-
Se mantuvo vigilante y esperó con confianzaEjemplos de fe
-
-
CAPÍTULO 11
Se mantuvo vigilante y esperó con confianza
1, 2. ¿Con qué desagradable tarea debía cumplir Elías, y en qué sentido eran Elías y Acab polos opuestos?
ELÍAS ansía estar a solas para orarle a su Padre celestial. Sin embargo, la muchedumbre que lo rodea acaba de ver cómo Jehová respondió a su petición de que bajara fuego del cielo, por lo que probablemente muchos traten de llegar hasta donde él para que los bendiga. Además, antes de poder ir a orar en privado a Dios en las cumbres del monte Carmelo, Elías debe cumplir con la desagradable tarea de hablar con el rey Acab.
2 Elías y Acab son polos opuestos. Acab, vestido con su espléndido ropaje real, es un apóstata codicioso que se deja influir con facilidad. En cambio, Elías, con su vestimenta oficial de profeta —posiblemente una sencilla y tosca prenda confeccionada con piel animal o con pelo de camello o de cabra—, es un hombre de fe, valiente e íntegro. Este día que está a punto de concluir ha revelado la clase de hombre que es cada uno.
3, 4. a) ¿Por qué ha sido un día humillante para Acab y los adoradores de Baal? b) ¿Qué preguntas contestaremos?
3 Ha sido un día humillante para Acab y los demás adoradores de Baal. Se ha asestado un golpe devastador a la religión pagana que Acab y su esposa, la reina Jezabel, promueven en las 10 tribus de Israel. Baal ha resultado ser una auténtica decepción. A pesar de las súplicas desesperadas, las danzas y los sangrientos rituales de sus profetas, este dios falso ha sido incapaz de encender un simple fuego. Tampoco ha podido librar a estos 450 sacerdotes de una ejecución bien merecida. Pero ha fallado en algo más, y ese fracaso está a punto de evidenciarse por completo. Por más de tres años, sus profetas le han estado rogando que ponga fin a la sequía que padece el país, pero Baal no ha respondido. Sin embargo, Jehová no tardará en hacer que llueva y demostrar así que no hay otro Dios como él (1 Rey. 16:30–17:1; 18:1-40).
4 Pero ¿cuándo intervendrá Jehová? ¿Qué hace Elías mientras tanto? ¿Qué podemos aprender de este hombre de fe? Lo veremos al examinar más detenidamente el relato (lea 1 Reyes 18:41-46).
Un hombre de oración
5. Mencione lo que Elías le dijo a Acab y explique si este rey demostró haber aprendido algo de lo ocurrido.
5 Elías le dice a Acab: “Sube, come y bebe; porque hay el sonido de la ruidosa agitación de un aguacero”. ¿Ha aprendido algo este perverso rey de todo lo ocurrido ese día? El relato no da más detalles, pero no vemos palabras de arrepentimiento ni ninguna petición al profeta para que interceda ante Jehová a fin de obtener su perdón. No, Acab simplemente “procedió a subir a comer y beber” (1 Rey. 18:41, 42). Pero ¿qué dice el registro sobre Elías?
6, 7. ¿Qué le pidió Elías a Jehová, y por qué?
6 “En cuanto a Elías —continúa el relato—, subió a la cima del Carmelo y empezó a agazaparse a tierra y a mantener su rostro puesto entre las rodillas.” Mientras Acab se preocupa de llenarse el estómago, a Elías se le presenta la oportunidad de orar a su Padre celestial. ¿No le llama la atención la humilde postura que adopta el profeta? Está arrodillado con la cabeza tan agachada que el rostro le queda en las rodillas. ¿Qué está pidiendo? No hace falta que lo adivinemos, pues la Biblia dice en Santiago 5:18 que Elías oró para que se acabara la sequía, y todo indica que el profeta elevó dicha oración cuando se hallaba en la cima del monte Carmelo.
Las oraciones de Elías reflejaban su enorme deseo de ver cumplida la voluntad de Dios
7 Elías sabe que Jehová había dicho: “Estoy resuelto a dar lluvia sobre la superficie del suelo” (1 Rey. 18:1). Por lo tanto, lo que en esencia pide es que se haga la voluntad de Dios, lo mismo que Jesús enseñaría a sus discípulos a pedir en oración unos mil años más tarde (Mat. 6:9, 10).
