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Mezcla peligrosa: beber y conducir¡Despertad! 1986 | 8 de marzo
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Mezcla peligrosa: beber y conducir
OÍMOS el sonido de las sirenas, pero creímos que eran los bomberos que se apresuraban a apagar un incendio. Como el vecino que vive enfrente, justo al cruzar la calle, es bombero, le llamé para asegurarme. ‘Él sabrá lo que ocurre’, pensé. Pero la línea estaba ocupada. Luego me dije: ‘Llamaré a mi hijo Jeff. Tal vez en su camino de regreso a casa él pudo ver lo que ocurría’. Nadie contestó el teléfono. Ahora sí empecé a ponerme nerviosa.
Mi hijo Jeff, de 29 años de edad, había venido a visitarnos ese domingo por la noche para cenar con nosotros y despedirse, pues se marchaba de vacaciones al día siguiente. Hacía como una media hora que se había despedido de su padre y de mí con un beso y un abrazo. ¿Por qué no estaba en casa todavía? Vivía a pocos bloques de distancia.
Volví a llamar a mi vecino y esta vez me contestó su esposa. Me dijo que su esposo había salido a ver lo que ocurría, que iría a buscarle para que me llamara. Mientras esperaba en mi habitación por la llamada, un automóvil de la policía se detuvo enfrente de nuestra casa.
El sargento de la policía se acercó a nuestra puerta. Esteban, mi esposo, ya intranquilo, fue a abrirle la puerta. El sargento, después de un primer balbuceo buscando las palabras, dijo: “Me pesa tener que decirle esto, pero... ha habido un terrible accidente y... su hijo... su hijo ha muerto”.
Fue entonces cuando oí a Esteban gritar, corrí para ver lo que ocurría. Yo no podía creer lo que oía e insistí: “No puede ser cierto. Ha tenido que ser el otro conductor”.
“Créame, señora Ferrara, que siento tener que decírselo —respondió el sargento—. Fue todo muy rápido, repentino, pero, sí, su hijo está muerto.” No recuerdo si después, aquella noche, dije o hice alguna cosa.
Aquel 24 de febrero, a las diez menos diez de la noche, murió instantáneamente nuestro hijo Jeff —un joven extrovertido y de pelo rizado— cuando un automóvil colisionó contra su furgoneta. ¿Y el otro conductor? De acuerdo con los recortes de periódicos que conservo, él es un ayudante ejecutivo del fiscal del distrito. Entre otras cosas, le hicieron cargos por conducir en estado de embriaguez. Solo el tiempo dirá si se le declarará culpable. Pase lo que pase, nuestro Jeff ha muerto.—Según el relato de Shirley Ferrara a un corresponsal de la revista ¡Despertad!
Conducir bebido... un problema mortífero. Los datos estadísticos son serios. Aproximadamente cada 20 minutos, se repite en algún lugar de los Estados Unidos una escena como la que se describe en el recuadro. El alcohol contribuye a más de la mitad del total de muertes en carretera, segando cada año entre 23.000 y 28.000 vidas en las carreteras de los Estados Unidos. Se estima que en Canadá un 40% de los conductores que mueren en carretera cada año llevaban un índice de alcohol en la sangre superior al límite señalado por la ley. Alemania también se ve afectada por el problema pues, aproximadamente, una de cada cuatro muertes en carretera es atribuible a conducir bebido.
Como puede apreciarse por la trágica experiencia de Jeff, aun si usted no bebe cuando conduce no tiene garantías de seguridad. En los Estados Unidos, según cálculos de la Administración Nacional para la Seguridad del Tráfico en las Carreteras, los viernes y sábados por la noche —cuando el consumo de alcohol alcanza sus cotas máximas—, en algunos lugares ¡uno de cada diez conductores en carretera conduce en estado de embriaguez! ¿Con cuánta seguridad puede uno entonces conducir, si el que viene en un vehículo que puede salirnos al paso en la próxima curva está demasiado bebido como para controlar su automóvil?
Pero las estadísticas son insuficientes. No revelan el dolor de una madre que —como en el caso de Shirley— ha perdido a su hijo o a su hija en un accidente de tráfico en el que el alcohol fue una de las causas. Tampoco pueden las estadísticas transmitir el sentimiento de culpa que acomete a un conductor cuando, una vez sobrio, reconoce que ha arrebatado la vida de otra persona. Como dijo un hombre joven, lamentándose: “Sin importar lo que el jurado decida, tengo que vivir con el hecho de haber causado la muerte a cuatro personas. Desde que ocurrió, no me lo puedo quitar de la mente. Al levantarme y al acostarme lo tengo siempre presente”.
