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El libro que conmocionó al mundo¡Despertad! 1995 | 8 de agosto
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El libro que conmocionó al mundo
Título: El origen de las especies. “Después de la Biblia, es la obra más influyente que se ha escrito”, aseveró el antropólogo Ashley Montagu.
Autor: Charles Darwin, llamado por algunos de sus coetáneos “el hombre más peligroso de Inglaterra”.
Tema: La teoría de la evolución. Términos y frases como “selección natural”, “supervivencia del más apto” y “evolución” se han arraigado profundamente en la lengua. Ahora bien, ¿ha incidido la teoría en algo más que en el idioma?
LA APARICIÓN en 1859 de El origen de las especies, de Charles Darwin, encendió un violento debate en los medios científicos y religiosos,a el cual se extendió a las esferas económicas y sociales y ha subsistido hasta el día de hoy, ciento treinta y seis años después.
En A Story Outline of Evolution (Esquema de la evolución), C. W. Grimes escribió respecto de El origen de las especies: “No existe otro libro que haya suscitado tanta controversia entre los intelectuales. Tampoco se tiene memoria de un tema que haya cuestionado las creencias tradicionales, revolucionado el mundo de la naturaleza y moldeado, congelado y cristalizado el pensamiento humano tanto como el de la evolución”.
Pero, en honor a la verdad, la teoría evolucionista no tuvo su origen en Darwin, pues el concepto se remonta a la antigua Grecia. Además, hubo hombres en el siglo XVIII que prepararon el camino para la amplia acogida de El origen de las especies.
Sin embargo, fue su libro el que colocó la base sobre la que se asentaría el pensamiento evolucionista moderno. La obra no solo conmocionó al mundo, sino que lo escandalizó, pues su tesis constituyó más que una revolución biológica: arremetió con furia huracanada contra los mismísimos cimientos de la sociedad, a saber, la religión, la ciencia, la política, la economía, la vida social, la historia y la visión del futuro.
¿Cómo ha afectado la teoría al mundo durante ya más de un siglo? ¿Qué repercusiones ha tenido en su vida? En suma, ¿cuál ha sido su legado? Los siguientes artículos examinarán estas cuestiones.
[Nota a pie de página]
a El título completo del libro de Darwin es Del Origen de las especies por medio de la selección natural, o la conservación de las razas favorecidas en su lucha por la existencia.
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Efectos de la teoría evolucionista¡Despertad! 1995 | 8 de agosto
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Efectos de la teoría evolucionista
A PRINCIPIOS del siglo XIX existía una relación bastante cordial entre la religión y la ciencia. Precisamente dos años antes de que se publicara El origen de las especies, Louis Agassiz, biólogo y catedrático de la Universidad de Harvard, había escrito que el mundo de los seres animados reflejaba “premeditación, sabiduría, grandeza”, y que uno de los objetivos primarios de la historia natural era analizar “los pensamientos del Creador del Universo”.
El punto de vista de Agassiz no era extraño, pues muchas personas juzgaban compatibles la ciencia y la religión. Los descubrimientos científicos solían considerarse como testimonio de un Magnífico Creador. Sin embargo, estaba abriéndose una brecha sutil entre estos dos ámbitos.
Arraiga el escepticismo
Los Principios de geología de Charles Lyell, cuyo primer tomo apareció en 1830, pusieron en entredicho el relato bíblico de la creación. Lyell afirmó que la creación no pudo haber tenido lugar en el curso de seis días literales. El físico Fred Hoyle escribió: “Los libros de Lyell fueron en gran medida los responsables de convencer al mundo en general de que la Biblia podía estar muy equivocada en algunos aspectos, un pensamiento hasta entonces inverosímil”.a
Así se pusieron los cimientos para el escepticismo. A muchos se les antojó que ya no era posible armonizar la ciencia con la Biblia, y ante la necesidad de tomar partido se decidieron por la ciencia. “La obra de Lyell había arrojado la duda sobre los primeros capítulos del Antiguo Testamento —escribió Hoyle—, y el libro de Darwin aparecía para sustituirlo.”
El origen de las especies llegó en un momento muy oportuno para los que no deseaban aceptar la Biblia como la Palabra de Dios. Había florecido el romance del hombre y la ciencia. El encaprichado público fue seducido por las promesas y los logros de la ciencia que, como un galán, colmó a la humanidad de regalos innovadores: el telescopio, el microscopio, la máquina de vapor y, posteriormente, la electricidad, el teléfono y el automóvil. La tecnología ya había impulsado una revolución industrial que proporcionó al hombre común ventajas materiales sin precedentes.