8. ¿Qué nos enseña el ejemplo de Elías sobre la oración?
8 El ejemplo de Elías nos enseña mucho sobre la oración. Lo principal para él era que se cumpliera la voluntad de Jehová. Del mismo modo, nosotros al orar debemos recordar las siguientes palabras: “No importa qué sea lo que pidamos conforme a su voluntad, [Dios] nos oye” (1 Juan 5:14). Claro, para saber lo que podemos incluir en nuestras oraciones, primero debemos conocer cuál es la voluntad de Dios, y esa es una buena razón para estudiar su Palabra con regularidad. Por otro lado, es probable que Elías rogara por el fin de la sequía al ver todo lo que sus hermanos israelitas estaban sufriendo. Y es posible que también diera gracias a Jehová por el milagro que había efectuado aquel mismo día. De igual manera, nuestras oraciones también deben reflejar que estamos sinceramente agradecidos por sus bondades y que nos preocupamos por el bienestar de los demás (lea 2 Corintios 1:11 y Filipenses 4:6).
Con plena confianza y actitud vigilante
9. ¿Qué le ordenó Elías a su servidor, y qué dos lecciones aprendemos de lo que hizo?
9 Si bien Elías está seguro de que Jehová terminará con la sequía, de lo que no está seguro es de cuándo lo hará. ¿Qué hace el profeta mientras espera a que Jehová actúe? Notemos lo que dice el relato: “[Elías le] dijo a su servidor: ‘Sube, por favor. Mira en dirección al mar’. Él subió, pues, y miró, y entonces dijo: ‘No hay nada absolutamente’”. Entonces el profeta “pasó a decir: ‘Vuelve’, siete veces” (1 Rey. 18:43). El ejemplo de Elías nos enseña por lo menos dos lecciones: que tenemos que confiar en Jehová y que debemos mantener una actitud vigilante.
Elías estaba atento a cualquier señal de que Dios actuaría
10, 11. a) ¿Cómo demostró Elías que confiaba en la promesa de Jehová? b) ¿Por qué podemos tener nosotros la misma confianza que tuvo Elías?
10 Elías tiene total confianza en la promesa que Jehová ha hecho, y por eso anhela ver cualquier indicio de que él va a actuar. Así que manda a su ayudante a un lugar alto para buscar en el horizonte alguna señal de lluvia inminente. Cada vez que regresa, su siervo le repite sin entusiasmo: “No hay nada absolutamente”. El horizonte se ve claro, y el cielo, completamente despejado. Pero ¿nota usted algo extraño en el relato? Recuerde lo que Elías le acababa de decir al rey: “Hay el sonido de la ruidosa agitación de un aguacero”. Pues bien, ¿cómo puede afirmar tal cosa cuando no se ve ni una sola nube?
11 Elías sabe lo que Jehová ha prometido. Y como su profeta y representante, está seguro de que cumplirá su palabra. Tanta confianza tiene en él que es como si ya escuchara el aguacero. Puede que esto nos recuerde lo que la Biblia dice de Moisés: “Continuó constante como si viera a Aquel que es invisible”. ¿Es Dios así de real para nosotros? Lo cierto es que nos ha dado razones de sobra para tener esa clase de fe en él y en sus promesas (Heb. 11:1, 27).
12. ¿Cómo manifestó Elías una actitud vigilante, y cómo reaccionó al enterarse de que había una pequeña nube en el horizonte?
12 Ahora fijémonos en la actitud vigilante que manifiesta Elías. El profeta manda volver a su servidor, no una vez ni dos, sino siete veces. De seguro, el siervo debe estar cansado de tanto ir y venir. Pero Elías no se da por vencido y sigue pendiente de una señal. Por fin, después del séptimo viaje, el ayudante le informa: “¡Mira! Hay una nubecilla como la palma de la mano de un hombre, que viene ascendiendo del mar”. ¿Se imagina al servidor con su brazo extendido, indicando con la mano el tamaño de la nube sobre el horizonte del mar Grande? Puede que él no esté demasiado impresionado, pero para Elías aquella pequeña nube es importantísima. A continuación le da estas instrucciones urgentes: “Sube, di a Acab: ‘¡Engancha el carro! ¡Y baja para que no te detenga el aguacero!’” (1 Rey. 18:44).
