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Jehová ama a los que “llevan fruto con aguante”La Atalaya (estudio) 2018 | mayo
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Jehová ama a los que “llevan fruto con aguante”
“En cuanto a lo que está en la tierra excelente, estos son los que [...] llevan fruto con aguante” (LUC. 8:15).
1, 2. a) ¿Cómo nos hace sentir el ejemplo de los que predican fielmente en territorios poco productivos, y por qué? (Vea la foto del principio). b) ¿Qué dijo Jesús sobre predicar “en su propio territorio”? (Vea la nota).
SERGIO Y OLINDA son un matrimonio de precursores de más de 80 años de edad que viven en Estados Unidos. Últimamente, como les duelen las piernas, caminan con más dificultad. Pese a ello, a las siete de la mañana, llegan a una plaza muy concurrida de su ciudad, se colocan cerca de una parada de autobús y comienzan a ofrecerles las publicaciones bíblicas a las personas. Llevan décadas haciendo esto. La mayoría de la gente no les hace caso, pero ellos siguen en su puesto, sonriendo a quienes los miran. Cuando dan las doce, regresan despacito a su casa. A la mañana siguiente, estarán de vuelta a las siete en punto. Estos hermanos predican el mensaje del Reino en ese lugar seis días a la semana durante todo el año.
2 Igual que ellos, muchos fieles cristianos de todo el mundo llevan décadas viviendo en territorios en los que muy pocas personas aceptan el mensaje. Si este es su caso, lo felicitamos por su aguante.a Su ejemplo anima a muchos otros siervos de Dios, incluso a los que tienen años de experiencia. Por ejemplo, fíjese en los comentarios que han hecho algunos superintendentes de circuito: “Cuando predico con estos fieles hermanos, su ejemplo me fortalece”, “su fidelidad me anima a perseverar con valor en la predicación” y “su ejemplo me llega a lo más hondo”.
3. ¿Qué tres preguntas analizaremos, y por qué?
3 En este artículo, analizaremos estas tres preguntas: ¿Qué puede hacer que a veces nos desanimemos? ¿Cómo podemos producir fruto? ¿Qué nos ayudará a seguir dando fruto con aguante? Las respuestas nos motivarán a terminar la obra que Jesús nos mandó hacer.
QUÉ PUEDE HACER QUE NOS DESANIMEMOS
4. a) ¿Qué efecto tuvo en Pablo el que la mayoría de los judíos rechazara el cristianismo? b) ¿Por qué se sintió así?
4 Predicar en un territorio donde casi nadie escucha el mensaje del Reino puede ser desalentador. Si a usted le ha pasado esto, seguro que entiende cómo se sintió el apóstol Pablo. Durante su ministerio, que más o menos duró treinta años, ayudó a gran cantidad de personas a aceptar el cristianismo (Hech. 14:21; 2 Cor. 3:2, 3). Pero no logró que muchos judíos se hicieran cristianos. De hecho, la mayoría rechazó a Pablo y algunos hasta lo persiguieron (Hech. 14:19; 17:1, 4, 5, 13). Él reconoció con franqueza que esa reacción tan negativa lo afectó mucho. Dijo: “Tengo gran desconsuelo e incesante dolor en mi corazón” (Rom. 9:1-3). ¿Por qué se sintió así? Porque amaba la predicación y también amaba a las personas. Se preocupaba de corazón por los judíos, y por eso le dolía tanto ver que rechazaban la misericordia de Dios.
5. a) ¿Qué nos motiva a predicar? b) ¿Por qué es lógico que a veces nos sintamos desanimados?
5 Como Pablo, predicamos porque nos preocupamos de todo corazón por la gente (Mat. 22:39; 1 Cor. 11:1). Sabemos por experiencia que servir a Jehová es lo mejor que podemos hacer en la vida. Ese es el motivo por el que nos gustaría que las personas que viven en nuestro territorio se dieran cuenta de lo que se están perdiendo. Por ello, no dejamos de hablarles de la verdad sobre Jehová y su propósito para la humanidad. Ese mensaje es como un regalo que les llevamos y les pedimos que acepten. Cuando lo rechazan, es lógico que nos duela, igual que a Pablo. ¿Por qué nos sentimos así? No es porque nos falta fe, sino porque amamos la predicación y también amamos a las personas. Y debido a ello seguimos predicando aunque a veces estemos desanimados. Una hermana llamada Elena, que lleva veinticinco años siendo precursora, dice: “No me resulta fácil predicar, pero estoy segura de que es la mejor obra que puedo hacer”. ¿Verdad que muchos pensamos lo mismo?