Por otro lado, la religión era vista como un obstáculo para el progreso. Algunos creían que mantenía a la gente en el letargo y le imposibilitaba estar al día con los rápidos adelantos científicos. Los ateos empezaron a proclamar a voz en cuello y con audacia sus ideas. En efecto, según explicó Richard Dawkins, “Darwin hizo posible el ser un ateo completo intelectualmente hablando”. La ciencia fue erigiéndose en la nueva esperanza de salvación de la humanidad.
Al principio, la clerecía rebatió la teoría evolucionista, pero con el paso de las décadas, sus miembros en general acabaron cediendo a la opinión popular y aceptaron una mezcla de evolución y creación. Un titular del diario The New York Times de 1938 rezaba: “Informe de la Iglesia Anglicana apoya la idea evolucionista de la creación”. El informe, elaborado por una comisión que encabezaba el arzobispo de York, concluyó: “No es posible objetar a la teoría evolucionista esgrimiendo los dos relatos de la creación en Génesis I y II, ya que hay consenso general entre los cristianos educados de que estas narraciones son de origen mitológico y poseen un valor simbólico antes que histórico para nosotros”. Y finalizaba diciendo: “Usted puede creer lo que quiera y seguir siendo cristiano”.
Tales intentos por conciliar el relato bíblico con la evolución solo sirvieron para debilitar la credibilidad de la Biblia, resultando en un escepticismo general que ha pervivido hasta nuestros días, aun entre algunos líderes religiosos. Un ejemplo representativo de ello son las palabras de cierto obispo Episcopal de Canadá, quien sostuvo que la Biblia había sido escrita en una era precientífica y, por ende, reflejaba prejuicios e ignorancia. Refiriéndose al nacimiento y la resurrección de Jesús, afirmó que la Biblia contenía “errores históricos” y “flagrantes exageraciones”.
Así pues, muchos individuos, sobre todo miembros del clero, se han apresurado a desacreditar la Biblia. Pero ¿adónde ha conducido este escepticismo? ¿Se ha dado otra esperanza? Con su fe en las Escrituras marchita, algunos se han vuelto a la filosofía y la política.
Repercusiones en la filosofía y la política
El origen de las especies ofreció una nueva perspectiva del comportamiento humano. ¿Qué hace que una nación logre conquistar a otra? ¿Por qué prevalece una raza sobre otra? Con su énfasis en la selección natural y la supervivencia del más apto, las explicaciones del libro impresionaron a los grandes pensadores del siglo XIX.
Friedrich Nietzsche (1844-1900) y Karl Marx (1818-1883), dos filósofos que ejercieron enorme influjo en el pensamiento político, quedaron fascinados por la evolución. “El libro de Darwin es importante —afirmó Marx—, y me sirve de base científica natural para explicar la lucha de clases a lo largo de la historia.” El historiador Will Durant llamó a Nietzsche “hijo de Darwin”. El libro Philosophy—An Outline-History (Historia esquematizada de la filosofía) resume así una de las doctrinas de Nietzsche: “Los fuertes, los valientes, los dominantes y los orgullosos son los que están mejor dotados para conformar la sociedad futura”.
Darwin creía (y así lo manifestó en una carta dirigida a un amigo) que en el futuro, una cantidad “sin fin de razas inferiores habrán sido eliminadas por razas más civilizadas, por todas partes”. Como precedente aludió a la derrota que Europa infligió a otros pueblos, la cual atribuyó a “la lucha por la existencia”.
Los poderosos no tardaron en valerse de estos postulados, como refiere H. G. Wells en Esquema de la Historia: “Los pueblos predominantes a fines del siglo XIX creían predominar por virtud de la ‘Lucha por la Existencia’, en la que el fuerte y el astuto vence al débil y al confiado. Y creían, además, que tenían que ser fuertes, enérgicos, insensibles, ‘prácticos’ y egoístas”.
De esta manera, la “supervivencia del más apto” adquirió tintes filosóficos, sociales y políticos, rayando incluso en lo absurdo. “Para algunos, la guerra se convirtió en ‘una necesidad biológica’”, informa el libro Milestones of History (Hitos de la Historia). La misma obra señala también que en el siguiente siglo “las ideas darvinianas constituyeron una parte esencial de la doctrina de Hitler sobre la superioridad racial”.
