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    • El profeta Elías

      CAPÍTULO 10

      Fiel defensor de la adoración pura

      1, 2. a) ¿En qué difícil situación se hallan los israelitas? b) ¿Quiénes llegan también al monte Carmelo?

      ELÍAS, el profeta de Dios, contempla a la multitud subir con dificultad las faldas del monte Carmelo. Incluso a la débil luz del amanecer, resulta evidente que el pueblo está sumido en la pobreza. Los tres años y medio de sequía han dejado su huella.

      2 Entre la gente se abren paso con orgullo los 450 sacerdotes de Baal. Salta a la vista que odian a muerte al fiel profeta. Aunque la reina Jezabel ya ha ejecutado a muchos siervos de Dios, Elías aún se opone con firmeza al culto a Baal. Pero ¿cuánto más resistirá? Esos profetas falsos quizá piensen que un solo hombre jamás podrá con todos ellos (1 Rey. 18:4, 19, 20). También llega en su carruaje el rey Acab, quien tampoco le tiene ninguna simpatía a Elías.

      3, 4. a) ¿Por qué es probable que Elías sienta algo de miedo? b) ¿Qué preguntas responderemos?

      3 A este solitario profeta le espera el día más extraordinario de su vida. Ante sus ojos se producirá uno de los enfrentamientos entre el bien y el mal más impactantes de la historia. ¿Cómo debe sentirse a medida que se acerca ese momento? La Biblia explica que Elías era un “hombre de sentimientos semejantes a los nuestros”, así que no sería raro que tuviera algo de miedo (lea Santiago 5:17). Lo que está claro es que, frente a un pueblo infiel, un rey apóstata y unos sacerdotes sedientos de sangre, Elías debe sentirse terriblemente solo (1 Rey. 18:22).

      4 ¿Cómo ha llegado la nación de Israel a esta lamentable situación? ¿Y qué podemos aprender nosotros del relato? Analicemos el ejemplo de fe del profeta Elías y veamos cómo nos beneficia en la actualidad.

      Una antigua disputa

      5, 6. a) ¿Qué antigua disputa se libraba en Israel? b) ¿Cómo había ofendido a Jehová el rey Acab?

      5 Durante la mayor parte de su vida, Elías había observado con impotencia cómo se pasaba por alto y se pisoteaba lo que debía ser lo más importante para el pueblo: la adoración al Dios verdadero. Desde hacía mucho tiempo, numerosos israelitas se habían apartado de servir a Jehová para dar culto a los dioses falsos de las naciones vecinas. Pero en los días del profeta Elías, esta antigua disputa entre la religión verdadera y la falsa llegó a un punto extremo.

      6 El rey Acab había ofendido gravemente a Jehová. Se había casado con Jezabel, la hija del rey de Sidón. Ella estaba decidida a erradicar la adoración a Jehová y a difundir el culto a Baal por todo Israel. Acab se dejó influir enseguida por su esposa y edificó un templo y un altar a Baal. De hecho, dio un terrible ejemplo al pueblo postrándose ante ese dios pagano (1 Rey. 16:30-33).

      7. a) ¿Por qué era tan horrible el culto a Baal? b) ¿Por qué podemos estar seguros de que la Biblia no se contradice con respecto a la duración de la sequía? (Vea el recuadro.)

      7 ¿Por qué era tan horrible el culto a Baal? En primer lugar, porque había desviado a la nación de servir al Dios verdadero. Y además, se trataba de una religión depravada y cruel, en la que hombres y mujeres se dedicaban a la prostitución ritual, se practicaban orgías sexuales, y hasta se sacrificaban niños. Por eso, Jehová había enviado a Elías ante Acab para anunciarle una sequía que duraría hasta que el profeta mismo decretara su fin (1 Rey. 17:1). Pasaron algunos años antes de que Elías volviera a presentarse ante el rey, y cuando lo hizo, fue para decirle que reuniera al pueblo y a los sacerdotes de Baal en el monte Carmelo.a

      En cierto sentido, las principales prácticas del culto a Baal siguen estando muy extendidas

      8. ¿Qué relevancia puede tener para nosotros hoy día un relato sobre el culto a Baal?

