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Nuestro tesoro, un ministerio de gloria en nuestros tiemposLa Atalaya 1990 | 15 de julio
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Todos somos privilegiados portadores de la luz
8, 9. ¿Qué estímulo nos da Pablo en 2 Corintios 4:1, 2, y qué resolución exige eso de parte de nosotros?
8 En 2 Corintios 4:1, 2 leemos: “Por eso, teniendo este ministerio según la misericordia que se nos mostró, no nos rendimos; antes bien, hemos renunciado a las cosas solapadas de las cuales hay que avergonzarse, y no andamos con astucia, ni adulteramos la palabra de Dios, sino que mediante poner de manifiesto la verdad, nos recomendamos a toda conciencia humana a vista de Dios”. Dios nos ha mostrado misericordia al asignarnos este ministerio. Esta es una exhortación con el fin de animarnos a seguir adelante con valor, ¡y eso haremos! Puesto que se nos ha favorecido con la luz de la Palabra de Dios, estamos obligados a reflejarla a otros. (Compárese con Mateo 5:14-16.)
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Nuestro tesoro, un ministerio de gloria en nuestros tiemposLa Atalaya 1990 | 15 de julio
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Además, nosotros los testigos de Jehová estamos expuestos a toda clase de presión por parte del enemigo, quien procura quebrarnos y hacernos estallar para que ya no podamos cumplir con la comisión de Dios. Por consiguiente, tiene que ser el poder del Gran Comisionado lo que nos ayuda a resistir el gran maltrato procedente del mundo, apegarnos a nuestra comisión y probarnos dignos de que se nos mantenga en su servicio. Así, prescindiendo de la oposición que presente, el mundo no podrá quebrar los vasos de barro de Dios ni robarles su precioso tesoro, pues en 2 Corintios 4:8-12 está escrito:
16 “Se nos oprime de toda manera, mas no se nos aprieta de tal modo que no podamos movernos; nos hallamos perplejos, pero no absolutamente sin salida; se nos persigue, pero no se nos deja sin ayuda; se nos derriba, pero no se nos destruye. Siempre aguantamos por todas partes en nuestro cuerpo el tratamiento mortífero que se dio a Jesús, para que la vida de Jesús también se haga manifiesta en nuestro cuerpo. Porque a nosotros los que vivimos se nos está poniendo siempre cara a cara con la muerte por causa de Jesús, para que la vida de Jesús también se haga manifiesta en nuestra carne mortal. Por consiguiente, la muerte está obrando en nosotros, pero la vida [mediante la predicación de las buenas nuevas del Reino] en ustedes”.
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