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  • La infinita diversidad biológica de la Tierra: ¿cómo llegó a existir?
    ¡Despertad! 1997 | 8 de mayo
    • La infinita diversidad biológica de la Tierra: ¿cómo llegó a existir?

      DE LAS más de millón y medio de especies animales que los científicos han clasificado hasta el presente, un millón son insectos. Para catalogar todos los insectos conocidos se necesitaría una enciclopedia de nada menos que 6.000 páginas. ¿Cómo se originaron estas criaturas? ¿Por qué hay una infinita diversidad? ¿Se debe a la casualidad ciega, a que la naturaleza haya tenido “suerte” millones de veces, o ha sido una cuestión de diseño?

      En primer lugar, analicemos brevemente otros ejemplos de la diversidad biológica de nuestro planeta.

      Aves asombrosas

      ¿Qué puede decirse de las más de nueve mil especies de aves, todas ellas maravillosamente diseñadas? Algunos colibríes son tan diminutos como un abejorro, y, sin embargo, superan en elegancia y agilidad a los helicópteros más avanzados. Otras aves realizan migraciones de miles de kilómetros todos los años. Por ejemplo, el charrán ártico recorre en un solo viaje hasta 35.000 kilómetros de ida y vuelta, y, aunque no dispone de computadora ni de instrumentos de navegación aérea, llega infaliblemente a su destino. ¿Es esta habilidad innata fruto de la casualidad, o del diseño?

      Una fascinante variedad de plantas

      Luego tenemos la inmensa variedad y belleza de la vida vegetal, con sus más de trescientas cincuenta mil especies de plantas, de las que unas doscientas cincuenta mil producen flores. Los seres vivos más grandes de la Tierra, las gigantescas secuoyas, son plantas.

      ¿Cuántas flores distintas crecen en su jardín o en la zona donde usted vive? La belleza, la simetría y, a menudo, la fragancia de estas flores —desde la ranunculácea, la margarita o la flor del desierto más diminuta, hasta la orquídea, con su intrincada variedad de especies— hacen que uno se maraville. Volvemos a preguntar: ¿Cómo llegaron a existir? ¿Por casualidad, o como fruto del diseño?

      Océanos rebosantes de vida

      ¿Y qué puede decirse de los seres vivos que se encuentran en los ríos, lagos y océanos del mundo? La ciencia tiene conocimiento de unas ocho mil cuatrocientas especies de peces de agua dulce y unas trece mil trescientas de agua salada. El pez más pequeño es un góbido que vive en el océano Índico y que mide alrededor de un centímetro de longitud. El más grande es el tiburón ballena, que puede alcanzar los 18 metros de largo. Y a todos estos miles de especies hay que añadir las de los invertebrados (que no tienen columna vertebral) y las que faltan por descubrir.

      El increíble cerebro

      Lo más increíble de todo es el cerebro humano, que contiene un mínimo de diez mil millones de neuronas, cada una de las cuales posiblemente tenga más de mil sinapsis, o puntos de contacto, con otras células nerviosas. El doctor Richard Restak, neurólogo, dice: “La cantidad total de conexiones en la inmensa red del sistema neuronal del cerebro es verdaderamente astronómica”. (The Brain [El cerebro].) Y añade: “En el cerebro puede haber entre diez billones y cien billones de sinapsis”. Luego plantea una pregunta pertinente: “¿Cómo es posible que de una sola célula, el óvulo, haya surgido un órgano como el cerebro, que contiene entre diez mil millones y cien mil millones de células?”. ¿Es el cerebro producto de una serie de caprichos y casualidades impersonales de la naturaleza, o de un diseño inteligente?

      ¿Cómo llegó a existir esta diversidad aparentemente infinita de vida y diseño? ¿Le han enseñado a usted que simplemente fue por casualidad, por un sistema de tanteo, por el azar de una lotería evolutiva ciega? En ese caso siga leyendo para ver las preguntas que, con toda honradez, formulan algunos científicos sobre la teoría de la evolución, considerada el fundamento de las ciencias biológicas.

  • ¿Carece de fundamento la evolución?
    ¡Despertad! 1997 | 8 de mayo
    • ¿Carece de fundamento la evolución?

      ¿CUÁL es la esencia de la teoría darwiniana de la evolución? “En el sentido pleno de la palabra, el biológico, [...] evolución es el proceso por el que la vida surgió de materia inanimada y después se desarrolló enteramente por medios naturales.” La evolución darwiniana afirma que “casi todos los aspectos de la vida, o cuando menos los más interesantes, obedecen al aprovechamiento de las variaciones fortuitas por parte de la selección natural”. (Darwin’s Black Box—The Biochemical Challenge to Evolution [La caja negra de Darwin: La bioquímica cuestiona la evolución],a de Michael Behe, profesor adjunto de Bioquímica de la Universidad Lehigh, Pensilvania [E.U.A.].)

      La complejidad irreducible: ¿escollo para la evolución?

