BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Cóctel mortífero
    ¡Despertad! 1991 | 8 de febrero
    • Cóctel mortífero

      “UNA grave crisis”, declaró Bush, el presidente de Estados Unidos. Una “situación espantosa”, especificó The Star de África del Sur. “Una epidemia”, señaló U.S.News & World Report. “Una tragedia para la sociedad”, dijo una ciudadana preocupada.

      ¿Se refieren al temible virus del sida? No, se trata de otro tipo de plaga que actualmente, en la mayoría de los países, se cobra más víctimas que el sida. ¿Qué es? El resultado de un cóctel mortífero: alcohol y carretera.

      Todos los años mueren en el mundo unas 300.000 personas en accidentes de tráfico y de los millones que resultan heridos, decenas de miles quedan lisiados para toda la vida. Los accidentes de tráfico suponen un coste de muchos miles de millones de dólares al año, y muchos de ellos son imputables al alcohol.

      En la década de los ochenta unas 100.000 personas murieron de sida en Estados Unidos, mientras que en el mismo período los accidentes de tráfico relacionados con el alcohol se cobraron unas 250.000 vidas. El sida suele afectar más a quienes participan en promiscuidad sexual y a los drogadictos por vía intravenosa, mientras que el conductor bebido puede causar la muerte no solo del culpable sino también de otros seres inocentes.

      El binomio alcohol y carretera muchas veces causa la muerte violenta de personas sin que estas se lo esperen y deja familias desgarradas. Priva a padres de sus hijos, a hijos de sus padres y a maridos y mujeres de sus cónyuges respectivos.

      Esfuerzos por frenar esta ola

      Se realizan muchos esfuerzos por frenar esta oleada devastadora. En Estados Unidos organizaciones populares como RID (Remove Intoxicated Drivers [Retirar a los conductores embriagados]) y MADD (Mothers Against Drunk Drivers [Madres contra conductores borrachos]) han lanzado campañas de concienciamiento general, y existen también programas como el Stop-DWI (Driving While Intoxicated [No conduzca embriagado]). Asimismo, otros países cuentan con organizaciones similares que fomentan reformas legales y ayudan a las víctimas a defender sus derechos.

      Las instituciones dedicadas a promover la observancia de la ley intensifican su lucha para detener a los conductores afectados por el alcohol, valiéndose de controles de alcoholemia y otros métodos. También se han promulgado diversas leyes que permiten demandar a los que sirven bebidas alcohólicas y hasta se emplean vallas publicitarias para recordar a los conductores las leyes vigentes.

      Continúa aumentando el número de muertes

      A pesar de todo este esfuerzo, el número de muertes provocadas por conductores borrachos continúa aumentando por todo el mundo. En Brasil, cada veintiún minutos perece una persona en accidente de carretera causado por el alcohol (unas 25.000 al año), lo que representa aproximadamente el 50% de todas las víctimas mortales de accidentes de tráfico en ese país. En Inglaterra y Alemania se calcula que alrededor de una quinta parte de todas las muertes en accidentes de tráfico se deben al alcohol. En México, según diversas fuentes, el 80% de las 50.000 muertes en carretera se deben a ‘error humano, causado básicamente por conducir borracho’, informa el periódico El Universal de Ciudad de México.

      En África del Sur se calcula que más del 25% de los accidentes mortales en carretera son imputables al alcohol. En Estados Unidos, en un año corriente, los accidentes relacionados con el alcohol provocan alrededor de 650.000 lesiones —de las que unas 40.000 son graves— y más de 23.000 muertes, aproximadamente la mitad de todas las que se producen en carretera.

      En un esfuerzo desesperado por tratar de refrenar al conductor afectado por el alcohol, se formó en el estado de Washington (E.U.A.) un grupo de víctimas de conductores borrachos, llamado DWI Victims Panel, que coopera en los procesos judiciales contra los acusados por conducir bajo la influencia de alguna sustancia embriagante. El propósito del programa —que en la actualidad se realiza en muchas partes del país— es encarar a los infractores con las trágicas consecuencias de su uso irresponsable del alcohol. Cuando los tribunales los declaran culpables, los infractores reciben la sentencia de escuchar a las víctimas y a sus familiares para que se den cuenta del terrible precio que se ha pagado. ¡Despertad! recibió la invitación de presenciar una de esas sesiones.