      8 Pero ¿qué tiene que ver esta disputa con nosotros? ¿Qué relevancia puede tener hoy un relato sobre el culto a Baal? Al fin y al cabo, ya no existen ni templos ni altares a este dios. Sin embargo, no se trata de una simple historia del pasado (Rom. 15:4). La palabra baal significa “dueño” o “amo”, y Jehová pedía a su pueblo que lo escogiera a él como su “baal”, como su “dueño marital” (Is. 54:5). ¿No le parece que la gente todavía sirve a una gran variedad de “amos” en lugar de al Dios todopoderoso? Las personas escogen y adoran a un amo distinto de Jehová cuando hacen que su vida gire en torno al dinero, la profesión, las diversiones, los placeres sexuales o cualquier otro de los innumerables “dioses” que hoy existen (Mat. 6:24; lea Romanos 6:16). En cierto sentido, las principales prácticas del culto a Baal siguen estando muy extendidas. Como podemos ver, examinar el enfrentamiento que surgió entre Jehová y Baal en el pasado puede ayudarnos a analizar a quién servimos nosotros hoy día.

      ¿En qué sentido estaban “cojeando”?

      9. a) ¿Por qué era el monte Carmelo el lugar ideal para demostrar que el culto a Baal era un claro engaño? (Vea también la nota.) b) ¿Qué le dijo Elías al pueblo?

      9 Desde su cumbre, el monte Carmelo cuenta con una espectacular vista: desde el cercano mar Grande (el Mediterráneo) y el valle torrencial de Cisón, abajo, hasta las distantes montañas del Líbano al norte.b Pero, conforme sale el Sol en este día trascendental, la luz pone al descubierto un paisaje deprimente. La fértil tierra que Jehová había entregado a los hijos de Abrahán se ha convertido en un terreno estéril y abrasado por el sol, arruinado por la insensatez del propio pueblo de Dios. Elías se presenta ante los israelitas allí reunidos y dice: “¿Hasta cuándo irán cojeando sobre dos opiniones diferentes? Si Jehová es el Dios verdadero, vayan siguiéndolo; pero si Baal lo es, vayan siguiéndolo a él” (1 Rey. 18:21).

      10. ¿En qué sentido estaban los israelitas “cojeando sobre dos opiniones”, y qué verdad fundamental habían olvidado?

      10 ¿Qué quiso decir Elías con la expresión “cojeando sobre dos opiniones”? Aquellas personas no se daban cuenta de que tenían que elegir entre adorar a Baal y adorar a Jehová. Pensaban que podían hacer las dos cosas al mismo tiempo: por un lado, apaciguar a Baal con sus repugnantes ritos, y, por otro, pedirle a Jehová que los cuidara. Quizás razonaban que Baal bendeciría sus cosechas y su ganado, mientras que “Jehová de los ejércitos” los protegería en el campo de batalla (1 Sam. 17:45). Pero habían olvidado una verdad fundamental, una verdad que muchos olvidan hoy también: Jehová no comparte su adoración con nadie. El Creador exige y merece que se le dé devoción a él exclusivamente. Por eso, toda adoración que se le rinda pero que esté mezclada con cualquier forma de idolatría es para él inaceptable y hasta ofensiva (lea Éxodo 20:5).

      11. ¿Qué nos motiva a hacer la advertencia que dio Elías en el monte Carmelo?

      11 Así que aquellos israelitas estaban “cojeando”, o saltando de un pie al otro, como quien intenta seguir dos caminos a la vez. Hoy día, muchos cometen un error parecido al permitir que otros “baales” entren en su vida y los vayan apartando de su servicio a Dios. Esta clara advertencia de Elías nos motiva a examinar nuestra adoración a Jehová y ver a qué cosas les estamos dando más importancia en nuestra vida.

      Una prueba decisiva

      12, 13. a) ¿Qué prueba propone Elías? b) ¿Cómo demostramos que confiamos en Jehová tal como lo hizo Elías?