13, 14. a) ¿Cómo podemos mantenernos vigilantes como Elías? b) ¿Qué razones tenemos para actuar con urgencia?
13 De nuevo, Elías nos da un gran ejemplo. Nosotros también vivimos en una época en la que Dios pronto actuará para cumplir su voluntad. Elías tuvo que esperar el fin de una sequía, y hoy los siervos de Dios esperamos el fin de este mundo malvado (1 Juan 2:17). Hasta que llegue ese momento, tenemos que permanecer vigilantes como Elías. Así se lo advirtió Jesús, el propio Hijo de Dios, a sus seguidores: “Manténganse alerta, pues, porque no saben en qué día viene su Señor” (Mat. 24:42). ¿Quiso decir que sus discípulos no tendrían ni la más mínima idea de cuándo vendría el fin? No, porque él habló largo y tendido sobre cómo sería el mundo en sus últimos días. Y nosotros hoy podemos ver cómo se están cumpliendo los numerosos aspectos de la señal de “la conclusión del sistema de cosas” (lea Mateo 24:3-7).
Una pequeña nube bastó para convencer a Elías de que Jehová intervendría. ¿Acaso no tenemos nosotros razones para actuar con urgencia al ver la señal de los últimos días?
14 Cada uno de los aspectos de esta señal nos suministra pruebas claras y convincentes. ¿Son suficientes estas pruebas para motivarnos a actuar con urgencia al servir a Jehová? Bueno, una pequeña nube en el horizonte fue suficiente para convencer a Elías de que Jehová estaba a punto de intervenir. Ahora bien, ¿se cumplieron las expectativas de este fiel profeta?
Jehová ayuda y bendice
15, 16. ¿Qué ocurrió a continuación, y qué preguntas quizá se hacía Elías sobre Acab?
15 El relato sigue diciendo: “Mientras tanto aconteció que los cielos mismos se oscurecieron con nubes y viento, y empezó a haber un gran aguacero. Y Acab siguió adelante montado en su carro, y se encaminó a Jezreel” (1 Rey. 18:45). Todo ocurre muy rápido. Mientras el ayudante de Elías le entrega el mensaje a Acab, aquella pequeña nube se multiplica, cubriendo y oscureciendo el cielo, y empieza a soplar un fuerte viento. Después de tres años y medio, ¡por fin llueve sobre el suelo de Israel! La sedienta tierra absorbe con avidez el agua que cae. A medida que la lluvia se convierte en un aguacero, el río Cisón va ensanchándose y limpiando la sangre de los profetas de Baal allí ejecutados. Los israelitas ahora tienen la oportunidad de limpiarse también de la terrible mancha que la adoración de Baal ha dejado sobre la nación. ¿La aprovecharán?
“Y empezó a haber un gran aguacero”
16 Eso es, seguramente, lo que Elías espera que hagan. Quizá también se pregunte cómo reaccionará el rey Acab, si al fin se arrepentirá y se apartará del repugnante culto a Baal. Después de todo, los sucesos de este día le han dado razones más que suficientes para hacerlo. Lo cierto es que no podemos saber exactamente lo que pasaba por la cabeza de este rey, pues el relato solo indica que “siguió adelante montado en su carro, y se encaminó a Jezreel”. ¿Habría aprendido algo? ¿Estaría decidido a cambiar? Lo que ocurre más adelante nos deja ver que no. En cualquier caso, el día aún no ha terminado, ni para él... ni para Elías.
17, 18. a) ¿Qué le sucedió a Elías de camino a Jezreel? b) ¿Por qué fue tan extraordinario lo que le pasó mientras corría? (Vea también la nota.)
17 Sin esperar más, el profeta de Jehová toma el mismo camino que Acab. Tiene por delante un largo trayecto, bajo los negros nubarrones y la intensa lluvia; pero entonces ocurre algo insólito.
18 El relato explica: “La misma mano de Jehová resultó estar sobre Elías, de modo que él se ciñó las caderas y se fue corriendo delante de Acab todo el camino hasta Jezreel” (1 Rey. 18:46). Obviamente, la “mano de Jehová” estuvo sobre Elías de un modo sobrenatural. Jezreel se encontraba a unos 30 kilómetros (19 millas), y Elías no era precisamente lo que se dice un muchachito.a Imagínese cómo se ciñe sus largas prendas, se las anuda a la cadera para poder mover las piernas con libertad y empieza a correr por aquel camino empapado por la lluvia. Para su sorpresa, corre tan rápido que alcanza, adelanta y hasta deja atrás el carro del rey.
