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“La historia no miente”La Atalaya 2012 | 1 de diciembre
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Dos Testigos adolescentes, Corinna y su hermana Ene, pasaron más de seis años separadas de su madre, que había sido arrestada tiempo atrás por ser testigo de Jehová y enviada a un campo de trabajo. En aquella tristemente célebre noche de abril, las dos muchachas fueron arrancadas de su hogar y metidas en un vagón como si fueran ganado. Corinna reflexiona agradecida: “En el tren, una Testigo que tenía dos hijos se ofreció a cuidar de nosotras y nos aseguró que podíamos vivir como familia con ella y sus hijos”.
¿Qué pasó después de que llegaran a la fría estepa siberiana? Al día siguiente comenzó un humillante “mercado de esclavos”. Los hombres de las granjas colectivas cercanas vinieron a escoger trabajadores para sus granjas. Corinna recuerda: “Los escuchamos discutir y decir cosas como: ‘Tú ya tienes conductor para tu tractor, así que este es mío’ o ‘Yo ya me llevé dos viejos. Tú también tienes que llevarte alguno’.”
Ene y su hermana, Corinna
Corinna y Ene fueron valientes. Tiempo después contaron: “Echábamos muchísimo de menos a nuestra madre y soñábamos con que nos abrazara de nuevo”. A pesar de todo, mantuvieron la fortaleza espiritual y el sentido del humor. Corinna dijo: “En cierto modo fue bueno que mamá no nos viera, porque a veces teníamos que trabajar al aire libre bajo un frío extremo y sin ropa adecuada”.
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