      12 A continuación, Elías les propone a los sacerdotes de Baal una prueba clara y sencilla. Tienen que preparar un altar y poner un sacrificio sobre él, orar a su dios y pedirle que encienda el fuego. Y Elías, por su parte, hará lo mismo. ¿Con qué objetivo? El profeta explica que el Dios “que responda por medio de fuego es el Dios verdadero”. Por supuesto, Elías sabe muy bien quién es el Dios verdadero. De hecho, su fe es tan fuerte que hasta les da a sus enemigos todas las ventajas. Les dice que vayan ellos primero. Así que, tras escoger el toro que quieren sacrificar, comienzan a suplicarle a Baal (1 Rey. 18:24, 25).c

      13 Aunque es cierto que actualmente ya no ocurren milagros como en aquel entonces, Jehová no ha cambiado, y podemos confiar en él tal como lo hizo Elías. Por ejemplo, cuando nos encontramos con personas que están en desacuerdo con lo que la Biblia afirma, no debemos temer que expresen sus ideas. Al igual que Elías, dejemos que sea el Dios verdadero quien zanje la cuestión. ¿Cómo lo haremos? En vez de confiar en nosotros mismos, apoyémonos en su Palabra inspirada, que fue escrita “para rectificar las cosas” (2 Tim. 3:16).

      Elías veía el culto a Baal como una farsa absurda y quería desenmascararlo ante todo el pueblo

      14. ¿Cómo se burló Elías de los profetas de Baal, y por qué lo hizo?

      14 Los profetas de Baal ya han preparado su sacrificio y están clamando a su dios. “¡Oh Baal, respóndenos!”, gritan una y otra vez. Van pasando los minutos y las horas. “Pero no hubo voz, y no hubo quien respondiera”, dice la Biblia. Al mediodía, Elías empieza a ridiculizar a aquellos impostores, afirmando en son de burla que Baal debe estar muy ocupado para responderles, que estará haciendo sus necesidades o que se habrá quedado dormido y necesita que lo despierten. “Llamen a voz en cuello”, les sugiere. Evidentemente, veía el culto a Baal como lo que era: una farsa absurda, y quería desenmascararlo ante todo el pueblo (1 Rey. 18:26, 27).

      15. ¿Cómo demuestra el caso de los sacerdotes de Baal lo absurdo que es rechazar a Jehová como amo?

      15 Al oír esto, los sacerdotes de Baal se ponen aún más histéricos y empiezan a “clamar a voz en cuello y a cortarse según su costumbre con dagas y con lancetas, hasta que hicieron chorrear la sangre sobre sí”. ¡Y todo para nada! “No hubo voz, y no hubo quien respondiera, y no se prestó ninguna atención.” (1 Rey. 18:28, 29.) Así es, Baal no existía; no era más que una invención de Satanás para apartar a la gente de Jehová. La lección es clara como el agua: no hay mejor amo que Jehová y todo el que siga a otro dios sufrirá decepción y vergüenza (lea Salmo 25:3 y 115:4-8).

      La respuesta

      16. a) ¿Qué es posible que recordaran los israelitas al ver el altar de Jehová que Elías estaba reparando? b) ¿Cómo demostró Elías que confiaba plenamente en Jehová?

      16 Ya a última hora de la tarde, le llega el turno a Elías para ofrecer su sacrificio. Primero repara un altar de Jehová que había sido demolido, sin duda por los enemigos de la adoración pura. En total utiliza 12 piedras, tal vez para que las 10 tribus que ahora forman la nación de Israel recuerden que aún están bajo la Ley que Jehová dio a las 12 tribus en tiempos de Moisés. Entonces prepara su sacrificio y empapa todo con agua, posiblemente obtenida del cercano mar Mediterráneo. Incluso cava una zanja alrededor del altar y la llena de agua. Como vemos, a diferencia de todas las ventajas que les dio a los profetas de Baal, Elías pone toda clase de obstáculos para que su sacrificio prenda fuego. Así demuestra que confía plenamente en el poder de su Dios (1 Rey. 18:30-35).

      La oración de Elías reveló cuánto le importaban sus hermanos israelitas, pues su deseo era que Jehová volviera “atrás el corazón de ellos”

      17. ¿Cómo reveló la oración de Elías las cosas que le preocupaban, y cómo podemos imitarlo nosotros cuando oramos?

