-
Ayudemos a quienes se han apartado del rebañoLa Atalaya 2008 | 15 de noviembre
-
-
Sin duda, los superintendentes cristianos pueden ayudar a las ovejas perdidas. Pero para ello deben recordar que el rebaño está compuesto por personas dedicadas a Jehová. Así es, se trata del valiosísimo rebaño que Dios apacienta, o pastorea (Sal. 79:13). Esas queridas ovejas necesitan tiernos cuidados, de modo que los pastores deben tratarlas con afecto y preocuparse por ellas. Las visitas de pastoreo cordiales les serán de gran ayuda, pues el estímulo que reciban puede fortalecerlas espiritualmente y animarlas a regresar al rebaño (1 Cor. 8:1).
5 Los pastores del rebaño de Dios tienen la obligación de buscar a las ovejas perdidas y tratar de ayudarlas. El apóstol Pablo les recordó a los ancianos de la antigua Éfeso cuáles eran sus deberes como pastores: “Presten atención a sí mismos y a todo el rebaño, entre el cual el espíritu santo los ha nombrado superintendentes, para pastorear la congregación de Dios, que él compró con la sangre del Hijo suyo” (Hech. 20:28). De igual manera, el apóstol Pedro exhortó así a los ancianos ungidos: “Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no como obligados, sino de buena gana; tampoco por amor a ganancia falta de honradez, sino con empeño; tampoco como enseñoreándose de los que son la herencia de Dios, sino haciéndose ejemplos del rebaño” (1 Ped. 5:1-3).
6. ¿Por qué es hoy más necesario que nunca que los pastores ayuden a las ovejas de Dios?
6 Los pastores cristianos deben imitar al “pastor excelente”, Jesús (Juan 10:11). Él se interesaba profundamente en las ovejas de Dios. Y destacó la importancia de cuidarlas cuando le dijo a Simón Pedro: “Pastorea mis ovejitas” (léase Juan 21:15-17). Las ovejitas necesitan aún más cuidados hoy día, pues el Diablo está más empeñado que nunca en quebrantar su lealtad a Dios. Él se aprovecha de las debilidades humanas y utiliza el mundo para tratar de hacer que pequen (1 Juan 2:15-17; 5:19). Quienes están inactivos son particularmente vulnerables; por eso necesitan que se les ayude a seguir el consejo de andar “por espíritu” (Gál. 5:16-21, 25). ¿Y qué deben hacer los ancianos para poder ayudarlos? Pedir la guía y el espíritu santo de Dios, y usar las Escrituras hábilmente (Pro. 3:5, 6; Luc. 11:13; Heb. 4:12).
7. ¿Cuánta importancia le dan los ancianos a la labor de pastorear a las ovejas que están a su cargo?
7 Los pastores del antiguo Israel guiaban al rebaño usando una vara larga y curva llamada cayado. Cuando metían o sacaban a las ovejas del corral, las hacían pasar “bajo el cayado” para poder contarlas y asegurarse de que ninguna faltara (Lev. 27:32; Miq. 2:12; 7:14). De igual forma, los pastores cristianos deben conocer bien el rebaño de Dios que está a su cargo y estar pendientes de lo que le sucede (compárese con Proverbios 27:23). De ahí que a los cuerpos de ancianos les importe tanto la labor de pastoreo y tomen las medidas para ayudar a quienes se han alejado. Jehová mismo aseguró que él buscaría a sus ovejas y les daría el cuidado que necesitaban (Eze. 34:11). Por eso le complace ver que los ancianos lo imitan y ayudan a las ovejas descarriadas a regresar al rebaño.
8. ¿De qué formas pueden los ancianos dar atención personal a las ovejas?
8 Cuando un cristiano se enferma, la visita de un pastor del rebaño de Dios puede alegrarlo y fortalecerlo. Lo mismo se puede decir cuando un hermano espiritualmente enfermo recibe atención personal. Entre otras cosas, los ancianos podrían leerle algunos versículos de la Biblia, repasar un artículo de las revistas, hablar de algún punto importante de la reunión y orar con él. Podrían decirle que a la congregación le encantaría verlo de nuevo en las reuniones (2 Cor. 1:3-7; Sant. 5:13-15). Una visita, una llamada telefónica o una carta pueden significar muchísimo para el hermano. Además, ayudar a una oveja perdida brinda gran satisfacción al pastor.