CÓMO PODEMOS PRODUCIR FRUTO
6. ¿Qué cuestión analizaremos?
6 Sin importar cómo sea el territorio donde predicamos, podemos producir fruto. ¿Por qué estamos tan seguros? Para responder a esta importante cuestión, vamos a examinar dos pasajes en los que Jesús habló acerca de la necesidad de dar fruto (Mat. 13:23). El primero de ellos trata sobre una vid.
7. a) ¿A quiénes representan el cultivador, la vid y las ramas? b) ¿Qué pregunta necesitamos responder?
7 (Lea Juan 15:1-5, 8). Jesús mismo explicó que él es “la vid verdadera”, su Padre es “el cultivador” y sus discípulos son “los sarmientos” o ramas. Luego, les dijo a los apóstoles: “Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan llevando mucho fruto y demuestren ser mis discípulos”.b Entonces, ¿qué significa llevar o producir fruto? En esta ocasión, Jesús no explicó qué representa el fruto, pero sí dio un dato importante que nos ayuda a saberlo.
8. a) ¿Por qué sabemos que dar fruto no puede significar hacer discípulos? b) ¿Qué caracteriza a los requisitos de Dios?
8 Jesús dijo lo siguiente con relación a su Padre: “Todo sarmiento en mí que no lleva fruto, él lo quita”. En otras palabras, para que Jehová nos considere sus siervos, tenemos que producir fruto (Mat. 13:23; 21:43). Por lo tanto, en este pasaje, dar fruto no puede significar hacer discípulos (Mat. 28:19). ¿Por qué no? Porque eso significaría que los hermanos fieles que no logran hacer discípulos porque predican en territorios poco productivos serían como las ramas inútiles de las que habló Jesús. Pero eso es impensable, pues no podemos obligar a la gente a aceptar el mensaje. Además, Jehová nos ama y nunca nos rechazaría por no lograr algo que está fuera de nuestro alcance. Él no nos pide hacer cosas imposibles (Deut. 30:11-14).
9. a) ¿En qué obra debemos participar para producir fruto? b) ¿Qué parábola vamos a analizar, y por qué?
9 Entonces, ¿qué es el fruto que debemos producir? Sin duda, debe ser algo que todos podemos llevar a cabo. ¿Y qué obra nos ha mandado Jehová a todos sus siervos? La predicación del mensaje del Reino (Mat. 24:14).c Esta conclusión la confirma la parábola de Jesús sobre el sembrador. Vamos a analizarla.
10. a) ¿Qué representan la semilla y la tierra en la parábola del sembrador? b) ¿Qué fruto da la planta del trigo?
10 (Lea Lucas 8:5-8, 11-15). En la parábola del sembrador, la semilla es “la palabra de Dios”, o sea, el mensaje del Reino. La tierra representa el corazón simbólico de las personas. La semilla que cayó en la tierra buena echó raíces y se convirtió en una nueva planta, por ejemplo, una de trigo. Luego, produjo cien veces más fruto. Pero ¿qué fruto da la planta del trigo? ¿Plantas más pequeñas? No, lo que produce son nuevas semillas, que con el tiempo llegan a ser nuevas plantas. En esta parábola, una sola semilla produce cien semillas. ¿Qué relación tiene esto con nuestro ministerio?
¿Cómo producimos “fruto con aguante”? (Vea el párrafo 11).
11. a) ¿Qué relación tiene la parábola del sembrador con nuestro ministerio? b) ¿Cómo producimos nuevas semillas del Reino?
11 Supongamos que hace algunos años nuestros padres o unos Testigos nos enseñaron la verdad. Cuánto se alegraron al ver que aceptábamos el mensaje del Reino. Se puede decir que sembraron la semilla en una tierra buena. La semilla siguió creciendo hasta que estuvo lista para producir fruto. ¿Cuál? Así como una planta produce nuevas semillas, no nuevas plantas, nosotros producimos nuevas semillas del Reino, no nuevos discípulos.d ¿Cómo las producimos? Al predicar el Reino. Cada vez que de una forma u otra proclamamos este mensaje, es como si esparciéramos el mismo tipo de semilla que se plantó en nuestro corazón (Luc. 6:45; 8:1). Por lo tanto, esta parábola nos enseña que daremos fruto con aguante siempre que sigamos predicando.