19. a) ¿Qué profecías nos trae a la memoria la fuerza y vitalidad que sintió Elías? b) ¿De qué podía estar seguro Elías mientras corría hacia Jezreel?
19 ¡Qué bendición para Elías! Debió ser una experiencia emocionante tener tanta fuerza, vitalidad y resistencia, tal vez incluso más que en su juventud. Lo que le ocurrió quizá nos traiga a la memoria las profecías que aseguran que los siervos fieles de Dios disfrutarán de vigor y salud perfecta en el futuro Paraíso terrestre (lea Isaías 35:6; Luc. 23:43). Pero lo más importante de todo es que, mientras corría por aquel largo camino, Elías podía estar completamente seguro de que contaba con el favor del único Dios verdadero, Jehová.
20. ¿Qué debemos hacer para que Jehová nos bendiga?
20 Dios desea de corazón darnos muchas bendiciones, y vale la pena que hagamos todo lo posible por obtenerlas. Al igual que Elías, debemos mantenernos vigilantes y prestar atención a las contundentes pruebas de que Jehová va a actuar en estos tiempos tan peligrosos y apremiantes. Y como este fiel profeta, tenemos razones de sobra para confiar plenamente en las promesas de Jehová, “el Dios de la verdad” (Sal. 31:5).
a Poco después de todo esto, Jehová comisionó a Elías para que capacitara como profeta a Eliseo, quien llegó a ser conocido como el que “derramaba agua sobre las manos de Elías” (2 Rey. 3:11). Esto parece indicar que para entonces Elías ya era bastante mayor y necesitaba los cuidados de Eliseo como asistente.
-
-
Dios fue su refugio y su consueloEjemplos de fe
-
-
CAPÍTULO 12
Dios fue su refugio y su consuelo
1, 2. ¿Qué sucesos habían marcado este día tan excepcional de la vida de Elías?
ELÍAS corre bajo la lluvia mientras el cielo se va tiñendo de negro. Todavía le queda un buen trecho para llegar a Jezreel. Y aunque está entrado en años, avanza incansable, pues “la misma mano de Jehová” está sobre él. La fuerza que impulsa su cuerpo es distinta a todo lo que ha sentido antes. ¡Hasta ha dejado atrás a los caballos que tiran del carruaje del rey Acab! (Lea 1 Reyes 18:46.)
2 Ahora el profeta va solo y tiene ante sí un largo camino. Las gotas de lluvia golpean su rostro al tiempo que sigue corriendo. Sin duda, tiene mucho en lo que pensar, pues acaba de vivir sucesos excepcionales. Ha presenciado una gran victoria para la adoración pura y para el Dios verdadero. Las ventosas cumbres del monte Carmelo, ahora lejanas y ocultas por la tormenta, fueron el escenario donde Jehová utilizó a su profeta para asestar un tremendo y milagroso golpe al culto de Baal. Cientos de sacerdotes paganos fueron justamente ejecutados tras quedar al descubierto sus viles engaños. Después Elías le rogó a su Dios que pusiera fin a la sequía que había castigado la tierra por tres años y medio, y entonces rompió a llover (1 Rey. 18:18-45).
3, 4. a) ¿Por qué es probable que Elías esperara que las cosas mejoraran? b) ¿Qué preguntas contestaremos?
3 Mientras recorre bajo la intensa lluvia los 30 kilómetros (19 millas) que lo separan de Jezreel, seguramente se ilusiona pensando que las cosas por fin mejorarán. ¡Acab tendrá que cambiar! Después de todo lo sucedido en el monte Carmelo, no tendrá más opción que abandonar el culto a Baal, controlar mejor a Jezabel, su esposa, y dejar de perseguir a los siervos de Jehová.
Elías “se fue corriendo delante de Acab todo el camino hasta Jezreel”
4 Es normal que nos hagamos ilusiones cuando todo parece ir bien. Tal vez pensemos que las cosas seguirán mejorando, e incluso que nuestros peores problemas por fin se acabarán. No sería extraño que Elías se hubiera sentido así, pues era un “hombre de sentimientos semejantes a los nuestros” (Sant. 5:17). No obstante, sus sufrimientos están lejos de terminar. Pocas horas después sentirá tanto miedo y desánimo que deseará morir. Pero ¿qué fue lo que pasó? ¿Y qué hizo Jehová para reavivarle la fe y darle valor?
