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Anuario de los testigos de Jehová 1992
yb92 págs. 42-64

Informe mundial

África

El inicuo —escribe el salmista⁠— “se sienta en una emboscada” y “desde lugares ocultos mata a algún inocente”. (Sal. 10:8.) Los adoradores de Jehová han sido durante siglos víctimas inocentes de la crueldad de los inicuos. Sigue siendo así en algunos lugares de África.

La guerra civil de Liberia acabó con la vida de 33 hermanos y obligó a muchos otros a huir del país y refugiarse en Costa de Marfil y Sierra Leona con solo la ropa puesta y sus bolsas. Se han creado comités de socorro en dos ciudades de la frontera entre Liberia y Costa de Marfil para encargarse de estos refugiados y enviar ayuda a los Testigos que siguen sufriendo en ese país. Los Testigos de Costa de Marfil, Sierra Leona y Ghana enviaron a Liberia camiones con toneladas de ropa, así como medicamentos, alimento y dinero. Los hermanos de Abidjan también han respondido con rapidez y están cuidando con afecto a un grupo grande de refugiados muy necesitados.

Muchos de estos hermanos han pasado por experiencias traumáticas espeluznantes. Por ejemplo, un anciano de Monrovia, capital de Liberia, cuenta: “Hacia las dos de la mañana del día 27 de julio de 1990 nos sacaron de casa por la fuerza a mí y a mi familia. Los rebeldes nos juntaron con otros centenares de vecinos. Se nos aseguró que podríamos volver a nuestros hogares después de una breve inspección de la zona. Pues bien, nunca más volvimos a ver nuestras casas. Nos llevaron al principal campo de refugiados, que estaba a unos 50 kilómetros. Yo tuve que llevar a la espalda toda esa distancia a la tía de mi esposa, que es inválida. Oramos constantemente a Jehová por ayuda, pues veíamos cuerpos muertos tendidos por todos lados.

”Después de una hora de extenuante marcha forzada, con la escolta rebelde justo detrás de nosotros, caímos en una emboscada de las tropas del gobierno. Nos echamos al suelo para evitar el fuego cruzado procedente de todas direcciones. Muchos murieron; algunos escaparon. De repente me di cuenta de que había perdido a mi hijo de catorce años. En poco tiempo capturaron a cuarenta y cinco de nosotros y nos trasladaron a una estación de servicio abandonada. Allí se decidió que todos debíamos ser ejecutados. Un soldado sacó su pistola para dispararme, pero no pudo cargarla. En ese momento llegó el comandante del grupo y ordenó que nos llevaran a los barracones militares. Aquella noche ejecutaron a nueve personas. Oramos a Jehová para que nos ayudara a continuar siendo fieles.

”A la mañana siguiente el comandante decidió que todos podíamos irnos, y hasta nos ofreció llevarnos en uno de sus camiones. Rehusamos amablemente, pero en su lugar le pedimos una carretilla para llevar a la tía de mi esposa, y luego nos pusimos en marcha. A medio camino de nuestro destino, oímos el rugir de los motores de los camiones del ejército. Cuando llegaron a un cruce que había delante de nosotros, una ensordecedora explosión desgarró el aire. Durante los siguientes treinta minutos estuvimos bajo el fuego de la artillería pesada. Balas perdidas silbaban por doquier mientras gateábamos en busca de protección. El convoy militar que se había ofrecido a llevarnos había quedado destrozado. ¡Cuánto agradecimos no haber aceptado el ofrecimiento del comandante de llevarnos!

”Aunque mi esposa estaba embarazada de cinco meses, anduvo valientemente cincuenta y ocho kilómetros en un solo día. Pero todavía teníamos que escapar. Cuando un hermano libanés se enteró de nuestra difícil situación, nos pagó los billetes para el único medio de transporte que podía sacarnos del país, un viejo autobús.

”Por fin pudimos cruzar a salvo la frontera y entrar en Costa de Marfil. A pesar de ello, estábamos muy tristes, porque no sabíamos nada de nuestro hijo de catorce años desde la emboscada que mencioné antes. Pensábamos que estaba muerto, que lo habían matado. Sin embargo, cuánto nos alegró enterarnos seis meses más tarde de que había sobrevivido. Se hicieron los preparativos necesarios para que pudiera reunirse con nosotros en Costa de Marfil.”

Otros Testigos tuvieron experiencias espantosas. Clement, natural de Nigeria, había vivido durante diecisiete años en Monrovia, pero se vio obligado a huir. Las fuerzas rebeldes estaban dando caza a todos los nigerianos y ghaneses que residían en el país, así que lo habrían ejecutado en caso de haberlo atrapado. Un centenar de controles, desde Monrovia hasta Danané (Costa de Marfil), separaban a Clement de la salvación. Logró pasar la mayoría de los controles diciendo que era un extranjero que deseaba salir del país. No obstante, en uno de ellos su explicación no surtió efecto. Iba a ser ejecutado. Clement decidió dar un buen testimonio antes de que lo mataran, así que predicó al comandante acerca del Reino de Dios y le presentó las revistas La Atalaya y ¡Despertad! Perplejo, el comandante vociferó: “Escucha, tenemos una misión que cumplir por el momento. Cuando hayamos terminado, prestaremos atención a lo que tengas que decirnos. Ahora, ¡largo!”.