12. a) ¿Qué aprendemos de estos dos pasajes sobre la vid y el sembrador? b) ¿Qué efecto tiene esto en usted?
12 ¿Qué aprendemos de estos dos pasajes sobre la vid y el sembrador? Que nuestra capacidad para producir fruto no depende de cómo responda la gente del territorio, sino de nuestra fidelidad. Pablo señaló esto mismo al decir: “Cada persona recibirá su propio galardón según su propia labor” (1 Cor. 3:8). Como vemos, se nos recompensa por nuestro trabajo, no por los resultados. Una hermana llamada Matilda, que lleva veinte años sirviendo de precursora, dice: “Me alegra saber que Jehová premia nuestros esfuerzos”.
CÓMO PODEMOS SEGUIR PRODUCIENDO FRUTO
13, 14. Según Romanos 10:1, 2, ¿por qué motivos continuó predicando Pablo a los que rechazaban el mensaje del Reino?
13 ¿Qué nos ayudará a seguir produciendo fruto? Ya hemos visto cómo le hizo sentir a Pablo el que la mayoría de los judíos rechazara el mensaje del Reino. Pero nunca se dio por vencido. Fijémonos en lo que tiempo después explicó en su carta a los cristianos de Roma sobre lo que sentía por los judíos. Dijo: “La buena voluntad de mi corazón y mi ruego a Dios por ellos son, en realidad, para su salvación. Porque les doy testimonio de que tienen celo por Dios; mas no conforme a conocimiento exacto” (Rom. 10:1, 2). ¿Por qué siguió predicándoles?
14 Primero, explicó que lo hacía motivado por la buena voluntad de su corazón, es decir, porque deseaba de corazón que algunos judíos lograran la salvación (Rom. 11:13, 14). Segundo, señaló que le rogaba a Dios que ayudara a ciertos judíos a aceptar el mensaje del Reino. Y, tercero, añadió: “Tienen celo por Dios”. Pablo veía lo mejor de cada persona. Y él mismo sabía muy bien que el celo bien dirigido podía convertir a una persona sincera en un cristiano entusiasta.
15. ¿Cómo podemos seguir el ejemplo de Pablo? Mencione lo que hacen algunos hermanos.
15 ¿Cómo podemos seguir el ejemplo de Pablo? Primero, tratemos de conservar en el corazón el deseo de encontrar a quienes están “correctamente dispuestos para vida eterna”. Segundo, roguémosle a Jehová que abra el corazón de las personas sinceras (Hech. 13:48; 16:14). Silvana, que es precursora desde hace casi treinta años, dice: “Antes de llamar a las puertas, le pido a Jehová que me ayude a ser positiva”. Supliquemos también a Dios que los ángeles nos conduzcan hasta quienes tienen un buen corazón (Mat. 10:11-13; Rev. 14:6). Un hermano llamado Robert, que lleva más de treinta años de precursor, dice: “Es emocionante colaborar con los ángeles, que saben lo que ocurre en la vida de las personas”. Y, tercero, procuremos ver lo bueno en la gente. Un anciano llamado Carl, que se bautizó hace más de cincuenta años, indica: “Busco cualquier pequeño detalle que revele que la persona tiene un buen corazón, como una sonrisa, una mirada amable o una pregunta sincera”. Si hacemos estas cosas, seguiremos produciendo fruto, igual que Pablo.
“NO DEJES DESCANSAR LA MANO”
16, 17. a) ¿Qué lección podemos aprender de lo que dice Eclesiastés 11:6? b) Dé un ejemplo del efecto que puede tener nuestra obra en quienes nos observan.
16 Aunque a veces nos parezca que el mensaje que predicamos no echa raíces en el corazón de la gente, no debemos quitarle importancia al efecto que tiene nuestra obra de sembrar la semilla (lea Eclesiastés 11:6). Es verdad que muchas personas no nos escuchan, pero sí se fijan en nosotros. Ven que vamos bien vestidos, que somos educados y que siempre llevamos una sonrisa en la cara. Es posible que con el tiempo nuestra conducta haga que algunos se replanteen la mala opinión que tienen sobre nosotros. Eso fue lo que notaron Sergio y Olinda, mencionados en el primer párrafo.
