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    Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
    • Sin embargo, según lo entendían entonces, la selección de ancianos y diáconos que les ayudaran se hacía mediante el voto de la congregación. Anualmente, o con más frecuencia si era necesario, se estudiaban las aptitudes de los que pudieran servir, y se votaba. Era básicamente un procedimiento democrático, pero con limitaciones que funcionaban como salvaguarda. Se instaba a toda la congregación a repasar con detenimiento los requisitos bíblicos y a expresar por medio del voto, no su opinión personal, sino lo que creían que era la voluntad del Señor. Puesto que solo los que estaban “plenamente consagrados” podían votar, se consideraba su voto colectivo, guiado por la Palabra y el espíritu del Señor, como la expresión de Su voluntad al respecto. Aunque quizás el hermano Russell no estuviera plenamente al tanto de ello, puede que la razón de recomendar aquel procedimiento se debiera hasta cierto grado, no solo a que él estuviera decidido a evitar todo lo que diera la impresión de ser una clase clerical exaltada, sino también a sus propios antecedentes en la Iglesia Congregacional siendo aún adolescente.

      Cuando en el tomo de Millennial Dawn (La Aurora del Milenio) titulado The New Creation (La nueva creación, publicado en 1904), se explicó de nuevo en detalle el papel de los ancianos y cómo deberían seleccionarse, se dio atención especial a Hechos 14:23. Se citaron concordancias compiladas por James Strong y Robert Young como autoridades para traducir la declaración “habiéndoles ordenado ancianos” (VA) por “habiéndoles elegido ancianos levantando las manos”.d Algunas traducciones de la Biblia dicen incluso que los ancianos eran ‘nombrados por votación’ (Literal Translation of the Holy Bible, de Young; Emphasised Bible, de Rotherham). No obstante, ¿quiénes deberían votar?

      Adoptar el parecer de que toda la congregación debía votar no produjo siempre los resultados esperados. Los que votaban tenían que ser personas “plenamente consagradas”, y algunos de los que eran elegidos satisfacían realmente los requisitos y servían con humildad a sus hermanos. Pero a menudo la votación reflejaba preferencia personal, más bien que la dirección de la Palabra y el espíritu de Dios. Así, en Halle (Alemania), cuando algunos que pensaban que debían ser ancianos no consiguieron el puesto deseado, causaron mucha disensión. En Barmen (Alemania), entre los candidatos de 1927 hubo hombres que se oponían a la obra de la Sociedad, y a la hora de la elección hubo mucho griterío cuando se levantaron las manos. Fue necesario hacer la votación de forma secreta.

      En 1916, unos años antes de estos incidentes, el hermano Russell había escrito muy preocupado: “En algunas Clases reina una situación horrible a la hora de la elección. Los siervos de la Iglesia tratan de hacerse gobernantes, dictadores; a veces hasta presiden con el propósito obvio de asegurarse de que ellos y sus amigos allegados sean elegidos Ancianos y Diáconos. [...] Otros tratan de aprovecharse de la Clase con sigilo haciendo que la elección se efectúe en algún momento especialmente propicio para ellos y para sus amigos. Otros tratan de llenar el sitio de reunión con sus amigos, y traen a personas relativamente extrañas que no piensan asistir regularmente a la Clase, pero que vienen solo para votar por sus amigos en acto de solidaridad”.

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    Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios
    • [Recuadro en la página 207]

      ¿Por qué el cambio?

      Cuando se le preguntó a C. T. Russell por qué cambió de parecer respecto a la selección de ancianos en los diferentes grupos del pueblo del Señor, contestó:

      “Ante todo, me apresuro a asegurarles que nunca he afirmado ser infalible. [...] No negamos que nuestro conocimiento está aumentando y que ahora vemos desde un punto de vista algo diferente la voluntad del Señor en lo que respecta a los Ancianos o líderes de los diferentes grupos pequeños de Su pueblo. Nuestro error de juicio fue esperar demasiado de nuestros queridos hermanos que, por haber comenzado temprano en la Verdad, se convirtieron naturalmente en los líderes de estas pequeñas compañías. La opinión ideal que abrigábamos inocentemente en cuanto a ellos era que el conocimiento de la Verdad los haría más humildes y, como resultado, reconocerían su propia insignificancia y que todo lo que sabían y podían comunicar a otros lo harían por ser sus portavoces y porque él los utilizaba. Nuestras esperanzas ideales eran que estos serían ejemplos del rebaño en todo sentido de la palabra; y que si la providencia divina llevaba al grupito de la compañía a uno o más individuos igual de competentes —o hasta más competentes— en presentar la Verdad, el espíritu del amor los guiaría a mostrarse honra unos a otros, y así a ayudarse e instarse unos a otros a participar en el servicio de la Iglesia, el cuerpo de Cristo.

      ”Con esto presente, pensamos que las mayores medidas de bondad y verdad necesarias en este tiempo y apreciadas por los del pueblo consagrado del Señor harían innecesario que siguieran el proceder señalado por los apóstoles de la Iglesia primitiva. Nuestro error fue que no nos dimos cuenta de que los procedimientos esquematizados por los apóstoles bajo supervisión divina son superiores a todo lo que otros puedan formular, y que la Iglesia en conjunto necesitaría las reglas instituidas por los apóstoles hasta que, por nuestro cambio en la resurrección, todos seamos completados y perfeccionados, y disfrutemos de relación directa con el Amo.

      ”Poco a poco nos dimos cuenta de nuestro error al percibir que hasta cierto grado había un espíritu de rivalidad entre los hermanos, y que muchos tenían el deseo de llevar la delantera en las reuniones por considerarlo un cargo en vez de un servicio, y de excluir y estorbar el que llegaran a ser líderes otros hermanos de igual habilidad natural y de igual conocimiento de la Verdad y aptitud en el manejo de la espada del Espíritu.”—“Zion’s Watch Tower”, 15 de marzo de 1906, página 90.

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