Por supuesto que ni Darwin ni Marx ni Nietzsche vivieron para ver la aplicación, buena o mala, de sus ideas. De hecho, ellos confiaban en que la lucha por la existencia mejoraría la vida del hombre. Darwin vaticinó en El origen de las especies que “todos los dones intelectuales y corporales tenderán a progresar hacia la perfección”. El sacerdote y biólogo de este siglo Pierre Teilhard de Chardin fue del mismo parecer, y teorizó que con el tiempo tendría lugar una ‘evolución de las mentes de la entera raza humana; todo el mundo trabajaría armoniosamente hacia un mismo fin’.
Degradación en vez de mejora
¿Vemos que esté produciéndose tal mejora? Con relación al optimismo de De Chardin, el libro Clinging to a Myth (Aferrados a un mito) observó: “De Chardin debió de estar totalmente ajeno a la historia de derramamiento de sangre humana y de los sistemas racistas, como el del apartheid de Sudáfrica. Sus palabras parecen proceder de alguien que no vive en este mundo”. En vez de adelantar hacia la unidad, el género humano ha sufrido en este siglo segregación racial y división nacionalista en una escala sin precedentes.
Las esperanzas que daba El origen de las especies de que el hombre progresaría hacia la perfección, o por lo menos mejoraría, se han visto grandemente truncadas, y cada vez parecen estar más lejos de materializarse, pues desde la aceptación general de la evolución, la humanidad ha caído en la barbarie con demasiada frecuencia. Considere esto: en las guerras del presente siglo han sido asesinados más de cien millones de seres humanos, cincuenta millones de los cuales perecieron tan solo en la II Guerra Mundial. Piense, además, en las matanzas étnicas ocurridas recientemente en lugares como Ruanda y la antigua Yugoslavia.
¿Quiere decir esto que no hubo guerras ni brutalidad en siglos pasados? ¡Claro que las hubo! Sin embargo, la acogida de la teoría de la evolución, esa idea de que la vida es una lucha despiadada por la existencia en la que sobreviven los mejor dotados, no ha servido para mejorar la vida del hombre. De manera que, si bien no puede culparse a la evolución de todos los males acaecidos, sí ha contribuido a fomentar el odio, el delito, la violencia, la inmoralidad y la degradación. Puesto que comúnmente se acepta que los humanos descienden de animales, no es raro que cada vez más individuos se comporten como tales.
[Nota a pie de página]
a En realidad, la Biblia no enseña que la Tierra fue creada en seis días literales (144 horas). Para más información sobre este malentendido, véase el libro La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación?, páginas 25 a 37, editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
[Fotografía en la página 6]
“El libro de Darwin me sirve de base científica para explicar la lucha de clases a lo largo de la historia.”—Karl Marx
[Reconocimiento]
Foto: U.S. National Archives
[Fotografía en la página 6]
“Razas inferiores habrán sido eliminadas por razas más civilizadas.”—Charles Darwin
[Reconocimiento]
Copyright British Museum
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La evolución y usted¡Despertad! 1995 | 8 de agosto
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La evolución y usted
EL ORIGEN de las especies convenció a las masas del siglo pasado de que el hombre había sobrevivido sin la intervención divina y de que seguiría adelante sin ella. Mucha gente, embelesada con los adelantos científicos, creyó que podía prescindir de Dios y que la ciencia salvaría a la raza humana. El libro La edad del progreso indica que el siglo XIX ‘estuvo animado por la convicción de que el esfuerzo racionalmente aplicado podía transformar al mundo’.
No obstante, hacia finales de siglo, hasta Charles Darwin flaqueó en su optimismo. Según un historiador, temía que la teoría de la evolución “hubiera matado a Dios y que las consecuencias fueran incalculables para el futuro de la humanidad”. Alfred Russel Wallace, contemporáneo de Darwin más joven que él, relató: “Durante la última conversación que sostuvimos [poco antes de su muerte], Darwin se mostró muy pesimista tocante al futuro de la humanidad”.
¿En qué ha resultado el esfuerzo humano?