Naturalmente, depende de usted el que beba con moderación o que ni siquiera beba. Pero conducir mientras está bajo la influencia del alcohol (o de cualquier otra droga) no es una cuestión personal... ¡no mientras las vidas de otros estén en juego! Sin embargo, ¿cuántas veces habrá escuchado usted decir a alguien la consabida expresión de ‘una más para el camino’, y entonces darse un último trago antes de sentarse al volante para regresar a casa?
El conducir bebido es un problema, un problema mortífero.
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El alcohol y usted¡Despertad! 1986 | 8 de marzo
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El alcohol y usted
‘Creo, José, que has bebido una copa de más’, comentó el anfitrión.
‘¿Quién, yo?’, contestó José arrastrando las palabras. ‘A mí no me afecta.’
‘Tal vez, pero deberías tomarte un café antes de ponerte a conducir de regreso a casa.’
¿ES ESTE un buen consejo? ¡Rotundamente no! De hecho, si José había bebido demasiado, un café no le haría conducir con más seguridad; tampoco tomar el aire fresco, una ducha de agua fría ni hacer ejercicio. Eso solo contribuiría a que José estuviese más despierto. Solo hay un remedio para volver a estar sobrio: tiempo. Para entenderlo mejor, convendrá que examinemos qué hace el cuerpo con el alcohol.
El efecto del alcohol
Cuando usted toma una bebida alcohólica, el alcohola está “ansioso” por incorporarse a la corriente sanguínea. A diferencia de los alimentos, el alcohol no necesita ser digerido. Un 20% pasa inmediatamente al caudal sanguíneo a través de las paredes estomacales. El resto es absorbido cuando pasa al intestino delgado.
El grado en que le afecte dependerá de la concentración de alcohol en la corriente sanguínea. La rapidez con que se logre esa concentración dependerá a su vez de varios factores:
1) Cantidad de alcohol que se ingiere: ¿Cuánto alcohol ingiere usted al emplear bebidas alcohólicas comunes? ¿Contiene menos alcohol una lata de cerveza que un trago de whisky? Por extraño que parezca, tanto el vaso de cerveza como el de vino y un trago de whisky contienen casi la misma cantidad de alcohol: unos 15 centímetros cúbicos (media onza)b.
En consecuencia, un informe titulado Physiological Effects of Alcohol, publicado por el Instituto Nacional contra el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo, presentó esta conclusión: “En términos del efecto que tiene la bebida en la mente y el organismo, lo que realmente importa no es la bebida que se escoge, vino, cerveza o bebidas más fuertes, sino la cantidad de alcohol que se ingiere”.
2) Velocidad de absorción: Hay varios factores que inciden en la velocidad con que el alcohol pasa al caudal sanguíneo. El alimento es uno. Es decir, cuando uno tiene alimento en el estómago y bebe alcohol, el alcohol tiende a diluirse y su absorción disminuye. Una persona que bebe un vaso de vino durante la comida tendrá un nivel más bajo de alcohol en la sangre que si bebiese esa misma cantidad de vino con el estómago vacío. El espaciamiento entre bebidas también puede afectar la absorción. Dos bebidas que se toman con muy pocos minutos de diferencia entre sí tendrán un efecto embriagante mucho mayor que si se tomaran con un par de horas de diferencia.
Otro factor es su peso. ¿Por qué? Sencillamente, porque mientras más pese la persona, más líquido tendrá en su cuerpo en el cual diluir el alcohol. A modo de ejemplo, un informe titulado Development of a Traffic Safety and Alcohol Program for Senior Adults (Plan para el desarrollo de un tráfico rodado seguro y el control del alcohol en adultos de edad)c dijo: “Una persona de 73 kilos (160 libras) de peso tiene unos 50 kilos (110 libras) de agua en su cuerpo para diluir el alcohol. Si en una hora ingiere alcohol tres veces, su nivel de alcoholemia (presencia de alcohol en la sangre) será de un 0,07%. Si la persona pesara 45 kilos (100 libras) y bebiera la misma cantidad de alcohol en la misma cantidad de tiempo, su nivel de alcoholemia sería de un 0,11%. Si esta persona estuviera conduciendo estaría en condición de ser arrestada por embriaguez”.