-
-
Ayudemos a quienes se han apartado del rebañoLa Atalaya 2008 | 15 de noviembre
-
-
Supongamos que usted es anciano y que está visitando a un matrimonio que se ha vuelto inactivo. Quizá pueda animarlos a recordar cómo se sintieron cuando conocieron la verdad de la Palabra de Dios. ¡Qué maravillosa y lógica era esa verdad! ¡Cómo llenó sus vidas y los liberó espiritualmente! (Juan 8:32.) De seguro su corazón rebosaba de gratitud por lo que estaban aprendiendo sobre Jehová, su amor y sus extraordinarios propósitos (compárese con Lucas 24:32). Recuérdeles el privilegio que tenemos los cristianos dedicados de orar a Dios y de tener una relación estrecha con él. Invítelos a responder de nuevo a “las gloriosas buenas nuevas del Dios feliz”, Jehová (1 Tim. 1:11).
-
-
Ayúdelos para que regresen lo antes posibleLa Atalaya 2008 | 15 de noviembre
-
-
Jehová se interesó por las ovejas perdidas de Israel (léase Ezequiel 34:15, 16). De igual modo, los superintendentes cristianos quieren y deben ayudar a las ovejas que se han alejado del rebaño.
-
-
Ayúdelos para que regresen lo antes posibleLa Atalaya 2008 | 15 de noviembre
-
-
¿Se sintieron agobiados por “las inquietudes de la vida”?
5, 6. a) ¿Por qué es importante escuchar atentamente a los hermanos que se han hecho inactivos? b) ¿Cómo ayudaría usted a un hermano inactivo a darse cuenta de que alejarse de la congregación le ha perjudicado?
5 Si el hermano inactivo desea abrir su corazón, el anciano o el publicador que lo visita debe escucharlo atentamente, pues solo así sabrá cómo ayudarlo. Supongamos que usted es un anciano y visita a un matrimonio que lleva tiempo sin asistir a las reuniones a causa de “las inquietudes de la vida” (Luc. 21:34). Tal vez los problemas económicos o las obligaciones familiares los llevaron poco a poco a hacerse inactivos. Si le dicen que necesitan un respiro, tal vez podría mencionarles que la solución no está en aislarse (léase Proverbios 18:1). Podría preguntarles con tacto: “¿Son más felices desde que dejaron de asistir a las reuniones? ¿Ha mejorado su vida familiar? ¿Sienten todavía el gozo que tienen las personas que confían en Jehová?” (Neh. 8:10).
6 Este tipo de preguntas puede ayudar a los inactivos a comprender que desde que se alejaron de la congregación su espiritualidad se ha debilitado y ya no son tan felices (Mat. 5:3; Heb. 10:24, 25). Y quizá se den cuenta de que ya no sienten el gozo que sentían antes, cuando predicaban las buenas nuevas (Mat. 28:19, 20). ¿Qué deberían hacer entonces?
7. ¿Qué podemos decirles a quienes se han apartado del rebaño?
7 Jesús dijo: “Presten atención a sí mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso, y por las inquietudes de la vida [...]. Manténganse despiertos, pues, en todo tiempo haciendo ruego para que logren escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder” (Luc. 21:34-36). A quienes se han alejado pero quieren volver a sentir la felicidad de antes les podemos aconsejar que oren a Jehová pidiéndole su espíritu santo y ayuda, y animarlos a actuar en conformidad con sus oraciones (Luc. 11:13).
¿Los hizo tropezar alguien?
8, 9. ¿Cómo podría un anciano ayudar a alguien que ha sufrido un tropiezo?