      Cuando Darwin formuló su teoría, los científicos sabían poco o nada de la asombrosa complejidad de la célula viva. La bioquímica moderna, el estudio de la vida a nivel molecular, ha desentrañado parte de dicha complejidad y también ha planteado serias dudas sobre la teoría de Darwin, así como importantes objeciones a ella.

      Las células, los componentes básicos de todo ser vivo, están formadas por moléculas. El profesor Behe es católico, y cree en la evolución como explicación del desarrollo posterior de los animales. Pero también plantea serias dudas sobre el hecho de que la evolución explique la existencia de la célula. Él habla de máquinas moleculares que “transportan carga de un lugar a otro de la célula por ‘carreteras’ formadas por otras moléculas [...]. Las células se desplazan utilizando máquinas, se copian a sí mismas con maquinaria e ingieren alimento con maquinaria. En resumen, máquinas moleculares sumamente sofisticadas controlan todo proceso celular. De modo que los detalles de la vida están calibrados con gran precisión, y la maquinaria de la vida es complejísima”.

      Ahora bien, ¿a qué escala se lleva a cabo toda esta actividad? El diámetro de una célula típica mide solo tres centésimas de milímetro. En ese espacio infinitesimal tienen lugar complejas funciones esenciales para la vida. (Véase el esquema de las páginas 8, 9.) No es de extrañar que se haya dicho: “El punto fundamental es que la célula —la base de la vida— es extraordinariamente compleja”.

      Behe razona de este modo: como la célula solo puede desempeñar sus funciones cuando está completa, sería inviable mientras se estuviera formando mediante los cambios lentos y graduales provocados por la evolución. Para explicar su argumento utiliza el ejemplo de una ratonera. Este sencillo aparato solo puede funcionar cuando todos sus componentes están en su lugar. Un componente por sí solo —plataforma, resorte, barra de retención, percutor, seguro— no es una ratonera ni puede desempeñar tal función. Para que la trampa funcione han de estar todas las partes simultáneamente y en su debido lugar. De igual manera, una célula solo puede desempeñar sus funciones si tiene todos sus componentes en su lugar. Behe utiliza esta ilustración para explicar lo que él denomina “complejidad irreducible”.b

      Esto representa un gran problema para el supuesto proceso de la evolución, que exige la aparición de características útiles adquiridas gradualmente. Darwin sabía que su teoría de la evolución gradual por medio de la selección natural corría el peligro de ser cuestionada, pues dijo: “Si se pudiera demostrar que existió un órgano complejo que no pudo haber sido formado por modificaciones pequeñas, numerosas y sucesivas, mi teoría se destruiría por completo”. (El origen de las especies.)

      La compleja e irreducible célula constituye un enorme escollo para creer en la teoría darwiniana. En primer lugar, la evolución no logra explicar el salto entre la materia inanimada y la animada. Luego viene el problema de la primera célula compleja, que tiene que surgir de un solo golpe como unidad integral. En otras palabras, la célula (como la ratonera) tiene que aparecer de la nada, completa y funcionando.

      La irreducible complejidad de la coagulación sanguínea

      Otro ejemplo de complejidad irreducible lo tenemos en un proceso que la mayoría de nosotros damos por sentado cuando nos cortamos: la coagulación de la sangre. Normalmente, cualquier líquido se sale de un recipiente perforado hasta dejarlo vacío. Sin embargo, cuando nos pinchamos o cortamos la piel, rápidamente se forma un coágulo que sella la herida. Ahora bien, como saben los médicos, “la coagulación de la sangre es un proceso muy complejo e intrincadamente entretejido en el que actúan muchas proteínas interdependientes”. Estas activan lo que se denomina “cascada de la coagulación”. El delicado proceso de curación de una herida “depende por completo de la sincronización y la rapidez con que se produzcan las diferentes reacciones”. De no ser así, a una persona podría coagulársele y solidificársele toda la sangre o, por el contrario, morir desangrada. Los factores decisivos son la sincronización y la rapidez.

      La investigación bioquímica ha demostrado que en la coagulación de la sangre intervienen muchos factores, y que para que el proceso tenga éxito no puede faltar ninguno de ellos. Behe pregunta: “Una vez iniciada la coagulación, ¿qué impide que esta continúe hasta que toda la sangre [...] se solidifique?”. Su respuesta es que “la formación, la restricción, el endurecimiento y la eliminación de un coágulo sanguíneo” constituyen un proceso biológico integral. Si falla una sola fase, todo el proceso falla.

      Russell Doolittle, evolucionista y profesor de Bioquímica de la Universidad de California, pregunta: “¿Cómo pudo evolucionar este proceso tan complejo y delicadamente equilibrado? [...] Lo paradójico es que si cada proteína dependía de otra para activarse, ¿cómo pudo iniciarse el proceso? ¿De qué utilidad sería cualquier parte del mecanismo sin todo el conjunto?”. Doolittle trata de explicar el origen del proceso valiéndose de argumentos evolucionistas. No obstante, el profesor Behe dice que haría falta “muchísima suerte para que las piezas génicas adecuadas aparecieran en los lugares adecuados”. Según él, la explicación de Doolittle y su habla simplista ocultan enormes dificultades.

