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  • ¿Lugar de empleo o lugar de asedio?
    ¡Despertad! 2004 | 8 de mayo
    • ¿Lugar de empleo o lugar de asedio?

      DE NUESTRO CORRESPONSAL EN ALEMANIA

      “Ya no aguantaba más. Llevaba treinta y tantos años en una empresa donde trabajaba de supervisor. Pero vino un jefe nuevo, lleno de juventud, dinamismo y espíritu innovador, y me vio como un obstáculo, así que por meses se ensañó conmigo, valiéndose de insultos, mentiras y humillaciones que me dejaron los nervios destrozados. Cuando me ofrecieron el retiro voluntario, lo acepté sin dudarlo.”—Peter.a

      PETER sufrió acoso laboral, o mobbing, usando un anglicismo de moda en Europa. Su lugar de residencia es Alemania, donde padecen esta situación 1.200.000 empleados. En los Países Bajos se verá afectado 1 de cada 4 en el transcurso de su vida. Y según la Organización Internacional del Trabajo, las cifras se disparan en Australia, Austria, Dinamarca, Estados Unidos, Gran Bretaña y Suecia. Ahora bien, ¿qué es exactamente el acoso laboral?

      “Guerra de nervios”

      La revista germana Focus lo define como “hostigamiento frecuente, repetido y sistemático”. Va más allá de los comentarios sarcásticos, críticas y bromas; es toda una campaña de terror psicológico cuyo objetivo es hacer de la víctima un marginado.b

      Las tácticas de asedio van desde el antagonismo pueril hasta los hechos delictivos. El perjudicado es objeto de difamación, abuso verbal, trato hostil o la más completa indiferencia. Tal vez se lo abrume con demasiadas tareas o reciba siempre las más desagradables, las que nadie quiere; o puede que los compañeros lo saboteen para que no sea productivo, quizás privándolo de información necesaria. A veces incluso le rajan los neumáticos o acceden ilegalmente a su computadora.

      Aunque pudiera haber un solo acosador, suele tratarse de una alianza. El término inglés mobbing refleja muy bien este hecho, ya que su significado literal es “ataque en grupo”. Así pues, el fenómeno se refiere específicamente a la presión colectiva contra un individuo, ejercida mediante diversas medidas encaminadas a irritarlo o agredirlo.

      Lo más desconcertante es que suele producirse con el consentimiento del jefe. En ciertos estudios europeos se constató en el 50% de los casos la intervención activa de un superior, con frecuencia el único perpetrador. La hostilidad contribuye a que el trabajo sea, en palabras del diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung, “una larga y angustiosa guerra de nervios”.

      Consecuencias extralaborales

      Los efectos de esta persecución trascienden el lugar de empleo. Para empezar, conlleva graves consecuencias para la salud, tales como depresión, trastornos del sueño y ataques de pánico. Peter (mencionado al principio) vio derrumbarse su autoestima, mientras Margaret —que también es alemana— tuvo que acudir a una clínica de salud mental por recomendación médica. En ambos casos, el desencadenante fue el acoso psicológico. Dichos atropellos también deterioran la vida matrimonial y familiar.

      En Alemania, este tipo de vejaciones se ha vuelto tan común que una compañía de seguros médicos ha creado una línea de atención a las víctimas. Según esta aseguradora, más de la mitad de quienes llamaron habían faltado al trabajo por enfermedad hasta seis semanas; un tercio, hasta tres meses, y más de un 10% sobrepasó los tres meses de ausencia. Por otro lado, una revista médica alemana atribuye al mismo motivo “hasta el 20% de los suicidios”.

      Es patente que el acoso convierte el trabajo en una pesadilla. ¿Hay algún modo de evitarlo y lograr paz en el empleo?

      [Notas]

      a Se han cambiado los nombres de este reportaje.

      b Según las estadísticas, aqueja más a las mujeres, aunque los datos tal vez reflejen su mayor propensión a comentar lo que ocurre y pedir ayuda.

      [Ilustraciones de la página 4]

      El acoso convierte el trabajo en una guerra de nervios

  • Candidatos a víctimas
    ¡Despertad! 2004 | 8 de mayo
    • Candidatos a víctimas

      Nada más acabar sus estudios, Monika fue contratada para realizar prácticas como secretaria en el campo jurídico. No preveía grandes dificultades en su adaptación al mundo laboral.

      Todo indicaba que Horst, padre de familia de unos 35 años, tendría reconocimiento como médico y muy buen salario.

      Ambos sufrieron acoso psicológico.

      ESTOS dos ejemplos nos enseñan una valiosa lección: los afectados no están cortados por el mismo patrón. Cualquiera, sin importar su ocupación, es víctima en potencia. Entonces, ¿cómo puede uno protegerse? En primer lugar, aprendiendo a mantener la paz hasta con los compañeros más conflictivos.

      Hay que encajar en el grupo

      A menudo, el empleo exige relacionarse con un equipo y contribuir a que este funcione como unidad. Si todos se llevan bien, el trabajo saldrá mejor. En caso contrario, empeorará la calidad y aumentará el riesgo de hostigamiento.

