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Y les llamaban diversiones¡Despertad! 1997 | 22 de mayo
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Y les llamaban diversiones
EN EL anfiteatro rebosaba el entusiasmo. Decenas de miles de asistentes habían acudido a uno de los más emocionantes espectáculos de Roma. El circo ostentaba una alegre decoración de banderines, rosas y coloridos tapices. De las fuentes manaba agua perfumada, que impregnaba el aire de dulces aromas. Los ricos lucían sus mejores galas. La animada conversación de la multitud estaba salpicada de carcajadas, pero aquella frivolidad no revelaba las atrocidades que pronto se sucederían.
Momentos después se oyó el inquietante toque de las trompetas, que llamó al combate a dos gladiadores. El gentío se enfervorizó cuando los luchadores comenzaron a atacarse con saña implacable. Apenas se oía el choque de las espadas, ahogado por los vítores de la muchedumbre. De repente, con una rápida maniobra, uno de los guerreros derribó a su adversario. El destino del gladiador abatido quedó en manos de los concurrentes. Si ondeaban sus pañuelos, seguiría vivo; pero, con una unánime seña del pulgar, el público —que incluía a mujeres y niñas— mandó rematarlo. En un momento los encargados retiraron a rastras el cuerpo exánime, movieron con palas el suelo ensangrentado y regaron arena limpia, mientras la turba se dispuso a proseguir con la carnicería.
Para muchos residentes de la antigua Roma, aquello era diversión. “Este modo de divertirse con la sangre y la tortura no levantaba objeciones ni entre los moralistas más severos”, dice el libro Historia de Roma, de Indro Montanelli. Y los combates de gladiadores no eran más que uno de los decadentes espectáculos que ofrecía Roma. También se libraban auténticas batallas navales para solaz de los sanguinarios espectadores. Hasta había ejecuciones públicas en las que ataban al condenado a un poste para que lo devoraran fieras hambrientas.
A quienes no gustaban de escenas tan cruentas, Roma les ofrecía obras teatrales muy diversas. En los mimos —representaciones breves de la vida cotidiana— “abundaban [...] los amoríos y las escenas de adulterio”, escribió Ludwig Friedländer en La sociedad romana. “El diálogo estaba lleno de giros y expresiones como los que empleaban las clases más bajas del pueblo, los chistes eran muchas veces chabacanos y vulgares, la acción teatral caricaturizada y burdamente cómica; eran parte obligada de ella las muecas y los gestos chocarreros, y las danzas (con acompañamiento de flauta).” Según la obra The New Encyclopædia Britannica, “hay indicios de que en tiempos del Imperio romano se llegaba a practicar realmente el adulterio en escena”. Con razón, Friedländer dijo: “En cuanto a la [...] inequívoca y descarada obscenidad de que en ellos se hacía gala, los mimos dejaban chiquitas a las demás farsas”, y luego agregó: “Las escenas insolentes eran las más aplaudidas”.a
¿Qué puede decirse de la actualidad? ¿Han cambiado las preferencias del hombre en materia de diversiones? Examinemos los hechos en el artículo siguiente.
[Nota]
a En ocasiones se realizaban ejecuciones en el escenario para añadir verismo al drama. El libro La civilización romana señala: “No era extraño que un condenado a muerte ocupase el lugar del actor en el momento de la catástrofe”.
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¿Qué les ha pasado a las diversiones?¡Despertad! 1997 | 22 de mayo
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¿Qué les ha pasado a las diversiones?
¿CÓMO podían los romanos entretenerse con el sufrimiento de sus congéneres cuando teóricamente se hallaban en el apogeo de su cultura? “La única explicación es el ansia de estímulos nuevos y más intensos —indica Gerhard Uhlhorn en su obra The Conflict of Christianity With Heathenism (El choque del cristianismo con el paganismo)—. La gente, ahíta de toda suerte de goces, buscaba [...] la excitación que hallaba únicamente de aquella manera.”
De igual modo, hoy muchos manifiestan “ansia de estímulos nuevos y más intensos”. Claro, no es que tengan que presenciar carnicerías o libertinaje en vivo; pero los espectáculos que eligen denotan una obsesión parecida por la violencia y el erotismo. Veamos algunos ejemplos.