Otro factor que también puede afectar la velocidad de absorción en la sangre es la concentración de alcohol en la bebida. Es decir, a mayor concentración de alcohol, más rápida será la absorción.
Hemos visto que la absorción de alcohol en el caudal sanguíneo puede acelerarse o disminuirse dependiendo de los factores indicados. Sin embargo, aún hay otro factor que determina cuánta cantidad de alcohol puede concentrarse en su caudal sanguíneo.
3) Velocidad de oxidación: Una vez que el alcohol se halla en la corriente sanguínea, su organismo inicia el proceso de eliminación. Un pequeño porcentaje (entre el 2 y el 10%) se elimina a través del aliento, el sudor y la orina sin sufrir transformación alguna. La cantidad restante pasa por un proceso de oxidación, o “combustión”, que se desarrolla principalmente en el hígado, donde la estructura química del alcohol se descompone liberando calor y energía.
¿Con cuánta rapidez oxida el hígado el alcohol? La velocidad de oxidación puede variar ligeramente de una persona a otra, dependiendo de factores tales como el peso y la salud. Según el informe de Malfetti y Winter, “por norma general, una persona de 68 kilos (150 libras) de peso puede oxidar (o ‘quemar’) en una hora el alcohol de una dosis normal de bebida”.
¿Por qué se concentra el alcohol en la corriente sanguínea si el hígado inicia tan rápidamente el proceso de eliminación? Muy simple: Cuando el porcentaje de absorción excede el de oxidación, aumenta el nivel de alcohol en la sangre. El informe Physiological Effects of Alcohol lo ilustra de esta manera: “Es como achicar el agua de un bote con agujeros: Si el alcohol ‘entra’ en la sangre más rápidamente que lo que el cuerpo puede ‘echarlo’, su nivel o concentración aumenta”. Y según aumenta el nivel de alcohol en la sangre, aumenta también el grado de toxicidad en la persona.
Por consiguiente, aunque el alcohol está “ansioso” por incorporarse a la corriente sanguínea, le toma tiempo salir. El cuerpo “quemará” el alcohol a una velocidad de oxidación fija. Mientras lo hace, usted no debe conducir. ¿Por qué? Porque el alcohol afecta algunas facultades esenciales para conducir con seguridad.
[Notas a pie de página]
a Por “alcohol” hacemos referencia a bebidas que contienen alcohol etílico o etanol. Hay otros tipos de alcohol, como el metílico (extraído de la madera) o el isopropílico (para friegas), pero estos son tóxicos.
b Por un vaso de cerveza nos referimos a 355 centímetros cúbicos (12 onzas), que contienen de un 4% a un 5% de alcohol, y por un vaso de vino a 148 centímetros cúbicos (5 onzas), cuyo contenido es de un 12% de alcohol. Por un vaso de whisky nos referimos a 44 centímetros cúbicos (1 1/2 onza), que contienen por término medio, un 40% de alcohol.
c El informe de James L. Malfetti, Doctor en Pedagogía, y Darlene J. Winter, Doctora en Filosofía, fue preparado por el Proyecto para la Investigación de la Seguridad y la Educación, del Teachers College de la Universidad de Columbia, y auspiciado por la Asociación Norteamericana del Automóvil, fundación para la seguridad en el tráfico rodado.
[Ilustración en la página 5]
Si él ha bebido demasiado, ¿contribuirá un café a que conduzca con más seguridad?
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El alcohol y la carretera¡Despertad! 1986 | 8 de marzo
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El alcohol y la carretera
USTED se coloca ante el volante, pone en marcha el motor y arranca. Conducir un automóvil puede ser algo muy natural, especialmente si usted lo ha hecho por años. Pero no es tan sencillo como parece.
Se calcula que, bajo circunstancias normales, usted toma unas 20 decisiones de importancia por cada kilómetro y medio que conduce. Decisiones relacionadas con otros automóviles que usted ve y oye, señales de tráfico y peatones que le salen al paso y le inducen a frenar, acelerar, embragar y dar un giro al volante. Y no siempre hay mucho tiempo para decidir qué hacer... a veces tan solo una fracción de segundo.
