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Libro bíblico número 26: Ezequiel“Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa”
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1. ¿En qué circunstancias se hallaban los desterrados en Babilonia, y qué nuevas pruebas afrontaban?
EN EL año 617 a.E.C., Joaquín, rey de Judá, entregó Jerusalén a Nabucodonosor, quien llevó a Babilonia a las personas principales del país y los tesoros de la casa de Jehová y de la casa del rey. Entre los cautivos estaban la familia del rey y los príncipes; los hombres valientes y poderosos; los artífices y constructores; y Ezequiel el hijo de Buzí el sacerdote. (2 Rey. 24:11-17; Eze. 1:1-3.) Con el corazón afligido, aquellos israelitas desterrados habían completado su viaje agotador desde una tierra de colinas, fuentes y valles a una de vastas planicies. Ahora vivían junto al río Kebar en medio de un imperio poderoso, rodeados de un pueblo de costumbres extrañas y de adoración pagana. Nabucodonosor permitió a los israelitas tener sus propios hogares, tener sirvientes y participar en negocios. (Eze. 8:1; Jer. 29:5-7; Esd. 2:65.) Si eran industriosos, podrían prosperar. ¿Caerían en las trampas de la religión babilónica y el materialismo? ¿Continuarían rebelándose contra Jehová? ¿Aceptarían su destierro como disciplina procedente de él? Afrontarían nuevas pruebas en el país de su destierro.
2. a) ¿Qué tres profetas sobresalieron durante los años críticos que antecedieron a la destrucción de Jerusalén? b) Significativamente, ¿cómo se llama a Ezequiel, y qué significa su nombre? c) ¿Durante qué años profetizó Ezequiel, y qué se sabe de su vida y su muerte?
2 Durante aquellos años críticos que llevaron a la destrucción de Jerusalén, Jehová no se privó a sí mismo, ni privó a los israelitas, de los servicios de un profeta. Jeremías fue apostado en Jerusalén misma, Daniel estuvo en la corte en la ciudad de Babilonia, y Ezequiel fue el profeta a los desterrados judíos en la región de Babilonia. Ezequiel era tanto sacerdote como profeta, una distinción de que igualmente disfrutó Jeremías y, más tarde, Zacarías. (Eze. 1:3.) Por todo su libro se le llama más de 90 veces “hijo del hombre”, un punto importante cuando se estudia su profecía porque a Jesús también se le llama “Hijo del hombre” casi 80 veces en las Escrituras Griegas Cristianas. (Eze. 2:1; Mat. 8:20.) Su nombre Ezequiel (hebreo: Yejez·qéʼl) significa “Dios Fortalece”. Fue en el quinto año del destierro de Joaquín, en 613 a.E.C., cuando Jehová comisionó a Ezequiel como profeta. De Ezequiel leemos que, en el vigésimo séptimo año del destierro, 22 años más tarde, todavía continúa en su obra. (Eze. 1:1, 2; 29:17.) Era hombre casado, pero su esposa murió el día en que Nabucodonosor puso sitio final a Jerusalén (24:2, 18). No se sabe cuándo ni cómo murió él.
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Libro bíblico número 26: Ezequiel“Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa”
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En los primeros años de su carrera profética, Ezequiel proclamó los juicios seguros de Dios contra la Jerusalén infiel y amonestó a los desterrados contra la idolatría (14:1-8; 17:12-21). Los judíos cautivos no dieron señal de arrepentimiento verdadero. Sus hombres responsables adoptaron la práctica de consultar a Ezequiel, pero no prestaban atención a los mensajes de Jehová que Ezequiel les transmitía. Continuaron con su idolatría y su materialismo. La pérdida de su templo, su ciudad santa y su dinastía de reyes fue un golpe devastador, pero solo un grupo pequeño se humilló y arrepintió. (Sal. 137:1-9.)
6. ¿Qué hacen resaltar las profecías posteriores de Ezequiel, y cómo se destaca la santificación del nombre de Jehová?
6 Las profecías de Ezequiel en los años posteriores hicieron resaltar la esperanza de restauración. También reprendieron a las naciones vecinas de Judá por haberse alborozado por la caída del reino judaico. La humillación de ellas, junto con la restauración de Israel, santificaría a Jehová delante de sus ojos. En resumen, el propósito del cautiverio y de la restauración era: ‘Ustedes, tanto judíos como gente de las naciones, tendrán que saber que yo soy Jehová’. (Eze. 39:7, 22.) Esta santificación del nombre de Jehová se destaca por todo el libro, pues la expresión “[Ustedes, o ellos] tendrán que saber que yo soy Jehová” aparece más de 60 veces en él (6:7, nota).
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