Cuando más tarde Clement pudo reflexionar con calma en este incidente, dijo entender mejor el significado de Proverbios 18:10, que dice que el nombre de Jehová es una torre fuerte. Solo gracias a que utilizó el nombre de Jehová y predicó el Reino de Dios, pudo pasar a salvo los restantes controles. Por fin cruzó la frontera y entró en Costa de Marfil. Lo había conseguido. A algunos miembros del personal de la sucursal les ha sido posible regresar a Liberia recientemente.

No todos los países tienen noticias tristes que contarnos. Las que proceden de Mozambique son particularmente alegres. El 11 de febrero de 1991 el gobierno de Maputo reconoció legalmente a la asociación llamada Testigos de Jehová de Mozambique. Estamos muy agradecidos por ello, pues significa que ahora los misioneros pueden conseguir la residencia en Mozambique. Se puede importar sin estorbos la literatura y las revistas. Se han conseguido casas misionales en tres ciudades para un total de dieciocho misioneros, y en cada una de esas la Sociedad tiene un almacén.

No obstante, los jóvenes tienen que mantener su neutralidad y demostrar lealtad a Jehová debido a que en este país aún sigue la guerra de guerrillas. Las fuerzas rebeldes secuestraron con propósitos inmorales a una jovencita de doce años que es sordomuda. No obstante, sus padres le habían enseñado bien los principios bíblicos. Cuando sus secuestradores quisieron violarla, ella rehusó firmemente. Señalaba al cielo para indicar que la ley de Dios condena la inmoralidad. Debido a su firme resolución, un día los secuestradores la golpearon cruelmente y la dieron por muerta. Pasaron dos meses antes de que regresara con sus padres, acompañada de una mujer que había estado con ella durante su cautiverio. “No sé qué le han enseñado a esta jovencita —dijo la mujer⁠—, pero me impresionó su conducta moral. Nunca cedió ante la presión de los soldados. ¡Se comportó de manera sobresaliente! ¿Qué religión tienen?” Debido a la firme postura de esta joven sordomuda, la mujer ahora estudia con los Testigos y progresa bien en la verdad.

Asia

“Tu bendición está sobre tu pueblo”, cantó el rey David de tiempos antiguos. (Sal. 3:⁠8.) La bendición de Jehová también está hoy sobre su pueblo, como pueden atestiguar los testigos de Jehová que viven en países asiáticos.

A una hermana de Corea el llevar consigo la tarjeta Documento Médico le salvó la vida de una manera poco común. Cuatro hombres la asaltaron cuando salía de su automóvil después de aparcar; la obligaron a entrar en la parte de atrás del automóvil y a echarse al suelo. Ella les ofreció el anillo y el bolso para que la dejaran marcharse, pero no les satisfizo la oferta. Rápidamente le pasó por la cabeza la espantosa idea de que la violaran, por lo que empezó a gritar a voz en cuello. “Tendremos que matarla”, gruñó uno de ellos. La apuñalaron en la pierna y en el muslo. Luego le vendaron los ojos y le ataron los pies juntos. Desesperada, la hermana empezó a orar y a llorar usando el nombre de Jehová en voz alta.

Los hombres se quedaron inmóviles de repente. Por fin, uno le preguntó: “Señorita, ¿es usted testigo de Jehová?”. Habían encontrado su tarjeta Documento Médico mientras registraban el bolso. Decidieron no matarla. La llevaron a un lugar cerca de su casa, la dejaron dentro del automóvil y desaparecieron rápidamente. La hermana pide a Dios que estos hombres se arrepientan de sus malas acciones y lleguen a ser adoradores de Jehová.

Como sucede en muchos países, cada vez más amas de casa de Japón entran en el mercado laboral, por lo que es más difícil encontrarlas en casa para predicarles las buenas nuevas. Por esta razón, una precursora de Niigata decidió llevar el mensaje del Reino al centro de la ciudad, donde estaba la gente. Consiguió un territorio de negocios en la congregación y empezó a predicar, ofreciendo brevemente un estudio bíblico a la gente de negocios que encontraba. Utilizaba el folleto “¡Mira! Estoy haciendo nuevas todas las cosas” y cultivaba el interés volviendo a visitar a todo el que se mostraba algo interesado. A las personas interesadas les decía que podían estudiar juntos por unos treinta minutos a la hora de comer, ya fuera en un salón de té, en la sala de unos almacenes o en un parque. Solo se concentra en un punto específico durante cada sesión de estudio, y ha estado conduciendo hasta ocho estudios a la vez en su territorio de negocios.