      De modo que una de las principales objeciones al modelo evolutivo es el obstáculo insuperable de la complejidad irreducible. Behe afirma: “Hago hincapié en que la selección natural, el motor de la evolución darwiniana, solo funciona si hay algo que seleccionar, algo que es útil en este momento, no en el futuro”.

      “Un silencio extraño y sepulcral”

      El profesor Behe dice que algunos científicos han estudiado “modelos matemáticos de la evolución o nuevos métodos matemáticos para comparar e interpretar datos secuenciales”. Pero concluye lo siguiente: “Tales cálculos presuponen que la verdadera evolución es un proceso gradual y fortuito; no lo demuestran (ni pueden hacerlo)”. (Las cursivas de la última frase son nuestras.) Anteriormente había dicho: “Si uno investiga en las obras científicas que tratan de la evolución, y centra su investigación en la cuestión de cómo se desarrollaron las máquinas moleculares —la base de la vida—, encontrará un silencio extraño y sepulcral. La complejidad de los cimientos de la vida ha paralizado los intentos científicos de explicarlos; las máquinas moleculares interponen una barrera, de momento infranqueable, que impide la aceptación unánime del darwinismo”.

      Esto plantea una serie de preguntas para que los científicos concienzudos las analicen: “¿Cómo se desarrolló el centro de reacción fotosintético? ¿Cómo empezó el transporte intramolecular? ¿Cómo se originó la biosíntesis del colesterol? ¿Cómo empezó a intervenir en la visión el retinal? ¿Cómo se desarrollaron las vías de señalización fosfoproteínica?”.c Behe añade: “El simple hecho de que ninguno de estos problemas siquiera se trate, y mucho menos se solucione, es una indicación muy clara de que el darwinismo no es el marco adecuado para entender el origen de complejos procesos bioquímicos”.

      Si la teoría de Darwin no logra explicar el complejo fundamento molecular de las células, ¿cómo va a explicar de manera satisfactoria la existencia de los millones de especies que habitan este planeta? Al fin y al cabo, la evolución ni siquiera puede producir nuevas familias genéricas salvando la distancia entre una familia genérica y otra. (Génesis 1:11, 21, 24.)

      Los problemas del origen de la vida

      Por muy verosímil que les parezca a algunos científicos la teoría darwiniana de la evolución, a la larga tienen que enfrentarse a la siguiente cuestión: Aun suponiendo que las variedades de seres vivos hubieran evolucionado por selección natural, ¿cómo se originó la vida? En otras palabras, el problema no radica en la supervivencia del más apto sino en la llegada del más apto, ¡y del primero! Sin embargo, como indican los comentarios de Darwin sobre la evolución del ojo, a él no le inquietaba el problema de cómo empezó la vida, pues escribió: “El saber cómo un nervio ha llegado a ser sensible a la luz, apenas nos concierne más que saber cómo se ha originado la vida misma”.

      Philippe Chambon, autor francés de artículos científicos, escribió: “El propio Darwin se preguntaba cómo había seleccionado la naturaleza formas incipientes antes de que tuvieran verdadera utilidad. La lista de misterios evolutivos no tiene fin. Y los biólogos de hoy tienen que admitir humildemente, como el profesor Jean Génermont de la Universidad del Sur de París en Orsay, que ‘la teoría sintética de la evolución no puede explicar fácilmente el origen de los órganos complejos’”.

      A la luz de las poquísimas probabilidades de que la evolución originara la infinita variedad y complejidad de formas de vida existentes, ¿le resulta difícil creer que todo evolucionó en la dirección correcta por pura casualidad? ¿Se pregunta cómo pudo sobrevivir criatura alguna en la lucha por la supervivencia del más apto mientras aún no se le habían terminado de desarrollar los ojos o mientras supuestamente se le desarrollaban dedos primitivos en un cuerpo infrahumano? ¿Se pregunta cómo sobrevivieron las células si existían en un estado incompleto e inadecuado?

      Robert Naeye, escritor de la revista Astronomy y evolucionista, dijo que la vida en la Tierra es el resultado de “una larga secuencia de sucesos improbables [que] ocurrieron precisamente de la forma adecuada para que llegásemos a la existencia, como si hubiéramos ganado un millón de dólares en la lotería un millón de veces seguidas”. Ese razonamiento pudiera aplicarse a toda criatura que existe hoy día. Las probabilidades son ínfimas. Sin embargo, se espera que creamos que la evolución también produjo por casualidad un macho y una hembra al mismo tiempo a fin de perpetuar las nuevas especies. Para hacerlo aún más improbable, tenemos que creer además que el macho y la hembra no solo evolucionaron al mismo tiempo sino también en el mismo lugar. Si no se encuentran, no procrean.

      Desde luego, creer que los millones de formas perfeccionadas de vida existen debido a millones de casualidades que salieron bien constituye un caso de credulidad extrema.

