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Parte 3: ¿Es el “gobierno de los mejores” realmente el mejor?¡Despertad! 1990 | 8 de septiembre
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Sin embargo, más de dos mil años después, el proceso para seleccionar a la elite —los más aptos para gobernar— en Europa no tenía mucho que ver con “la aptitud y excelencia moral”. Carl J. Friedrich, profesor de la universidad de Harvard, comenta que “la elite de la Inglaterra aristocrática del siglo XVIII se escogía principalmente según el linaje y las riquezas. Lo mismo sucedía en Venecia”. Y luego añade: “En algunos países como la Prusia del siglo XVIII, la elite se escogía según el linaje y las hazañas militares”.
En la antigüedad se creía que las buenas cualidades de las ‘mejores personas’ pasaban a su prole, y como consecuencia los monarcas de aquellos tiempos solo contraían matrimonio con personas de su clase. Durante la Edad Media el concepto de superioridad biológica continuó en vigor. Contraer nupcias con alguien de la plebe era diluir la nobleza del clan y suponía un agravio a la ley divina. Por esta razón, los monarcas estaban obligados a casarse únicamente con personas de noble cuna. Pero la idea de superioridad biológica para justificar esos enlaces matrimoniales fue reemplazada más tarde por una razón más lógica: la superioridad debida a mejores oportunidades, educación, talentos o logros.
La máxima “nobleza obliga” tenía el propósito de garantizar el éxito de las aristocracias, y con ella se quería indicar que “la nobleza exige una conducta noble, o de un modo más general, que cada uno debe hacer honor a su rango y reputación”. Debido a su “superioridad”, las personas de noble cuna tenían la obligación de atender de manera responsable las necesidades de otros. Este principio existía en aristocracias como la de la antigua Esparta, cuyos guerreros estaban obligados a poner los intereses de otros por delante de los suyos propios, al igual que los samurai, casta guerrera de Japón.
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Parte 3: ¿Es el “gobierno de los mejores” realmente el mejor?¡Despertad! 1990 | 8 de septiembre
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Durante los siguientes mil doscientos años la norma en Europa fueron los gobiernos aristocráticos, aunque de nombre eran monárquicos. Con el tiempo, un gran número de cambios políticos, económicos y culturales fueron modificando gradualmente el sistema. Pero durante todo ese período, la aristocracia europea continuó siendo poderosa, capaz de retener sus tierras y su total dominio de los cargos militares, mientras al mismo tiempo se hacía cada vez más parásita, extravagante, arrogante y frívola.
Entre 1780 y 1790 la aristocracia sufrió un severo golpe. Cuando Luis XVI de Francia se vio en apuros económicos, suplicó a los miembros de la aristocracia francesa que renunciasen a algunas de sus prerrogativas fiscales. Pero en lugar de apoyarle, se aprovecharon de sus dificultades para socavar la monarquía y recuperar parte de su poder perdido. “No satisfechos con que el rey gobernara al pueblo para la aristocracia, ellos [la aristocracia] buscaron la gobernación del pueblo, por la aristocracia, para la aristocracia”, explica Herman Ausubel, profesor de historia en la universidad de Columbia.
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