El conducir exige una delicada coordinación entre las decisiones y las acciones. Este cometido de la conducción se ve peligrosamente afectado por el alcohol. ¿Por qué? Porque el alcohol afecta al conductor de varias maneras que perjudican su aptitud para conducir con seguridad. (Consulte el recuadro de la página 8, titulado “El índice de alcoholemia y el comportamiento”.)
El alcohol y la vista
Se ha calculado que cuando usted conduce, del 85 al 90% de la información que recibe relacionada con el tráfico se percibe por la vista. Un intrincado conjunto de músculos controlan el movimiento de los ojos y el enfoque de la vista. El alcohol retarda la capacidad de reacción de ese conjunto de músculos y perjudica la eficacia de la visión de varias maneras.
Una facultad que el alcohol merma es la capacidad que tiene el ojo de controlar la cantidad de luz que entra en la retina. Esto es particularmente crítico por la noche. ¿Por qué? Porque incrementa el tiempo que le tomaría al ojo recuperarse de la ráfaga de luz que proviene del vehículo que pasa en dirección contraria. En la publicación Alcohol, Vision & Driving (El alcohol, la vista y la carretera), distribuida por la Asociación Norteamericana del Automóvil, se explica: “Por lo general, le toma un segundo a la pupila contraerse para ajustarse a la ráfaga de luz del vehículo que viene en dirección contraria. Después de la ráfaga de luz, se requieren otros siete segundos para que la pupila se adapte de nuevo a la oscuridad. Debido a la influencia del alcohol, esta readaptación toma más tiempo”.
Considere el peligro potencial que esto implica: Es ya tarde en la noche. Usted va conduciendo por una carretera estrecha y serpenteante... solo hay un carril en cada sentido. Los destellos de luz de los automóviles que van en ambos sentidos son enceguecedores. ¿Cuán seguro se sentiría usted si supiera que el conductor que viene en sentido contrario ha estado bebiendo?
El alcohol también merma la visión periférica, es decir: la capacidad de percibir lo que está a los lados cuando uno está mirando de frente. Esto es particularmente peligroso cuando uno ha bebido y conduce a gran velocidad. A este respecto, la publicación Alcohol, Vision & Driving dice: “La mayoría de los conductores no se dan cuenta de que a una velocidad de 48 kilómetros (30 millas) por hora, un conductor pierde un 25% de su visión periférica. A 72 kilómetros (45 millas) por hora, ha perdido un 50%. Y a una velocidad de más de 97 kilómetros (unas 60 millas) por hora, su visión es unidireccional, como en un túnel”.
Piense en las consecuencias previsibles, cuando un conductor a esas velocidades cruza una intersección o pasa junto a automóviles aparcados de los que puede salir algún niño repentinamente.
Además, el alcohol puede ocasionar visión doble, de modo que el conductor bebido podría ver dos vehículos acercándose a él en lugar de uno. También puede afectar la capacidad de calcular bien las distancias. De esto se desprende que el alcohol y la conducción —como el aceite y el agua— no se deben mezclar. La Biblia está en lo cierto cuando dice: “¿Quién tiene deslustre de ojos? Los que se quedan largo tiempo con el vino”. (Proverbios 23:29, 30.)
Pero, si hemos de ser exactos, ser conscientes del tráfico que nos rodea es solo una parte de lo que implica conducir con seguridad.
El alcohol y nuestra facultad de juicio
Cuando uno se percata de la condición del tráfico, juzga o decide qué acción tomar. Por ejemplo, imagínese que va conduciendo por una carretera de dos sentidos y que el automóvil delante de usted va muy despacio. Usted debe decidir si ha de adelantarle y cuál es el momento más seguro para hacerlo.
En una situación como esa el alcohol también puede ser mortífero. ¿Cómo? Es frecuente que así como aumenta el nivel de alcohol en la sangre, aumente también la confianza en uno mismo. El manual Alcohol and Alcohol Safety (El alcohol y la seguridad) dice al respecto: “Una persona que se halla en esta fase [con un 0,04-0,06% de alcoholemia] seguramente piensa de sí misma que está más alerta y en mejores condiciones que de costumbre, aun cuando sus reflejos, su capacidad de juicio y de reacción ante situaciones de emergencia han mermado. De hecho, según decrece su capacidad de maniobrabilidad, su confianza en tal capacidad aumenta”. (Compárese con Proverbios 20:1; 23:29-35.)