      17 A continuación, Elías hace una oración sencilla en la que revela claramente qué cosas le preocupan. Lo primero y más importante para él es dar a conocer que Jehová es el único “Dios en Israel”, y no ese Baal. Lo segundo es que sepan que él no es más que un siervo de Dios, así que toda la gloria y el mérito debe darse a Jehová. Por último, también vemos que sigue preocupado por sus hermanos israelitas, pues desea que Jehová vuelva “atrás el corazón de ellos” y se arrepientan (1 Rey. 18:36, 37). Pese a las desgracias que han provocado por su falta de fe, Elías todavía los ama. ¿Qué hay de nuestras oraciones? ¿Revelan el mismo amor por el nombre de Dios, la misma humildad y la misma compasión por quienes necesitan ayuda?

      18, 19. a) ¿Cómo contestó Jehová la oración de Elías? b) ¿Qué le ordenó Elías al pueblo, y por qué no merecían los sacerdotes de Baal ninguna compasión?

      18 Cuando Elías comenzó a orar, es posible que muchos se preguntaran si Jehová resultaría ser un dios tan falso y decepcionante como Baal. Pero, al concluir la oración, toda duda se disipa, pues el relato dice que “el fuego de Jehová vino cayendo, y se puso a comer la ofrenda quemada y los pedazos de leña y las piedras y el polvo, y lamió el agua que estaba en la zanja” (1 Rey. 18:38). ¡Qué respuesta tan espectacular! ¿Cómo reacciona el pueblo?

      Cae fuego del cielo y consume el sacrificio de Elías a la vista de los profetas de Baal

      “Ante eso, el fuego de Jehová vino cayendo”

      19 Todos gritan: “¡Jehová es el Dios verdadero! ¡Jehová es el Dios verdadero!” (1 Rey. 18:39). Por fin reconocen la verdad. Ahora bien, ¿basta con eso? Bueno, admitir que Jehová es el Dios verdadero después de ver fuego cayendo del cielo no es que sea una gran demostración de fe. Así que Elías les pide que prueben su fe de otra manera. Les pide que hagan lo que deberían haber hecho muchos años antes: obedecer la Ley de Jehová. Y la Ley mandaba ejecutar a los falsos profetas y a los idólatras (Deut. 13:5-9). Los sacerdotes de Baal eran enemigos declarados de Jehová y estaban empeñados en frustrar sus propósitos. ¿Merecían alguna compasión? Pues bien, ¿acaso sintieron ellos la más mínima compasión por todos los niños inocentes que quemaron vivos en sacrificio a Baal? (Lea Proverbios 21:13; Jer. 19:5.) Definitivamente, aquellos hombres merecían la muerte. De modo que Elías ordena que sean ejecutados, y el pueblo obedece (1 Rey. 18:40).

      20. ¿Por qué no son válidas las críticas que algunos han hecho sobre la ejecución de los profetas de Baal?

      20 En la actualidad, algunos críticos condenan el desenlace de esta prueba en el monte Carmelo. Hay quienes temen que fanáticos religiosos puedan utilizarlo para justificar actos violentos. Y desgraciadamente, existen muchos extremistas de esta clase. Pero Elías no era ningún fanático. Lo que hizo fue obedecer a Jehová ordenando una ejecución justa. Por otra parte, los verdaderos cristianos saben que, a diferencia de Elías, no pueden tomar las armas contra los malvados. Más bien, siguen la norma que Jesús fijó para todos sus discípulos cuando le dijo a Pedro: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán por la espada” (Mat. 26:52). En el futuro, será Jehová quien haga justicia por medio de su Hijo Jesucristo.

      21. ¿Por qué es Elías un ejemplo de fe para todos nosotros?

      21 Los cristianos verdaderos debemos demostrar nuestra fe por el modo en que vivimos (Juan 3:16). Elías nos puso un excelente ejemplo. Él adoró únicamente a Jehová y animó a los demás a hacer lo mismo. Con valentía, denunció que el culto a Baal era un engaño, una religión inventada por Satanás para alejar a la gente de Jehová. Pero a fin de zanjar esta importante cuestión, Elías no confió en sí mismo, sino en Dios. Está claro que fue un fiel defensor de la adoración pura, un gran ejemplo de fe que todos hacemos muy bien en imitar.

      ¿Cuánto duró la sequía?

      Elías le dijo al rey Acab que aquella larga sequía pronto iba a terminar. Esto ocurrió “al tercer año”, contando desde el día que Elías anunció la sequía (1 Rey. 18:1). Y Jehová hizo que lloviera poco después de que su profeta lo predijera. Quizás por eso algunos concluyen que la sequía terminó en el transcurso del tercer año y que, por tanto, debió durar menos de tres años. Sin embargo, tanto Jesús como Santiago afirmaron que la sequía se prolongó por “tres años y seis meses” (Luc. 4:25; Sant. 5:17). ¿Se trata de una contradicción?