El cine. En los últimos años, los cineastas han mostrado su “predilección por lo perverso”, señala el crítico de cine Michael Medved. “Parece que el mundo del cine —añade Medved— transmite el mensaje de que la representación de la crueldad y la demencia merece tomarse más en serio, y recibir automáticamente más respeto, que los intentos de reflejar la nobleza o la bondad.”
La competencia televisiva ha obligado a los cineastas a recurrir a casi todo para atraer público. “Necesitamos películas impactantes, desgarradoras, diferentes de lo que aparece en televisión”, señaló el presidente de un estudio cinematográfico. “No somos devotos de la sangre, las vísceras y el lenguaje [soez], pero son elementos necesarios para que tengan éxito las producciones.” Muchos ya ni se inmutan ante la violencia fílmica más descarnada. “La gente se está encalleciendo —indica Alan J. Pakula, director de cine—. El saldo de muertes se ha cuadruplicado, y los bombazos tienen cada día más megatones, pero el público casi ni los siente. Ha acabado dominado por la avidez de emociones fuertes.”
La televisión. En muchos lugares del mundo, como Brasil, Europa y Japón, es frecuente que los programas incluyan apasionadas escenas eróticas. El televidente estadounidense de término medio se enfrenta a 14.000 referencias al sexo en un solo año. “No hay indicios de que vaya a frenarse la oleada de erotismo, ni en la temática ni en su crudeza —señala un equipo de investigadores—. Los temas que antaño eran tabú, como el incesto, el sadomasoquismo y la zoofilia, se han convertido en materia prima para los programas de máxima audiencia.”
Según el libro Watching America (Veamos América), la fiebre permisiva de la televisión tiene su razón de ser: “El erotismo vende [...]. Cuando las cadenas y productoras vieron que, en vez de indignarse, la mayoría de los espectadores se regodeaba con las escenas, fueron aumentando la comercialidad del producto dejando que se violara un tabú tras otro de modo cada vez más explícito”.
Los videojuegos. La edad de relativa inocencia de los voraces círculos de Pac-Man o el gorila Donkey Kong ha dado paso a una nueva era de juegos muy sádicos. Según la profesora Marsha Kinder, son “peores que la televisión y el cine. Transmiten el mensaje de que el poder solo se logra con la violencia”.
A causa de la inquietud pública, una de las principales productoras estadounidenses ahora califica los videojuegos. Aplica la etiqueta “MA-17” —mayores de 17 años— a los que tienen mucha violencia, sensualidad o lenguaje ofensivo. Sin embargo, hay quienes creen que la clasificación añade atractivo al juego. “Si yo tuviera 15 años y viera un juego con el adhesivo MA-17 —comenta un joven videoaficionado—, lo conseguiría como fuera.”
La música. Según una revista que analiza la música popular, a finales de 1995, solo 10 de los 40 álbumes superventas no contenían vulgaridades ni alusiones a la droga, la violencia o el sexo. “La música que oyen algunos preadolescentes es escandalosa y muchas veces totalmente nihilista”, señala el periódico St. Louis Post-Dispatch. “La [música] que atrae a algunos adolescentes está cargada de ira y desesperación, y promueve la idea de que este mundo, y en concreto el oyente, están abocados a la catástrofe.”
Ritmos como el Death metal, el rock grunge y el rap gangsta dan la impresión de recrearse en la violencia. Y según informa el diario San Francisco Chronicle, “muchos especialistas de la industria [discográfica] auguran que van camino al triunfo algunos de los grupos más terribles”. Las apologías de la furia y la muerte son populares en Australia, Europa y Japón. Aunque algunas bandas tratan de adoptar un mensaje más benigno, “todo indica que la inocencia no tiene un gran mercado”, señala el citado diario.
La computadora. Hay quienes se han valido de este útil instrumento, de múltiples aplicaciones positivas, para difundir informaciones lascivas que, según la revista Maclean’s, incluyen “imágenes y texto sobre estrambóticos objetos fetichistas, la prostitución y la pederastia, informaciones que escandalizarían a muchos adultos, y no digamos nada a sus hijos”.