      [Reconocimiento en la página 4]

      Dominic D. Massita, Sr./Accident Legal Photo Service of New York

  • Víctimas e infractores
    ¡Despertad! 1991 | 8 de febrero
    • Víctimas e infractores

      EL ESCENARIO: DWI Victims Panel (grupo de víctimas de conductores borrachos) del condado de Genesee, en el norte del estado de Nueva York. La escena: Seis personas, unidas por el dolor que comparten, y con fotografías de sus seres queridos en las manos, participan en el penoso intento de hacer mella en los infractores convictos de conducir embriagados.

      A continuación aparece un extracto de sus comentarios resumidos por ¡Despertad!

      Las víctimas

      Un padre: “Este es nuestro hijo Eric. Era un hijo ideal, siempre de buen humor y sonriente. Ahora soy un padre triste y apenado con un hijo de diecisiete años muerto. En un instante se acabaron nuestros sueños, nuestras esperanzas para el futuro, nuestro amor... lo mató un conductor borracho.

      ”Voy con mi esposa al cementerio. Es a lo único que nos podemos aferrar. Leemos las palabras de Eric grabadas en la lápida: ‘Los echaré de menos con todo mi corazón. Espero que no estemos muy lejos y si lo estamos lloraré, porque nunca quise decir adiós’. Nosotros tampoco queremos decirlo.”

      Una viuda joven: “Esta es mi familia. Un joven de veintidós años salió de una recepción de bodas diciendo que no se sentía embriagado. Conducía su camioneta a gran velocidad por una carretera oscura y que no conocía; se acercó a una señal de peligro pero la pasó por alto; continuó y se pasó una señal de stop; luego se estrelló contra nosotros. Lo primero que recuerdo es que desperté con una dolorosa presión en el pecho. Me esforcé por abrir los ojos y pude ver a mi marido caído sobre el volante. Oí llorar a mi bebé y recuerdo que pregunté: ‘¿Qué ha pasado?’.

      ”Nadie contestó. Bill —mi marido—, de treinta y un años, mi hijo mayor, de seis años y mis dos gemelos, de cuatro, todos estaban muertos. La única esperanza que me quedaba era mi pequeñita de nueve meses que fue hospitalizada con una grave lesión en la cabeza.

      ”Un miércoles por la mañana, triste y húmedo, mientras guardaba cama en el hospital, enterraron a mi marido y a mis tres hijos. Pensé en los cuatro ataúdes, cuatro cuerpos destrozados, cuatro personas a las que nunca volvería a ver, oír ni tocar. ¿Qué iba a ser de mí?

      ”Mi hijita y yo nos vimos obligadas a empezar una nueva vida. Vendí mi casa porque me traía demasiados recuerdos. Me resulta difícil hacerme a la idea de que mi marido y tres preciosos muchachos estén en el cementerio. Todo el cuidado, la preocupación y el amor no fueron suficientes para protegerlos. Es imposible expresar con palabras el dolor, la frustración y la sensación de vacío que siento. ¡Vivieron tan poco tiempo!

      ”La persona que quitó la vida a mi familia no era un criminal endurecido ni un alcohólico o infractor reincidente, tan solo era una persona que había salido una noche con sus amigos. Este terrible precio lo estoy pagando porque alguien optó por beber y conducir. Que ni a ustedes ni a ninguno de sus seres queridos les suceda nunca esto.”

      Una madre: “Mi hija se llamaba Rhonda Lynn. Iba a graduarse de la escuela secundaria el 21 de junio. El 10 de junio fue a la última clase para obtener el permiso de conducción. Ese mismo día dos individuos que habían bebido mucho en una fiesta tomaron la irresponsable decisión de conducir. En un breve instante hicieron que aquel fuese el último día de la vida de Rhonda, de su profesor de auto-escuela y de otros dos compañeros de clase.

