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Áquila y Priscila, un matrimonio ejemplarLa Atalaya 1996 | 15 de diciembre
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La amistad que tenían Áquila y Priscila con Pablo era tan estrecha, que se fueron con él cuando partió de Corinto, en la primavera de 52 E.C., y lo acompañaron hasta Éfeso. (Hechos 18:18-21.) Ellos se quedaron en esa ciudad y pusieron las bases para la siguiente visita del apóstol. Allí fue donde estos hábiles maestros de las buenas nuevas tomaron “consigo” al elocuente Apolos y tuvieron el gozo de ayudarle a entender “con mayor exactitud el camino de Dios”. (Hechos 18:24-26.) Cuando Pablo volvió a visitar Éfeso durante su tercer viaje misional, hacia el invierno de 52/53 E.C., el campo que había cultivado este dinámico matrimonio ya estaba preparado para la siega. Allí Pablo predicó y enseñó “el Camino” por unos tres años, y la congregación efesia tenía las reuniones en casa de Áquila. (Hechos 19:1-20, 26; 20:31; 1 Corintios 16:8, 19.)
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Áquila y Priscila, un matrimonio ejemplarLa Atalaya 1996 | 15 de diciembre
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Quizá Pablo también se alojó con Áquila y Priscila mientras permaneció en Éfeso. ¿Estaba con ellos cuando estalló el tumulto de los plateros? Según el relato de Hechos 19:23-31, cuando los artífices que hacían templetes se levantaron contra la predicación de las buenas nuevas, los hermanos tuvieron que convencer a Pablo de que no se arriesgara a presentarse ante la turba. Algunos biblistas han especulado sobre la posibilidad de que haya sido precisamente en esa situación cuando Pablo se sintió ‘inseguro hasta de su vida’, y que Áquila y Priscila intervinieron de algún modo, ‘arriesgando el cuello’ por él. (2 Corintios 1:8; Romanos 16:3, 4.)
Una vez que ‘se apaciguó el alboroto’, Pablo sabiamente dejó la ciudad. (Hechos 20:1.) No cabe duda de que Áquila y Priscila también se enfrentaron a oposición y mofa. ¿Se desanimaron por ello? Al contrario, continuaron con ánimo efectuando sus obras cristianas.
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