Como resultado, el conductor bebido tiende a tomarse mayores riesgos en los adelantamientos o en la velocidad. Y si la persona es un conductor deficiente o con poca experiencia, ¡la más mínima influencia en su capacidad de juicio puede ser peligrosa!
El alcohol y nuestros reflejos
Ya es suficientemente grave que el conductor bebido tenga problemas con la vista y se permita mayores riesgos, pero, lo que agrava más el problema es que el alcohol también retarda la capacidad de reacción. Como resultado, podría tomarle solo una fracción más de segundo tener que retirar el pie del acelerador para pisar el freno.
A fin de ilustrar la peligrosidad de esta situación, el informe de Malfetti y Winter indicó que si usted se tomara dos latas de cerveza de 355 centímetros cúbicos (12 onzas) cada una en una hora, su capacidad de reacción se vería reducida en dos quintas partes de un segundo. Quizás eso no parezca mucho. Pero el informe indicó que en dos quintos de segundo, un automóvil que va a 90 kilómetros (55 millas) por hora recorrería ¡10,4 metros (34 pies) más! ¡Esa podría ser la diferencia entre salvar una situación o sufrir un accidente mortal!
Cuando usted analiza cómo el alcohol afecta su visión, su capacidad de juicio y sus reflejos, puede entender fácilmente por qué el alcohol y la carretera son una mezcla explosiva. Entonces, ¿qué se puede hacer respecto a este problema? Y ¿cómo pueden protegerse usted y su familia del conductor que conduce bebido?
[Fotografía en la página 6]
¿Cuán seguro se sentiría usted si supiera que el conductor que viene en sentido contrario ha estado bebiendo?
[Fotografía en la página 7]
El efecto del alcohol en sus reflejos ¡puede suponer la diferencia entre salvar una situación o sufrir un accidente mortal!
[Reconocimiento]
H. Armstrong Roberts
[Recuadro/Gráfico en la página 8]
El índice de alcoholemia y el comportamiento
Si una persona consume y absorbe alcohol más rápidamente que la velocidad con que su organismo puede oxidarlo, o “quemarlo”, aumentará su nivel de alcohol en la corriente sanguínea. Esto es lo que se designa por alcoholemia. Por ejemplo, un índice de alcoholemia de 0,02% indicaría que el 0,02% del volumen sanguíneo consiste de alcohol. Según aumenta el índice de alcoholemia, aumenta también el grado de toxicidad en la persona, como puede verse en la siguiente informacióna.
Un índice de alcoholemia del 0,02%: “Cuando el nivel de alcoholemia alcanza el 0,02%, se inicia la depresión a un grado moderado de los centros nerviosos que controlan las inhibiciones y el juicio que, en una persona con un peso de término medio (70 kilos [154 libras]), supondría la ingestión de 15 centímetros cúbicos (1/2 onza) de alcohol. Por lo general, esta es la cantidad de alcohol que hay en un vaso de cerveza, vino o en un trago de whisky”. (Alcohol and Alcohol Safety, manual preparado para la Administración Nacional para la Seguridad del Tráfico en Carretera y el Instituto Nacional contra el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo [E.U.A.].)
Un índice de alcoholemia del 0,05%: “La aptitud para conducir se ve perjudicada cuando se alcanza una proporción de alcohol en la sangre (0,04-0,05%) cuyos efectos se podrían hacer notar después de haber tomado solo dos o tres bebidas alcohólicas con el estómago vacío”. (Quinto informe especial al Congreso de los Estados Unidos sobre el alcohol y la salud.)
“Los cambios en el estado de ánimo y en el comportamiento se hacen manifiestos cuando se alcanza un índice de un 0,05%. En esta fase, se ven afectados tanto el juicio como los pensamientos y las inhibiciones.” (Development of a Traffic Safety and Alcohol Program for Senior Adults, por James L. Malfetti y Darlene J. Winter.)
En algunos lugares, personas con este índice de alcoholemia pueden ser arrestadas.
Un índice de alcoholemia del 0,10%: “Con un índice de alcoholemia del 0,10% (unas cinco bebidas en una hora), las acciones motoras voluntarias —andar, mover las manos, el habla— se vuelven torpes. La visión puede hacerse doble y borrosa. También puede perderse la visión periférica. Por ejemplo: en una autopista, un conductor o un peatón sólo verían lo que tienen directamente enfrente y no los peligros que pudieran haber a ambos lados”. (Senior Adults, Traffic Safety and Alcohol Program Leader’s Guide [Manual para personas de edad sobre el programa de la seguridad en la carretera y el alcohol], por Darlene J. Winter, Doctora en Filosofía.)
