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Fortalezcámonos unos a otrosLa Atalaya 2004 | 1 de mayo
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Asimismo exige humildad reconocer que podemos necesitar ayuda en tiempos de angustia. Pablo no solo admitió que la necesitaba, sino que la agradeció y elogió a quienes se la dieron. No consideró que aceptarla fuera un síntoma de debilidad ni una humillación, y nosotros tampoco deberíamos pensarlo. Decir que nunca nos hace falta que otros nos fortalezcan equivale a afirmar que somos superhombres o supermujeres. Y recordemos que el ejemplo de Jesús muestra que, a veces, hasta un ser humano perfecto puede necesitar clamar por ayuda (Hebreos 5:7).
9, 10. ¿Qué bien se logra cuando una persona reconoce que necesita ayuda, y qué influencia puede tener este hecho en otros miembros de la familia o la congregación?
9 Se logra mucho bien cuando quienes ocupan puestos de responsabilidad admiten que tienen limitaciones y que dependen del apoyo de otros (Santiago 3:2). Ese reconocimiento fortalece los lazos entre los que poseen tal autoridad y los que se hallan sujetos a ella, lo cual fomenta la comunicación franca y afectuosa. La humildad de quienes están dispuestos a aceptar ayuda sirve de ejemplo a los que se encuentran en situaciones parecidas, y muestra que los hermanos que llevan la delantera también son seres humanos y son accesibles (Eclesiastés 7:20).
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Fortalezcámonos unos a otrosLa Atalaya 2004 | 1 de mayo
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De igual manera, los miembros de la congregación estarán en mejor disposición de recibir la ayuda de los ancianos si entienden que, al igual que ellos, estos se enfrentan a problemas, temores y ansiedades (Romanos 12:3; 1 Pedro 5:3). También en este caso se fomentará la buena comunicación, que permitirá examinar los consejos bíblicos y robustecer la fe. No olvidemos que nuestros hermanos necesitan ser fortalecidos ahora más que nunca (2 Timoteo 3:1).
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