Más de sesenta mil filipinos se han trasladado a la isla de Hong Kong para trabajar en el servicio doméstico en casas chinas. La mayoría son católicos romanos. Una hermana se encontró a uno de ellos en un ascensor y simplemente le preguntó si estaba interesado en aprender más acerca de la Biblia. La respuesta fue: “Le he estado pidiendo a Dios que me enseñara más de la Biblia”. Se empezó un estudio inmediatamente.

En Chipre, un publicador joven de Nicosia escribió: “Me llamo Marcos y tengo doce años. En la clase de Instrucción religiosa la maestra preparó tres lecciones sobre las religiones. Yo llevé a clase el libro El hombre en busca de Dios, y se lo mostré a la profesora antes de empezar la primera lección. Lo hojeó y lo colocó sobre su mesa. Un poco después dijo a la clase: “Voy a usar el libro de Marcos para dar las lecciones, pues contiene información más completa que el libro que suministra la escuela”. Marcos termina diciendo: “Animo a todos los publicadores jóvenes a que siempre lleven consigo a la escuela alguna publicación de la Sociedad”.

Lucas, bautizado católico romano, empezó a estudiar la Biblia en Sri Lanka. Trabajaba con otros tres hombres en un barco de pesca que pertenecía a un budista. El propietario deseaba que los dioses del mar bendijeran su negocio, de modo que pidió a la tripulación que hiciera una peregrinación a un famoso lugar de culto para creyentes hindúes y budistas. Lucas le explicó que él no podía participar, pues creía que Jehová es el único Dios verdadero. “O te vienes con nosotros o quedas despedido”, le dijo bruscamente el dueño. Lucas se despidió inmediatamente. Volvió a su pueblo, y a los pocos días encontró un trabajo en otro barco. Ahora puede estudiar regularmente.

Cuando Bangnam, una joven casada de Tailandia, empezó a estudiar la Biblia, sus padres cayeron enfermos. Ellos consultaron a un hechicero, que les dijo que los espíritus de sus parientes muertos no aprobaban el que su hija cambiara de religión y que tenían que impedir sus estudios bíblicos si querían recuperarse. Por consiguiente, le rogaron a su hija que dejara de estudiar la Biblia. La precursora especial que estudiaba con Bangnam explicó a los padres con la Biblia que no eran los espíritus de los muertos los causantes del problema, sino los espíritus inicuos. (Ecl. 9:5, 6.) Los padres decidieron entonces mandar lejos a su hija. Sin embargo, la hermana les mostró que la Biblia enseña que los hijos deben amar a sus padres y que Bangnam quería vivir con ellos para cuidarlos porque los amaba. Cuando la madre oyó esto, cedió y concordó en ir con la hermana a visitar a un médico. El médico no le encontró nada. Mientras regresaban a casa, se desató una tormenta, y como se estaba haciendo tarde, la precursora especial le sugirió a la madre de Bangnam que pasara la noche en su casa. A la mañana siguiente se despertó descansada y muy contenta, pues había dormido bien toda la noche sin ningún problema respiratorio. Cuando el padre se enteró de la mejoría de la salud de su esposa, concordó en librarse de todos los ornamentos espiritistas. Su salud también mejoró rápidamente. Bangnam se ha bautizado y su esposo progresa hacia la dedicación.

Than vive en Myanmar. Era soldado, pero su carrera militar terminó con una amarga decepción. Su vida de desesperación empezó de esta manera: durante una intensa lucha contra las fuerzas rebeldes, una granada explotó cerca del refugio donde se había escondido. El refugio se desplomó y sepultó la mitad de su cuerpo. Cuando lo desenterraron, descubrió consternado que no podía mover las piernas: estaba paralizado. Pronto el ejército lo despidió. Desesperado, empezó a darle vueltas a su desgracia, perdió la fe en Dios y contempló la posibilidad del suicidio. Por ese entonces un precursor especial visitaba al vecino de Than y estudiaba regularmente la Biblia con él. Una vez que Than se enteró de quién era aquel visitante, le invitó a pasar a su casa también. El precursor le consoló con las Escrituras, y se empezó un estudio bíblico. No tardó mucho en reconocer el sonido de la verdad, y comenzó a testificar entusiásticamente a otros. También quería asistir a las reuniones en el Salón del Reino, que está a unos 8 kilómetros de distancia, así que consiguió un par de viejas ruedas de bicicleta y se hizo una silla de ruedas. Con gran determinación asciende y desciende por las lomas que separan el Salón del Reino de su casa y asiste a las reuniones con regularidad. Una radiante esperanza de un futuro mejor ha reemplazado a su amargura.

Europa

“Nuestra alma es como un pájaro que ha escapado de la trampa de los que usan señuelo. La trampa está quebrada, y nosotros mismos hemos escapado. Nuestra ayuda está en el nombre de Jehová.” (Sal. 124:7, 8.) ¡Qué bien describen estas palabras a nuestros hermanos de Europa Oriental!