      ¿Por qué cree en ella la mayoría?

      ¿Por qué goza la evolución de tanta popularidad y tantas personas la aceptan como la única explicación del origen de la vida en la Tierra? En parte se debe a que es el criterio ortodoxo que se enseña en las escuelas y universidades, y pobre del que se atreva a expresar sus dudas. Behe dice: “Muchos estudiantes aprenden en sus libros de texto a ver el mundo con ojos evolucionistas. Pero no aprenden cómo pudo originar la evolución darwiniana los sistemas bioquímicos tan intrincados que se describen en dichos libros”. Y añade: “Para entender el éxito del darwinismo como ortodoxia y también su fracaso como ciencia en el terreno molecular, hemos de examinar los libros de texto que se utilizan para enseñar a los que aspiran a ser científicos”.

      Asimismo afirma: “Si se encuestara a todos los científicos del mundo, la inmensa mayoría diría que el darwinismo es cierto. Pero los científicos, como toda otra persona, basan la mayor parte de sus opiniones en lo que dicen los demás. [...] También, y es una lástima, la comunidad científica con demasiada frecuencia rechaza las críticas por temor a dar argumentos a los creacionistas. Resulta irónico que en aras de proteger la ciencia, se haya pasado por alto la crítica científica tajante contra la selección natural”.d

      ¿Qué alternativa viable y confiable hay a la teoría darwiniana de la evolución? El último artículo de esta serie trata dicha cuestión.

      [Notas]

      a A partir de aquí nos referiremos a este libro como Darwin’s Black Box.

      b La frase “complejidad irreducible” se refiere a “un sistema individual compuesto de varias partes bien coordinadas que interaccionan para desempeñar la función básica de este, de modo que si se eliminara cualquiera de esas partes dejaría de funcionar por completo”. (Darwin’s Black Box.) En otras palabras, es el nivel más sencillo en el que puede funcionar un sistema.

      c La fotosíntesis es el proceso mediante el cual las células vegetales utilizan la luz y la clorofila para transformar el dióxido de carbono y el agua en carbohidratos. Hay quienes dicen que es la reacción química más importante que tiene lugar en la naturaleza. La biosíntesis es el proceso por el que las células vivas elaboran compuestos químicos complicados. El retinal interviene en el complejo sistema visual. Las vías de señalización fosfoproteínica son funciones integrales de la célula.

      d El creacionismo entraña la creencia de que la Tierra fue creada en seis días literales o, en algunos casos, de que fue formada hace solo unos diez mil años. Los testigos de Jehová, aunque convencidos de la creación, no son creacionistas. Creen que el relato bíblico de Génesis no niega que la Tierra tenga millones de años.

      [Comentario de la página 6]

      “Si se pudiera demostrar que existió un órgano complejo que no pudo haber sido formado por modificaciones pequeñas, numerosas y sucesivas, mi teoría se destruiría por completo.”

      [Comentarios de la página 10]

      Dentro de la célula hay “un mundo de suprema tecnología y asombrosa complejidad”. (Evolution: A Theory in Crisis)

      “Si se pusieran por escrito [las instrucciones contenidas en el ADN de la célula], llenarían mil libros de 600 páginas cada uno.” (National Geographic)

      [Comentario de la página 11]

      “Tales cálculos presuponen que la verdadera evolución es un proceso gradual y fortuito; no lo demuestran (ni pueden hacerlo).”

      [Comentario de la página 12]

      “Resulta irónico que en aras de proteger la ciencia, se haya pasado por alto la crítica científica tajante contra la selección natural.”

      [Recuadro de la página 8]

      La molécula y la célula

      Bioquímica: “Ciencia que estudia la mismísima base de la vida: las moléculas que componen las células y los tejidos, que catalizan las reacciones químicas de la digestión, la fotosíntesis y la inmunidad, entre otras”. (Darwin’s Black Box.)

      Molécula: “Conjunto de átomos, iguales o diferentes, unidos mediante enlaces químicos. Constituye la mínima cantidad de una sustancia que mantiene todas sus propiedades químicas”. (Vocabulario científico y técnico de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.)

      Célula: Unidad fundamental de todos los organismos vivos. “Cada célula es una estructura sumamente organizada que es responsable de la forma y función de un organismo.” ¿Cuántas células componen un ser humano adulto? ¡Cien billones (100.000.000.000.000)! El ser humano tiene alrededor de ciento cincuenta y cinco mil células por centímetro cuadrado de piel y su cerebro contiene entre diez mil millones y cien mil millones de neuronas. “La célula es la clave de la biología porque es en este nivel que cobra vida un conglomerado de agua, sales, macromoléculas y membranas.” (Biology.)