      ”Aquella tarde recibí una llamada en la que me decían que Rhonda había sufrido un accidente. Lo único que pensé es que debía estar a su lado. Cuando llegué al hospital me dijeron que no entrase a verla. Pero tenía que estar segura y les dije que retirasen la sábana. Tenía la cara muy hinchada y llena de arañazos. Seguí mirando sus hermosos ojos y tocando su brazo, pero no conseguí que su magullado cuerpo volviese en sí. Todo lo que pude hacer fue acariciar su precioso cabello. No hubo respuesta: estaba muerta.

      ”Me tocó la desdichada tarea de comunicar su muerte a su padre y sus hermanos. Ahora, a causa de este terrible vacío, nuestra vida ya no es la misma. ¡Si tan solo pudiésemos abrazarla, tenerla otra vez más! La vida nunca volverá a ser igual. Lo único que nos ha quedado son los recuerdos.”

      Un infractor

      Un joven: “Mi historia es diferente de las que han oído hasta ahora. La mía comenzó hace veintitrés meses, pero lo recuerdo como si fuese ayer. Mi novia tenía un partido de bolos aquella noche y decidí beber un poco mientras la veía jugar. Me tomé cinco o seis vasos de cerveza en dos horas y media. Pensé que debía ser responsable y esperé una hora antes de ponerme a conducir hasta casa.

      ”A unos treinta minutos de allí había una ambulancia en la carretera y un hombre en medio de la calzada dirigiendo el tráfico. No vi al hombre hasta que fue demasiado tarde. Traté de desviarme y frené. Al romperse mi parabrisas me dije: ‘¡Que haya sido un ciervo o un perro!’. Pero sabía que no había sido así. Salí del automóvil y me incliné hacia él gritando: ‘¿Está usted bien? ¿Está usted bien?’, pero no me contestó. Recuerdo que me quedé mirando su rostro. Fue terrible.

      ”Unos policías de la guardia civil se acercaron y me interrogaron. Entonces me dijeron: ‘Está cooperando muy bien, pero camina y habla de manera extraña. ¿Ha estado bebiendo?’. Me llevaron al cuartel y me hicieron la prueba de alcoholemia. El resultado fue de 0,08 [una concentración de alcohol en la sangre que es ilegal en la mayor parte de Estados Unidos]. No podía creer que me estuviese sucediendo aquello. Siempre había pensado que a mí nunca me podría suceder algo semejante. Sin embargo, me enfrentaba a una acusación de homicidio por negligencia criminal, de DWAI [Driving While Ability Impaired (conducir con los reflejos afectados)].

      ”Me faltaba un mes para conseguir el título de maestro. Piensen en cómo considera la sociedad a los maestros. Espera que sean moralmente intachables. Había estado trabajando para alcanzarlo, y ahora lo veía todo perdido.

      ”Me sentenciaron a un año de libertad condicional, me retiraron el permiso de conducción por diecinueve meses, tuve que pagar una multa de 250 dólares, pasar un fin de semana en la cárcel, trabajar 600 horas prestando servicios a la comunidad y asistir a un curso de nueve semanas donde se aconsejaba sobre el alcohol. Sin embargo, lo peor de todo eran las noches que me despertaba temblando, con el rostro de aquel hombre grabado en la memoria. Y tuve que volver y encararme a todos mis amigos y familiares. Seguir viviendo era una lucha constante y no estaba seguro de que valiese la pena. Tenía que volver a dedicarme a la enseñanza y dar la cara a todos aquellos chicos. No podía evitar preguntarme cuántos de ellos sabrían lo que había hecho. Además, me embargaba el sentimiento de culpa y el remordimiento que sentía para con la familia de aquel hombre.

      ”La noche del accidente tuve que hacer la cosa más difícil de mi vida: llamar a mi madre y decirle ‘mamá, he matado a un hombre en un accidente. Necesito que me recojas y me lleves a casa’. Cuando llegó, nos abrazamos y lloramos. No quisiera que nadie, ni siquiera mi peor enemigo, tuviese que pasar por lo que yo he pasado. Las personas que conducen embriagadas constituyen un problema que yo quiero ayudar a solucionar. Cuando salgan de esta reunión, háganlo acordándose de nosotros. No nos olviden nunca.”

