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EsaúPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Desdeña los asuntos espirituales. Esaú se convirtió en un cazador hábil y audaz, un “hombre agreste”. A diferencia de su hermano Jacob, que era un hombre “sin culpa”, Esaú era materialista y de inclinaciones carnales. (Gé 25:27.) Pero Isaac amaba a Esaú “porque significaba caza en su boca”. (Gé 25:28.)
Cierto día Esaú llegó del campo cansado y hambriento mientras Jacob preparaba un guisado. A la petición de Esaú: “¡Aprisa, por favor, dame un bocado de lo rojo... lo rojo que está allí!”, Jacob le pidió que le vendiera su primogenitura. Como no apreciaba las cosas sagradas —la promesa de Jehová a Abrahán respecto a la descendencia por medio de la que todas las naciones de la tierra se bendecirían—, el impetuoso Esaú vendió con un juramento su primogenitura a Jacob por un guisado de lentejas y pan. Al despreciar de este modo la primogenitura, considerándola como de poco valor, mostró una total falta de fe. Quizás no quiso tener nada que ver con el cumplimiento de la palabra de Dios concerniente a la descendencia de Abrahán: “Tu descendencia llegará a ser residente forastera en tierra ajena, y tendrá que servirles, y estos ciertamente la afligirán por cuatrocientos años”. (Gé 15:13; 25:29-34; Heb 12:16.)
A la edad de cuarenta años Esaú decidió casarse siguiendo su propio criterio. Escogió la poligamia, y, a diferencia de su padre Isaac, que había permitido que Abrahán le consiguiese una esposa de entre los adoradores de Jehová, se casó con dos mujeres hititas paganas: Judit (Oholibamá[?]) y Basemat (Adá[?]). Estas mujeres resultaron ser una fuente de amargura de espíritu tanto para Isaac como para Rebeca. (Gé 26:34, 35; 36:2; 24:1-4, 50, 51; véanse BASEMAT núm. 1; JUDIT.)
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EsaúPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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Principios divinos destacados. La personalidad de Esaú muestra con claridad que la selección de Jacob como antepasado de la descendencia prometida no fue una elección arbitraria ni una muestra de favoritismo irrazonable de parte de Jehová Dios. La falta de aprecio de Esaú por las cosas espirituales y su marcada tendencia a satisfacer los deseos carnales no lo hicieron merecedor de figurar en la línea directa de la descendencia prometida. Por estos motivos Jehová dijo mediante su profeta Malaquías: “Pero yo amé a Jacob, y a Esaú lo he odiado”. Además, Esaú no aparece entre la nube de testigos fieles incluidos en el capítulo 11 de Hebreos, donde Pablo dice: “Por fe Abrahán [...] moró en tiendas con Isaac y Jacob, herederos con él de la mismísima promesa”. (Mal 1:2, 3; Heb 11:8, 9; 12:1.)
El que Jehová pasara por alto a Esaú y eligiera a Jacob muestra que Su selección no depende de los dictados del hombre. El apóstol Pablo utiliza este incidente como ilustración de que los verdaderos hijos de Abrahán no son necesariamente los de la descendencia carnal, ni aquellos que dependen de sus propias obras, sino los que tienen la fe de Abrahán. (Ro 9:6-12.)
Esaú se presenta a los cristianos como ejemplo amonestador para que no lleguen a ser culpables, como lo fue este hombre materialista, de falta de aprecio por las cosas sagradas o espirituales. (Heb 12:16; véase EDOM, EDOMITAS.)
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