      [Recuadro de la página 9]

      La “incomparable complejidad” de la célula

      “Para comprender la vida tal y como la revela la biología molecular, tendríamos que ampliar una célula mil millones de veces hasta que midiera 20 kilómetros de diámetro y pareciera una gigantesca aeronave de tamaño suficiente como para cubrir una gran ciudad semejante a Londres o Nueva York. Veríamos un objeto de incomparable complejidad y adaptabilidad de diseño. En la superficie de la célula observaríamos millones de aberturas, como portillas de una inmensa nave espacial, que se abren y cierran para que entre y salga una corriente continua de materiales. Si entrásemos por una de tales aberturas, nos encontraríamos en un mundo de suprema tecnología y asombrosa complejidad. Hallaríamos un sinfín de pasillos y conductos sumamente organizados que se ramifican en toda dirección desde el perímetro de la célula; unos conducen al banco central de memoria situado en el núcleo, y otros, a instalaciones de montaje y unidades de procesamiento. El núcleo sería una inmensa cámara esférica de más de un kilómetro de diámetro, a modo de cúpula geodésica, en cuyo interior encontraríamos, apilados ordenadamente en filas, los millares de cadenas en espiral de las moléculas de ADN. Por los múltiples conductos que llevan a las diversas instalaciones de montaje de las regiones más remotas de la célula veríamos circular, en orden y en ambas direcciones, una gran variedad de productos y materias primas.

      ”Nos maravillaría el grado de control implícito en el movimiento de tantos objetos por tantos conductos aparentemente interminables, todo en perfecta armonía. Apreciaríamos en torno a nosotros, en cualquier dirección que mirásemos, todo tipo de robots. Notaríamos que los componentes funcionales más sencillos de la célula, las moléculas de proteína, son máquinas moleculares asombrosamente complejas, y que cada una de ellas consta de unos tres mil átomos ordenados en una estructura tridimensional sumamente organizada. Aún nos maravillaríamos más al observar las actividades, extrañamente intencionadas, de estas increíbles máquinas moleculares, particularmente al darnos cuenta de que, a pesar de todo el conocimiento que hemos acumulado en el terreno de la física y la química, la tarea de diseñar una máquina molecular como esa —es decir, una sola molécula funcional de proteína—, está totalmente fuera de nuestro alcance en la actualidad, y probablemente no lo lograremos hasta por lo menos principios del siglo próximo. Sin embargo, la vida de la célula depende de las actividades conjuntas de miles, sí, decenas y quizás hasta centenares de miles de moléculas de proteína.” (Evolution: A Theory in Crisis [La evolución: una teoría en crisis].)

      [Recuadro de la página 10]

      Hechos y mitos

      “Quien no se siente obligado a limitar su búsqueda a las causas irracionales, llega a la conclusión honrada de que muchos procesos bioquímicos obedecen a un diseño. No los diseñaron las leyes de la naturaleza, ni fueron fruto de la casualidad o la necesidad, sino que fueron planificados. [...] La vida en la Tierra en su nivel más fundamental, en sus componentes más cruciales, es el producto de actividad inteligente.” (Darwin’s Black Box.)

      “Es obvio que, después de un siglo de trabajo intensivo, los biólogos no han podido validar [la teoría darwiniana de la evolución] de ningún modo relevante. Sigue siendo un hecho que a la naturaleza no se la ha reducido al continuo que exige el modelo darwiniano, y que la idea de que la vida surgió fortuitamente no ha ganado credibilidad.” (Evolution: A Theory in Crisis.)

      “La influencia de la teoría evolutiva en campos muy alejados de la biología es uno de los ejemplos más sobresalientes de la historia de cómo una idea sumamente especulativa que carece de pruebas científicas concluyentes puede llegar a moldear el pensar de una sociedad entera y dominar el criterio de una era.” (Evolution: A Theory in Crisis.)

      “Toda ciencia del pasado [...] que excluye a priori la posibilidad de diseño o creación deja de ser un medio de buscar la verdad, y se convierte en sierva (o esclava) de una doctrina filosófica problemática: el naturalismo.” (Origins Research.)

      “Es un mito [...] que Charles Darwin resolviera el problema del origen de la complejidad biológica. Es un mito que nosotros tengamos una comprensión cabal, o siquiera moderada, del origen de la vida, o que las explicaciones correctas solo hagan referencia a supuestas causas naturales. Desde luego, estos y otros mitos del naturalismo filosófico gozan de cierto prestigio. Uno no habla con demasiada dureza de ellos entre gente educada. Pero tampoco deberíamos aceptarlos a ciegas.” (Origins Research.)

      “Muchos científicos admiten en privado que la ciencia no es capaz de explicar el origen de la vida. [...] Darwin jamás se imaginó la inmensa complejidad que existe incluso en los niveles más básicos de la vida.” (Darwin’s Black Box.)

      “La evolución molecular no tiene fundamento en la autoridad científica. [...] Hay aseveraciones de que tal evolución ocurrió, pero ni una sola de ellas cuenta con el apoyo de experimentos o cálculos pertinentes. Como nadie conoce la evolución molecular por experiencia directa, y como no hay ninguna autoridad en la cual basar las afirmaciones de conocerla, puede decirse francamente que [...] la aseveración de la evolución molecular darwiniana no es más que una fanfarronada.” (Darwin’s Black Box.)