      Las últimas declaraciones

      Patricia Johnston, coordinadora de este grupo de víctimas, concluyó con su trágica experiencia personal sobre el accidente mortal de su padre alcohólico. Ella dijo: “Si pudiese embotellar el dolor provocado por el alcohol y que de esa botella se sirviese ‘la última copita’, nunca más sería necesario otro programa como este”.

      Como conclusión, el moderador dijo si había alguna pregunta. Nadie formuló ninguna, pero muchos dijeron con lágrimas en los ojos: “Nunca volveré a conducir embriagado”.

      Solo el tiempo dirá si esos grupos consiguen que disminuya la proporción de infractores detenidos que regresan a la carretera y conducen borrachos. Pero lo que hace que las proporciones de ese problema sean tan alarmantes es la enorme cantidad de personas, millones de ellas, que salen a la carretera con los reflejos afectados y no son aprehendidas.

      Recientemente, unos informes del Bureau of Justice Statistics of the U.S. Department of Justice indicaron que en uno de los últimos años casi dos millones de personas fueron detenidas por DUI (Driving Under the Influence [Conducir bajo la influencia del alcohol]). No obstante, los datos también indicaron que por cada detención que se realiza por DWI (Driving While Intoxicated [Conducir en estado de embriaguez]), es posible que pasen inadvertidos hasta dos mil infractores más, en zonas por las que no se patrulla, conductores que en cualquier momento pueden provocar un accidente.

      ¿Qué ha dado origen al ambiente que promueve tal conducta letal e irresponsable? ¿A qué se debe que la guerra contra el binomio alcohol y carretera siga librándose pero no se gane? Veamos algunas respuestas.

      [Fotografía en la página 7]

      Representación de un infractor frente a un grupo de víctimas

  • ¿De quién es la culpa?
    ¡Despertad! 1991 | 8 de febrero
    • ¿De quién es la culpa?

      PARA muchas personas de la sociedad actual “emborracharse es aceptable”, afirma Jim Vanderwood, miembro del Mohawk Valley Council on Alcoholism del estado de Nueva York. Lamentablemente, muy pocos pueden negar en conciencia que el beber, incluso en exceso, forma parte de la estructura de su sociedad.

      Por años, la mayoría de las sociedades ha tolerado el consumo regular y hasta excesivo de bebidas, lo que ha incitado a que otros imiten esa actitud permisiva. Como dice el señor Vanderwood: “Fíjense en las películas. Siempre hemos aplaudido a los que aguantan mucho bebiendo y cuando después salen son grandes vaqueros. Se considera como algo que fomenta el amor propio. ¿Cómo puede combatirse?”.

      Por lo tanto, las sociedades permisivas e indulgentes llevan parte de culpa por su actitud desequilibrada hacia el alcohol, si bien la responsabilidad principal recae sobre quienes por conducir embriagados se hacen culpables de mutilación criminal.

      “El consumo de bebidas alcohólicas no solo es aceptable sino que se promueve mucho”, dice Jim Thompson, especialista en la prevención de delitos. También comentó a ¡Despertad!: “Muchos encuentros deportivos giran en torno a la industria del alcohol, como la industria cervecera”. Indicó que en estas ocasiones “los mejores anuncios emitidos por televisión son los de cerveza, donde las radiantes estrellas de la sociedad patrocinan su cerveza favorita”.

      Por otra parte, un seminario federal celebrado bajo la dirección de C. Everett Koop, el anterior director general de Sanidad de Estados Unidos, fue boicoteado por la National Association of Broadcasters y la Association of National Advertisers, asociaciones nacionales de radiodifusión y publicidad respectivamente. ¿Por qué? Porque abordaba la cuestión de conducir bajo la influencia del alcohol y la culpabilidad. La doctora Patricia Waller, que presidió el Education Panel (grupo de educadores) del seminario, declaró: “Lo cierto es que nosotros [la sociedad] hemos creado el problema y la gente es lo bastante insensata como para sucumbir a toda la presión a la que la hemos sometido desde que tenían la edad suficiente para darse cuenta de lo que aparecía en la televisión. ‘Pero [dice la sociedad], nosotros no somos los responsables. No es problema nuestro’”.