“Se calcula que conductores con una concentración de alcohol en la sangre superior a un 0,10% están de 3 a 15 veces más expuestos a accidentes mortales que los conductores que no beben.” (Quinto informe especial al Congreso de los Estados Unidos sobre el alcohol y la salud.)
En muchos lugares, personas con este índice de alcoholemia pueden ser arrestadas por conducir en estado de embriaguez.
Puede verse que uno no tiene que estar totalmente borracho para que su aptitud para conducir disminuya. Si tal es el caso, ¿por qué beber y conducir? La norma más segura a tener presente es: si conduce no beba y si bebe no conduzca.
[Nota a pie de página]
a Los datos que se exponen aquí constituyen una descripción general del índice de alcoholemia y su incidencia en el comportamiento. Una misma cantidad de alcohol puede producir índices de alcoholemia ligeramente diferentes en distintas personas, dependiendo de factores variables tales como: la edad, el sexo, lo que hay en el estómago al tiempo de la ingestión de alcohol, y el tipo de bebida alcohólica que se ingiera. Además, un mismo índice de alcoholemia puede producir reacciones en el comportamiento ligeramente diferentes en distintas personas, debido a factores tales como el estado de ánimo, la fatiga o el que la ingestión de alcohol concurra con el empleo de algún medicamento que contenga droga.
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El alcohol y la carretera... ¿qué se puede hacer?¡Despertad! 1986 | 8 de marzo
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El alcohol y la carretera... ¿qué se puede hacer?
EL PUEBLO de Southampton, estación balnearia turística del estado de Nueva York, le ha declarado la guerra al hábito de conducir en estado de embriaguez. ¿En qué consiste el plan de acción? En un programa para ‘designar conductores’. ¿Cómo funciona este programa? Su objetivo es que, cuando un grupo de personas participe en una actividad social, los que viajan en un mismo automóvil designen quién será el conductor esa noche. En muchos bares y restaurantes de la ciudad se distribuye un distintivo que ha de llevar el conductor escogido, en el que figura la inscripción “Conductor Designado”.
¿Qué se hace luego? Según explicó Patricia Neumann —concejal de Southampton y una promotora de la campaña— a un corresponsal de ¡Despertad!: “La persona que lleva el distintivo tiene derecho a que se le sirvan gratuitamente bebidas sin alcohol durante toda esa noche, con la condición de que sea quien conduzca y lleve a los demás a casa al terminar la jornada”.
Pero eso no es todo cuanto el pueblo hace. La concejal Neumann añadió: “Cada semana, el periódico local publica en un lugar destacado el nombre, edad y dirección de cualquier persona que haya sido arrestada por conducir en estado de embriaguez”. ¿Cuáles han sido los resultados? Ella dijo: “Como hemos colocado barricadas para interceptar el paso de conductores en estado de embriaguez, cada vez hemos ido deteniendo a menos y menos conductores. Creo que estas tres medidas —las barricadas, la publicación del nombre del infractor en el periódico y la campaña para designar un conductor— han sido de gran ayuda”.
Eso es lo que un pueblo ha hecho. Naturalmente, con esfuerzo como este se puede lograr reducir la cantidad de víctimas, pero no elimina totalmente el problema. Entre tanto, ¿qué puede hacer usted para protegerse a sí mismo y a su familia? Varias cosas.
Tenga un punto de vista responsable respecto a beber y conducir
Un proverbio bíblico dice: “El vino es burlador, el licor embriagante es alborotador, y todo el que se descarría por él no es sabio”. (Proverbios 20:1.) De esas palabras se deduce que uno ha de tener una actitud responsable respecto al empleo de bebidas alcohólicas, de tal modo que uno jamás tenga que sentirse arrepentido por lo que hizo bajo el efecto del alcohol.
Esto no sugiere que la Biblia está a favor de la prohibición del alcohol. En ningún momento se condena en ella el uso moderado del mismo. (Salmo 104:15; 1 Timoteo 3:2, 3, 8.) Pero, como se mostró en el artículo anterior, uno no tiene que estar completamente borracho para que sus aptitudes como conductor se vean perjudicadas. Por lo tanto, un cristiano debe ser cauteloso respecto a la bebida antes de sentarse al volante. En definitiva, ¿por qué ha de asumir uno el riesgo de mezclar la bebida y la conducción?