      [Recuadro de la página 12]

      La evolución “un juego de azar”

      La teoría de la evolución es sin duda el sueño de un jugador. ¿Por qué? Porque según el evolucionista, esta gana a pesar de que las probabilidades de perder sean astronómicas.

      Robert Naeye escribe: “Dado que la evolución es mayormente un juego de azar, cualquier suceso pasado aparentemente insignificante podría haber ocurrido de manera algo distinta e interrumpir nuestro proceso evolutivo antes de que el ser humano evolucionara”. Pero no, se supone que creamos que toda casualidad salió bien, millones de veces. Naeye admite: “La larga serie de atolladeros hace patente que la aparición de la vida inteligente es una cuestión mucho más difícil de lo que los científicos pensaban. Hay probablemente otros obstáculos más con los que los científicos todavía no se han tropezado”.

  • Dios: ¿jugador o creador?
    ¡Despertad! 1997 | 8 de mayo
    • Dios: ¿jugador o creador?

      “NO CABE duda de que muchos científicos se oponen temperamentalmente a cualquier forma de metafísica, no digamos ya a argumentos místicos. Desdeñan la idea de que pueda existir un Dios, o inclusive un [...] principio creativo impersonal [...]. Personalmente, no comparto su desdén.” Así se expresa Paul Davies, profesor de Física Matemática de la Universidad de Adelaida (Australia Meridional), en su libro La mente de Dios.

      Davies también dice: “Un estudio detenido sugiere que las leyes del universo poseen una encomiable precisión para hacer posibles su variedad y riqueza. En el caso de los organismos vivos, su existencia parece depender de un número de coincidencias fortuitas que algunos científicos y filósofos han considerado fuertemente asombrosas”.

      Asimismo afirma: “La investigación científica es un viaje a lo desconocido. [...] Pero sigue un hilo conductor de orden y racionalidad. Veremos que este orden cósmico está apuntalado por leyes matemáticas precisas que forman un tejido de sutil y armoniosa unidad. Las leyes poseen una elegante sencillez”.

      Davies añade: “Por qué simplemente el Homo sapiens posee esa chispa de racionalidad que da la clave del universo, es un profundo enigma. [...] No puedo creer que nuestra existencia en el universo sea un mero capricho del destino, un accidente histórico, un destello fortuito en el gran drama cósmico. Nuestra implicación es demasiado íntima. [...] Es ciertamente significativo que estemos aquí”. Ahora bien, Davies no llega a la conclusión de que haya un Diseñador, o Dios. Pero ¿a qué conclusión llega usted? ¿Había intención de que la humanidad estuviera aquí? En caso afirmativo, ¿de quién era la intención?

      Claves del “enigma”

      En la Biblia, el apóstol Pablo da una clave para entender lo que Davies denomina “un profundo enigma”. Pablo muestra cómo se ha dado Dios a conocer: “Porque lo que puede conocerse acerca de Dios está entre ellos [“los hombres que suprimen la verdad”] manifiesto, porque Dios se lo ha puesto de manifiesto. Porque las cualidades invisibles de él se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad, de modo que ellos son inexcusables”. (Romanos 1:18-20.)a Sí, la infinita variedad de seres vivos, su increíble complejidad, su exquisito diseño, debería hacer que la persona reverente y humilde reconociera que existe un poder supremo, una inteligencia o mente muy superior a todo lo que el hombre ha conocido jamás. (Salmo 8:3, 4.)

      Lo que Pablo sigue diciendo respecto a los que rechazan a Dios nos da que pensar: “Aunque afirmaban que eran sabios, se hicieron necios[,] hasta [...] los que cambiaron la verdad de Dios por la mentira y veneraron y rindieron servicio sagrado a la creación más bien que a Aquel que creó, que es bendito para siempre. Amén”. (Romanos 1:22, 25.) Quienes veneran la “naturaleza” y rechazan a Dios, indudablemente no son sabios a los ojos de Jehová. Atascados en el laberinto de teorías evolutivas contradictorias, no reconocen al Creador ni la complejidad y el diseño de su creación.

      “Monstruosa serie de accidentes”

      Pablo también escribió: “Sin fe es imposible serle [a Dios] de buen agrado, porque el que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que llega a ser remunerador de los que le buscan solícitamente”. (Hebreos 11:6.) La fe basada en conocimiento exacto, no en credulidad, puede llevarnos a entender el porqué de nuestra existencia. (Colosenses 1:9, 10.) Y es precisamente credulidad lo que esperan de nosotros algunos científicos, que desean hacernos creer que la vida existe por causas tan probables como que “hubiéramos ganado un millón de dólares en la lotería un millón de veces seguidas”.

      El científico británico Fred Hoyle teorizó que las reacciones nucleares que condujeron a la formación de dos elementos esenciales para la vida, el carbono y el oxígeno, los produjeron en una proporción equilibrada por un accidente afortunado.