El pasado año de servicio fue señalado en la historia de los testigos de Jehová de la Unión Soviética. Además de los máximos en la cantidad de publicadores y precursores, siete máximos en la colocación de libros y diez en la de revistas dan mayor razón para que nuestros hermanos se alegren de su reciente libertad. Estos máximos se obtuvieron gracias a que recibieron envíos de publicaciones por primera vez.

El lunes 18 de marzo de 1991 la sucursal de Alemania envió a la Unión Soviética el primer camión con unas veinte toneladas de publicaciones. Hasta entonces los hermanos habían recibido las publicaciones por correo en paquetes pequeños. ¿Cómo fue la llegada del primer envío?

Era medianoche cuando un anciano de la ciudad de Lvov recibió una llamada inesperada de la sucursal de Alemania para notificarle que se estaban cargando publicaciones con destino a la Unión Soviética en un gran camión que tenía la cabina amarilla y la caja azul. Se fijó como punto de encuentro la frontera polaco-rusa. Cuando los Testigos soviéticos llegaron a la frontera, se encontraron con un miércoles desapacible con frío y aguanieve. Sin arredrarse, examinaron por turnos todos los camiones que se aproximaban a la aduana. Uno de ellos exclamó: “Llevamos decenios esperando este memorable momento, así que vemos como un privilegio esperar durante horas o incluso días”.

Por fin, el viernes 22 de marzo a las ocho en punto de la mañana, un camión con la cabina amarilla y una larga caja azul se aproximó al paso fronterizo. Nuestros hermanos elevaron al cielo fervientes oraciones. El camión atravesó la frontera y entró en suelo soviético. Cuando los dos aduaneros vieron boquiabiertos la gran cantidad de publicaciones, se preguntaron qué harían y se pusieron a hablar de la situación. Tras comprobar la carga y la documentación, asintieron con la cabeza e hicieron una señal con la mano para darle paso. “¡No cabíamos en nosotros de gozo! —cuentan los hermanos—. Después de décadas de intensa persecución, nuestros hermanos por fin reciben abundante alimento espiritual.”

Recibidos los permisos para descargar el camión, más de setenta hermanos con ganas de ayudar formaron dos cadenas por las que los paquetes fueron de mano en mano casi a un ritmo musical. Al día siguiente (sábado) se presentaron para recoger las publicaciones hermanos de lugares lejanos del vasto territorio. Los dos primeros que llegaron habían recorrido unos 3.500 kilómetros. Uno de ellos dijo: “Jehová Dios logró lo que el hombre jamás hubiera logrado, y nosotros fuimos testigos presenciales de estos sucesos”.

De la ciudad de Dresde, en lo que fue Alemania oriental, nos llega esta experiencia: “Durante mucho tiempo mi esposa y yo habíamos intentado que mis padres aceptaran la verdad, sin otro resultado que oposición. Sin embargo, en noviembre de 1988 mi esposa tuvo que permanecer hospitalizada tres semanas, así que no nos quedó más remedio que dejar a Sara, nuestra niña de dieciocho meses, con sus abuelos.

”Todo fue bien desde el primer día. Cuando se sentaron a desayunar, Sara se extrañó de que los abuelitos se pusieran a comer sin más preámbulos, de modo que dio un codazo a la abuela, le juntó las manos y dijo: ‘¡A orar, abuelita!’. La niña bajó la cabeza y cerró los ojos. Como veía que la abuela no respondía, se lo volvió a repetir, hasta que mi madre se dio cuenta de qué es lo que quería la niña y dio gracias a la manera luterana. Por la tarde mi madre me preguntó a qué religión estábamos afiliados, pues solo sabía que nos habíamos salido de la Iglesia. Nunca nos había dejado decirle más. Tras darle algunas explicaciones, dijo que trataría a Sara como la teníamos acostumbrada, de modo que le di Mi libro de historias bíblicas, pues la niña estaba habituada a que se le leyera una historia todas las noches.

”Sara convenció a su abuela de que le leyera tres o cuatro historias todas las noches. Mis padres se quedaron sorprendidos al ver todo lo que la niña sabía de la Biblia, pues a veces interrumpía el relato y acababa la historia. Mi madre empezó a sentir curiosidad por lo que leía a Sara noche tras noche, así que en mayo de 1990 iniciamos un estudio con mis padres. Poco después se borraron de la Iglesia y empezaron a asistir a las reuniones con nosotros. Un año después, en mayo de 1991, mi madre llegó a ser publicadora no bautizada, y en la actualidad se prepara para el bautismo. Mi padre también progresa adecuadamente. Damos gracias a Jehová por haberse valido de nuestra hija y del libro Historias Bíblicas para lograr lo que llevábamos intentando tanto tiempo.”