Un giro inesperado
5. ¿Qué muestra que el rey Acab seguía sin respetar a Jehová tras lo ocurrido en el monte Carmelo?
5 Cuando Acab llega a su palacio en Jezreel, ¿da muestra alguna de haber cambiado? El relato dice: “Acab refirió a Jezabel todo lo que Elías había hecho y todo acerca de cómo había matado a todos los profetas a espada” (1 Rey. 19:1). Observe que el rey ni siquiera menciona a Jehová al relatar aquellos sucesos. Es un hombre superficial que ve esos milagros desde un punto de vista meramente humano y se refiere a ellos como “lo que Elías había hecho”. Es obvio que no ha aprendido a respetar a Jehová. ¿Y cómo reacciona su vengativa esposa?
6. ¿Qué mensaje le envió Jezabel a Elías, y qué significa?
6 La reina se pone hecha una furia. Llena de ira, envía a Elías esta terrible amenaza de muerte: “¡Así hagan los dioses, y así añadan a ello, si mañana a esta hora no hago tu alma como el alma de cada uno de ellos!” (1 Rey. 19:2). Jezabel está decidida a matarlo para vengar la muerte de los profetas de Baal. Tanto es así que jura que si no lo asesina en el plazo de un día, ella misma deberá morir. Imagínese la reacción del pobre Elías cuando se entera. Está durmiendo en una humilde morada de Jezreel durante aquella noche tormentosa cuando, de pronto, lo despiertan abruptamente: es el mensajero de la reina que viene a comunicarle su espantosa amenaza. ¿Qué siente al oírla?
Vencido por el temor y el desánimo
7. ¿Cómo se sintió Elías ante la amenaza de Jezabel, y qué hizo?
7 Si Elías pensó por un momento que la guerra contra la adoración de Baal estaba por acabar, sus ilusiones se derrumban en este preciso instante. Jezabel no se da por vencida. Ya se ha encargado de asesinar a muchos otros profetas fieles de Jehová... y, por lo visto, Elías será el siguiente. ¿Qué efecto tuvo en él la amenaza de la reina? La Biblia afirma que “le dio miedo”. Puede que empezara a darle vueltas a lo que pudiera pasarle y hasta visualizara en su mente la terrible muerte que Jezabel le tenía reservada. De haber sido así, no nos sorprende que le invadiera el temor. En cualquier caso, “empezó a irse por su alma”: así es, ¡salió huyendo para salvar su vida! (1 Rey. 18:4; 19:3.)
Para conservar el valor, no nos conviene pensar demasiado en todo lo malo que pudiera pasarnos
8. a) ¿En qué sentido se pareció la reacción de Pedro a la de Elías? b) ¿Qué lección nos enseñan los ejemplos de Elías y de Pedro?
8 El profeta Elías no fue el único hombre de fe que cedió al temor. Al apóstol Pedro le ocurrió algo parecido siglos después. En una ocasión, cuando Jesús hizo que anduviera con él sobre el agua, el apóstol se puso a “mirar a la tempestad de viento”, con lo que se asustó y comenzó a hundirse (lea Mateo 14:30). Los ejemplos de Elías y de Pedro nos enseñan una valiosa lección: para conservar el valor, no nos conviene pensar demasiado en todo lo malo que pudiera pasarnos. Necesitamos fijar la atención en Jehová, de quien procede nuestra esperanza y poder.
“¡Basta!”
9. Describa el viaje de huida que emprende Elías y su estado de ánimo.
9 Presa del pánico, Elías atraviesa 150 kilómetros (95 millas) en dirección suroeste, hasta llegar a Beer-seba, ciudad situada cerca de la frontera sur de Judá. Allí deja a su servidor y se interna en el desierto él solo. El relato añade que recorre el “camino de un día”. Podemos imaginarlo partiendo al amanecer, por lo visto sin llevar provisiones consigo. Deprimido, impulsado por el temor y bajo un calor asfixiante, lucha por avanzar en este territorio agreste y estéril. A medida que el Sol se pone en el lejano horizonte y el cielo se cubre de tonos rojizos, Elías se va quedando sin fuerzas. Agotado, se sienta bajo una retama, siendo este arbusto lo más parecido a un refugio que podía encontrar en aquel árido paraje (1 Rey. 19:4).