      El joven infractor de hoy será el bebedor problemático de mañana

      A través de diversos medios, como la televisión, las películas y los anuncios publicitarios, se idealiza el consumo de bebidas alcohólicas. Las mentes jóvenes e impresionables reciben el siguiente mensaje: ‘Bebe y vivirás feliz’.

      “Un niño de término medio verá consumir bebidas alcohólicas en la televisión unas 75.000 veces antes de alcanzar la edad autorizada por la ley para beber”, indica el doctor T. Radecki de la National Coalition on Television Violence de Estados Unidos. El investigador británico Anders Hansen examinó los programas de televisión emitidos en el Reino Unido durante las horas de mayor audiencia y descubrió que en el 71% de los programas de ficción aparecen escenas donde se toman bebidas alcohólicas. Hubo un promedio de 3,4 escenas por hora donde se consumía alcohol, y según se lamentó el señor Hansen “muy pocas ponían de manifiesto resultados más específicos de su consumo”, como accidentes automovilísticos y homicidios.

      Como lo expresó el columnista Colman McCarthy, en The Washington Post, “detrás de las escenas de diversión [...] donde ex deportistas promueven el consumo de bebidas alcohólicas en la barra de un bar están las campañas de publicidad y promoción destinadas a cautivar a los niños y a fomentar entre los universitarios la idea de que para conseguir bienestar social es esencial consumir grandes cantidades de alcohol. Crean a esos muchachos que dicen ‘sabe de maravilla y llena menos’, y si uno no tiene un vaso en la mano, se le considera desfasado”.

      En la Unión Soviética el binomio alcohol y carretera constituye uno de los principales problemas nacionales. Algunos funcionarios de esa nación dudan que se puedan cambiar los hábitos relacionados con la bebida. “Está en nuestras raíces rusas”, dijo uno. Aunque eso pueda ser cierto, muchos ven el alcohol como una forma de esparcimiento. De modo que los jóvenes impresionables crecen en un ambiente de bebidas.

      J. Vanderwood explica que Estados Unidos tiene “una cultura de jóvenes que beben. El alcohol se relaciona con el softball [variedad de béisbol], los bolos, los campeonatos de fútbol [americano] y las happy hours [horas en las que ciertos establecimientos sirven los cócteles a un precio reducido]. Si hay esparcimiento hay alcohol, y si hay alcohol hay esparcimiento”. Y añade: “Uno puede dejar esa fase atrás, siempre y cuando no se haya hecho adicto psicológica, social o físicamente”. Pero luego advierte: “De nuestras investigaciones se desprende una conclusión que está bien atestiguada: si uno empieza a beber mucho a los catorce, quince o dieciséis años, puede hacerse adicto en el plazo de un año. Si empieza a los veinte, en pocos años se haría alcohólico”.

      ¿Es de extrañar que en Estados Unidos la causa principal de muerte entre jóvenes de dieciséis a veinticuatro años sean los accidentes de tráfico imputables al alcohol? Y esa es sin duda también una de las principales causas de muertes en otros muchos países. Por esta razón el doctor Waller llega a la conclusión de que los padres concienzudos que tratan de criar a sus hijos en un ambiente hogareño orientado hacia la moderación se enfrentan a una sociedad permisiva que “atrae en la otra” dirección.

      De modo que el joven bebedor de hoy puede convertirse en el bebedor crónico y problemático de mañana. Ese tipo de persona es el que se resiste a la rehabilitación y que representa una enorme amenaza a la seguridad pública en la carretera. Cierto infractor reincidente de treinta y cuatro años, después de asistir a un programa sobre el alcohol por mandato gubernamental, se emborrachó y condujo su furgoneta en sentido contrario por una carretera de Kentucky (E.U.A.). Se estrelló contra un autobús lleno de adolescentes y por su culpa murieron abrasadas 27 personas —24 jóvenes y 3 adultos—. Se ha determinado que más de una cuarta parte de los conductores borrachos convictos habían sido infractores antes.