Muchos jóvenes de Austria están adoptando una posición firme hacia la verdad. Un ejemplo es Melanie, una joven de once años cuya custodia pasó de su madre a su hermanastra por razones familiares. Melanie, su hermanastra y el marido de esta empezaron a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Todos progresaron bien. Cuando Melanie decidió dejar la Iglesia católica, se encontró con que la ley austriaca no lo permite hacerlo hasta los catorce años. ¿Dio Melanie el asunto por zanjado? No, sino que se fue a ver al director de la Oficina de Protección de Menores para transmitirle su deseo. Después de entrevistarse con él, recibió una carta que decía: “Tras haber examinado minuciosamente el caso, deseo comunicarle que doy mi consentimiento a que deje la Iglesia, aunque, de acuerdo con la ley vigente, será necesario que el tribunal local ratifique mi decisión”. De modo que Melanie tuvo que comparecer sola ante el juez para explicar por qué deseaba salirse de la Iglesia. El 21 de septiembre de 1990 el tribunal falló a su favor: todo un triunfo para una niña de once años. En la actualidad Melanie participa en la predicación como publicadora no bautizada.

Una mujer de Finlandia que se hallaba hospitalizada tras un grave accidente de automóvil pensaba: “Si mi vida hubiera acabado, ¿habría sido el fin de todo?”. Cuando volvió a casa, trató de hallar una respuesta en la Biblia, pero no lo logró, de modo que exclamó: “Dios del cielo, te ruego que me digas el propósito de la vida. Sé que tiene que estar en la Biblia. Te lo pido de corazón: Ayúdame a entenderlo”. No habían pasado diez minutos cuando sonó el timbre. ¿Quién estaba en la puerta? Una sonriente testigo de Jehová. “Me quedé parada. Lo primero que pensé fue: ‘¡Oh, no! ¿Tenía que ser una testigo de Jehová?’. No obstante, me dominé y le hice pasar. Desde ese momento cada vez entiendo mejor la Biblia.”

América Latina

“Elogiaré a Jehová conforme a su justicia, y ciertamente celebraré con melodía el nombre de Jehová el Altísimo.” (Sal. 7:17.) Este salmo de David ha sido un tema constante de los publicadores de América Latina durante el pasado año de servicio.

¿Debe dedicarse el mismo tiempo al estudio de la creación que al de la evolución? Esta es una cuestión que suele plantearse en Ecuador. Un maestro de la ciudad portuaria de Guayaquil decidió estudiar con sus 104 alumnos el libro La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación? Al final del trimestre escolar, les planteó varias preguntas, entre ellas la siguiente: “Si tomas en cuenta todas las pruebas científicas y bíblicas presentadas en esta clase, ¿a qué conclusión llegas respecto al origen de la vida?”. La gran mayoría de las respuestas fueron a favor de la creación por Dios. Un estudiante respondió: “He llegado a la conclusión de que la Tierra y todo lo que hay en ella son obra de un perfeccionista. Tiene que haber existido alguien muy amoroso que tuviera un propósito para los que vivimos aquí. Es absurdo creer que algo tan complicado como los seres humanos pudieron ser creados por la casualidad. No está en las manos del hombre crear algo tan complejo como la vida”.

La verdad bíblica ha ejercido tal influencia en este maestro, que se bautizó en diciembre de 1990. Cuarenta y dos de sus estudiantes estuvieron presentes para la ocasión en la asamblea de circuito de la zona, y treinta y uno de ellos estaban estudiando la Biblia con los testigos de Jehová de Guayaquil.

Una mujer que vive muy adentrada en el interior de Guyana, cerca del río Moruka, estudiaba la Biblia por correspondencia. Deseaba intensamente estar unida en la adoración pura con los testigos de Jehová la noche de la Conmemoración de la muerte de Cristo. Se gastó mucho dinero en alquilar una canoa excavada en un tronco, y remó con su hijo de trece años y su hija de doce durante veintiún horas (desde las 9.30 de la noche a las 6.20 de la tarde del día siguiente) hasta llegar a la congregación más cercana, la de Charity. Para lograrlo tuvo que descender por el río Moruka hasta llegar al Atlántico y ascender luego por el río Pomeroon, parando solo una hora para descansar. Regresó inmediatamente después de la Conmemoración, pues había alquilado la canoa por días. Es una publicadora no bautizada que en ese entonces estaba embarazada de cuatro meses.

Un sacerdote católico romano de Venezuela fue a la sucursal a pedir publicaciones. Luego dijo que quería hablar con alguien acerca de ciertos puntos doctrinales. Se presentó diciendo que tenía más de sesenta y cinco años y que llevaba en el sacerdocio treinta y siete. Se había preparado para el sacerdocio en Roma (Italia). Durante los últimos cuatro años había estado leyendo acerca de los concilios de la Iglesia católica, y se había quedado sorprendido de sus descubrimientos. “La Iglesia está muy lejos de tener la verdad”, concluyó.

“Estos días he leído la Biblia más que en toda mi vida —añadió⁠—. Estoy confuso. Las doctrinas de la Iglesia no concuerdan con la Biblia. Tengo que enseñar, pero mi conciencia no me permite enseñar embustes. Busco la manera de salir de este tormento. He dedicado toda mi vida a la Iglesia, y ahora que soy viejo, ¿qué voy a hacer a mis años? ¿Dónde voy a encontrar trabajo? Vivo en una casa excelente, tengo un automóvil de lujo y dinero en el banco, pero lo perderé todo si dejo la Iglesia. No sé qué hacer.”