8 Como todos somos imperfectos, de vez en cuando se producen choques de personalidad en la congregación, lo cual puede hacer que algún hermano se sienta dolido y se aleje del pueblo de Dios. Hay quienes tropiezan cuando un miembro respetado de la congregación actúa en contra de los principios bíblicos. Si un anciano visita a un hermano que se alejó por este motivo, tal vez puede hacerle ver que no tiene ningún sentido cortar la relación con Dios y con su pueblo, puesto que Jehová no tiene la culpa de que alguien tropiece. ¿No sería mejor seguir sirviéndole con la confianza de que él, “el Juez de toda la tierra”, sabe lo que ha ocurrido y se encargará del asunto de la mejor manera? (Gén. 18:25; Col. 3:23-25.) Si alguien tropezara literalmente y se cayera, no se quedaría en el suelo; trataría de levantarse enseguida, ¿no es cierto?
9 El anciano podría mencionarle que, con el tiempo, algunos cristianos se han dado cuenta de que el asunto por el que tropezaron en realidad no era tan grave. Es posible incluso que la piedra de tropiezo ya haya desaparecido. Por otro lado, hay personas que se ofenden cuando les aplican alguna medida disciplinaria. En esos casos, la oración y la meditación pueden ayudarles a reconocer que en realidad merecían algún tipo de disciplina y que no debían haberse resentido (Sal. 119:165; Heb. 12:5-13).
¿Les costó aceptar alguna enseñanza?
10, 11. ¿Qué argumento usaría para ayudar a alguien que no está de acuerdo con una enseñanza bíblica?
10 Hay quienes han dejado el rebaño de Dios porque no estaban de acuerdo con alguna enseñanza bíblica. En la antigüedad, los israelitas que fueron liberados del cautiverio egipcio olvidaron lo que Dios había hecho por ellos y “no esperaron su consejo” (Sal. 106:13). Tal vez sería útil recordarle al hermano que “el esclavo fiel y discreto” suministra excelente alimento espiritual (Mat. 24:45). De hecho, fue gracias a ese alimento que llegó a conocer la verdad. ¿No sería mejor que regresara a la senda de la verdad? (2 Juan 4.)
11 El anciano que está tratando de ayudar a un hermano inactivo podría hablarle de los discípulos de Jesús que lo abandonaron porque no estuvieron dispuestos a aceptar una de sus enseñanzas (Juan 6:53, 66). Al cortar la relación que tenían con Cristo y con los discípulos fieles, su espiritualidad y su gozo se vinieron abajo. ¿Y hoy día? ¿Acaso han encontrado los que se apartaron de la congregación otro lugar con alimento espiritual de calidad? No, porque no existe tal lugar.
¿Cometieron un pecado?
12, 13. ¿Cómo se puede ayudar al hermano inactivo que ha cometido un pecado grave?
12 Algunos cristianos dejaron de predicar y de asistir a las reuniones porque cometieron un pecado grave. Y temen que si vuelven a la congregación y se lo confiesan a los ancianos, serán expulsados. Pero si ya no están practicando ningún pecado y están sinceramente arrepentidos, no serán expulsados (2 Cor. 7:10, 11). Al contrario, recibirán una cordial bienvenida, y los ancianos les darán la asistencia espiritual que necesiten.
-
-
Ayúdelos para que regresen lo antes posibleLa Atalaya 2008 | 15 de noviembre
-
-
“¡Bienvenido a casa, hijo!”
16-18. a) ¿Cómo ayudó un anciano a un hermano que llevaba muchos años inactivo? b) ¿Por qué se había hecho inactivo el hermano? ¿Qué fue lo que le impulsó a volver? ¿Cómo lo recibió la congregación?
16 Un superintendente comenta: “Nuestro cuerpo de ancianos trata de visitar a todos los inactivos. Recuerdo el caso de un hermano al que le había enseñado la verdad y que llevaba veinticinco años inactivo. Él estaba pasando por graves problemas, así que le expliqué cómo podrían ayudarle los principios bíblicos. Al cabo de un tiempo, empezó a asistir al Salón del Reino y aceptó un estudio bíblico, pues quería fortalecer su determinación de regresar a la verdad”.
-