Tal vez se pueda aprender una lección del consejo que se les daba a los reyes en tiempos bíblicos. Proverbios 31:4 dice: “No es para los reyes [cuando estaban en el ejercicio de sus deberes] beber vino, ni para los altos funcionarios decir: ‘¿Dónde hay licor embriagante?’”. ¿Por qué esta abstinencia? El siguiente versículo Pr 31:5 explica: “Para que uno no beba y se olvide de lo que está decretado y pervierta la causa de cualquiera de los hijos de la aflicción”. ¿Qué se infiere de este consejo? Que bien puede haber ocasiones en las que abstenerse del alcohol sea preceptivo, sobre todo si uno tiene que ejercer actividades que influyen directamente en la vida de otras personas. (Véase también Levítico 10:8, 9.)
Considere además las palabras de la Biblia que se hallan en Romanos 14:21: “Es bueno no comer carne, ni beber vino, ni hacer cosa alguna por la cual tu hermano tropiece”. Puede haber ocasiones en las que un cristiano tendrá que restringirse del alcohol por consideración al punto de vista particularmente sensitivo de otras personas. Por lo tanto, ¿no indicaría esto fuertemente que el cristiano debe evitar mezclar la bebida y la conducción, demostrando así consideración, no solo por el punto de vista de otros, sino por sus propias vidas?
Otro aspecto de la cuestión radica en el ejemplo que damos, particularmente a los jóvenes. Si usted es padre, tiene razón de más para ser precavido. Antes de aconsejar a sus hijos adolescentes sobre el riesgo de beber y conducir, asegúrese de que su ejemplo respalde su consejo. La filosofía de ‘haz lo que yo digo, no lo que yo hago’, por lo general, no da resultado con los hijos. A menudo, ellos se fijan más en lo que usted hace que en lo que dice. (Compárese con Proverbios 20:7.)
Cuando usted es el anfitrión
La hospitalidad verdadera implica mucho más que servir a sus invitados comida y bebida. Cuando usted invita a alguien a su casa, asume la responsabilidad de crear el ambiente apropiado para la ocasión. También tiene la responsabilidad moral de velar por la seguridad de ellos.
En algunos lugares hasta existen leyes por las que se podría culpar a quienes sirven bebidas alcohólicas a personas que están visiblemente borrachas, si estas tuvieran algún accidente. Al recomendar la promulgación de tales leyes, la Comisión Presidencial del Gobierno de los Estados Unidos sobre la Conducción en Estado de Embriaguez indicó: “Estas leyes dan cuerpo, implícitamente, a la necesidad de responsabilizar al que vende o al que sirve la bebida, sea este una entidad comercial o un particular. [Tales] leyes también refuerzan el principio por el que se reconoce que la responsabilidad de evitar que personas en estado de embriaguez conduzcan puede recaer en otros”.
Es evidente que, haya o no una ley que lo prohíba, cuando usted sirve bebidas alcohólicas a sus invitados, asume la responsabilidad de mantener su uso bajo control. (Repase, por favor, el cuadro de la página 10 “Sea un anfitrión responsable”.)
Lo que los gobiernos hacen
A medida que aumenta la concienciación pública respecto a los riesgos que existen en beber y conducir, los gobiernos han incrementado sus esfuerzos por controlar el problema. He aquí lo que algunos han hecho:
Elevar la edad mínima para beber alcohol: ¿Contribuye esto en algo? Considere lo que ocurrió en los Estados Unidos y en Canadá hace algunos años, cuando se rebajó la edad mínima autorizada para beber. El Instituto Asegurador para la Seguridad en Carreteraa explicó en un informe: “Un estudio realizado en varios estados de la unión y provincias canadienses, en los que la edad mínima para beber se redujo de 21 años de edad a 18, mostró que se habían experimentado aumentos en el número de accidentes mortales”. Pero a partir de 1976, algunos lugares donde la edad mínima había sido rebajada, volvieron a elevarla. ¿El resultado? El mismo informe explica: “Cuando la edad mínima se elevó hubo una correspondiente disminución en el número de accidentes mortales entre conductores punibles”.