17 Él cuenta: “No fuimos a la plaza durante cierto tiempo porque estuvimos enfermos. Cuando regresamos, las personas nos preguntaban qué nos había pasado y nos decían que nos habían extrañado”. Y Olinda añade con una sonrisa: “Los conductores de autobús nos saludaban y algunos nos decían desde su asiento: ‘Buen trabajo’. Hasta nos pedían las revistas”. Un día, este matrimonio se llevó una sorpresa. Un hombre se detuvo junto a su carrito, les regaló un ramo de flores y les dio las gracias por su labor.
18. ¿Por qué está usted resuelto a dar “fruto con aguante”?
18 La Biblia dice: “No dejes descansar la mano”. Así es, mientras sigamos sembrando la semilla del Reino, aportaremos nuestro valioso granito de arena a la obra de dar “testimonio a todas las naciones” (Mat. 24:14). Sobre todo, sentiremos la gran alegría de saber que tenemos la aprobación de Jehová, pues él ama a todos los que “llevan fruto con aguante”.
a Como anotaron los cuatro evangelistas, hasta Cristo reconoció que predicar “en su propio territorio” era difícil (Mat. 13:57; Mar. 6:4; Luc. 4:24; Juan 4:44).
b Aunque aquí las ramas son los cristianos que esperan vivir en el cielo, todos los siervos de Dios podemos encontrar en este pasaje lecciones provechosas.
c Llevar o dar fruto también puede referirse a producir “el fruto del espíritu”. Sin embargo, tanto en este artículo como en el siguiente, nos centraremos en la idea de producir “el fruto de labios”, esto es, predicar el mensaje del Reino (Gál. 5:22, 23; Heb. 13:15).
d En otras ocasiones, Jesús comparó la obra de hacer discípulos con las labores de sembrar y cosechar (Mat. 9:37; Juan 4:35-38).
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Por qué seguimos “llevando mucho fruto”La Atalaya (estudio) 2018 | mayo
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Por qué seguimos “llevando mucho fruto”
“Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan llevando mucho fruto y demuestren ser mis discípulos” (JUAN 15:8).
1, 2. a) ¿De qué habló Jesús con sus discípulos poco antes de morir? (Vea el dibujo del principio). b) ¿Por qué es importante para nosotros tener claras las razones por las que predicamos? c) ¿Qué vamos a analizar?
LA NOCHE antes de morir, Jesús habló largo y tendido con los apóstoles. Les aseguró que los amaba mucho. Y, como vimos en el artículo anterior, él mismo se comparó a una vid. De esta manera, animó a sus discípulos a seguir “llevando mucho fruto”, es decir, a perseverar en la predicación del Reino (Juan 15:8).
2 Pero Jesús no solo les dijo qué tenían que hacer, sino también por qué debían hacerlo. Les dio razones para seguir predicando. ¿Por qué es importante para nosotros tener claras estas razones? Porque nos motivarán a continuar dando “testimonio a todas las naciones” (Mat. 24:13, 14). Por tanto, analizaremos cuatro motivos que da la Biblia para predicar. También hablaremos de cuatro cosas que nos da Jehová y que nos ayudan a seguir produciendo fruto.
PORQUE GLORIFICAMOS A JEHOVÁ
3. a) ¿Qué razón para predicar encontramos en Juan 15:8? b) ¿Qué representan las uvas en la comparación que puso Jesús, y por qué son un símbolo apropiado?
3 La razón más importante para predicar es porque así glorificamos a Jehová y santificamos su nombre (lea Juan 15:1, 8). Fijémonos en que en este pasaje Jesús comparó a su Padre a un hombre que cultiva uvas. Se asemejó a sí mismo a una vid y dijo que sus seguidores eran las ramas (Juan 15:5). Así que las uvas son un símbolo apropiado del fruto del Reino que producen los cristianos. Jesús les dijo a los apóstoles: “Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan llevando mucho fruto”. Nosotros damos gloria a Jehová cuando proclamamos el Reino lo mejor que podemos, igual que un cultivador recibe honra cuando sus vides producen uvas de calidad (Mat. 25:20-23).