Las publicaciones. Muchos libros famosos rebosan erotismo y violencia. Una de las últimas modas que triunfa en Estados Unidos y Canadá se denomina shock fiction (narrativa espeluznante): truculentas historias de terror dirigidas hasta a niños de ocho años. Diana West señala en un artículo de la revista New York Teacher que tales obras “endurecen a los niños, que quedan con el cerebro atrofiado antes de haberle dado buen uso”.
Según un estudio de la Coalición Nacional [Estadounidense] sobre Violencia Televisiva, muchos libros de historietas editados en Estados Unidos, Hong Kong y Japón tienen entre sus temas la brutalidad bélica exacerbada, el canibalismo, la decapitación, el satanismo, la violación y el lenguaje indecente”. El doctor Thomas Radecki, director de investigaciones de la citada coalición, agrega: “Es espantosa la crudeza con que representan estas revistas la violencia y los contenidos eróticos degradantes. Denota lo insensibles que nos hemos permitido llegar a ser”.
Es preciso ejercer cautela
Es patente que el mundo actual vive fascinado por el erotismo y la violencia, una fascinación que se refleja en la industria del entretenimiento. La situación es comparable a la que describió el apóstol cristiano Pablo: “Habiendo llegado a estar más allá de todo sentido moral, se entregaron a la conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con avidez”. (Efesios 4:19.) Con razón muchos buscan algo mejor. ¿Y usted? Si ese es el caso, le alegrará saber que dispone de diversiones sanas, como explica el siguiente artículo.
[Ilustración y recuadro de la página 5]
La televisión puede ser peligrosa
LA TELEVISIÓN se presentó en la sociedad estadounidense en 1939, en la Exposición Universal de Nueva York. Un periodista que estuvo allí presente manifestó escepticismo tocante al futuro de aquella innovación. Escribió: “La pena es que la televisión exige permanecer quieto con los ojos pegados a la pantalla, algo para lo que no tiene tiempo la familia estadounidense de término medio”.
No podía estar más errado. Se ha dicho que para cuando un norteamericano acaba la secundaria, ha pasado ante el televisor un 50% más de tiempo que frente al maestro. “Los niños muy aficionados a la televisión son más agresivos y pesimistas, más obesos, menos imaginativos, compasivos y competentes en sus estudios que quienes la ven menos”, señala la doctora Madeline Levine en su libro Viewing Violence (La violencia que vemos).
¿Qué consejo da esta especialista? “Hay que enseñar a los niños que la televisión, como todo electrodoméstico, cumple una función. No dejamos el secador encendido cuando ya está seco el cabello, ni la tostadora si ya está tostado el pan. Sabemos para qué sirven estos aparatos y cuándo hay que apagarlos. Igualmente, es preciso instruir a los hijos en el buen uso del televisor.”
[Ilustraciones y recuadro de la página 7]
Cómo se divierten alrededor del mundo
¡Despertad! solicitó a varios de sus corresponsales un informe sobre las tendencias en el campo del entretenimiento que imperan en el país donde viven. Estos son algunos de sus comentarios:
Alemania. “Lamentablemente, muchos padres están tan cansados que no organizan actividades recreativas para sus hijos, de forma que los jóvenes acostumbran divertirse entre sí. Algunos se aíslan con los videojuegos. Otros pasan noches enteras bailando al son de ritmos hipnóticos en fiestas donde abunda la droga.”
Brasil. “Los programas de televisión son cada día más degradantes. Pero como muchos padres trabajan fuera del hogar, los niños suelen quedarse solos viendo la televisión. Son muy populares los CD-ROM de temas ocultistas y los videojuegos ultraviolentos.”
Japón. “Las historietas, pasatiempo predilecto de muchos jóvenes y adultos, están plagadas de violencia, inmoralidad y lenguaje soez. También son muy comunes los juegos de azar. Es preocupante, asimismo, que algunas chicas llamen a líneas telefónicas de charla muy anunciadas que también atienden a hombres con intenciones inmorales. Aunque algunas muchachas solo desean pasar un buen rato, otras llegan a salir con ellos por dinero, y a veces acaban prostituyéndose.”