El hermano le mostró algunos pasajes de las Escrituras que dejaban claro que Jehová no abandona a sus siervos. Como sabía que el sacerdote tenía estudios de griego, le enseñó Mateo 10:28 en The Kingdom Interlinear Translation of the Greek Scriptures. Muy emocionado, el sacerdote exclamó: “Pero si está clarísimo: ¡El alma muere! ¡Así que otro embuste más!”.

Después de conversar durante un rato, el hermano le preguntó qué le había llevado a la sucursal. La respuesta fue muy interesante. Un publicador de catorce años entró en su iglesia de Caracas y preguntó a una señora que estaba rezando dónde se encontraba el sacerdote. La respuesta fue: “Allí atrás”, de modo que el hermanito se fue a la parte trasera y halló el despacho parroquial. “¿Qué quieres?”, le preguntó el sacerdote. El joven publicador le contestó que había ido a hablarle de la Biblia. Le dijo que Babilonia la Grande iba a ser destruida y que a él le ocurriría lo mismo si no se salía de la religión falsa. El sacerdote se quedó mudo al ver que un muchacho de catorce años podía explicarle a un hombre de su edad tantas cosas y con tanta valentía. El joven publicador le dio la dirección de la sucursal. Por esta razón se presentó allí.

Después de una charla de unas dos horas, el sacerdote se marchó. Esperamos que tenga el valor de enfrentarse a sus superiores y aceptar la verdad.

América del Norte y las islas del Caribe

Los Testigos de América del Norte y de las islas del Caribe hacen suyas las palabras del salmista David: “Bendice a Jehová, oh alma mía; aun cuanto hay en mí, su santo nombre. Bendice a Jehová, oh alma mía, y no olvides todos sus hechos”. (Sal. 103:1, 2.)

A veces las personas que se interesan en la verdad adoptan la postura de que son muy mayores para cambiar de religión. Sin embargo, una anciana de Columbia Británica (Canadá) no piensa así. Era muy conocida en su pequeña localidad, pues era profesora de Arte y una de las principales adeptas al anglicanismo. Había pagado de su bolsillo el altar de la iglesia y era lectora seglar en los actos religiosos. Como tenía interés en la Biblia, hacía varios años que una Testigo del barrio le llevaba las revistas, aunque no había ido más allá. Hace unos cinco años su hija y su yerno se mudaron a su casa con la aparente intención de atenderla en su vejez. Sin embargo, la pareja estaba en contra de los testigos de Jehová y la presionaron para que se fuera a una residencia de ancianos, algo que en absoluto estaba dispuesta a permitir. Por lo tanto, se mudo a una autocaravana mientras su hija y su yerno estaban de vacaciones.

Finalmente, una hermana le ofreció directamente un estudio bíblico: le demostró cómo estudiamos la Biblia y le preguntó si tenía interés en estudiar, a lo que respondió: “¡Ya estaba pensando cuándo me lo iba a preguntar!”. Puesto que creía de corazón en la Biblia, no tardó en entender las verdades bíblicas, pues decía: “Si está en la Biblia, tiene que ser verdad”. Pese a todo, seguía acudiendo a la iglesia, pues creía que de este modo ayudaría a los demás feligreses.

Llevaba estudiando durante un año y medio cuando se enteró de que un arzobispo anglicano había malversado fondos de la Iglesia para irse de vacaciones al Caribe con su secretaria, pese a que estaba casado. También tenía entendido que el arzobispo había tratado de echar las culpas de la malversación a un diácono. Se sacó el asunto a colación en una acalorada discusión en la iglesia, durante la cual esta mujer tildó en público al arzobispo de “viejo hipócrita”, y acto seguido salió de la iglesia dando un portazo para nunca volver.

Cuando empezaba a asistir al Salón del Reino, comentó: “No puedo creer que haya tantos hombres y que estén tan dedicados a la congregación. En la iglesia a la que iba, los pocos hombres que asistían se limitaban a sentarse a dormir”. Se bautizó el 29 de septiembre de 1990 a la edad de ochenta y siete años.

Tras su última visita a Groenlandia, un superintendente de circuito dijo exultante: “¡El milagro está en marcha! Y solo es la punta del iceberg”. Muchos nuevos asisten a las reuniones, se empiezan estudios bíblicos y otros emprenden el ministerio del campo o se bautizan.

Algunas personas nuevas han tenido que mantener una larga lucha para obtener una relación aprobada con Jehová. Este es el caso de Andy (nombre ficticio), un hombre de unos treinta y cinco años que vivía con Eunice (nombre ficticio). Era alcohólico y tenía malas compañías, por lo que la relación con su pareja se deterioró. Además, su conciencia perturbada se manifestaba de maneras nada agradables. Eunice empezó a estudiar la Biblia y llegó a comprender que tenía que poner orden en su vida si quería la aprobación de Jehová, de modo que dejó a Andy.