      Él da otro ejemplo: “Si las masas combinadas del protón y el electrón sumasen en conjunto algo más que la masa del neutrón, y no algo menos, como ocurre en la realidad, el efecto resultaría devastador. [...] Por todo el Universo se romperían inmediatamente los átomos de hidrógeno, formándose neutrones y neutrinos. El Sol, a falta de su combustible nuclear, se apagaría y colapsaría”. Y lo mismo sucedería a los miles de millones de estrellas restantes del universo.

      Hoyle concluyó: “La lista de [...] aparentes accidentes de naturaleza no biológica, sin [los] que no existiría la vida basada en el carbono y tampoco la humana, es larga e impresionante”. Y añadió: “Estas propiedades [esenciales para la vida] se van prodigando en el mundo natural como una madeja de accidentes afortunados. Existen tantas coincidencias esenciales para la vida, que debe haber alguna explicación para ellas”. (Cursivas nuestras.)

      También dijo: “El problema consiste en decidir si esas sintonías, al parecer coincidentes, son o no accidentales. A ningún científico le gusta tener que formularse esa pregunta, pero hay que plantearla: ¿podrían esas sintonías haber sido fijadas por alguna inteligencia?”.

      Paul Davies escribe: “Hoyle, impactado por esta ‘monstruosa serie de accidentes’, comentó que era como si ‘las leyes de la física nuclear hubieran sido deliberadamente diseñadas con el fin de lograr las consecuencias que se producían en el interior de las estrellas’”. ¿Quién o qué es la causa de esta “monstruosa serie de accidentes [afortunados]”? ¿Quién o qué produjo esta insignificancia de planeta, rebosante de una variedad casi infinita de millones de plantas y animales de exquisito diseño?

      La respuesta de la Biblia

      Hace unos tres mil años, el salmista escribió con reverencia: “¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! Con sabiduría las has hecho todas. La tierra está llena de tus producciones. En cuanto a este mar, tan grande y ancho, allí hay cosas movientes sin número, criaturas vivientes, pequeñas así como grandes”. (Salmo 104:24, 25.)

      El apóstol Juan dijo: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas”. (Revelación [Apocalipsis] 4:11.) La vida no se debe a la casualidad ciega, a una lotería cósmica de la que hayan salido ganadores millones de formas de vida.

      La pura verdad es que Dios ‘creó todas las cosas, y a causa de su voluntad existieron y fueron creadas’. El propio Jesucristo dijo a los fariseos: “¿No leyeron que el que los creó desde el principio los hizo macho y hembra[?]”. Jesús conocía bien al Creador, pues había estado al lado de Jehová, como su Obrero Maestro, durante la creación. (Mateo 19:4; Proverbios 8:22-31.)

      Pero hace falta fe y humildad para percibir y aceptar esta verdad fundamental acerca del Creador. Dicha fe no es credulidad ciega. Se basa en pruebas visibles, tangibles. Sí, “las cualidades invisibles de [Dios] se ven claramente desde la creación del mundo en adelante”. (Romanos 1:20.)

      Con el conocimiento científico limitado que tenemos actualmente no podemos explicar cómo llevó a cabo Dios la creación. Por lo tanto, debemos reconocer que, por el momento, no nos es posible saber ni entender todo lo relacionado con el origen de la vida. Las siguientes palabras de Jehová nos lo recuerdan: “Los pensamientos de ustedes no son mis pensamientos, ni son mis caminos los caminos de ustedes [...]. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así mis caminos son más altos que los caminos de ustedes, y mis pensamientos que los pensamientos de ustedes”. (Isaías 55:8, 9.)

      Hay que escoger: o la creencia crédula en una evolución ciega y fortuita, en innumerables casualidades que supuestamente salieron bien, o la fe en el Diseñador, Creador y Dios de Propósito, Jehová. El profeta inspirado dijo con toda razón: “Jehová, el Creador de las extremidades de la tierra, es un Dios hasta tiempo indefinido. Él no se cansa ni se fatiga. No se puede escudriñar su entendimiento”. (Isaías 40:28.)

      ¿Qué creerá usted? La decisión que tome influirá mucho en sus perspectivas de vida futura. Si la evolución fuese cierta, entonces la muerte supondría quedar completamente en el olvido, a pesar de los especiosos argumentos de la laberíntica teología católica, que trata de introducir el concepto del “alma” en la evolución.b El hombre no posee un alma inmortal que mitigue el inevitable impacto de la mortalidad. (Génesis 2:7; Ezequiel 18:4, 20.)

      Si aceptamos que la Biblia es cierta y que el Dios vivo es el Creador, entonces contamos con la promesa de resucitar a una vida eterna y perfecta en una Tierra restaurada a su estado original de equilibrio y armonía. (Juan 5:28, 29.) ¿En qué cifrará su fe? ¿En la increíble casualidad de la teoría evolutiva de Darwin, o en el Creador, que ha obrado con propósito y continúa haciéndolo?c

      [Notas]

      a “Sus atributos invisibles —su poder eterno y su divinidad— se hacen visibles a los ojos de la inteligencia, desde la creación del mundo, por medio de sus obras.” (Romanos 1:20, Levoratti-Trusso.)

      b Véase la noticia “El Papa reafirma la evolución” en la sección “Observando el mundo”, página 28.

      c Para un análisis detallado de este tema, véase el libro La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación?, editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.

