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  • La lucha entre el bien y el mal: Pugna desde tiempos ancestrales
    La Atalaya 1993 | 1 de febrero
    • Las malas intenciones tienen que venir de alguna fuente. ¿Deberíamos culpar a Dios de alguna manera? La Biblia nos responde: “Al estar bajo prueba, que nadie diga: ‘Dios me somete a prueba’. Porque con cosas malas Dios no puede ser sometido a prueba, ni somete a prueba él mismo a nadie”. Entonces, si Dios no es culpable, ¿quién lo es? Los versículos que siguen responden a esa pregunta: “Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado”. (Santiago 1:13-15.) De modo que una acción perjudicial se engendra cuando alguien cultiva un mal deseo y no lo rechaza. No obstante, hay otros factores que deben tenerse en cuenta.

      Las Escrituras enseñan que los malos deseos se producen debido a que la humanidad padece un defecto fundamental: la imperfección heredada. El apóstol Pablo escribió en cuanto a esto: “Así como por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado”. (Romanos 5:12.) Por causa del pecado heredado, es fácil que el egoísmo anule la bondad de nuestro pensamiento y que la crueldad ahogue la compasión.

      Por supuesto, la mayoría de la gente es capaz de intuir que algunos comportamientos son incorrectos, por lo que su conciencia, o ‘la ley escrita en sus corazones’ que Pablo mencionó, la disuade de cometer ciertos males. (Romanos 2:15.) Sin embargo, un entorno que fomenta la crueldad puede embotar esa sensibilidad y amordazar una conciencia a la que se pasa por alto vez tras vez.a (Compárese con 1 Timoteo 4:2.)

      ¿Pero pudiera achacarse a la imperfección humana todo lo malo que ocurre en nuestros días? El historiador Jeffrey Burton Russell comentó: “Es cierto que todos tenemos el mal en nosotros mismos, pero aun juntando grandes cantidades de males individuales, no podríamos explicar lo que pasó en Auschwitz [...] El mal en aquella escala parece ser cuantitativa y cualitativamente distinto”. Jesucristo señaló de modo inequívoco a esa fuente de mal cualitativamente distinta.

      Poco antes de morir, Jesús explicó que los hombres que planeaban matarlo no estaban actuando completamente por su propia voluntad. Había tras ellos una fuerza invisible que los guiaba. Por esa razón les dijo: “Ustedes proceden de su padre el Diablo, y quieren hacer los deseos de su padre. Ese era homicida cuando principió, y no permaneció firme en la verdad”. (Juan 8:44.) No cabe duda de que el Diablo, a quien Jesús llamó “el gobernante de este mundo”, desempeña un papel clave en fomentar el mal. (Juan 16:11; 1 Juan 5:19.)

  • La lucha entre el bien y el mal: Pugna desde tiempos ancestrales
    La Atalaya 1993 | 1 de febrero
    • a Los científicos han establecido recientemente cierta relación entre las escenas de violencia explícita en la televisión y el crimen juvenil. Los vecindarios con altos índices de criminalidad y los hogares deshechos son factores que inciden considerablemente en el comportamiento antisocial. En la Alemania nazi, la constante propaganda contra otras razas logró que alguna gente justificara y hasta glorificara las atrocidades que se cometieron con los judíos y los eslavos.

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