4. a) ¿De qué maneras santificamos el nombre de Dios? b) ¿Qué le hace sentir a usted tener el privilegio de santificar el nombre de Dios?
4 Como ya vimos, cuando predicamos, también santificamos el nombre de Dios. ¿De qué manera? Es verdad que no podemos hacerlo más sagrado, pues ya lo es en sentido absoluto. Pero veamos lo que dijo el profeta Isaías: “Jehová de los ejércitos... es a él a Quien ustedes deben tratar como santo” (Is. 8:13). Así pues, una de las maneras de santificar el nombre de Dios es considerándolo o tratándolo como especial, separado de todo otro nombre, y ayudando a otras personas a comprender que es santo (Mat. 6:9, nota). Por ejemplo, cuando hablamos sobre las maravillosas cualidades de Jehová y sus fieles promesas para la humanidad, defendemos el nombre de Dios de las mentiras y calumnias de Satanás (Gén. 3:1-5). También santificamos su nombre cuando tratamos de ayudar a las personas del territorio a ver que Jehová merece “recibir la gloria y la honra y el poder” (Rev. 4:11). Rune, que ha sido precursor por dieciséis años, dice: “Me siento agradecido de que el Creador del universo me haya dado la oportunidad de ser su testigo. Me motiva a seguir predicando”.
PORQUE AMAMOS A JEHOVÁ Y A SU HIJO
5. a) ¿Qué razón para predicar encontramos en Juan 15:9, 10? b) ¿Cómo destacó Jesús la necesidad de tener aguante?
5 (Lea Juan 15:9, 10). Otra razón importante por la que predicamos es nuestro profundo amor a Jehová y a Jesús (Mar. 12:30; Juan 14:15). Jesús no les dijo a sus discípulos simplemente que estuvieran en su amor, sino que permanecieran en él. ¿Por qué? Porque es necesario tener aguante para ser un verdadero cristiano año tras año. Jesús destacó la necesidad del aguante al utilizar el verbo permanecer una y otra vez en el breve pasaje de Juan 15:4-10.
6. ¿Cómo demostramos que deseamos permanecer en el amor de Cristo?
6 ¿Cómo demostramos que deseamos permanecer en el amor de Cristo y conservar su aprobación? Observando sus mandamientos. En otras palabras, Jesús nos pide que lo obedezcamos. En realidad, no nos pide más de lo que él mismo hace, pues añadió: “Así como yo he observado los mandamientos del Padre y permanezco en su amor”. Está claro que él mismo dio el ejemplo (Juan 13:15).
7. ¿Qué relación hay entre la obediencia y el amor?
7 Jesús dejó claro que hay una relación entre la obediencia y el amor al decirles a los apóstoles: “El que tiene mis mandamientos y los observa, ese es el que me ama” (Juan 14:21). Además, cuando cumplimos con el mandato de Jesús de ir y predicar, también mostramos nuestro amor a Dios. ¿Por qué? Porque lo que Cristo nos manda está de acuerdo con lo que piensa su Padre (Mat. 17:5; Juan 8:28). En respuesta a nuestro amor, Jehová y Jesús siguen amándonos a nosotros.
PORQUE DESEAMOS ADVERTIR A LA GENTE
8, 9. a) ¿Qué otra razón tenemos para predicar? b) ¿Por qué nos impulsa a seguir predicando lo que dicen Ezequiel 3:18, 19 y 18:23?
8 Una tercera razón por la que seguimos predicando es que deseamos advertir a la gente. La Biblia dice que Noé fue “predicador de justicia” (lea 2 Pedro 2:5). Es obvio que el mensaje que predicó incluía la advertencia de que se acercaba una destrucción. ¿Por qué llegamos a esa conclusión? Veamos lo que dijo Jesús: “Porque como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, los hombres casándose y las mujeres siendo dadas en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre” (Mat. 24:38, 39). Aunque las personas eran indiferentes, Noé cumplió fielmente con la tarea de darles una advertencia.
9 Hoy día, predicamos el Reino para darles a las personas la oportunidad de conocer cuál es la voluntad de Dios para los seres humanos. Al igual que Jehová, deseamos con sinceridad que escuchen el mensaje y sigan viviendo (Ezeq. 18:23). Al mismo tiempo, predicar de casa en casa y en lugares públicos nos permite advertir al mayor número de personas posible que el Reino de Dios vendrá para poner fin a este mundo malo (Ezeq. 3:18, 19; Dan. 2:44; Rev. 14:6, 7).
