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Kenia y los países vecinosAnuario de los testigos de Jehová 1992
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No obstante, las dificultades estaban por venir. Durante aquel año varias emisiones de radio condenaron furiosamente a los testigos de Jehová. Más de veinte apóstatas cooperaron con el clero, ayudándoles a redactar artículos difamatorios.
En cierta parte del país, la policía entró en una sala de reuniones, confiscó 70 Biblias y retuvo durante unos instantes a algunos Testigos. Posteriormente, las autoridades cerraron el Salón del Reino de Asmara, lo que obligó a la congregación a volver a reunirse en grupos pequeños.
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Kenia y los países vecinosAnuario de los testigos de Jehová 1992
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‘Se les persigue, pero no se les deja sin ayuda’
La oposición no cesó. En 1972 la policía citó a varios hermanos para un interrogatorio y les advirtió que se tomarían medidas si no ponían fin a su actividad. El 27 de agosto de 1972 varios camiones se presentaron de repente en los lugares donde se celebraban las reuniones los domingos; la policía detuvo a 208 Testigos y personas interesadas. En una congregación el discursante estaba considerando la profecía de Ezequiel sobre el ataque de Gog (Satanás), y preguntó: “¿Qué diríamos si la policía entrara aquí mismo para detenernos?”. Curiosamente, eso fue lo que sucedió unos cuantos minutos más tarde.
La policía apiñó a 59 hermanos en una habitación de unos 3 metros cuadrados infestada de insectos, y en otra habitación de tamaño similar metió a 46 hermanas. El resto pasó una fría noche a la intemperie. La policía no aceptó fianza por ellos ni les permitió ponerse en contacto con ningún abogado. Aunque los hermanos dieron un buen testimonio a los funcionarios de la prisión, noventa y seis recibieron sentencias de seis meses de cárcel. Unos cuantos días más tarde les pusieron en libertad bajo fianza, después de haberles afeitado la cabeza.
A los 112 hermanos restantes se les acusó de formar una asociación religiosa ilegal, y recibieron sentencias de seis meses de prisión; pero al cabo de un mes se les puso en libertad bajo fianza. Algún tiempo más tarde se repitió el mismo proceso de llamarlos a juicio, meterlos en prisión y ponerles en libertad bajo fianza, esta vez transcurridos doce días. Casi un año después de la primera detención, el Tribunal Supremo admitió la apelación y apoyó el fallo del tribunal inferior, si bien suspendió la sentencia con advertencias severas. Se había perseguido a los Testigos, pero no se les había dejado sin ayuda. (2 Cor. 4:9.) Mientras tanto, los hermanos habían aprovechado el tiempo que habían pasado en la cárcel para predicar con intrepidez, y ayudaron a dos reclusos condenados a cadena perpetua a progresar hasta el punto de la dedicación.
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