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“Tengan paz”La Atalaya 1988 | 15 de febrero
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Un ejemplo moderno de esto fue el de un testigo de Jehová que conducía una reunión cristiana en cierto país africano donde —principalmente por instigación de católicos locales— se acusó a los Testigos de ser terroristas. De repente se presentaron miembros de la policía militar con bayonetas caladas. Enviaron a casa a las mujeres y los niños, pero empezaron a golpear a los hombres. El Testigo recuerda lo siguiente: “No tengo palabras para describir la manera como se nos trató. El cabo que mandaba a los soldados declaró francamente que nos iban a matar a golpes. Recibí golpes tan tremendos con un palo que después estuve vomitando sangre por 90 días. Pero lo que me preocupaba entonces era la vida de mis compañeros. Oré a Jehová que cuidara la vida de estas ovejas suyas”, y todos sobrevivieron. ¡Qué ejemplo de mantenerse en calma en medio de terrible adversidad, y de pensar en otros con amor! Sí, nuestro amoroso Padre celestial ciertamente contesta las peticiones de sus siervos fieles y les otorga Su paz. Perplejo, uno de los soldados implicados en aquel caso dijo que el Dios de los Testigos “tenía que ser el verdadero”.
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“Tengan paz”La Atalaya 1988 | 15 de febrero
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Arthur Winkler apreció profundamente la Biblia, especialmente durante la ocupación nazi de los Países Bajos, cuando la actividad cristiana de los Testigos tuvo que efectuarse clandestinamente. La Gestapo había estado buscando al hermano Winkler. Cuando al fin lo capturaron, trataron de obligarlo a transigir, pero no pudieron. Entonces lo golpearon hasta que perdió el conocimiento. Con los dientes quebrados, la mandíbula inferior dislocada y el cuerpo en carne viva fue echado en una celda oscura. Pero el guarda que lo vigilaba era comprensivo y amigable. El hermano Winkler oró a Jehová en busca de dirección. Su profunda necesidad de alimento espiritual también lo llevó a pedir ayuda al guarda. Más tarde, la puerta de la celda se abrió, y una Biblia fue arrojada adentro. “¡Qué gozo producía —recordó el hermano Winkler— disfrutar diariamente de los agradables dichos de verdad [...]! Sentí que me estaba fortaleciendo espiritualmente.”a
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