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  • Imágenes de horror, destellos de esperanza
    ¡Despertad! 2002 | 22 de marzo
    • Imágenes de horror, destellos de esperanza

      “LAS CONSTRUCCIONES SE MECÍAN, Y LAS LLAMAS SALTABAN A MI ALREDEDOR. ENTONCES ECHÉ A CORRER; POR TODAS PARTES LA GENTE LLORABA, REZABA Y PEDÍA AYUDA. CREÍ QUE HABÍA LLEGADO EL FIN DEL MUNDO.”—G. R., SOBREVIVIENTE DE UN TERREMOTO.

      TODOS los años, millones de temblores retumban en la corteza de nuestro inquieto planeta, aunque, por supuesto, la mayoría son imperceptibles.a Con todo, un promedio anual de casi ciento cuarenta sismos son tan serios que llegan a la categoría de “fuertes”, “muy fuertes” o “catastróficos”. Esos son los terremotos que, a lo largo de la historia, han provocado la muerte de millones de personas e incalculables daños a la propiedad.

      Asimismo, los sobrevivientes pagan un elevado costo emocional. Por ejemplo, después que dos terremotos sacudieran El Salvador a principios de 2001, el coordinador del grupo de ayuda psicológica del Ministerio de Salud declaró: “La gente está entrando en una fase de trastornos mentales caracterizados por la tristeza, la desesperación y la ira”. Por ello no sorprende que los profesionales de la salud de ese país informaran un 73% de aumento en los casos de depresión y ansiedad. De hecho, según encuestas realizadas en los refugios de damnificados, la principal necesidad, después del agua, era la atención a la salud mental.

      Pero la historia de los terremotos no gira solo en torno a la muerte, la destrucción y el abatimiento. Muchas veces, tales cataclismos impulsan a la gente a manifestar extraordinaria bondad y abnegación, como aquellos que trabajan sin descanso restaurando edificios dañados y ayudando a otros a reconstruir su vida. Como veremos, tales destellos de esperanza relumbran incluso en medio de las más sombrías imágenes de horror.

      [Nota]

      a Entre estos se incluyen miles de sacudidas muy leves que ocurren todos los días.

  • Mecánica de los terremotos
    ¡Despertad! 2002 | 22 de marzo
    • Mecánica de los terremotos

      “ESTAMOS TAN ACOSTUMBRADOS A PISAR TERRENO FIRME, QUE CUANDO EL SUELO COMIENZA A TEMBLAR, NOS BLOQUEAMOS.” (THE VIOLENT EARTH [TIERRA VIOLENTA].)

      “LOS sismos están entre las fuerzas más poderosas y destructivas de la naturaleza”, indica The World Book Encyclopedia. Una afirmación nada exagerada, dado que un solo terremoto fuerte libera diez mil veces más energía que la primera bomba atómica. El hecho de que ocurran bajo cualquier condición climática, en cualquier época del año y a cualquier hora del día los hace más aterradores. Quizás los científicos tengan una idea de dónde es posible que haya fuertes temblores; lo que no pueden precisar es cuándo.

      Los terremotos ocurren al deslizarse las masas de roca debajo de la superficie terrestre, actividad geológica que nunca cesa. Con frecuencia, las ondas de choque resultantes son muy débiles, de modo que resultan imperceptibles para el ser humano, aunque un sismógrafo sí las detecta y registra.a En otras ocasiones se parte tanta roca y es tan grande el corrimiento, que la superficie se sacude con violencia.

      Ahora bien, ¿a qué se debe el constante desplazamiento de la corteza terrestre? “Una explicación radica en la tectónica de placas, un concepto que ha revolucionado las ciencias de la Tierra”, señala el National Earthquake Information Center (Centro Nacional de Información sobre Terremotos), y agrega: “Ahora sabemos que existen siete placas tectónicas principales, cada una dividida en otras más pequeñas y todas en constante movimiento en relación con las demás, a velocidades que varían de 10 a 130 milímetros anuales”. También aclara la mencionada institución que la mayoría de los temblores están limitados a delgados cinturones que definen los perímetros de las placas, que es donde tienden a ocurrir el 90% de los terremotos más intensos.

