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Suiza y LiechtensteinAnuario de los testigos de Jehová para 1987
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Por este motivo invitó a Adolf Weber a que fuese “a la viña del Señor” en Suiza. El hermano Weber era un ciudadano suizo que había llegado a conocer la verdad en los Estados Unidos y que trabajaba de media jornada de jardinero para el hermano Russell. Sin dudarlo un momento, el hermano Weber aceptó esta misión. Estaba bien capacitado para ella, puesto que hablaba los tres principales idiomas nacionales suizos. De modo que en enero de 1900 se estableció en su pueblo natal, Les Convers, en las montañas del Jura.
El hermano Weber ganaba su sustento trabajando de jardinero y silvicultor, pero su interés principal era sembrar las semillas de la verdad. Empezó con las personas con las que trabajaba, y ensanchó su territorio yendo a otros pueblos y ciudades y conversando con las personas dondequiera que las hallase. Durante el invierno solía ir a pie a Francia y bajar hasta Italia para predicar, regresando a Les Convers en primavera. Aparte de lo más indispensable para su subsistencia, cargaba su mochila con tanta literatura como le era posible llevar.
Un día, cuando estaba cruzando un puente sobre el canal Hagneck, en el cantón de Berna, el hermano Weber encontró a un hombre al cual pudo testificar. Pero al bajar su mochila, se le salió un libro y cayó en las aguas poco profundas junto al borde de la esclusa del canal, justo delante de los rastrillos. Más tarde, cuando el encargado de la esclusa fue a limpiar los rastrillos, halló el libro, lo secó y comenzó a leerlo. Se trataba del tomo I de los Estudios de las Escrituras, del hermano Russell. Al encargado de la esclusa y su esposa les maravilló lo que estaban aprendiendo y llegaron a la convicción de que habían hallado la verdad.
SE DESPIERTA EL INTERÉS POR MEDIO DE ANUNCIOS
El hermano Weber no dejó ninguna piedra por mover a fin de dar impulso a la obra. Además de su testificación personal, anunció los Estudios de las Escrituras en varios periódicos, a pesar de que esta clase de publicidad era generalmente bastante costosa. Incluso se las arregló para que algunos libreros incluyesen los Estudios de las Escrituras en su surtido. Pronto, algunas personas de varios lugares del país escribieron solicitando los libros. A los que vivían en la misma zona se les puso en contacto y se les sugirió que se reuniesen y estudiasen juntos. En aquellos días no había muchos medios de entretenimiento, por ello tanto conocidos como amigos prontamente asistían a tales reuniones cuando se les invitaba. Generalmente decidían entre ellos mismos quién debería conducir el estudio, y a menudo lo hacían por turnos.
Los tratados desempeñaron un papel importante en esos comienzos tempranos. Los pocos hermanos dedicados se armaron de suficiente valor como para distribuirlos enfrente de las iglesias, o enviaban miles de ellos por correo a los amos de casa en la zona de habla alemana de Suiza. Algunos hermanos de los Estados Unidos también ayudaron a lograr que la obra se iniciase aquí, por medio de enviar por correo números en alemán de La Torre del Vigía de Sión a amigos y parientes en Suiza. Algunos de ellos más tarde aceptaron la verdad. (Ecl. 11:1.)
EL PRESIDENTE EN EL UMBRAL DE LA PUERTA
Entre las primeras personas que aceptaron la verdad por medio del hermano Weber estuvo la señora Anna Bachmann, de Basilea. Aunque ella había asistido con regularidad a la iglesia reformada evangélica, se le despertó su interés en el estudio de la Biblia cuando el hermano Weber le habló acerca del propósito de Dios para la humanidad y de las verdades fundamentales de la Biblia. Aceptó el Plan Divino de las Edades y lo estudió entero por su cuenta, puesto que no había nadie cerca para ayudarla. Un año después el hermano Weber regresó, respondió a sus preguntas con su calma habitual, y la animó a que continuase estudiando la Palabra de Dios.
Entonces, en mayo de 1903, quedó sorprendida al hallar a dos visitantes en el umbral de su puerta. Uno de ellos era un estudiante de la Biblia de la cercana Mülhausen (entonces una ciudad alemana pero que ahora pertenece a Francia), y el otro era el mismísimo presidente de la Sociedad Watch Tower, el hermano Russell. La conversación, que fue traducida por el estudiante de la Biblia, fue muy edificante y ayudó a la señora Bachmann a progresar. Con el trascurso del tiempo ella llegó a ser una sierva devota de Jehová, y tanto su esposo como posteriormente su hijo Fritz aceptaron la verdad. Muchas otras personas también manifestaron interés, así que a partir de 1909 se organizó un grupo de estudio en Basilea. Fritz Bachmann, ahora de edad avanzada, todavía es miembro de una de las congregaciones de Basilea.
NECESIDAD DE PUBLICACIONES EN FRANCÉS
La Torre del Vigía de Sión se había impreso en alemán en los Estados Unidos desde 1897. El hermano Weber se regocijó cuando en el año 1903 también comenzó a publicarse en francés, pero notó que también se necesitaba mucho disponer de los Estudios de las Escrituras en francés para promover el entendimiento de la Biblia, así que se encargó personalmente de traducirlos. Luego se tradujeron otras publicaciones, y en el año 1903 se estableció en Yverdon una pequeña oficina de la Sociedad con un depósito de literatura.
Los que servían a Jehová en este país no eran muchos. Las reuniones, e incluso las asambleas, se celebraban en hogares privados. Pero el futuro se presentaba brillante y los hermanos eran celosos. Adolf Weber fue nombrado director de la obra en el campo francés.
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[Ilustración de la página 119]
Adolf Weber, quien llevó el mensaje del Reino a su tierra natal en 1900
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