10, 11. a) ¿Qué le dijo Elías a Jehová en oración? b) Basándose en los textos bíblicos, describa los sentimientos de tristeza que experimentaron otros siervos de Dios.
10 En su desesperación, el profeta le pide a Jehová que le quite la vida. “No soy mejor que mis antepasados”, clama. Sabe que estos no son más que huesos y cenizas en la tumba, y que no pueden hacer nada bueno por nadie (Ecl. 9:10). Elías se siente igual de inútil, por lo que llega a preguntarse qué razón hay para seguir viviendo. Ya sin fuerzas para luchar más, implora: “¡Basta!”.
11 ¿Debería sorprendernos que un siervo de Dios se haya deprimido tanto? En realidad no. En la Biblia se mencionan varios hombres y mujeres fieles que llegaron a estar tan tristes que desearon morir, entre ellos Rebeca, Jacob, Moisés y Job (Gén. 25:22; 37:35; Núm. 11:13-15; Job 14:13).
12. ¿Cómo podemos seguir el ejemplo de Elías cuando nos invade el desánimo?
12 Actualmente vivimos en “tiempos críticos, difíciles de manejar”, y por eso no es raro que el desaliento invada a muchas personas, incluso a fieles siervos de Dios (2 Tim. 3:1). Si alguna vez usted se siente así, siga el ejemplo de Elías: ábrale su corazón a Jehová. Recuerde que él es “el Dios de todo consuelo” (lea 2 Corintios 1:3, 4). Veamos cómo Jehová consoló a Elías.
Jehová cuida a su profeta
13, 14. a) ¿Cómo se valió Jehová de un ángel para mostrarle bondad a su afligido profeta? b) ¿Por qué es un consuelo saber que Jehová lo sabe todo sobre nosotros y conoce nuestras limitaciones?
13 ¿Cómo cree usted que se sintió Jehová al ver a su amado profeta implorando la muerte bajo aquel arbusto del desierto? No hace falta adivinarlo. Después de que Elías se duerme, Jehová le envía un ángel que, tocándolo suavemente para despertarlo, le dice: “Levántate, come”. Y así lo hace Elías, pues el ángel bondadosamente le ha servido una comida sencilla: pan recién hecho y agua. El relato sigue diciendo que el profeta entonces come y bebe, y luego se vuelve a dormir. Ni siquiera menciona que le dé las gracias al ángel. ¿Será que está tan descorazonado que es incapaz de hablar? En cualquier caso, el ángel lo despierta por segunda vez, quizás al alba, para decirle: “Levántate, come”. Y añade estas conmovedoras palabras: “Porque el viaje es demasiado para ti” (1 Rey. 19:5-7).
14 Gracias a la perspicacia que Dios le ha dado, el ángel sabe adónde se dirige el profeta. También percibe que Elías no podrá realizar ese viaje por sus propias fuerzas. ¿Verdad que nos consuela servir a un Dios que nos conoce mejor que nosotros mismos y sabe cuáles son nuestras intenciones, así como nuestras limitaciones? (Lea Salmo 103:13, 14.) Ahora bien, ¿hasta qué punto fortaleció a Elías aquella comida?
15, 16. a) ¿Cómo le ayudó a Elías la comida que le proporcionó Jehová? b) ¿Por qué debemos valorar el alimento espiritual que Jehová nos da hoy en día?
15 El relato continúa: “Él se levantó y comió y bebió, y siguió yendo por el poder de aquel alimento durante cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña del Dios verdadero, Horeb” (1 Rey. 19:8). Al igual que hicieron Moisés unos seiscientos años antes y Jesús casi mil años después, Elías ayunó durante cuarenta días y cuarenta noches (Éx. 34:28; Luc. 4:1, 2). Por supuesto, aquella única comida no se llevó todas sus penas, pero lo mantuvo vivo milagrosamente. ¿Se imagina a ese hombre mayor avanzando con dificultad por aquel desierto inhóspito durante casi un mes y medio..., día tras día, semana tras semana?
