Ese mismo sábado un hombre endemoniado está presente. Al poco rato, grita con voz fuerte: “¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús nazareno? ¿Viniste a destruirnos? Sé exactamente quién eres, el Santo de Dios”.

El demonio que controla al hombre es realmente un ángel de Satanás. Reprendiéndolo, Jesús dice al demonio: “¡Calla, y sal de él!”.

Pues bien, el demonio convulsiona al hombre y grita a voz en cuello. Pero sale del hombre sin hacerle daño. ¡Todos están absolutamente pasmados! Y preguntan: “¿Qué es esto? [...] Con autoridad ordena hasta a los espíritus inmundos, y le obedecen”. Las noticias acerca de esto se esparcen por toda la comarca.

Hasta libera a los poseídos por demonios. A medida que expulsa a los demonios, estos gritan: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero Jesús los reprende y no les permite hablar debido a que saben que él es el Cristo.