      No, en absoluto. Tengamos en cuenta que la temporada seca en el antiguo Israel era bastante larga, de hasta seis meses. De seguro, Elías le anunció a Acab la sequía cuando la estación seca ya estaba siendo excepcionalmente larga e intensa. En realidad, había empezado casi medio año antes. Así que cuando Elías proclamó su fin “al tercer año” desde el día en que la anunció, llevaba sin llover casi tres años y medio. Cuando todo el pueblo se reunió para ser testigo de la gran prueba en el monte Carmelo, ya habían transcurrido los “tres años y seis meses”.

      Piense también en la ocasión en que Elías le anunció al rey Acab la sequía. La gente creía que Baal era “el jinete de las nubes”, el dios que traería la lluvia al final de la temporada seca. Como esta ya estaba durando más de lo normal, es probable que se preguntaran: “¿Dónde está Baal, y cuándo traerá la lluvia?”. El anuncio de Elías de que no caería ni lluvia ni rocío hasta que él dijera lo contrario debió ser un tremendo golpe para aquellos idólatras (1 Rey. 17:1).

      a Consulte el recuadro “¿Cuánto duró la sequía?”.

      b El monte Carmelo generalmente está verde y frondoso debido a que los vientos procedentes del mar, cargados de humedad, ascienden por sus laderas y las bañan de lluvias y abundante rocío. Puesto que se decía que Baal traía la lluvia, este monte era al parecer un lugar clave en su adoración. Así que, ahora que estaba tan estéril y árido, constituía el sitio ideal para demostrar que el culto a Baal era un claro engaño.

      c Cabe notar lo que Elías les dijo con respecto al sacrificio: “No deben ponerle fuego”. Algunos expertos afirman que los idólatras a veces usaban altares con una cavidad secreta debajo, de modo que pareciera que una fuerza sobrenatural había encendido el fuego.

  • Se mantuvo vigilante y esperó con confianza
    Ejemplos de fe
    • El profeta Elías

      CAPÍTULO 11

      Se mantuvo vigilante y esperó con confianza

      1, 2. ¿Con qué desagradable tarea debía cumplir Elías, y en qué sentido eran Elías y Acab polos opuestos?

      ELÍAS ansía estar a solas para orarle a su Padre celestial. Sin embargo, la muchedumbre que lo rodea acaba de ver cómo Jehová respondió a su petición de que bajara fuego del cielo, por lo que probablemente muchos traten de llegar hasta donde él para que los bendiga. Además, antes de poder ir a orar en privado a Dios en las cumbres del monte Carmelo, Elías debe cumplir con la desagradable tarea de hablar con el rey Acab.

      2 Elías y Acab son polos opuestos. Acab, vestido con su espléndido ropaje real, es un apóstata codicioso que se deja influir con facilidad. En cambio, Elías, con su vestimenta oficial de profeta —posiblemente una sencilla y tosca prenda confeccionada con piel animal o con pelo de camello o de cabra—, es un hombre de fe, valiente e íntegro. Este día que está a punto de concluir ha revelado la clase de hombre que es cada uno.

      3, 4. a) ¿Por qué ha sido un día humillante para Acab y los adoradores de Baal? b) ¿Qué preguntas contestaremos?

      3 Ha sido un día humillante para Acab y los demás adoradores de Baal. Se ha asestado un golpe devastador a la religión pagana que Acab y su esposa, la reina Jezabel, promueven en las 10 tribus de Israel. Baal ha resultado ser una auténtica decepción. A pesar de las súplicas desesperadas, las danzas y los sangrientos rituales de sus profetas, este dios falso ha sido incapaz de encender un simple fuego. Tampoco ha podido librar a estos 450 sacerdotes de una ejecución bien merecida. Pero ha fallado en algo más, y ese fracaso está a punto de evidenciarse por completo. Por más de tres años, sus profetas le han estado rogando que ponga fin a la sequía que padece el país, pero Baal no ha respondido. Sin embargo, Jehová no tardará en hacer que llueva y demostrar así que no hay otro Dios como él (1 Rey. 16:30–17:1; 18:1-40).

