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Mantengámonos firmes contra las trampas de SatanásLa Atalaya 2012 | 15 de agosto
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Así lo muestra el caso de Daniel y su esposa, Sara,a quienes eran precursores regulares. Él admite que era un anciano “de los que no saben decir que no” a ningún privilegio teocrático. Como parte de su ministerio, les daba clases bíblicas a cinco jóvenes varones. Tres de ellos llegaron a bautizarse y necesitaban mucho apoyo emocional. Como Daniel estaba muy ocupado con sus responsabilidades de la congregación, Sara los atendía a menudo. Cada vez que uno de los anteriores estudiantes de Daniel precisaba ayuda, era ella quien se la proporcionaba. Y como ella también necesitaba atención, la obtenía de los estudiantes de Daniel. La trampa mortal estaba preparada. ¿Cuál fue el desenlace? Daniel lo explica: “Mi esposa pasó varios meses ayudándolos, y eso la desgastó espiritual y emocionalmente. Pero yo la tenía desatendida, así que el desastre estaba servido: al final, Sara cometió adulterio con uno de ellos. Se había debilitado espiritualmente ante mis propios ojos, y yo estaba tan enfrascado en todas mis tareas que no me di cuenta”.
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Mantengámonos firmes contra las trampas de SatanásLa Atalaya 2012 | 15 de agosto
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Daniel, mencionado anteriormente, señala: “Uno no puede afanarse tanto por atender sus responsabilidades que termine descuidando a su familia”.
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