Esto le ayudó a él a entender su situación: él había elegido el alcohol, ella, el modo de vida cristiano. Eunice siguió progresando, se bautizó y hoy es una hermana celosa en la congregación.

Posteriormente, Andy pidió un estudio. Aunque hizo algún progreso espiritual y disfrutaba de lo que aprendía, todavía recaía en su antiguo vicio, asistía poco a las reuniones y no lograba librarse de las malas compañías. En 1989 asistió a la asamblea de distrito, lo que supuso un cambio radical. Entonces se dio cuenta de que podía vencer el problema. Acudió al médico y fue hospitalizado, y cuando volvió a casa, la congregación estaba en posición de ayudarle, tal como él explica: “Sentía que tenía una base mejor para analizar asuntos espirituales. Estaba desintoxicado y mi vida tenía estabilidad. Había cambiado mis amistades por amigos de la congregación. Mi relación con Jehová se había convertido en algo auténtico: sentí por primera vez que podía orarle, y desde ese momento la oración ha tenido mucha importancia para mí. He orado a Jehová con mucha frecuencia, y Él me ha escuchado. Cuando las tentaciones eran muy intensas y los deseos de obrar mal casi me vencían, parece que siempre me encontraba con algún amigo del Salón del Reino que me animaba a perseverar en mi nueva vida”.

Este es el tercer año que Andy está libre del alcohol, gracias a la ayuda de la Palabra de Dios, Su espíritu y Su organización. Empezó a predicar y se bautizó el pasado mes de agosto en la asamblea “Amadores de la Libertad” de Godthaab (Nuuk).

Cuando se tiene la determinación de adorar a Jehová, las desventajas físicas no son una barrera, como lo muestra el caso de Kenwyn, un muchacho de diecisiete años que vive en la isla de Granada. Una caída que sufrió a los cuatro años le dificultó gravemente andar. El problema se fue agravando al hacerse mayor, de modo que a los quince años tenía que utilizar muletas de madera. A los diecisiete años se le intervino quirúrgicamente, pero no se logró corregir el impedimento.

Por aquel entonces Kenwyn se puso a estudiar con un misionero testigo de Jehová. Aunque progresaba en aceptar el conocimiento bíblico, titubeaba cuando se le invitaba a compartir su conocimiento con otros en el ministerio de casa en casa. Como le daba miedo su estado físico, respondía: “Ya te avisaré cuando esté listo”. No obstante, se le animó a leer en ¡Despertad! y La Atalaya experiencias de Testigos que predicaban con regularidad de casa en casa a pesar de estar disminuidos físicamente. Tras leer las experiencias, le dijo al misionero: “Ahora ya estoy listo”.

Y vaya si lo estaba. El primer mes pasó diecinueve horas en el ministerio del campo y el mes siguiente informó sesenta y tres. Se bautizó en marzo de 1991 y se apuntó para ser precursor auxiliar el mes siguiente. Kenwyn, que sube y baja con sus muletas por las colinas de su territorio, es un magnífico ejemplo y estímulo en su congregación. Como las colinas no impiden que predique, los hermanos le llaman con cariño “el todoterreno”.

Islas del Pacífico

En cumplimiento de la profecía del Salmo 72:8 —“Tendrá súbditos de mar a mar y desde el Río hasta los cabos de la tierra”⁠—, el Salomón mayor, Cristo Jesús, tiene súbditos por todo el orbe, hasta en las islas del Pacífico.

Los habitantes de las islitas y atolones del Pacífico occidental, supervisados por la sucursal de Guam, reciben el testimonio en muchos idiomas. El libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra ha llegado a muchos hogares. De una isla recibimos la siguiente experiencia: Una señora que aceptó un ejemplar de este libro se dio cuenta de que su padre, el pastor de la iglesia, utilizaba el libro rojo en el púlpito. Observó que, una vez acabado el sermón, lo colocaba en su maletín con cuidado de que no le vieran. Pero ella sí le vio, de modo que al finalizar el acto religioso le preguntó: “Papá, ¿por qué utilizas ese libro rojo?”, a lo que él respondió: “Porque dice la verdad”. Ella le preguntó de dónde lo había sacado, y él le contestó: “Es tu libro”. Tras esto, ella y su marido estaban deseosos de estudiar la Biblia con la ayuda de los Testigos de la localidad. Un día la gente empezó a burlarse de ella por estudiar con los Testigos, siendo su padre pastor. Pero cuando el pastor se enteró, increpó a los que se burlaban: “No digan nada contra ellos [los Testigos], pues son hombres de Dios que nos traen las buenas nuevas”.