16 Jehová también cuida a sus siervos en nuestros días, no con comidas milagrosas, sino con algo mucho más importante: alimento espiritual (Mat. 4:4). Aprender de Dios mediante su Palabra y las publicaciones bíblicas nos nutre espiritualmente. Aunque este tipo de alimento no haga desaparecer todos nuestros problemas, sí nos ayudará a aguantar lo que de otro modo podría ser insoportable. Además, nos conducirá a la vida eterna (Juan 17:3).
17. ¿Adónde llegó Elías, y por qué era ese lugar tan significativo?
17 Elías caminó unos 320 kilómetros (200 millas) hasta que por fin llegó al monte Horeb (o monte Sinaí). Este lugar estaba cargado de significado. Fue allí donde, muchos años atrás, Jehová se había aparecido mediante un ángel a Moisés en la zarza ardiente, y también fue allí donde Dios estableció el pacto de la Ley con la nación de Israel. Y ahora es en este mismo lugar donde Elías busca refugio en una cueva.
Jehová consuela y fortalece a su profeta
18, 19. a) ¿Qué le preguntó el ángel a Elías, y cómo respondió este? b) ¿Por qué tres razones estaba Elías tan abatido?
18 En el monte Horeb, “la palabra” que Jehová le dirige al profeta —obviamente mediante un ángel— consiste en una sencilla pregunta. Quiere saber qué es lo que Elías está haciendo allí. El ángel se lo debió preguntar con amabilidad, pues el profeta se siente invitado a expresar sus sentimientos. Así que se desahoga sin temor: “He estado absolutamente celoso por Jehová el Dios de los ejércitos; pues los hijos de Israel han dejado tu pacto, tus altares los han demolido, y a tus profetas los han matado a espada, de modo que solo quedo yo; y empiezan a buscar mi alma para quitármela” (1 Rey. 19:9, 10). Sus palabras revelan al menos tres razones por las que está tan abatido.
19 En primer lugar, cree que su labor no ha servido para nada. A pesar de haber sido “absolutamente celoso” en su servicio a Jehová durante años y de haber puesto el santo nombre de Dios y su adoración por encima de todo lo demás, ve que la situación va de mal en peor. El pueblo sigue igual, rebelde y sin fe, y la religión falsa se extiende como la peste. La segunda razón de su desánimo es la intensa soledad que lo embarga. “Solo quedo yo”, se lamenta, pues siente que es el único en toda la nación que aún sirve a Jehová. Y en tercer lugar, tiene miedo. Muchos otros profetas ya han sido asesinados, y está convencido de que él será el próximo. Probablemente no se le ha hecho fácil exteriorizar estos sentimientos, pero no deja que el orgullo o la vergüenza se lo impidan. Al abrirle su corazón a Dios, nos da un excelente ejemplo a todos nosotros (Sal. 62:8).
20, 21. a) ¿Qué sucesos espectaculares presenció Elías desde la entrada de la cueva? b) ¿Qué aprendió Elías con esas demostraciones de poder?
20 ¿Cómo ahuyentó Jehová los temores e inquietudes de Elías? El relato continúa diciendo que el ángel le pide al profeta que se acerque a la entrada de la cueva. Él obedece sin saber lo que va a ocurrir. De repente, se desata un intenso vendaval. Las ráfagas deben emitir un ruido ensordecedor, pues son tan fuertes que desgarran montañas y quiebran peñascos. Y allí está Elías, intentando refugiarse del azote del viento, mientras se protege los ojos y se sujeta la pesada y tosca vestidura de pelo. Para colmo, luego tiene que luchar por mantenerse en pie, pues el suelo comienza a moverse. ¡Un terremoto está sacudiendo la región! Entonces, cuando apenas se ha recuperado, una enorme llamarada lo obliga a entrar en la cueva: ¡así de intenso es su calor! (1 Rey. 19:11, 12.)
Jehová utilizó su asombroso poder para consolar y animar a Elías
21 Como bien señala el relato, Jehová no se halla en ninguna de estas espectaculares fuerzas naturales. Elías sabe que Jehová no es un dios mitológico de la naturaleza como Baal, a quien sus engañados adoradores aclaman como “el jinete de las nubes”, el dios que trae las lluvias. Jehová es la verdadera Fuente de todas las increíbles fuerzas naturales y es infinitamente superior a todas sus creaciones. De hecho, ni siquiera los cielos físicos pueden contenerlo (1 Rey. 8:27). Pero ¿cómo ayuda todo esto al profeta? Recordemos que el miedo lo había paralizado. Ahora, sabiendo que tiene al Dios todopoderoso de su parte, ¡ya no hay razón para temer a Acab y a Jezabel! (Lea Salmo 118:6.)