      ¿Qué factores enturbian la camaradería? Entre ellos, los constantes cambios en la plantilla, ya que dificultan el establecimiento de relaciones cordiales. Además, los nuevos empleados no dominan los procedimientos, con lo que retrasan la labor del conjunto. Y al acumularse las tareas, es probable que reine una sensación de agobio.

      Por otro lado, si no se fijan objetivos claros, el sentido de unidad será muy débil. Así ocurre cuando un jefe inseguro se dedica más a defender su cargo que a dirigir, y tal vez enfrente a unos con otros para mantener el control. De no definirse con claridad la estructura jerárquica, la confusión llega a agravarse, al grado de que algunos no entienden bien hasta dónde llegan sus responsabilidades. Para ilustrarlo, podrían producirse choques si dos trabajadores creen que ambos tienen autoridad para aprobar o denegar un pago.

      En tales circunstancias, la comunicación sufre, el resentimiento se agrava, la envidia envenena la convivencia y se desata una lucha sin cuartel por ganarse las simpatías del jefe. Malentendidos insignificantes se toman como injurias graves. En efecto, se hace una montaña de un grano de arena. De este modo se crea el ambiente propicio para la persecución psicológica.

      En busca del chivo expiatorio

      Con el tiempo pudiera escogerse un empleado sobre el que descargar todas las culpas. ¿Cuál es el blanco predilecto? Por lo general, quien destaca de los demás, sea por diferencias de sexo (el único varón entre mujeres, o viceversa), de carácter (el tímido resulta sospechoso, y el seguro de sí mismo, avasallador), de edad (tanto mayor como menor) o de formación profesional.

      Sin importar a quién elijan para que pague los platos rotos, sus colegas “lo tratan de forma descaradamente ofensiva a fin de desfogar sus tensiones”, señala la revista médica alemana mta. Aunque el pobre desdichado intenta arreglar la situación, la remedia poco o incluso la empeora. Abrumado por las intimidaciones, cada vez más frecuentes y sistemáticas, se hunde en el aislamiento. A estas alturas, no suele tener fuerzas para luchar él solo.

      Si bien es cierto que el lugar de empleo siempre se ha prestado al maltrato, muchos opinan que antes había más espíritu de cooperación, por lo que eran raras las campañas de antagonismo. Pero, como señaló cierto doctor, los años han traído consigo “la generalización de una actitud más insolidaria y de un gran deterioro del sentido de vergüenza personal”. Por ende, hay menos escrúpulos a la hora de librar una batalla campal en el trabajo.

      Como es lógico, todo empleado hace bien en buscar la respuesta a las siguientes preguntas: ¿Es evitable el acoso? ¿Qué hacer para vivir en paz?

      [Ilustración de la página 6]

      El objetivo del acoso es crear un marginado

  • Cómo fomentar la paz en el empleo
    ¡Despertad! 2004 | 8 de mayo
    • Cómo fomentar la paz en el empleo

      ¿POR qué hay tanto acoso? La Biblia esclarece esta cuestión al señalar que nos hallamos en “los últimos días” de este sistema y que por ello afrontamos “tiempos críticos, difíciles de manejar”, en los que muchos individuos son “amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos [e] hinchados de orgullo” (2 Timoteo 3:1-5). Vivimos en una época agitada en la que dicha conducta está muy difundida, y una de sus lamentables consecuencias es el hostigamiento psicológico. En tales circunstancias, ¿cómo puede usted fomentar la paz en el ámbito laboral?

      La forma de resolver los conflictos

      La persecución suele iniciarse por un conflicto entre compañeros que no se ha resuelto. Así pues, sin inmiscuirse en la vida ajena, atienda con rapidez los malentendidos en que se vea implicado y procure aplacar el resentimiento con tacto y respeto. No trate con sus colegas como grupo, sino individualmente, y si percibe que alguno está enojado con usted, intente solucionar las desavenencias de acuerdo con esta recomendación de Jesús: “Ocúpate en arreglar prestamente los asuntos con el que se queja contra ti” (Mateo 5:25).

      Además, todos se beneficiarán si hay buena comunicación. Procure que fluya el diálogo tanto con los superiores —sin dar la impresión de adularlos— como con sus iguales y subordinados, pues de este modo reducirá el estrés. Bien dijo el rey Salomón: “Resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial, pero en la multitud de consejeros hay logro” (Proverbios 15:22).

      Haga lo posible por congeniar con sus compañeros, pero no los complazca a toda costa, accediendo a cualquier petición y sacrificando sus propios principios en aras de la paz. Ser cordial y amigable contribuye a distender el ambiente. Esté pendiente tanto de las palabras que emplea como de la manera como las expresa. He aquí otros sensatos consejos bíblicos: “La respuesta, cuando es apacible, aparta la furia” (Proverbios 15:1). “La calma de la lengua es árbol de vida.” (Proverbios 15:4.) “Por paciencia se induce a un comandante.” (Proverbios 25:15.) “Que su habla siempre sea con gracia, sazonada con sal, para que sepan cómo deben dar una respuesta a cada uno.” (Colosenses 4:6.)