      4 Pero ¿cuándo intervendrá Jehová? ¿Qué hace Elías mientras tanto? ¿Qué podemos aprender de este hombre de fe? Lo veremos al examinar más detenidamente el relato (lea 1 Reyes 18:41-46).

      Un hombre de oración

      5. Mencione lo que Elías le dijo a Acab y explique si este rey demostró haber aprendido algo de lo ocurrido.

      5 Elías le dice a Acab: “Sube, come y bebe; porque hay el sonido de la ruidosa agitación de un aguacero”. ¿Ha aprendido algo este perverso rey de todo lo ocurrido ese día? El relato no da más detalles, pero no vemos palabras de arrepentimiento ni ninguna petición al profeta para que interceda ante Jehová a fin de obtener su perdón. No, Acab simplemente “procedió a subir a comer y beber” (1 Rey. 18:41, 42). Pero ¿qué dice el registro sobre Elías?

      6, 7. ¿Qué le pidió Elías a Jehová, y por qué?

      6 “En cuanto a Elías —continúa el relato—, subió a la cima del Carmelo y empezó a agazaparse a tierra y a mantener su rostro puesto entre las rodillas.” Mientras Acab se preocupa de llenarse el estómago, a Elías se le presenta la oportunidad de orar a su Padre celestial. ¿No le llama la atención la humilde postura que adopta el profeta? Está arrodillado con la cabeza tan agachada que el rostro le queda en las rodillas. ¿Qué está pidiendo? No hace falta que lo adivinemos, pues la Biblia dice en Santiago 5:18 que Elías oró para que se acabara la sequía, y todo indica que el profeta elevó dicha oración cuando se hallaba en la cima del monte Carmelo.

      Elías se arrodilla para orar

      Las oraciones de Elías reflejaban su enorme deseo de ver cumplida la voluntad de Dios

      7 Elías sabe que Jehová había dicho: “Estoy resuelto a dar lluvia sobre la superficie del suelo” (1 Rey. 18:1). Por lo tanto, lo que en esencia pide es que se haga la voluntad de Dios, lo mismo que Jesús enseñaría a sus discípulos a pedir en oración unos mil años más tarde (Mat. 6:9, 10).

      8. ¿Qué nos enseña el ejemplo de Elías sobre la oración?

      8 El ejemplo de Elías nos enseña mucho sobre la oración. Lo principal para él era que se cumpliera la voluntad de Jehová. Del mismo modo, nosotros al orar debemos recordar las siguientes palabras: “No importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, [Dios] nos oye” (1 Juan 5:14). Claro, para saber lo que podemos incluir en nuestras oraciones, primero debemos conocer cuál es la voluntad de Dios, y esa es una buena razón para estudiar su Palabra con regularidad. Por otro lado, es probable que Elías rogara por el fin de la sequía al ver todo lo que sus hermanos israelitas estaban sufriendo. Y es posible que también diera gracias a Jehová por el milagro que había efectuado aquel mismo día. De igual manera, nuestras oraciones también deben reflejar que estamos sinceramente agradecidos por sus bondades y que nos preocupamos por el bienestar de los demás (lea 2 Corintios 1:11 y Filipenses 4:6).

      Con plena confianza y actitud vigilante

      9. ¿Qué le ordenó Elías a su servidor, y qué dos lecciones aprendemos de lo que hizo?

      9 Si bien Elías está seguro de que Jehová terminará con la sequía, de lo que no está seguro es de cuándo lo hará. ¿Qué hace el profeta mientras espera a que Jehová actúe? Notemos lo que dice el relato: “[Elías le] dijo a su servidor: ‘Sube, por favor. Mira en dirección al mar’. Él subió, pues, y miró, y entonces dijo: ‘No hay nada absolutamente’”. Entonces el profeta “pasó a decir: ‘Vuelve’, siete veces” (1 Rey. 18:43). El ejemplo de Elías nos enseña por lo menos dos lecciones: que tenemos que confiar en Jehová y que debemos mantener una actitud vigilante.

      Elías estaba atento a cualquier señal de que Dios actuaría

      10, 11. a) ¿Cómo demostró Elías que confiaba en la promesa de Jehová? b) ¿Por qué podemos tener nosotros la misma confianza que tuvo Elías?