      El alcohol: una droga lícita

      Muchas autoridades afirman públicamente que el alcohol es una droga legal y lo equiparan a otras drogas adictivas.

      En una sesión informativa especial celebrada en la Casa Blanca, el señor Bush, presidente de Estados Unidos, declaró que conducir en estado de embriaguez “incapacita tanto como el crack, es tan fortuito como la violencia callejera y mata a más jóvenes que ambas cosas a la vez”. Asimismo hizo hincapié en “la necesidad de enseñar a nuestros hijos que el alcohol es una droga”.

      Si usted no había considerado antes que el alcohol es una droga, no piense que es el único. “Muchas personas no relacionan una cosa con la otra”, dice C. Graziano, director de seguridad vial, y añade: “Abogados, médicos, jueces. El alcohol puede afectar a cualquiera [...]. Es asequible. ¡Es tan fácil de conseguir!”. En la mayoría de los países, debido a que es legal, puede comprarse en diversos tipos de establecimientos y no suele haber mucho control.

      Por su contenido calórico puede decirse que es un alimento, pero en vista de que debilita el sistema nervioso central del organismo también puede clasificarse como una droga. En grandes dosis produce un efecto narcótico igual al de un barbitúrico y debido a que por su “naturaleza altera el estado de ánimo, reduce el estrés, desata las inhibiciones y cambia el modo de pensar —dice J. Vanderwood—. La persona siente que puede llevar a cabo lo que en realidad no puede”. En eso radica el problema del que conduce embriagado. Y concluye: “Tenemos a una persona con sus reflejos mermados y una idea desfigurada de su menoscabado rendimiento”.

      Cuando algunas personas se ven ante situaciones difíciles —divorcio, desempleo, problemas familiares— suelen recurrir al consumo excesivo de alcohol para tratar de hacer frente a la presión y al estrés. En esta condición se comportan de modo “irracional, irresponsable, e incluso [llegan a] conducir embriagados”, afirma la publicación Journal of Studies on Alcohol.

      No es necesario estar embriagado para tener menos reflejos ya que solo un par de consumiciones pueden embotar el juicio del conductor y convertirle en una amenaza para sí mismo y para otros.

      Sin duda es una plaga trágica que afecta a una sociedad que se ha envenenado a sí misma con un cóctel mortífero de codicia comercial y de una actitud permisiva hacia una sustancia lícita pero altamente peligrosa. ¿Qué consuelo hay entonces para los que lloran esta tragedia? ¿Qué esperanza verdadera puede haber de que se encuentre una solución?

      [Comentarios en la página 10]

      Los adolescentes que beben mucho pueden hacerse adictos en un año

      No es necesario estar embriagado para tener menos reflejos al conducir

      [Fotografía en la página 9]

      Diversos medios idealizan el consumo de bebidas alcohólicas, como por ejemplo la televisión

  • ¿Qué consuelo hay para las víctimas?
    ¡Despertad! 1991 | 8 de febrero
    • ¿Qué consuelo hay para las víctimas?

      PARA quienes se enfrentan a la pérdida repentina de sus seres queridos en accidentes imputables al alcohol, “no [hay] tiempo [...] de decir ‘adiós’ [...] o ‘te quiero’”, dice Janice Lord, autora de Survivor Grief Following a Drunk-Driving Crash (El pesar de los dolientes tras un accidente provocado por un conductor borracho).

      Como hemos visto, los dolientes tienen que enfrentarse a muchas consecuencias: sobresaltos, horror, ira y desesperación. La muerte de seres queridos en ese tipo de accidentes crea una sensación de pérdida permanente, por lo que a veces llegan a creer que el mal que han sufrido nunca se reparará por completo.

      En vista del dolor que causa tal clase de muerte, muchas autoridades trabajan para promulgar leyes y crear condiciones que contribuyan a reducir la enorme cantidad de víctimas que se producen cada año. Por ejemplo, cierta autoridad comentó que en la personalidad de los convictos por conducir embriagados se había observado una serie de debilidades y propuso la creación de unos centros a los que estos tuvieran que presentarse para recibir instrucción y asesoramiento en cuestión de empleo y consumo de drogas, y de esa forma ‘ser reforzados y fortalecidos’ para vencer sus debilidades.