La historia del siglo XX ha revelado que al hombre verdaderamente le aguardaban días aciagos. Los logros técnicos alcanzados desde los días de Darwin no han hecho más que camuflar lo que ha resultado ser, con mucho, la más tenebrosa y violenta era de toda la historia. Vivimos en medio de lo que el historiador H. G. Wells denominó “una verdadera desmoralización”.
Desde que Wells escribió aquellas palabras (hace ya cerca de setenta y cinco años), la crisis moral del mundo sigue agravándose. Ninguna medida adoptada por los hombres de ciencia, economistas, organizaciones sociales, gobiernos, o por las religiones de este mundo, ha remediado, o por lo menos reprimido, dicha oleada. Las condiciones siguen en constante deterioro.
Por lo tanto, deberíamos preguntarnos: ¿En qué ha resultado el esfuerzo humano? ¿Han creado la ciencia y la técnica un mundo mejor? La bióloga Ruth Hubbard comentó: “Cuando uno abre el diario para enterarse de lo que está sucediendo, se encuentra con que los problemas no son de índole científica; son problemas de organización social, de asuntos fuera de control, de individuos que buscan enriquecerse sin hacer caso de las necesidades humanas”. A lo cual añadió: “Francamente, no creo que con una distribución racional de los recursos la ciencia pueda resolver ninguno de los problemas que tanto atribulan al mundo”.
¿De qué provecho es en realidad que el hombre pueda viajar a la Luna si no consigue solucionar los problemas básicos de la humanidad? ¿Puso fin a las guerras y a la violencia étnica la invención de armas cada vez más destructivas, como la bomba atómica? ¿Han reducido sensiblemente los logros científicos la criminalidad, la desintegración familiar, las enfermedades de transmisión sexual, la inmoralidad, los nacimientos ilegítimos, la corrupción en las altas esferas, la pobreza, el hambre, el problema de las personas sin hogar, el consumo de drogas, la contaminación ambiental? No; en todo caso, la ciencia ha agudizado algunos de estos problemas. Haber abandonado a Dios y haberlo sustituido por la evolución y la ciencia no ha beneficiado a la familia humana; por el contrario, la ha perjudicado.
Se comprende que muchas personas estén reconsiderando la teoría de que el hombre evolucionó de criaturas simiescas, que contrasta con la enseñanza de que un Creador hizo a los primeros humanos. Según una encuesta Gallup realizada en Estados Unidos, solo el 9% de los norteamericanos cree que el hombre evolucionó sin la intervención divina; el 47% acepta la idea de que Dios creó al hombre en su forma actual.
Qué predijo la Biblia
Mientras que El origen de las especies pronosticó que el hombre progresaría hacia la perfección, la Biblia predijo que una crisis moral agitaría al mundo. (Mateo 24:3-12; 2 Timoteo 3:1-5.) Asimismo profetizó que dicha crisis alcanzaría un clímax, después de lo cual la humanidad fiel heredaría un paraíso, exento de los problemas actuales. (Salmo 37:10, 11, 29; Isaías 11:6-9; 35:1-7; Revelación [Apocalipsis] 21:4, 5.)
Esta esperanza ha motivado a muchos a examinar la Biblia con vivo interés. ¿Pudiera ser el objeto de la vida más que una lucha por la existencia? ¿Pudiera contener la Biblia no solo la clave del pasado de la humanidad, sino también del futuro, lo que abarcaría el de usted? Bien vale la pena investigar qué enseñan en realidad las Escrituras acerca de Dios y su propósito para la Tierra y sus habitantes. Si desea más información, solicítela a los testigos de Jehová, quienes se la proporcionarán gustosamente.
[Fotografías/Ilustración en las páginas 8, 9]
Contrario a la teoría de la evolución, la Biblia predijo el derrumbamiento moral que reina hoy, y también la solución: un paraíso exento de problemas
[Reconocimientos]
Foto: U.S. Coast Guard
Niño famélico: foto OMS de P. Almasy
Derecha: foto U.S. National Archives
[Recuadro en la página 9]
Se ha ayudado a millones de personas a reexaminar las pruebas de la existencia de un Dios creador mediante el libro La vida... ¿cómo se presentó aquí? ¿Por evolución, o por creación?a Hasta el momento, se han imprimido 30 millones de ejemplares en 27 idiomas. Asimismo ¡Despertad! continúa publicando información sobre lo que revelan los hechos confirmados por la verdadera ciencia en cuanto a la validez de la teoría de la evolución.
[Nota]
a Editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
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