Nigeria. “Por toda África occidental surgen salas de vídeo sin licencia. Son tugurios abiertos al público de todas las edades, incluidos los niños, en los que habitualmente ponen películas pornográficas y de terror. Además, en las producciones locales que emite la televisión suele ocupar un lugar destacado el espiritismo.”
República Checa. “Desde la caída del comunismo, el país se ha visto inundado por formas de esparcimiento desconocidas hasta la fecha, como programas de televisión occidentales y tiendas porno. Los jóvenes frecuentan discotecas, billares y bares, y viven muy influidos por el bombardeo publicitario y por sus coetáneos.”
Sudáfrica. “Están en auge los bailes que duran toda la noche y donde se baila al son de ritmos hipnóticos y se puede acceder fácilmente a las drogas.”
Suecia. “Tienen éxito los bares y clubes nocturnos, que frecuentan a menudo delincuentes y vendedores de drogas. La televisión y los vídeos están plagados de violencia, espiritismo e inmoralidad.”
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Podemos hallar diversiones sanas¡Despertad! 1997 | 22 de mayo
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Podemos hallar diversiones sanas
LA BIBLIA no desaprueba el esparcimiento ni lo trata como pérdida de tiempo. Más bien, Eclesiastés 3:4 dice que hay “tiempo de reír” y “tiempo de dar saltos”.a Entre las diversas actividades recreativas del pueblo de Dios, en el antiguo Israel, figuraban la música, el baile y los juegos. Jesús mismo asistió a un gran convite nupcial, así como a “un gran banquete de recepción”. (Lucas 5:29; Juan 2:1, 2.) La Escritura, por tanto, no condena la diversión.
Ya que gran parte de las diversiones exaltan conductas que desagradan a Dios, surge esta pregunta: ¿Cómo logra uno que no degeneren sus criterios de elección de entretenimiento?
Un criterio selectivo
A la hora de elegir actividades recreativas, el cristiano debe guiarse por los principios bíblicos. Por ejemplo, el salmista David escribió: “Jehová mismo examina al justo así como al inicuo, y Su alma ciertamente odia a cualquiera que ama la violencia”. (Salmo 11:5.) Y Pablo dirigió estas palabras a los colosenses: “Amortigüen, por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia [...;] deséchenlas todas de ustedes: ira, cólera, maldad, habla injuriosa y habla obscena”. (Colosenses 3:5, 8.)
Hoy muchos espectáculos atentan contra este consejo inspirado. Aun así, quizás alguien replique: ‘Nunca en la vida haría yo lo que veo en la pantalla’. Y quizás sea cierto. Pero aunque las diversiones que uno escoja no denoten qué clase de persona será más adelante, quizás reflejen cómo es ahora; por ejemplo, si “ama la violencia” o le atraen la ‘fornicación, el apetito sexual, la codicia y el habla obscena’, o, por el contrario, ‘odia lo que es malo’. (Salmo 97:10.)
Pablo escribió a los filipenses: “Cuantas cosas sean verdaderas, cuantas sean de seria consideración, cuantas sean justas, cuantas sean castas, cuantas sean amables, cuantas sean de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, continúen considerando estas cosas”. (Filipenses 4:8.)
¿Significa este pasaje que todos los libros, películas y programas televisivos que traten de alguna acción injusta, como un delito, son malos por necesidad? ¿O hay que prescindir de todas las comedias, ya que no son “de seria consideración”? No, pues el contexto indica que Pablo no hablaba de las diversiones, sino de las meditaciones del corazón, que deben centrarse en lo que agrade a Jehová. (Salmo 19:14.) Con todo, su consejo nos ayuda a seleccionar las actividades recreativas. Podemos aplicar el principio de Filipenses 4:8 y preguntarnos: ‘¿Me hacen meditar en cosas que no son castas las diversiones que escojo?’. De ser así, tenemos que hacer cambios.