      ¿Qué se necesita en realidad?

      Por muy deseable que sea, ninguna persona ni institución humana puede borrar el mal causado a las víctimas, ni tampoco hacer volver a los muertos. Lo que se necesita para reparar todo el daño va mucho más allá de lo que el ser humano puede proveer. Lo que de verdad se necesita en el mundo es un sistema totalmente diferente, que no se funde en los conceptos actuales egoístas y destructivos de ‘emoción a toda costa’ que siegan tantas vidas.

      ¿Hay base sólida para esperar esa clase de mundo mejor donde tales tragedias pertenezcan al pasado? Sí, la hay. De hecho, existe una esperanza segura de un nuevo mundo aquí en la Tierra en el que estas tragedias cesarán, un mundo donde hasta las víctimas de accidentes volverán a vivir. ¡Qué gozo indescriptible habrá cuando estas personas se reúnan con sus seres queridos! Será un nuevo mundo donde el tiempo habrá borrado para siempre los recuerdos tristes de tragedias pasadas.

      Esa esperanza de un nuevo mundo se encuentra en la Palabra inspirada de Dios, la Biblia, donde se registra: “[Dios] realmente se tragará a la muerte para siempre, y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro”. (Isaías 25:8.) Esto incluirá la resurrección de los muertos, pues el apóstol Pablo escribió: “Tengo esperanza en cuanto a Dios [...] de que va a haber resurrección así de justos como de injustos”. (Hechos 24:15.) Cuando Jesús y los apóstoles resucitaron a personas que habían muerto demostraron la realidad de esta promesa. (Lucas 7:11-16; 8:40-42, 49-56; Juan 11:1, 14, 38-45; Hechos 9:36-42; 20:7-12.)

      La vida en un nuevo mundo aquí en la Tierra, incluso la vida de los resucitados, estará hermosamente coronada con la perfección humana. El poder sanador de Dios hará que la mente y el cuerpo de todos los que vivan entonces estén completamente sanos: “Ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”. “En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos mismos de los sordos serán destapados. En aquel tiempo el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo, y la lengua del mudo clamará con alegría.” (Isaías 33:24; 35:5, 6; véase también Mateo 15:30, 31.)

      La Biblia describe la condición futura de la humanidad en la Tierra diciendo que Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. (Revelación 21:4.) El Dador de estas maravillosas perspectivas que tanta felicidad producirán declara: “Las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón. Pero alborócense y estén gozosos para siempre en lo que voy a crear”. (Isaías 65:17, 18.)

      Sin embargo, ¿mediante qué autoridad se realizará? Por la autoridad y el poder del magnífico Dador de esperanza, el Creador del universo, Jehová Dios. En Su Palabra, garantiza que ese tipo de nuevo sistema donde “la justicia habrá de morar” pronto reemplazará a este sistema de cosas actual, egoísta y violento, que ya está sumido en sus “últimos días”. (2 Pedro 3:13; 2 Timoteo 3:1-5, 13; Proverbios 2:21, 22.)

      Consuelo procedente de la Palabra de Dios

      Al igual que las demás personas, los testigos de Jehová no son inmunes a las tragedias de nuestros tiempos, ni tampoco esperan que en este mundo peligroso Dios impida que mueran, ya sea por accidente o por otras causas. Ellos saben que eso no está en armonía con la voluntad de Dios para este tiempo. Eclesiastés 9:11 dice: “El tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos”. No obstante, los Testigos hace mucho tiempo que acuden a la Palabra de Dios, pues Sus promesas proporcionan consuelo duradero a todos los que las aceptan.