22. a) ¿Cómo le aseguró la “voz calmada y baja” a Elías que era muy valioso? b) ¿De quién pudo proceder la “voz calmada y baja” que le habló a Elías? (Vea la nota.)
22 Tras el fuego, todo queda en silencio. Entonces Elías oye “una voz calmada y baja” que lo insta a desahogarse de nuevo, así que expresa sus preocupaciones por segunda vez.a Aunque quizás el profeta ya se sienta bastante reanimado, lo que la “voz calmada y baja” le dice a continuación es sin duda de mayor consuelo aún: Jehová le asegura que lo valora mucho. ¿Cómo lo hace? Le revela lo que se propone hacer en el futuro contra el culto de Baal en Israel. Y puesto que nada podrá impedir que ese propósito se cumpla, es obvio que la labor de Elías ha valido la pena. Además, Jehová todavía cuenta con él, pues le encomienda una nueva misión y le da instrucciones específicas para que pueda cumplir con ella (1 Rey. 19:12-17).
23. ¿Qué dos medidas tomó Jehová para animar a su profeta?
23 ¿Y qué hace Jehová para aliviar los sentimientos de soledad de Elías? Toma dos medidas. En primer lugar, le manda ungir a Eliseo, pues este será el profeta que llegará a reemplazarlo. Este hombre más joven será su compañero de labores y ayudante por unos cuantos años. ¡Qué bueno será tener a alguien a su lado! En segundo lugar, Jehová le revela esta emocionante noticia: “He dejado que siete mil permanezcan en Israel, todas las rodillas que no se han doblado a Baal, y toda boca que no lo ha besado” (1 Rey. 19:18). Así es: ¡Elías no estaba solo! Debe alegrarse muchísimo al enterarse de que esos miles de fieles israelitas se han negado a idolatrar a Baal. Ellos necesitan que él continúe con su servicio sagrado, que les dé un ejemplo de lealtad inquebrantable en esos tiempos tan tenebrosos. Las palabras que le transmite el mensajero de Jehová —la “voz calmada y baja”— sin duda lo conmueven profundamente. Después de todo, ¡era como si Dios mismo le estuviera hablando!
La Biblia puede ser para nosotros como esa “voz calmada y baja” si escuchamos su guía
24, 25. a) ¿En qué sentido podemos nosotros hoy escuchar la “voz calmada y baja” de Jehová? b) ¿Cómo sabemos que Elías aceptó el consuelo que le dio Jehová?
24 Al igual que Elías, a veces nos sentimos impresionados ante las imponentes fuerzas de la naturaleza. Y no es de extrañar, pues la creación refleja el inmenso poder del Creador (Rom. 1:20). Jehová sigue valiéndose de su poder infinito para fortalecer a sus siervos fieles (2 Crón. 16:9). Ahora bien, la manera en que hoy en día nos habla es mediante las páginas de su Palabra (lea Isaías 30:21). En cierto sentido, la Biblia puede ser para nosotros como esa “voz calmada y baja” si escuchamos su guía. A través de sus valiosas páginas, Jehová nos corrige, nos alienta y nos confirma su amor.
25 ¿Aceptó Elías el consuelo que Jehová le dio en el monte Horeb? Por supuesto que sí. Aquel valiente y fiel profeta, que tanto había luchado contra la adoración falsa, puso otra vez manos a la obra. Si nosotros también aceptamos de corazón las palabras inspiradas de Dios, o sea, “el consuelo de las Escrituras”, podremos seguir el ejemplo de fe de Elías (Rom. 15:4).
a Tal vez esa “voz calmada y baja” procediera del mismo ángel que transmitió “la palabra de Jehová” mencionada en 1 Reyes 19:9. El versículo 15 del mismo capítulo simplemente se refiere a él como “Jehová”. Quizás esto nos recuerde al ángel que Dios envió para guiar al pueblo de Israel por el desierto, de quien dijo: “Mi nombre está dentro de él” (Éx. 23:21). Aunque no podemos ser categóricos en este asunto, cabe señalar que Jesús, antes de venir a la Tierra, fue “la Palabra”, el Portavoz especial de Jehová para sus siervos (Juan 1:1).
-