“Mi opinión de lo que abarca el deber de un médico ha cambiado”
AKANE, una niña de 4 años natural de Osaka (Japón), nació con unas anormalidades cardíacas muy complicadas —atresia tricúspide y un defecto del tabique interauricular— que requerían cirugía mayor del corazón. Sus padres imploraron a los médicos que no utilizaran sangre en la intervención quirúrgica.a
Las intervenciones quirúrgicas a corazón abierto sin sangre resultan difíciles de practicar en los niños debido a su escaso volumen sanguíneo. Aun así, en el caso de Akane los médicos concordaron en operar sin sangre. Su gran pericia quedó reflejada en el éxito de la operación. La niña se recuperó deprisa y hoy día goza de excelente salud.
La madre de Akane escribió a los médicos que intervinieron en la operación y les envió una fotografía reciente de la niña. Una anestesióloga respondió a su carta diciendo en parte:
“La sorprendente recuperación de Akane nos ha emocionado mucho. Tuve que esforzarme por no llorar cuando vi la preciosa fotografía que adjuntó a su carta. Lo que más me inquietaba no era la dificultad que entrañaba la operación, sino las diferencias entre sus creencias y las mías. Ahora, gracias a esta experiencia, mi opinión de lo que abarca el deber de un médico ha cambiado. Aunque tiene el deber de utilizar sus profundos conocimientos de medicina para salvar vidas, también debe respetar la dignidad y los deseos del paciente.”
[Nota a pie de página]
a En conformidad con Hechos 15:29, los testigos de Jehová se abstienen de la sangre, y por ello no admiten transfusiones sanguíneas. No obstante, sí aceptan tratamiento médico sin sangre.