      Magnitud e intensidad

      La gravedad de un sismo puede medirse según su magnitud o según su intensidad. En la década de 1930, Charles Richter ideó una escala para determinar la magnitud de las sacudidas. A medida que aumentaban los observatorios sismológicos, surgieron nuevas escalas basadas en la idea original de Richter. Se emplea, por ejemplo, la llamada escala del momento sísmico, que mide la energía liberada en el foco del temblor.

      Desde luego, este tipo de mediciones no siempre revela el alcance de los daños. Para ilustrarlo, en junio de 1994 tuvo lugar en el norte de Bolivia un movimiento telúrico de magnitud 8,2, del que solo se informaron cinco muertos. En contraste, el que azotó Tangshan (China) en 1976 fue de menor magnitud (8,0), pero murieron cientos de miles de personas.

      La escala de intensidad, a diferencia de la de magnitud, es una manera más descriptiva de determinar el impacto del sismo dentro de la esfera humana, pues cuantifica sus efectos en la gente, los edificios y el ambiente. Después de todo, casi nunca son los temblores mismos los que ocasionan los principales daños ni los que se cobran el mayor número de víctimas; lo son, más bien, los derrumbamientos de muros, las roturas en las tuberías de gas y los tendidos eléctricos, y la caída de objetos, entre otras causas.

      Uno de los objetivos de los sismólogos es alertar a la gente con suficiente antelación. Con tal propósito, está en construcción una red de instrumentos digitales denominada Advanced Seismic Research and Monitoring System (sistema avanzado de investigación y vigilancia sísmica). Según información de la cadena de noticias CNN, la red digital, aunada a un acceso más rápido a la información y un soporte lógico de mayor capacidad, permitirá a los científicos “identificar casi al instante las zonas donde han ocurrido los sacudimientos más violentos del terremoto”. A su vez, se agilizará el envío de socorro a las zonas siniestradas.

      Es obvio que estar preparados puede reducir las lesiones y los daños a la propiedad y, lo más importante, salvar vidas. Sin embargo, siguen ocurriendo terremotos. ¿Qué ayuda han recibido los sobrevivientes para afrontar las secuelas?

      [Nota]

      a El sismógrafo es un instrumento que mide y registra los movimientos del suelo durante un terremoto. El primero se construyó en 1890. En la actualidad trabajan más de cuatro mil observatorios sismológicos en el mundo.

      [Tabla de la página 5]

      (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

      ¿CUÁNTOS TERREMOTOS?

      Clasificación Magnitud Promedio anual

      Catastrófico 8 y superior 1

      Muy fuerte 7-7,9 18

      Fuerte 6-6,9 120

      Moderado 5-5,9 800

      Ligero 4-4,9 6.200*

      Leve 3-3,9 49.000*

      Muy leve <3,0 Magnitudes 2-3:

      unos 1.000 al día

      Magnitudes 1-2:

      unos 8.000 al día

      * Aproximadamente.

      [Reconocimiento]

      Fuente: National Earthquake Information Center Con permiso de USGS/National Earthquake Information Center, USA

      [Reconocimiento de la página 5]

      Sismograma de las págs. 4, 5: por gentileza del Berkeley Seismological Laboratory

  • Cómo afrontan las secuelas
    ¡Despertad! 2002 | 22 de marzo
    • Cómo afrontan las secuelas

      “HEMOS ESTADO CAMINANDO DESDE EL AMANECER, HUYENDO DE LA MUERTE. NO HAY AGUA POTABLE, NI ALIMENTOS. TODAS LAS CASAS ESTÁN DESTRUIDAS.”—HARJIVAN, SOBREVIVIENTE DE UN TERREMOTO DE MAGNITUD 7,9 EN LA INDIA.