      10 Elías tiene total confianza en la promesa que Jehová ha hecho, y por eso anhela ver cualquier indicio de que él va a actuar. Así que manda a su ayudante a un lugar alto para buscar en el horizonte alguna señal de lluvia inminente. Cada vez que regresa, su siervo le repite sin entusiasmo: “No hay nada absolutamente”. El horizonte se ve claro, y el cielo, completamente despejado. Pero ¿nota usted algo extraño en el relato? Recuerde lo que Elías le acababa de decir al rey: “Hay el sonido de la ruidosa agitación de un aguacero”. Pues bien, ¿cómo puede afirmar tal cosa cuando no se ve ni una sola nube?

      11 Elías sabe lo que Jehová ha prometido. Y como su profeta y representante, está seguro de que cumplirá su palabra. Tanta confianza tiene en él que es como si ya escuchara el aguacero. Puede que esto nos recuerde lo que la Biblia dice de Moisés: “Continuó constante como si viera a Aquel que es invisible”. ¿Es Dios así de real para nosotros? Lo cierto es que nos ha dado razones de sobra para tener esa clase de fe en él y en sus promesas (Heb. 11:1, 27).

      12. ¿Cómo manifestó Elías una actitud vigilante, y cómo reaccionó al enterarse de que había una pequeña nube en el horizonte?

      12 Ahora fijémonos en la actitud vigilante que manifiesta Elías. El profeta manda volver a su servidor, no una vez ni dos, sino siete veces. De seguro, el siervo debe estar cansado de tanto ir y venir. Pero Elías no se da por vencido y sigue pendiente de una señal. Por fin, después del séptimo viaje, el ayudante le informa: “¡Mira! Hay una nubecilla como la palma de la mano de un hombre, que viene ascendiendo del mar”. ¿Se imagina al servidor con su brazo extendido, indicando con la mano el tamaño de la nube sobre el horizonte del mar Grande? Puede que él no esté demasiado impresionado, pero para Elías aquella pequeña nube es importantísima. A continuación le da estas instrucciones urgentes: “Sube, di a Acab: ‘¡Engancha el carro! ¡Y baja para que no te detenga el aguacero!’” (1 Rey. 18:44).

      13, 14. a) ¿Cómo podemos mantenernos vigilantes como Elías? b) ¿Qué razones tenemos para actuar con urgencia?

      13 De nuevo, Elías nos da un gran ejemplo. Nosotros también vivimos en una época en la que Dios pronto actuará para cumplir su voluntad. Elías tuvo que esperar el fin de una sequía, y hoy los siervos de Dios esperamos el fin de este mundo malvado (1 Juan 2:17). Hasta que llegue ese momento, tenemos que permanecer vigilantes como Elías. Así se lo advirtió Jesús, el propio Hijo de Dios, a sus seguidores: “Manténganse alerta, pues, porque no saben en qué día viene su Señor” (Mat. 24:42). ¿Quiso decir que sus discípulos no tendrían ni la más mínima idea de cuándo vendría el fin? No, porque él habló largo y tendido sobre cómo sería el mundo en sus últimos días. Y nosotros hoy podemos ver cómo se están cumpliendo los numerosos aspectos de la señal de “la conclusión del sistema de cosas” (lea Mateo 24:3-7).

      Una pequeña nube bastó para convencer a Elías de que Jehová intervendría. ¿Acaso no tenemos nosotros razones para actuar con urgencia al ver la señal de los últimos días?

      14 Cada uno de los aspectos de esta señal nos suministra pruebas claras y convincentes. ¿Son suficientes estas pruebas para motivarnos a actuar con urgencia al servir a Jehová? Bueno, una pequeña nube en el horizonte fue suficiente para convencer a Elías de que Jehová estaba a punto de intervenir. Ahora bien, ¿se cumplieron las expectativas de este fiel profeta?

      Jehová ayuda y bendice

      15, 16. ¿Qué ocurrió a continuación, y qué preguntas quizá se hacía Elías sobre Acab?