La sucursal de Papua Nueva Guinea recibió la siguiente carta de la provincia de Morobe: “Lengbati, la región donde vivimos, se halla en la espesura y tiene grandes montañas, pero no hay carreteras. Aunque contamos con una pequeña pista de aterrizaje, los aviones vienen con poca frecuencia. En 1987 solo había un Testigo participando en el servicio del campo y conduciendo estudios bíblicos. Cuando el superintendente de circuito y su esposa vinieron a ayudarnos, estalló la oposición. Los enemigos del Reino intentaron detener la obra e incendiaron el Salón del Reino delante del superintendente. ¿Cuál fue el resultado de la oposición? Ahora ya somos siete publicadores y nos reunimos en un nuevo Salón que hemos edificado. Al igual que todos los hermanos del mundo, estamos muy contentos de participar en la obra del Reino”.

Los jóvenes pueden hacer mucho para ayudar a que otros de su edad conozcan la verdad. Linda, una niña de Australia que tiene nueve años, obedeció a su maestra y se sentó con Rebecca, que estaba sola. Linda se hizo amiga suya y se puso a hablarle del Reino. Con el tiempo, comenzaron a estudiar a la hora del almuerzo con el libro Escuchando al Gran Maestro. Tiempo después, las dos le hablaron a otra alumna, Ebony, que se unió al estudio. Posteriormente fue Sarah, otra alumna, para preguntar si la dejaban jugar, a lo que Linda replicó que no era un juego, sino que estaban estudiando la Biblia. Sarah también se unió al grupo. Otra niña preguntó si podía participar, de modo que a veces había dos grupos estudiando el libro Gran Maestro, uno dirigido por Linda, y el otro, por Rebecca. Esta situación despertó la curiosidad de la maestra, que quiso saber qué hacían. Linda le enseñó el libro, y la maestra dio su aprobación.

Países bajo proscripción

“Líbrame de mis perseguidores, porque son más fuertes que yo”, imploró David a su Salvador, Jehová. (Sal. 142:⁠6.) Los adoradores de Jehová de los países donde la obra de testificar está prohibida hoy día confían en Él para su salvación. Y Jehová oye sus ruegos y los consuela.

Para los testigos de Jehová de cierto país de Asia, el pasado año de servicio, el decimoquinto que pasan bajo proscripción, fue un año muy ocupado y lleno de bendiciones. Hubo un nuevo máximo de publicadores del Reino: ¡un 9% de aumento! Sin embargo, aún hay que ejercer cautela. Tomemos como ejemplo lo que le pasó a una congregación que se reúne en casa de un anciano. Sin razón aparente, los vecinos se cansaron de las reuniones y empezaron a lanzar ladrillos y piedras sobre el tejado galvanizado de la casa. Algunos hermanos se enfurecieron, y querían dar su merecido a los culpables, pero el anciano los convenció con calma de que confiaran en el espíritu de Jehová y no recurrieran a la violencia. Los vecinos de la casa colindante cavaron una zanja de un metro de profundidad y medio de anchura a lo largo de la pared de la propiedad del hermano, esperando que se desplomara y no pudieran celebrar las reuniones. El anciano confió pacientemente en Jehová. Alrededor de un mes después, el vecino que había instigado estas acciones enfermó. Cuando salía hacia el hospital en su automóvil, dio marcha atrás y sin darse cuenta se cayó en la zanja. Los vecinos le ayudaron a salir de esta difícil situación, pero ninguno pudo ayudarle a recobrar la salud. Se debilitó cada vez más y murió poco después. Los hermanos no se vengaron, fueron pacientes y aprendieron que el alivio de la persecución viene de modos inesperados y singulares.

Una organización juvenil del partido que gobierna en un país de África continúa tratando con brutalidad a los Testigos porque rehúsan llevar la tarjeta del partido. La persecución no ha cesado durante los pasados veinticuatro años. En todo este tiempo, el pueblo de Jehová se ha sujetado a las autoridades y nunca las ha insultado ni se ha vengado. (Rom. 13:⁠1.)

Su adhesión a los principios bíblicos les ha hecho ganarse el respeto de algunos opositores. Veamos un ejemplo: un hermano fue detenido y llevado a prisión hace poco más de un año. El comisario le dijo: “Así que por fin le hemos atrapado”. No obstante, aunque la policía conocía todas sus actividades teocráticas, no lo detuvo hasta que el vehículo que conducía, cargado de literatura bíblica, tuvo un accidente con un automóvil de la policía. Aunque se condenó al hermano, recibió un buen trato en la prisión.

El hermano a nombre de quien estaba el vehículo también debió comparecer ante la policía. Tuvo que explicar por qué había literatura ilegal en su vehículo. Durante el interrogatorio se le preguntó si era testigo de Jehová. Contestó: “Me hice Testigo antes de la proscripción. Desde que esta se impuso, no he cambiado de religión. Mi familia y yo oramos en casa y no nos metemos con nadie. ¿Qué le parece, comisario?”. Sorprendentemente, se le exoneró de todos los cargos y se le permitió recoger el vehículo y volver a casa. Así que los Testigos han sido fieles a Jehová durante estos años, y Él los ha bendecido con aumento y la fuerza para seguir firmes.

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