PORQUE AMAMOS AL PRÓJIMO
10. a) ¿Qué razón para predicar encontramos en Mateo 22:39? b) Cuente cómo ayudaron Pablo y Silas a un carcelero de Filipos.
10 Veamos otra razón importante por la que seguir predicando: amamos al prójimo (Mat. 22:39). Sabemos que las personas pueden cambiar de actitud cuando sufren un cambio en la vida. El amor que sentimos por ellas nos motiva a continuar predicando. Pensemos en lo que les pasó al apóstol Pablo y a su compañero Silas en la ciudad de Filipos. Los opositores los metieron en la cárcel. Pero, de repente, un terremoto sacudió la prisión a medianoche y todas las puertas se abrieron. El carcelero temía que se hubieran escapado los presos, así que estaba a punto de suicidarse. Pero Pablo le gritó que no lo hiciera. Angustiado, el carcelero preguntó: “¿Qué tengo que hacer para salvarme?”. Ellos le respondieron: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo” (Hech. 16:25-34).
El amor a Jehová, a Jesús y al prójimo nos motiva a predicar. (Vea los párrafos 5 y 10).
11, 12. a) ¿Qué nos enseña sobre la predicación el relato sobre el carcelero? b) ¿Por qué deseamos seguir predicando?
11 ¿Qué nos enseña este relato sobre la predicación? Fijémonos en que el carcelero cambió de actitud y pidió ayuda después del terremoto. Del mismo modo, puede que algunas personas que en el pasado no escucharon el mensaje de la Biblia cambien y pidan ayuda después de sufrir una sacudida en su vida. Por ejemplo, algunas se hunden cuando pierden de repente su empleo, se rompe su matrimonio, se les diagnostica una enfermedad grave o se les muere un ser querido. Cuando ocurren cosas como estas, hay personas que por primera vez se hacen preguntas sobre el sentido de la vida. Quizás hasta pregunten lo mismo que el carcelero: “¿Qué tengo que hacer para salvarme?”. Cuando las encontramos en la predicación, es posible que por primera vez deseen escuchar el mensaje de esperanza que llevamos.
12 Así pues, si seguimos predicando fielmente, podremos dar consuelo a las personas cuando estén dispuestas a aceptarlo (Is. 61:1). Charlotte, que lleva treinta y ocho años en el servicio de tiempo completo, dice: “Hoy las personas andan perdidas. Necesitan tener la oportunidad de escuchar nuestro mensaje”. Y una hermana llamada Ejvor, que lleva treinta y cuatro años de precursora, comenta: “Nunca antes ha habido tantas personas hundidas emocionalmente. Mi deseo es ayudarlas, y eso me motiva a predicar”. No hay duda de que el amor al prójimo es un buen motivo para continuar predicando.
REGALOS DE JEHOVÁ QUE NOS AYUDAN A AGUANTAR
13, 14. a) ¿De qué regalo habla Juan 15:11? b) ¿Cómo podemos tener el gozo que tiene Jesús? c) ¿Cómo influye el gozo en nuestro ministerio?
13 Durante aquella última noche de Jesús en la Tierra, él también les mencionó a los apóstoles varios regalos de Jehová que los ayudarían a seguir dando fruto. ¿Cuáles son? Y ¿cómo nos benefician?
14 El gozo. ¿Será una carga para nosotros obedecer el mandato de Jesús de predicar? Al contrario. Después de hablar de la vid, Jesús nos aseguró que tendremos el mismo gozo que él si predicamos el Reino (lea Juan 15:11). ¿Por qué? Como ya vimos, él se comparó a una vid y dijo que sus discípulos eran las ramas. Las ramas reciben el agua y los nutrientes de la planta mientras forman parte de ella. De igual modo, nosotros sentiremos el mismo gozo que Jesús siente al hacer la voluntad de su Padre siempre y cuando nos mantengamos unidos a él y sigamos sus pasos con atención (Juan 4:34; 17:13; 1 Ped. 2:21). Hanne, que lleva sirviendo de precursora más de cuarenta años, dice: “El gozo que siempre siento después de salir al ministerio me anima a seguir sirviendo a Jehová”. Así es, este profundo gozo nos da la fuerza para seguir predicando, incluso en territorios difíciles (Mat. 5:10-12).
