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¿Podrá el matrimonio capear el temporal?¡Despertad! 2006 | julio
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Ataques contra el matrimonio
Los ataques contra el matrimonio no son ninguna novedad, pues se remontan al principio de la historia. La crisis actual que atraviesa esta institución tiene su origen en características y actitudes desarrolladas ya por nuestros primeros padres. Cuando Adán y Eva cedieron a sus deseos egoístas, “el pecado entró en el mundo” (Romanos 5:12). El registro bíblico explica que, no muchos siglos después, “toda inclinación de los pensamientos del corazón [del ser humano] era solamente mala todo el tiempo” (Génesis 6:5).
Las cosas no han cambiado mucho desde entonces. Una de las inclinaciones que sigue corroyendo a los matrimonios es la búsqueda sin freno de la satisfacción individual. En este mundo seducido por una nueva moral, el mero hecho de casarse pudiera parecer una costumbre anticuada y poco viable. Además, la liberalización de las leyes ha llevado a que el divorcio no esté tan mal visto como en el pasado.
La gente impaciente que busca resultados rápidos y gratificación instantánea no piensa siquiera en las consecuencias del divorcio. Atraídos por seductoras promesas de libertad e independencia, creen que el divorcio les abrirá la puerta a la felicidad.
Otras personas, al surgir graves dificultades en su relación, recurren a terapeutas y consejeros matrimoniales, así como a sus libros. Por desgracia, algunos de estos “expertos” han contribuido más a romper las parejas que a salvarlas. Según el libro The Case for Marriage (Defensa del matrimonio), “es posible que nunca antes se haya sometido al matrimonio como ideal a ataques tan continuos y, sorprendentemente, tan eficaces. A veces se trata de ataques ideológicos directos por parte de ‘especialistas’ para quienes el voto de mantener fidelidad de por vida es poco realista e incluso opresivo”.
Cambio de mentalidad
Igualmente ha cambiado la forma de entender la naturaleza y el propósito del matrimonio. Quizás haya notado que ya no se valoran la lealtad y la comprensión, sino que cada cónyuge se centra en su realización personal, aunque esta se obtenga a costa del otro. Según la revista Journal of Marriage and Family, la transición a esta visión egocéntrica “comenzó en los años sesenta y se aceleró en los setenta”. Las razones tradicionales para casarse —el amor, la intimidad, la fidelidad, la procreación y la realización mutua— han perdido fuerza.
Otra serie de acontecimientos recientes han acelerado todavía más la transformación del matrimonio en muchos lugares. Primero, el antiguo reparto de tareas —él ganaba el pan y ella cuidaba la casa— ha variado en numerosos países. Con la incorporación de la mujer al mercado laboral, se ha disparado el número de parejas en las que ambos trabajan fuera del hogar. Segundo, la sociedad es cada vez más tolerante con la maternidad o la paternidad fuera del matrimonio, lo que ha propiciado el aumento de las familias monoparentales. Tercero, se está generalizando la opción de la convivencia (véase el recuadro “Menos estables que los matrimonios”). Y cuarto, las uniones homosexuales y el movimiento para legalizarlas han logrado amplia aceptación. Ahora bien, ¿qué puede decirse de usted? ¿Han repercutido estas tendencias modernas en su visión del matrimonio?
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¿Podrá el matrimonio capear el temporal?¡Despertad! 2006 | julio
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[Comentario de la página 5]
“En esta sociedad acostumbrada a deshacerse de lo que no nos sirve suele adoptarse una actitud similar con las relaciones de pareja.”—SANDRA DAVIS, ESPECIALISTA EN DERECHO DE FAMILIA
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