matrimonio, pero no comparten el lecho conyugal y rara vez se dirigen la palabra. Algunas personas se sienten como la mujer oriental que, al comprar su sepultura particular, dijo: ‘No quiero estar en la tumba con mi esposo’. Puesto que no puede divorciarse de él ahora, espera tener en la práctica un divorcio póstumo. Lamentablemente, aun cuando tales personas no se divorcian, la vida matrimonial no les aporta ninguna satisfacción.

      Esa era la situación de Isao. Se casó por capricho, así que carecía de motivación para cambiar el derrotero egoísta de su vida. Aunque tenía buenos ingresos como camionero, malgastaba todo su dinero en comer y beber, sin importarle la familia. Como cabría suponer, las riñas con su esposa eran interminables. “Cuando las cosas me salían mal —recuerda Isao—, iba a casa y desahogaba mi frustración con la familia.” Como un volcán que no se apaga, todos los días hacía erupción el tema del divorcio.

  • Cómo fortalecer el vínculo del matrimonio
    La Atalaya 1993 | 15 de agosto
    • Único motivo legítimo para el divorcio

      No obstante, Jesús mencionó un motivo legítimo para el divorcio: la fornicación. (Mateo 5:31, 32; 19:8, 9.) La palabra que aquí se traduce “fornicación” abarca toda relación sexual ilícita fuera del matrimonio, sea con alguien del mismo sexo, del sexo opuesto o un animal.

      No obstante, no debemos concluir que Jesús recomendó el divorcio. Corresponde al cónyuge inocente decidir si se divorciará, después de analizar las consecuencias. Las esposas que tienen esta razón bíblica para divorciarse deben tomar en cuenta lo que Dios dijo cuando dictó sentencia sobre la primera mujer por su pecado. Además de sentenciarla a morir, Dios le dijo a Eva: “Tu deseo vehemente será por tu esposo, y él te dominará”. (Génesis 3:16.) La obra Commentary on the Old Testament, de C. F. Keil y F. Delitzsch, interpreta ese “deseo” como “un anhelo casi enfermizo”. Hay que admitir que tal deseo no es tan intenso en todas las esposas, pero la esposa inocente que está sopesando los pros y los contras de un divorcio, haría bien en tomar en consideración las necesidades emocionales que las mujeres han heredado de Eva. Por otra parte, puesto que las relaciones extramaritales del cónyuge infiel pudieran exponer al inocente al contagio de enfermedades de transmisión sexual, entre ellas el sida, algunos han optado por recurrir al divorcio, como explicó Jesús.

      El origen de los conflictos familiares

      La dureza del corazón del hombre se originó en el pecado que el primer matrimonio cometió contra Dios. (Romanos 5:12.) Las semillas de los conflictos familiares se sembraron cuando la primera pareja pecó contra su Padre celestial. ¿De qué manera? Cuando la serpiente tentó a la primera mujer, Eva, para que comiera del árbol prohibido, ella se adelantó y comió del fruto. No habló con su esposo sobre lo que la serpiente le había dicho sino hasta después de haber tomado esa significativa decisión. (Génesis 3:6.) Sí, actuó sin consultar a su esposo. He aquí el prototipo de los problemas que son frecuentes en muchas familias hoy día: la falta de comunicación sincera.

      Más tarde, cuando Adán y Eva tuvieron que afrontar las consecuencias de su pecado, ambos recurrieron a la misma táctica que utilizan muchos matrimonios de la actualidad cuando tienen dificultades, a saber, culpar a los demás. El primer hombre, Adán, culpó de su proceder tanto a su esposa como a Jehová, al decir: “La mujer que me diste para que estuviera conmigo, ella me dio fruto del árbol y así es que comí”. Por su parte, la mujer dijo: “La serpiente... ella me engañó, y así es que comí”. (Génesis 3:12, 13.)

      La sentencia que Jehová dictó sobre Adán y Eva previó un factor más de los problemas que se presentarían. Al referirse a la relación que tendría con su esposo, Jehová le dijo a Eva: “Él te dominará”. En la actualidad muchos esposos, como Isao, mencionado en el primer artículo, dominan a sus esposas despiadadamente, sin tomar en consideración sus sentimientos. Aun así, muchas mujeres siguen deseando la atención de sus esposos. Al no ver satisfecho su deseo, es posible que exijan tal atención y actúen de modo egoísta. Cuando el esposo es opresivo y la esposa exigente, el egoísmo prevalece y hace que la paz huya del hogar. En un artículo titulado “How to Analize Today’s Divorces?” (Cómo interpretar los divorcios de la actualidad), Shunsuke Serizawa dijo: “Si pasamos por alto la raíz del problema, la tendencia a salirse con la suya, es decir, a anteponer los intereses personales, pronto nos daríamos cuenta de que es imposible interpretar los divorcios actuales”.

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