15. a) ¿De qué regalo habla Juan 14:27? b) ¿Cómo nos ayuda la paz a seguir dando fruto?
15 La paz (lea Juan 14:27). Esa misma noche, Jesús les había dicho a los apóstoles: “Mi paz les doy”. ¿Cómo nos ayuda su paz a dar fruto? Cuando aguantamos en la predicación, sabemos que contamos con la aprobación de Jehová y Jesús. Y eso nos da un sentimiento permanente de paz (Sal. 149:4; Rom. 5:3, 4; Col. 3:15). Un hermano llamado Ulf, que ha estado en el servicio de tiempo completo durante cuarenta y cinco años, dice: “Me quedo agotado después de predicar, pero esta obra hace que me sienta satisfecho y le da verdadero sentido a mi vida”. Sin duda, agradecemos mucho disfrutar de esta paz permanente.
16. a) ¿De qué regalo habla Juan 15:15? b) ¿Qué tenían que hacer los apóstoles para seguir siendo amigos de Jesús?
16 La amistad de Jesús. Después de decirles a los apóstoles que deseaba que su gozo se hiciera pleno, Jesús les explicó la importancia del amor altruista (Juan 15:11-13). Luego, les dijo: “Los he llamado amigos”. ¡Qué regalo tan especial! ¿Y qué tenían que hacer los apóstoles para continuar disfrutando de la amistad de Jesús? Seguir produciendo fruto (lea Juan 15:14-16). Unos dos años antes, Jesús les había mandado anunciar: “El reino de los cielos se ha acercado” (Mat. 10:7). Así que, en su última noche en la Tierra, los animó a aguantar y continuar haciendo esa obra (Mat. 24:13; Mar. 3:14). Obedecer ese mandato era difícil, pero podían lograrlo y así seguir siendo amigos de Jesús. Y aún había otro regalo de parte de Jehová que los ayudaría.
17, 18. a) ¿De qué regalo habla Juan 15:16? b) ¿Cómo ayudaría ese regalo a los discípulos de Jesús? c) ¿Qué regalos de Jehová nos dan fuerzas hoy?
17 La respuesta a nuestras oraciones. Jesús les dijo a los apóstoles que, siempre que pidieran algo en su nombre, Jehová se lo daría (Juan 15:16). Esta promesa debió fortalecerlos mucho.a Es verdad que Jesús iba a morir pronto, algo que ellos aún no comprendían bien. Pero no dejarían de recibir ayuda. Cuando le pidieran a Jehová que los ayudara a predicar el mensaje del Reino, él contestaría sus ruegos. De hecho, poco tiempo después, vieron cómo les respondía (Hech. 4:29, 31).
Podemos estar seguros de que Jehová nos contestará cuando le pidamos ayuda. (Vea el párrafo 18).
18 Lo mismo ocurre hoy. Mientras sigamos dando fruto, seguiremos siendo amigos de Jesús. Además, tendremos la seguridad de que Jehová nos responderá cuando le pidamos ayuda para superar los obstáculos que nos encontremos en la predicación (Filip. 4:13). Qué agradecidos estamos de que Jehová responda nuestras oraciones y de que Jesús sea nuestro amigo. Estas cosas nos dan fuerzas para continuar produciendo fruto (Sant. 1:17).
19. a) ¿Por qué seguimos predicando? b) ¿Qué nos ayudará a terminar la obra que Dios nos ha encomendado?
19 Como hemos visto en este artículo, seguimos predicando porque deseamos glorificar a Jehová y santificar su nombre, demostrar el amor que sentimos por Jehová y Jesús, advertir a todas las personas y mostrar que amamos al prójimo. Además, los regalos que recibimos de Jehová —el gozo, la paz, la amistad de Jesús y la respuesta a nuestras oraciones— nos dan fuerzas para terminar la obra que él nos ha encomendado. A Jehová le agradará mucho observar nuestros esfuerzos de corazón por seguir “llevando mucho fruto”.
a Durante la conversación con los apóstoles, Jesús les aseguró en repetidas ocasiones que Jehová les contestaría sus oraciones (Juan 14:13; 15:7, 16; 16:23).
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