      Una testigo de Jehová sufrió mucho cuando un conductor borracho mató a su cuñado y dejó a la esposa de este (su hermana) incapacitada mentalmente a causa de una grave lesión cerebral, lo que hizo que necesitara atención continua. Este matrimonio también era testigo de Jehová. La cuñada del difunto cuenta:

      “Durante la mayor parte de ese año, lloraba con frecuencia y estaba furiosa contra el joven que había provocado esta tragedia y contra sus padres por no haberle supervisado mejor. A veces hasta me sentía furiosa contra Dios y los ángeles por no haberlo impedido. ¡Qué pérdida tan lamentable de dos personas estupendas que servían a Dios!

      ”Por supuesto, yo sabía que Dios no era el responsable directo ni tampoco era Su deseo que tales cosas sucedieran. Pero yo había pensado que Él dirigía todos nuestros pasos y nos protegía del daño. Entonces me di cuenta de que tenía que cultivar un punto de vista más equilibrado sobre estas cosas y empecé a buscar la explicación.

      ”Necesité tiempo para poder echar a un lado el dolor y poder razonar sobre lo ocurrido. Yo había pensado como Asaf, quien en el Salmo 73 registró que parecía como si los inicuos fuesen los favorecidos. Pero en ese mismo salmo, la Palabra de Dios continúa diciendo que Dios no favorece a los inicuos y que a Su debido tiempo serán aniquilados.

      ”Llegué a darme cuenta de que mi modo de pensar era el equivocado y no el de Dios. El problema radicaba en que yo aplicaba mal ciertos versículos bíblicos. Dios no garantiza que nos librará de accidentes, enfermedades o muerte en este tiempo, sino que tales bendiciones las promete para el futuro, para Su nuevo mundo. Cuando comprendí que lo que la Palabra de Dios realmente decía era que Dios nos ofrece ahora protección espiritual, no física, mi cólera remitió poco a poco. Ahora podía ver también quién era el verdadero promotor de las calamidades: Satanás el Diablo, que fue homicida y mentiroso desde que se rebeló contra Dios. Y la Biblia deja bien claro que el dios de este mundo tan lleno de sufrimiento es precisamente Satanás. (Juan 8:44; 2 Corintios 4:4.)

      ”Tan pronto como me di plena cuenta de la verdad de por qué existe el sufrimiento, por qué lo permite Dios y cómo lo eliminará, vi claro que Dios no es nuestro adversario, sino nuestra salvación.

      ”También me consoló mucho saber que por medio de Su espíritu santo Jehová sustenta a los que le sirven. La Biblia nos asegura que el espíritu santo nos suministrará ‘el poder que es más allá de lo normal’, la fuerza para resistir lo irresistible. Además, Jehová también nos consuela con la esperanza de volver a estar con nuestros seres queridos en la resurrección. Así podemos vencer la adversidad.” (2 Corintios 4:7.)

      Un futuro magnífico

      A lo largo de los años, muchas personas, incluyendo testigos de Jehová, han experimentado tragedias de diversos tipos, lo que confirma la verdad de la Palabra de Dios de que el tiempo y el suceso imprevisto acaecen a todos. (Eclesiastés 9:11.) No obstante, las experiencias de los siervos de Dios también confirman la verdad bíblica de que Jehová consuela y sustenta a Su pueblo en los momentos de necesidad y también garantiza un magnífico futuro en Su nuevo mundo, donde tales calamidades pertenecerán al pasado.

      Es muy consolador saber que en el justo nuevo mundo de Dios habrá verdadero amor al prójimo y un gran respeto por el precioso don de la vida. Estas excelentes cualidades reemplazarán lo que ahora satura este mundo: el egoísmo y la explotación de las debilidades humanas con fines lucrativos. También habrán pasado las ansiedades, las presiones y los temores de este mundo actual que empujan a muchos a sentir la necesidad de abusar del alcohol o de otras drogas.

      Mientras llega ese día, los testigos de Jehová componen una hermandad mundial vinculada por la fuerza unificadora del amor. (Juan 13:34, 35.) Los que componen esta hermandad proveen una fuerte estructura de apoyo para ayudar a los que han sufrido la pérdida de algún ser querido y también se sienten felices de ayudar a cualquiera que desee ser consolado como ellos lo han sido. (2 Corintios 1:3, 4.)

      [Ilustración en la página 13]

      La Biblia promete que los muertos resucitarán

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir