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  • Valoremos las “dádivas en hombres”
    La Atalaya 1999 | 1 de junio
    • ‘Somos sus colaboradores’

      4, 5. a) ¿A qué compara Pablo la congregación, y por qué es una ilustración apropiada? b) ¿Qué muestra la ilustración de Pablo sobre cómo debemos vernos y tratarnos unos a otros?

      4 Jehová ha confiado a las “dádivas en hombres” cierta autoridad en la congregación. Los ancianos no quieren abusar en absoluto de esa autoridad, aunque saben que es muy fácil que los seres humanos imperfectos incurran en ese error. ¿Cómo, entonces, deben verse a sí mismos en relación con el resto del rebaño? Repasemos la ilustración del apóstol Pablo. Después de explicar por qué se suministran las “dádivas en hombres”, Pablo escribió: “Por el amor crezcamos en todas las cosas en aquel que es la cabeza, Cristo. De él todo el cuerpo, por estar unido armoniosamente y hacérsele cooperar mediante toda coyuntura que da lo que se necesita, conforme al funcionamiento de cada miembro respectivo en la medida debida, contribuye al crecimiento del cuerpo para la edificación de sí mismo en amor” (Efesios 4:15, 16). De modo que Pablo compara a la congregación —los ancianos y demás miembros— a un cuerpo humano. ¿Por qué es apropiada esa ilustración?

      5 El cuerpo humano tiene muchos diferentes miembros, pero solo una cabeza. Sin embargo, nada del cuerpo, ni un solo músculo, nervio o vena, es inútil. Todos los miembros son valiosos y contribuyen de alguna manera a la salud y belleza del conjunto. De igual modo, la congregación está compuesta de muchos miembros diferentes, y cada uno de ellos, sea joven o mayor, fuerte o débil, puede contribuir algo a la salud y belleza espirituales del conjunto de la congregación (1 Corintios 12:14-26). Nadie debe pensar que no tiene ninguna importancia. Por otro lado, nadie debe creerse superior, pues todos —pastores y ovejas— somos parte del cuerpo, y solo hay una cabeza, Cristo. Pablo representa así de manera gráfica y cariñosa el amor, la consideración y el respeto que debemos tenernos unos a otros. Reconocer este hecho ayuda a los ancianos a tener un punto de vista humilde y equilibrado de su papel en la congregación.

      6. ¿Cómo demostró Pablo una actitud humilde, pese a su autoridad apostólica?

      6 Estas “dádivas en hombres” no procuran controlar la vida ni la fe de sus hermanos. Aunque Pablo tenía autoridad apostólica, dijo humildemente a los corintios: “No que seamos nosotros amos sobre la fe de ustedes, sino que somos colaboradores para su gozo, porque es por su fe que están firmes” (2 Corintios 1:24). Pablo no deseaba controlar la fe ni la manera de vivir de sus hermanos. En realidad, no vio ninguna necesidad de hacerlo, pues tenía la confianza de que ya eran hombres y mujeres fieles que estaban en la organización de Jehová porque querían hacer lo que era correcto. Es como si Pablo hubiera dicho de sí mismo y de su compañero de viaje, Timoteo: “Nuestra tarea es colaborar con ustedes para servir a Dios con gozo” (2 Corintios 1:1). ¡Qué actitud más humilde!

      7. ¿Qué reconocen los ancianos humildes sobre su papel en la congregación, y qué confianza tienen en sus colaboradores?

      7 Las “dádivas en hombres” tienen la misma responsabilidad hoy. Son ‘colaboradores para nuestro gozo’. Los ancianos humildes reconocen que no les toca a ellos decidir cuánto pueden hacer los demás en el servicio a Dios. Saben que aun cuando pueden animar a sus hermanos a ampliar o a mejorar su ministerio, el servicio a Dios debe emanar de un corazón dispuesto (compárese con 2 Corintios 9:7). Entienden que si sus colaboradores tienen gozo, harán todo lo que puedan. Así pues, su deseo sincero es ayudar a los hermanos a ‘servir a Jehová con regocijo’ (Salmo 100:2).

  • Valoremos las “dádivas en hombres”
    La Atalaya 1999 | 1 de junio
    • 9. ¿Cómo debe ver un anciano a los demás ancianos para servir con gozo?

      9 El que nos veamos humildemente como “colaboradores”, nos ayudará a nosotros mismos a servir con gozo y agradecer los dones particulares de los demás ancianos. Cada uno de ellos tiene sus propios talentos y aptitudes que puede emplear para el beneficio de la congregación (1 Pedro 4:10). Uno quizá tenga el don de la enseñanza. Otro puede ser un buen organizador. Y otro tal vez sea muy abordable por su talante afectuoso y compasivo. El hecho es que ningún anciano tiene todos los dones al mismo grado. ¿Hace que un anciano sea superior a otro el que posea un don en particular, como el de la enseñanza? ¡De ningún modo! (1 Corintios 4:7.) Por otra parte, no hay por qué envidiar los dones de otros ancianos ni sentirse inferior cuando estos reciben encomio por sus aptitudes. Recordemos, nosotros tenemos dones que Jehová ve. Y él puede ayudarnos a cultivarlos y a utilizarlos para el beneficio de los hermanos (Filipenses 4:13).

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