      ES ESPANTOSO sufrir la furia de un terremoto. “Los libros de un armario de madera de dos metros y medio de alto que está junto a mi cama volaban por todas partes”, recuerda una sobreviviente del sismo de Taiwan de 1999. ‘Un casco de motociclista recién comprado cayó sobre la cama desde la parte más alta del armario, justo al lado de mi cabeza —agrega—. Es irónico, pero casi me mata.’

      Después del desastre

      Un terremoto es una experiencia terrible, pero sobrevivir es apenas el principio. En las horas que siguen a la catástrofe, los valerosos socorristas harán todo esfuerzo imaginable por localizar y atender a los heridos, muchas veces bajo la amenaza de las réplicas. Como consecuencia de un reciente sismo en El Salvador, una colonia de viviendas quedó sepultada bajo una montaña de tierra; un hombre que estaba a punto de excavar allí comentó: “Tenemos que ser muy cuidadosos. Si tiembla otra vez, podría desprenderse el resto de la colina”.

      En su empeño por socorrer a las víctimas, mucha gente demuestra una extraordinaria disposición al sacrificio. Manu, un hombre mayor que vive actualmente en Estados Unidos, regresó a la India, su país natal, cuando un sismo fuerte azotó a esta nación, a principios de 2001. “Tengo que ir —decía—, no solo para ayudar a mi familia, sino a todos los que están sufriendo.” Aunque las condiciones de las regiones que visitó eran deplorables, señaló: “El ánimo de la gente es increíble”. Un periodista se expresó así: “Que yo sepa, ninguno de los que viven a mi alrededor dejó de aportar lo que pudo para ayudar: el salario de un día, el de una semana, el de un mes; un poco de sus ahorros o cualquier cantidad de la que pudieran desprenderse”.

      Claro, una cosa es limpiar los escombros y atender a los heridos, y otra muy diferente es restaurar el sentido de normalidad a las vidas trastornadas por unos instantes de terror. Al respecto resultan ilustrativas las palabras de Delores, una mujer de El Salvador que perdió su hogar: “Esto es peor que la guerra. Por lo menos entonces teníamos un techo”.

      Como se mencionó en el artículo de apertura, en ocasiones la ayuda material no basta: existe una gran necesidad de apoyo emocional. Por ejemplo, a principios de 1999, un temblor de tierra paralizó la ciudad de Armenia, en la parte occidental de Colombia. El número de los que perdieron la vida superó el millar, y muchos más quedaron conmocionados y abatidos. El psiquiatra Roberto Estefan, que perdió su vivienda al desaparecer en el siniestro el edificio de apartamentos en que vivía, señala: “A dondequiera que vas hay personas pidiéndote ayuda. Salgo a comprar una hamburguesa, y la mayoría de la gente que me saluda aprovecha el momento para hablarme de su insomnio y su tristeza.”

      Como bien se da cuenta el doctor Estefan, las secuelas emocionales de un cataclismo sísmico son devastadoras. Cierta voluntaria en la construcción de un campamento de socorro observó que varias personas con empleo ni siquiera se preocupaban por ir a trabajar, porque estaban seguras de que pronto morirían.

      Se brinda esperanza en medio del abatimiento

      En momentos de crisis como esos, los testigos de Jehová se esmeran por brindar a los sobrevivientes no solo ayuda física, sino también espiritual y emocional. Por ejemplo, inmediatamente después del sismo de Colombia antes mencionado, la sucursal de los testigos de Jehová de ese país organizó un comité nacional para atender la emergencia. Miles de voluntarios Testigos de todo rincón del país donaron alimento y dinero, y en poco tiempo se hicieron llegar a la zona afectada unas 70 toneladas de provisiones.