Al evaluar el entretenimiento es preciso que “llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables” que somos los cristianos. (Filipenses 4:5.) Una vez excluidas las diversiones extremadas claramente impropias para el auténtico cristiano, uno debe analizar cada caso y tomar decisiones que lo dejen con la conciencia limpia ante Dios y los hombres. (1 Corintios 10:31-33; 1 Pedro 3:21.) No se debe juzgar al prójimo por nimiedades ni imponerle reglas arbitrarias.b (Romanos 14:4; 1 Corintios 4:6.)
El cometido de los padres
En lo que respecta a las diversiones, el padre y la madre desempeñan un papel trascendental. Pablo escribió: “Ciertamente si alguno no provee para los que son suyos, y especialmente para los que son miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe”. (1 Timoteo 5:8.) Así pues, les compete a los padres cuidar de la familia, no solo en el plano material, sino también en el espiritual y el emocional, lo que incluye organizar actividades recreativas sanas. (Proverbios 24:27.)
A veces se descuida esta faceta de la vida familiar. “Lamentablemente —señala un misionero que sirve en Nigeria—, algunos padres consideran el esparcimiento una pérdida de tiempo, así que dejan que los chicos se las ingenien solos, y estos recurren a amistades y diversiones indebidas.” Padres, no caigan en este error. Busquen para sus hijos actividades sanas que de verdad les animen.
No obstante, es preciso tener cautela. El cristiano no debe imitar a la gran cantidad de “amadores de placeres más bien que amadores de Dios” de nuestros días. (2 Timoteo 3:1-4.) En efecto, ha de mantener las diversiones en su debido lugar: la chispa que alegra la vida, pero sin dominarla. Así pues, jóvenes y adultos requieren diversiones idóneas tanto en sus características como en el tiempo que consumen. (Efesios 5:15, 16.)
Hay otras actividades
Muchas diversiones populares no enseñan al individuo a ser activo, sino pasivo; así ocurre, por ejemplo, con la televisión. El libro What to Do After You Turn Off the TV (Qué hacer una vez apagado el televisor) comenta: “Por su naturaleza, [la televisión] enseña la pasividad: la diversión, y aun el aprendizaje, pasan a recibirse sin esfuerzo, sin creación activa nuestra”. Aunque las diversiones pasivas, claro está, también tienen su lugar, si les dedicamos demasiado tiempo libre nos perdemos magníficas oportunidades.
Jerry Mander, escritor que se autodenomina “miembro de la generación pretelevisiva”, explica así los momentos de tedio de su infancia: “Coincidían con una sensación de inquietud. Muy desagradable; tanto, que acababa moviéndome a actuar, a hacer algo. Llamaba a un amigo, salía de casa, iba a jugar a la pelota, leía, o hacía lo que fuera. Al meditar en el pasado, comprendo que aquellos ratos de tedio, de ‘ociosidad’, son la fuente de la creatividad”. El niño, señala Mander, acude hoy a la televisión como remedio rápido contra el aburrimiento. “La televisión —añade— acaba a la vez con la inquietud y con la creatividad que podría fomentar.”
Muchos descubren que las actividades que requieren participación, en vez de pasividad, son más gratas de lo que pensaban. Algunos han constatado lo agradable que resulta leer en grupo. Otros se buscan una afición, como tocar un instrumento musical o pintar. Además, pueden organizarse reuniones sociales sanas.c (Lucas 14:12-14.) También son provechosas las actividades al aire libre. Un corresponsal de ¡Despertad! en Suecia informa: “Hay familias que acampan, pescan, pasean por el bosque, viajan en canoa o caminan por la montaña, por citar algunas actividades que a los jóvenes les encantan”.
No debería extrañarnos que haya elementos corruptores en el entretenimiento actual. Como indicó el apóstol Pablo, las personas de las naciones “andan en la inutilidad de su mente”. (Efesios 4:17.) Es de esperar, por tanto, que gran parte de sus diversiones fomenten “las obras de la carne”. (Gálatas 5:19-21.) Pero el cristiano puede aprender a tomar decisiones sabias sobre el tipo de diversiones que elige y el tiempo que les dedica. También puede considerar el esparcimiento como un asunto de familia, e incluso probar nuevas actividades que sean animadoras y aporten gratos recuerdos para el futuro. En efecto, podemos hallar diversiones sanas.
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