      Conocidos por ser razonables

      El apóstol Pablo exhortó a los cristianos de Filipos: “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes” (Filipenses 4:5). En conformidad con este principio, fíjese pautas de conducta equilibradas. No se muestre ni muy tímido ni muy confiado en sí mismo. Si se burlan de usted, no pague con la misma moneda. Nada se gana difuminando la línea entre la buena conducta y la mala. Trate a todos con respeto y dignidad, y será más fácil que le correspondan.

      Además del comportamiento, examine su indumentaria. Pregúntese: “¿Qué impresión causa? ¿Presento una apariencia provocativa o desaliñada? ¿Debería arreglarme más juiciosamente para el trabajo?”.

      En la mayoría de las culturas se respeta y valora a la gente industriosa y concienzuda. Por ello, sea formal y confiable, y procure que su labor sea de calidad, pero sin obsesionarse. Una mujer que ha sido acosada admite que ella contribuyó a su propia caída. “Quería ser perfecta”, señala; no obstante, llegó a entender que pretendía un imposible: “Soy una buena empleada, pero no tengo que hacer todo a la perfección”.

      No sea hipersensible, pues aunque las críticas sean injustas, no siempre constituyen acoso. Salomón escribió en la Biblia: “No te des prisa en tu espíritu a sentirte ofendido [...]. Además, no des tu corazón a todas las palabras que hable la gente [...]. Porque tu propio corazón sabe bien, aun muchas veces, que tú, hasta tú, has invocado el mal contra otros” (Eclesiastés 7:9, 21, 22).

      La aplicación de estos sabios principios no garantiza, claro está, que usted nunca sufrirá hostigamiento. Haga lo que haga, algunas personas pudieran emprenderla contra usted. ¿Qué puede hacer en tal situación?

      Busque apoyo

      “Tras verme excluido durante varios meses, me vi sumido en un torbellino de emociones”, admite Gregory. Su caso es típico de la víctima que soporta una amplia gama de sentimientos dolorosos, tales como cólera, culpabilidad, vergüenza, confusión y baja autoestima. Las presiones pueden conducir a la desesperación hasta a personas normalmente estables. En efecto, las Escrituras dicen que “la mera opresión puede hacer que un sabio se porte como loco” (Eclesiastés 7:7). ¿Qué hacer en tales circunstancias?

      Según ciertos estudios, es mejor no enfrentarse al hostigamiento uno solo. ¿Adónde acudir en busca de apoyo? Algunas compañías importantes han creado departamentos para atender las denuncias de intimidación. Saben que les conviene erradicar tal persecución, pues calculan que el acosador pierde hasta el 10% de las horas de trabajo. Por consiguiente, si se ofrece la citada ayuda, el perjudicado puede recurrir a ella. Un consejero neutral, sea de la misma plantilla o de fuera, tal vez logre que ambas partes analicen el problema y fijen reglas de conducta para el lugar de empleo.

      Ningún remedio está garantizado

      En cualquier caso, debe reconocerse que no existen soluciones infalibles. Hasta quienes sigan los principios bíblicos expuestos en este artículo tal vez constaten que el hostigamiento continúa, si bien pueden estar seguros de que Jehová Dios no pasa por alto su perseverancia y su empeño por demostrar cualidades cristianas frente a la adversidad (2 Crónicas 16:9; Jeremías 17:10).

      En ocasiones, el maltrato es tan intenso y frecuente que se opta por presentar la renuncia, aunque esta solución no siempre es viable si escasea la oferta laboral o no se dispone de muchas ayudas. En el caso de Monika, mencionada en el artículo anterior, todo se solucionó cuando dimitió su principal acosador, con lo que se redujo la tensión y pudo terminar de capacitarse antes de ofrecer sus servicios a otra firma.

      Para Peter, citado en el primer artículo, la solución total fue la jubilación anticipada. Pero aun antes, contar con el apoyo de su esposa le hizo posible soportar el terrorismo psicológico. “Sabía por lo que yo estaba pasando, y fue un gran apoyo”, señala él. Tanto Peter como Monika son testigos de Jehová, y su fe les brindó un enorme consuelo durante las dificultades. La participación en el ministerio público elevó su autoestima, y el compañerismo con sus hermanos cristianos fortaleció los lazos de amistad.

      Independientemente de las circunstancias, procuremos mantener buenas relaciones laborales y, si nos acosan, no olvidemos los consejos de Pablo: “No devuelvan mal por mal a nadie. [...] Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres. [...] No te dejes vencer por el mal, sino sigue venciendo el mal con el bien” (Romanos 12:17-21).

      [Comentario de la página 8]

      La cordialidad contribuye a distender el ambiente

      [Comentario de la página 9]

      “Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres.” (ROMANOS 12:18)

      [Ilustración de las páginas 8 y 9]

      Trate de corregir los malentendidos cuanto antes

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