      Ahora bien, con frecuencia lo prioritario es el apoyo espiritual. Cierta mañana, después del terremoto de Colombia, una testigo de Jehová vio a una mujer muy decaída, que caminaba por una calle de la devastada ciudad de Armenia. Se le acercó y le ofreció el tratado ¿Qué esperanza hay para los seres queridos que han muerto?a

      La señora lo aceptó y lo leyó en su hogar con atención. La siguiente vez que una Testigo llamó a la puerta, sintió la necesidad de contarle su historia. Resultó que tenía varias casas en la ciudad, de las que obtenía buenos ingresos, pero el sismo las había destruido, y ahora se hallaba en la pobreza. Para colmo de males, la casa donde vivía con su hijo de 25 años se derrumbó con el temblor, y lo mató. Le dijo a la Testigo que nunca antes le había interesado la religión, pero que ahora tenía muchas preguntas. El tratado le había dado verdadera esperanza, así que pronto se inició un estudio bíblico.

      Los testigos de Jehová están seguros de que llegará el tiempo en el que la humanidad ya no se verá amenazada por los desastres naturales, incluidos los terremotos. El siguiente artículo explica la razón.

      [Nota]

      a Editado por los testigos de Jehová.

      [Recuadro de la página 6]

      ESTÉ PREPARADO

      ◼ Asegúrese de que los calentadores de agua estén fijados con tornillos y de que los objetos pesados queden en el suelo o en estantes bajos.

      ◼ Enseñe a los miembros de su familia a cortar la electricidad y cerrar las válvulas de gas y las llaves de agua.

      ◼ Equipe su hogar con extintores de incendios y un botiquín de primeros auxilios.

      ◼ Tenga a la mano un radio portátil y pilas nuevas.

      ◼ Haga simulacros con su familia y recalque la importancia de: 1) mantener la calma; 2) apagar hornillas y calefactores; 3) colocarse debajo del marco de una puerta, de una mesa o de un escritorio, y 4) mantenerse alejados de ventanas, espejos y chimeneas.

      [Ilustración y recuadro de la página 7]

      LOS TERREMOTOS EN ISRAEL

      “El registro histórico más prolongado y continuo de terremotos sobre la faz de la Tierra” corresponde a Israel, según el profesor Amos Nur. La razón estriba en el hecho de que parte del Great Rift Valley (la falla que separa las placas mediterránea y arábiga) atraviesa precisamente el territorio de Israel, de norte a sur.

      Algunos arqueólogos afirman que los constructores antiguos aplicaron una técnica especial para reducir los daños en caso de sismo, lo cual coincide con la descripción bíblica del programa de edificación de Salomón: “En cuanto al gran patio, en derredor había tres filas de piedras labradas y una fila de vigas de madera de cedro; y lo mismo también para el patio interior de la casa de Jehová, y para el pórtico de la casa” (1 Reyes 6:36; 7:12). En diversos sitios se han hallado pruebas de la utilización de la técnica de incorporar vigas de madera en la mampostería, como, por ejemplo, en una de las puertas de Meguidó que, según se cree, data del tiempo de Salomón o antes. El egiptólogo David M. Rohl opina que las vigas tal vez fueron “insertadas en un intento por impedir que la estructura sufriera daños durante los temblores de tierra”.

      [Ilustración]

      Ruinas de un terremoto en Beisán (Israel)

      [Ilustración y recuadro de la página 8]

      DOS MINUTOS DE TERROR

      EL RELATO DE UN SOBREVIVIENTE

      Nuestra familia se preparaba para la boda de mi prima, en Ahmedabad (India). Pero lo que me despertó el 26 de enero de 2001 no fue la alarma del reloj, sino una violenta sacudida. Oí que unos gabinetes metálicos se movían de un lado a otro, y entonces me di cuenta de que algo andaba mal. Mi tío gritaba: “¡Salgan de la casa!”. Cuando salimos, vimos que la vivienda se bamboleaba de un lado a otro; parecía como si el temblor fuera a durar toda una eternidad. Lo cierto es que duró solo dos minutos.

      La tensión era enorme; todo pasó tan rápido que no sabíamos qué hacer. Nos aseguramos de que la familia completa estuviera a salvo. Como no funcionaba el teléfono ni había electricidad, no pudimos averiguar enseguida la situación de nuestros parientes de pueblos cercanos. Después de una hora de suspenso, nos enteramos de que estaban sanos y salvos. No a todo el mundo le fue tan bien. Solo en Ahmedabad, más de cien edificaciones se vinieron abajo, y la cifra de muertos superó los quinientos.