      [Comentario de la página 14]

      Algunos evolucionistas vienen a decir que la vida humana en la Tierra existe por causas tan probables como que “hubiéramos ganado un millón de dólares en la lotería un millón de veces seguidas”.

      [Ilustración y recuadro de la página 15]

      Variedad y diseño por doquier

      Insectos “Los científicos descubren todos los años entre siete mil y diez mil especies de insectos nuevas”, dice The World Book Encyclopedia. Sin embargo, “posiblemente queden por descubrir entre un millón y diez millones de especies”. Un artículo de Catherine Vincent publicado en el rotativo Guardian Weekly, cita del periódico francés Le Monde y, refiriéndose a las especies que hay documentadas, dice que son “un número lastimosamente pequeño en comparación con la cifra real [...,] entre cinco millones y, por increíble que parezca, cincuenta millones”.

      Solo para empezar, piense en la inmensa cantidad de insectos asombrosos que hay: abejas, hormigas, avispas, mariposas, cucarachas, mariquitas, luciérnagas, termitas, polillas, moscas, libélulas, mosquitos, lepismas, saltamontes, piojos, grillos, pulgas..., la lista parece interminable.

      Aves ¿Qué podemos decir de un ave que pesa menos de treinta gramos? “Imagínesela volando más de 16.000 kilómetros al año en su viaje migratorio de ida y vuelta entre el límite forestal de Alaska y las pluviselvas de Sudamérica, rasando picos boscosos, bordeando rascacielos urbanos y cruzando vastas extensiones de mar abierto en el océano Atlántico y el golfo de México.” ¿Cuál es esta extraordinaria ave? “La dendroica estriada, una dinamo cuya proeza migratoria prácticamente no tiene igual entre las aves terrestres de Norteamérica.” (Book of North American Birds [Libro de aves de Norteamérica].) De nuevo preguntamos: ¿Es esto consecuencia de miríadas de caprichos de la naturaleza que por casualidad salieron bien, o es una maravilla de diseño inteligente?

      Añada a estos ejemplos el de las aves que poseen un repertorio de cantos casi ilimitado: el ruiseñor, conocido en Europa y algunas regiones de África y Asia por sus encantadores reclamos; el sinsonte de Norteamérica, un ave que “imita muy bien e incorpora en su canto frases memorizadas”; el ave lira real de Australia, con su “desarrolladísimo canto, que contiene elementos de una imitación asombrosamente inteligente”. (Birds of the World [Aves del mundo].)

      Además, la perfección de los colores y del diseño de las alas y el plumaje de tantas aves dejan a uno boquiabierto. Añádase a ello sus dotes para tejer y fabricar nidos, sea en el suelo, en las paredes de los acantilados o en los árboles. Semejante inteligencia innata tiene que impresionar a cualquier mente humilde. ¿Cómo llegaron a la existencia? ¿Como fruto de la casualidad, o del diseño?

      El cerebro humano “Puede haber entre diez billones y cien billones de sinapsis en el cerebro, y cada una funciona como una minúscula calculadora que registra las señales que llegan en la forma de impulsos eléctricos.” (The Brain.) Aunque tendemos a darlo por sentado, el cerebro es un intrincado universo que se encuentra protegido en el interior del cráneo. ¿Cómo llegamos a tener semejante órgano, que permite al ser humano pensar, razonar y hablar miles de idiomas? ¿Gracias a millones de casualidades afortunadas, o a un diseño inteligente?

      [Ilustraciones y recuadro de las páginas 16 y 17]

      ESQUEMA DE LA ESTRUCTURA EXTERNA DEL CEREBRO

      Corteza sensorial

      Analiza los impulsos sensoriales de todo el cuerpo

      Lóbulo occipital

      Procesa las señales visuales

      Cerebelo

      Controla el equilibrio y la coordinación

      Corteza premotora

      Controla la coordinación muscular

      Corteza motora

      Ayuda a controlar el movimiento consciente

      Lóbulo frontal

      Ayuda a controlar el razonamiento, las emociones, el habla y el movimiento

      Lóbulo temporal

      Procesa el sonido; controla ciertos aspectos del aprendizaje, la memoria, el lenguaje y las emociones

      [Ilustración de la página 16]

      Extremo de un axón

      Neurotransmisores

      Dendrita

      Sinapsis

      [Ilustración de las páginas 16 y 17]

      Neurona

      Dendritas

      Axón

      Dendritas

      Sinapsis

      Neurona

      Axón

      “Puede haber entre diez billones y cien billones de sinapsis en el cerebro, y cada una funciona como una minúscula calculadora que registra las señales que llegan en la forma de impulsos eléctricos.” (THE BRAIN)

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