      15 El relato sigue diciendo: “Mientras tanto aconteció que los cielos mismos se oscurecieron con nubes y viento, y empezó a haber un gran aguacero. Y Acab siguió adelante montado en su carro, y se encaminó a Jezreel” (1 Rey. 18:45). Todo ocurre muy rápido. Mientras el ayudante de Elías le entrega el mensaje a Acab, aquella pequeña nube se multiplica, cubriendo y oscureciendo el cielo, y empieza a soplar un fuerte viento. Después de tres años y medio, ¡por fin llueve sobre el suelo de Israel! La sedienta tierra absorbe con avidez el agua que cae. A medida que la lluvia se convierte en un aguacero, el río Cisón va ensanchándose y limpiando la sangre de los profetas de Baal allí ejecutados. Los israelitas ahora tienen la oportunidad de limpiarse también de la terrible mancha que la adoración de Baal ha dejado sobre la nación. ¿La aprovecharán?

      El profeta Elías y otros israelitas se alegran de que esté lloviendo

      “Y empezó a haber un gran aguacero”

      16 Eso es, seguramente, lo que Elías espera que hagan. Quizá también se pregunte cómo reaccionará el rey Acab, si al fin se arrepentirá y se apartará del repugnante culto a Baal. Después de todo, los sucesos de este día le han dado razones más que suficientes para hacerlo. Lo cierto es que no podemos saber exactamente lo que pasaba por la cabeza de este rey, pues el relato solo indica que “siguió adelante montado en su carro, y se encaminó a Jezreel”. ¿Habría aprendido algo? ¿Estaría decidido a cambiar? Lo que ocurre más adelante nos deja ver que no. En cualquier caso, el día aún no ha terminado, ni para él... ni para Elías.

      17, 18. a) ¿Qué le sucedió a Elías de camino a Jezreel? b) ¿Por qué fue tan extraordinario lo que le pasó mientras corría? (Vea también la nota.)

      17 Sin esperar más, el profeta de Jehová toma el mismo camino que Acab. Tiene por delante un largo trayecto, bajo los negros nubarrones y la intensa lluvia; pero entonces ocurre algo insólito.

      18 El relato explica: “La misma mano de Jehová resultó estar sobre Elías, de modo que él se ciñó las caderas y se fue corriendo delante de Acab todo el camino hasta Jezreel” (1 Rey. 18:46). Obviamente, la “mano de Jehová” estuvo sobre Elías de un modo sobrenatural. Jezreel se encontraba a unos 30 kilómetros (19 millas), y Elías no era precisamente lo que se dice un muchachito.a Imagínese cómo se ciñe sus largas prendas, se las anuda a la cadera para poder mover las piernas con libertad y empieza a correr por aquel camino empapado por la lluvia. Para su sorpresa, corre tan rápido que alcanza, adelanta y hasta deja atrás el carro del rey.

      19. a) ¿Qué profecías nos trae a la memoria la fuerza y vitalidad que sintió Elías? b) ¿De qué podía estar seguro Elías mientras corría hacia Jezreel?

      19 ¡Qué bendición para Elías! Debió ser una experiencia emocionante tener tanta fuerza, vitalidad y resistencia, tal vez incluso más que en su juventud. Lo que le ocurrió quizá nos traiga a la memoria las profecías que aseguran que los siervos fieles de Dios disfrutarán de vigor y salud perfecta en el futuro Paraíso terrestre (lea Isaías 35:6; Luc. 23:43). Pero lo más importante de todo es que, mientras corría por aquel largo camino, Elías podía estar completamente seguro de que contaba con el favor del único Dios verdadero, Jehová.

      20. ¿Qué debemos hacer para que Jehová nos bendiga?

      20 Dios desea de corazón darnos muchas bendiciones, y vale la pena que hagamos todo lo posible por obtenerlas. Al igual que Elías, debemos mantenernos vigilantes y prestar atención a las contundentes pruebas de que Jehová va a actuar en estos tiempos tan peligrosos y apremiantes. Y como este fiel profeta, tenemos razones de sobra para confiar plenamente en las promesas de Jehová, “el Dios de la verdad” (Sal. 31:5).

      a Poco después de todo esto, Jehová comisionó a Elías para que capacitara como profeta a Eliseo, quien llegó a ser conocido como el que “derramaba agua sobre las manos de Elías” (2 Rey. 3:11). Esto parece indicar que para entonces Elías ya era bastante mayor y necesitaba los cuidados de Eliseo como asistente.

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