      Durante varias semanas, la gente vivió aterrorizada y todas las noches se iba a dormir temiendo que se presentara un nuevo sismo, tal como se había pronosticado. La reconstrucción fue lenta, y muchas personas perdieron sus hogares. Y todo como consecuencia de un terremoto que duró solo dos minutos, pero que vivirá en nuestros recuerdos para siempre.—Relatado por Samir Saraiya.

      [Ilustración de las páginas 6 y 7]

      Sobreviviente sostiene la foto de su madre fallecida en el terremoto de enero de 2001 en la India, durante su cremación

      [Reconocimiento]

      © Randolph Langenbach/UNESCO (www.conservationtech.com)

  • Los terremotos, las profecías bíblicas y usted
    ¡Despertad! 2002 | 22 de marzo
    • Los terremotos, las profecías bíblicas y usted

      POCO antes de su muerte, Jesús predijo sucesos y condiciones que probarían que este mundo habría entrado en “la conclusión del sistema de cosas”. Explicó que sería un período marcado por pestes, escaseces de alimento y guerras de alcance mundial, y que “en un lugar tras otro” ocurrirían “grandes terremotos” (Mateo 24:3, 7; Lucas 21:10, 11). ¿Se refería a nuestros días?

      Muchos opinan que no. Afirman que la actividad sísmica no ha aumentado de forma significativa en las últimas décadas. De hecho, el National Earthquake Information Center de Estados Unidos informa que durante el siglo XX, la frecuencia de temblores de magnitud superior a 7,0 se mantuvo “más o menos constante”.a

      No obstante, debemos tener presente que el cumplimiento de la profecía no exigía un aumento en la cantidad o en la fuerza de las sacudidas terrestres; lo único que Jesús dijo fue que habría grandes terremotos en un lugar tras otro. Además, expresó que dichos sucesos señalarían el “principio de dolores de angustia” (Mateo 24:8). La angustia no se mide por la frecuencia de los movimientos telúricos ni por el valor que estos alcancen en la escala de Richter, sino por sus consecuencias en la gente.

      Lo cierto es que los terremotos han causado mucha angustia en nuestros días; de hecho, durante el siglo XX destruyeron las viviendas o acabaron con la vida de millones de personas. Muchas de esas muertes, según los peritos, pudieron haberse evitado. “En los países en desarrollo —informa el servicio de noticias de la BBC—, los reglamentos de construcción con frecuencia se hacen a un lado ante la demanda de viviendas cuya construcción resulte rápida y económica y satisfaga las necesidades del acelerado crecimiento de las ciudades.” Al comentar dos siniestros recientes, Ben Wisner, experto en desastres urbanos, señala: “No fueron los temblores los que segaron la vida de estas personas, sino una combinación de error humano, indiferencia, corrupción y codicia”.

      Efectivamente, a veces lo más mortífero de una catástrofe son el egoísmo y la negligencia, defectos que, cabe señalar, se destacan en otra profecía bíblica relativa a “los últimos días” del presente sistema. En aquel tiempo, advirtió la Biblia, los hombres serían “egoístas, codiciosos” e “insensibles” (2 Timoteo 3:1-5, Biblia de América). Esta profecía, aunada a las palabras de Jesús respecto a la conclusión del sistema de cosas, aporta prueba indiscutible de que nos acercamos al tiempo en que Dios eliminará todas las causas existentes de dolor y sufrimiento que afligen a la angustiada humanidad, lo que incluye los grandes terremotos (Salmo 37:11).

      ¿Le gustaría saber más detalles de esta esperanza basada en la Biblia? Comuníquese con los testigos de Jehová de su localidad o escriba a la dirección que corresponda de la página 5.

      [Nota]

      a Hay quienes opinan que el aumento de informes sísmicos se debe sencillamente a los adelantos tecnológicos, los cuales permiten detectar un mayor número de temblores.

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