Se aprueban leyes más severas: En algunos lugares, las personas que conducen en estado de embriaguez se enfrentan a multas muy elevadas, a suspensiones del permiso de conducir por períodos extensos y a encarcelamiento cuando son reincidentes. ¿Son estas leyes severas la respuesta? En Alcohol Health and Research World (El mundo de la investigación sobre la cura del alcohol) se dijo: “Las muertes por accidentes de tráfico en Gran Bretaña disminuyeron en un 23% como resultado de la Ley de 1967, tan extensamente anunciada, sobre la Seguridad en Carretera, que permitía a la policía requerir del conductor una prueba de alcoholemia. La aprobación de una ley similar a esta en el Canadá resultó en una disminución del 8%”.
No transcurrió mucho tiempo, cuando en ambos países estos resultados se habían casi disipado. ¿Por qué? El informe añadió: “Porque los conductores, a quienes la publicidad les había convencido de que estaban ante un nuevo y mayor riesgo de ser detenidos, se dieron cuenta por experiencias posteriores de que el riesgo no era en realidad tan amenazante”. En otras palabras, las leyes severas dan resultado solo si se aplican con la misma severidad. Como se dijo en la Biblia hace mucho tiempo: “Porque al no ejecutarse en seguida la sentencia para castigar la maldad, se provoca que el hombre solo piense en hacer lo malo”. (Eclesiastés 8:11, Versión Popular.)
Es evidente que no existen soluciones fáciles al mortífero problema de beber y conducir. Los gobiernos se esfuerzan por atajarlo, pero cada persona tiene que poner de su parte. Antes de beber para luego conducir, deténgase y piense. Piense en su propia vida. Piense en las vidas de quienes van con usted. Y piense en el dolor que experimentan quienes ven truncada la vida de sus seres queridos por un conductor que iba bebido. Como dijo Shirley Ferrara respecto a su hijo Jeff: “Es horrible morir a los veintinueve años de edad, cuando se está en la plenitud de la vida. Sí, realmente es horrible”.
[Nota a pie de página]
a El informe “Efecto del aumento de la edad mínima autorizada para beber en los accidentes mortales en carretera” fue publicado en el Journal of Legal Studies, volumen XII (enero, 1983).
[Ilustración en la página 9]
En muchos lugares, los conductores que van bebidos se encaran a multas elevadas, suspensión del permiso de conducir y encarcelamiento
[Ilustración en la página 11]
¿Por qué asumir el riesgo de mezclar la bebida y la conducción?
[Recuadro en la página 10]
Sea un anfitrión responsable
Si usted sirve bebidas alcohólicas a sus invitados, ¿qué puede hacer para mantener la situación controlada? He aquí algunas recomendaciones:
● Si su invitado ha de regresar a casa conduciendo, no se retenga de recomendarle que se cuide contra toda bebida alcohólica
● Limite la cantidad de alcohol que sirva
● Ofrezca también bebidas sin alcohol
● Si es posible, sirva algo de comer para acompañar la bebida. Recuerde que la comida disminuye la absorción de alcohol
● No insista en que otros beban
● Si alguien ha bebido demasiado, entonces no le permita bajo ningún concepto conducir. Busque un medio seguro de llevarle a casa
[Recuadro en la página 12]
Cómo protegerse de un conductor bebido
¿Cómo puede protegerse usted y proteger a su familia del conductor que ha bebido demasiado? Le ayudará llevar atado el cinturón de seguridad y mantener una distancia prudencial entre su automóvil y otros vehículos. Además, esté pendiente del conductor que va bebido. Distánciese del conductor que:
● Hace giros muy abiertos
● Invade el centro de la calzada o la línea continua que separa los carriles
● Casi choca contra otro objeto o vehículo
● Va abriéndose paso entre otros vehículos o regateando
● Se sale de la carretera
● Va muy despacio
● Detiene la marcha en el carril mismo sin causa aparente
● Se pega demasiado a otros vehículos
● Va frenando de modo errático
● Invade el carril contrario
● Hace señales incoherentes
● Reacciona tarde a las señales del tráfico
● Gira abruptamente o en dirección prohibida
● Acelera y desacelera repentinamente
● Lleva las luces apagadas de noche
Basado en la publicación The Visual Detection of Driving While Intoxicated (Cómo detectar a simple vista al conductor que va embriagado), por Anacapa Sciences, Inc. Preparado para la Administración Nacional para la Seguridad del Tráfico en Carretera (E.U.A.), Washington, D.C.
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