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  • Cónyuges... superen las desavenencias con la comunicación
    ¡Despertad! 1986 | 8 de enero
    • Una necesidad del corazón

      Una “función fundamental del matrimonio”, de acuerdo con los consejeros Marcia Lasswell y Norman Lobsenz, tal vez sea la de “recibir y dar [...] apoyo [emocional] mutuamente”. Debido a las agresiones del mundo que nos rodea, es vital recibir tal apoyo de quienes amamos. El no tenerlo nos duele profundamente, y “a causa del dolor del corazón hay un espíritu herido”. (Proverbios 15:13.) Tanto la confianza en uno mismo como nuestro ánimo pueden quedar destruidos.

      Cuando el corazón está resentido debido a la insensibilidad del cónyuge, frecuentemente estalla la ira. “Cuando él simplemente se sienta y empieza a decirme que soy demasiado emocional, me enfurezco —declaró cierta esposa—. Termino por llorar y sentirme terriblemente mal.” En cambio, Paul expresó lo siguiente: ‘Notaba que cuando estábamos a solas, Joan mostraba poco entusiasmo, pero tan pronto como alguien llamaba o nos visitaba, ella se entusiasmaba y no me hacía ningún caso. Me sentía herido y a la misma vez molesto porque me parecía que ella se estaba valiendo de mí. Yo la mantenía, y sin embargo ella parecía preferir la compañía de otros’.

      Algunos matrimonios escogen sufrir en silencio, de modo que se convierten, de hecho, en “grandes simuladores”, como si todo marchara bien en su matrimonio. Pero el cuerpo acusa lo que el cerebro opta por pasar por alto. Personas con problemas maritales no resueltos, según sus médicos, se quejan de dolores crónicos, dolor de cabeza, nervios al estómago, depresión, frigidez e impotencia. En muchos casos la hostilidad va aumentando y termina en separación. Los investigadores calculan que en los Estados Unidos la mitad de los que en este momento celebren su primer matrimonio terminarán por divorciarse.

      Pero ¿qué se puede hacer para vencer los desacuerdos y cultivar intimidad? El secreto es el siguiente: poner en práctica los principios bíblicos. Dios, quien hizo el corazón y la mente, conoce nuestras necesidades emocionales. Por lo tanto, la Biblia, que contiene sus consejos, proporciona guía excelente. El marido y la mujer no solo deben conocer este consejo inspirado, sino también deben esforzarse sinceramente por ponerlo en práctica. Si se pone en práctica, la Biblia puede ayudar al matrimonio a satisfacer adecuadamente las necesidades emocionales mutuas. (Efesios 5:22-33.)

      “No sé lo que ella quiere”

      No es fácil reconocer las necesidades emocionales del cónyuge. La persona tal vez vacile en manifestarlas a otros por temor a ser rechazada, que se le hiera aún más o quedar desilusionada... o quizás no sepa cuáles son sus propias necesidades. “Tengo que reconocer que no sé lo que ella quiere —admite cierto esposo—. Ella dice que tenemos que hablar, y cuando lo hacemos, siempre termino diciendo lo que no debo. [...] Esto me preocupa y por eso no digo nada.”

      Pero la Biblia muestra que en vez de quedarse callado como este esposo, es necesario mostrar discernimiento. “Con sabiduría se edifica la casa, y con discernimiento resulta firmemente establecida”, declara Proverbios 24:3. Por eso, trate de discernir lo que subyace tras las acciones o comentarios de su cónyuge. Pregúntese: ¿Por qué me dice esto? ¿Qué es lo que realmente quiere o necesita?

      A veces, puede que la esposa, por ser de emociones volubles, deje al esposo perplejo. Pero “un hombre de discernimiento es sereno de espíritu” y procura ‘sacar’ de ella cuál es el verdadero problema. (Proverbios 17:27; 20:5.) ¿Está ella luchando con algún peso emocional que le oprime? (Compárese con Eclesiastés 7:7.) Cuando se muestra hostil porque usted regresa tarde del trabajo, ¿no será en realidad una queja por su indiferencia y falta de afecto? O, ¿quizás la ha herido al haber hecho o dicho algo irreflexivamente? ¿Se necesita un esfuerzo adicional —y dedicar más tiempo— para allanar la situación? Sin embargo, el discernir la necesidad es solo el primer paso. (Proverbios 12:18; 18:19.)

      Edifique intimidad

      En la Biblia, Job declaró que las palabras de su boca fortalecerían al que las escuchaba. (Job 16:5.) Esto aplica también al matrimonio. Expresiones sinceras que aumenten el sentido de dignidad de su cónyuge son fortalecedoras. “Ustedes, esposos —manda la Biblia—, continúen morando con [sus esposas] de igual manera, de acuerdo con conocimiento, asignándoles honra [considerándolas valiosas [...] de especial estima] como a un vaso más débil, el femenino.” (1 Pedro 3:7.) Si usted hace que su esposa se sienta valiosa, la hostilidad de ella se desvanecerá.

      Claro, dependiendo de las costumbres, en algunos países los matrimonios se sienten emocionalmente más allegados que en otros. Sin embargo, sean cuales sean las tradiciones de la localidad, los esposos que aplican a su matrimonio lo que la Biblia dice ven provechoso el estrechar los lazos afectivos que le unen a su esposa. A esta se le hace más fácil revelarle a su esposo lo que hay en lo más íntimo de su corazón al saberse amada; y esto aumenta la felicidad de ambos.

      “El buen oyente —declara el libro The Individual, Marriage, and the Family— tiene la capacidad de hacer sentir a la otra persona que la aprecia de manera especial y que lo que dice es de interés e importancia.” Por eso las parejas que desean cultivar intimidad deben prestar atención a cómo escuchan. El buen oyente da a su cónyuge toda su atención y se esfuerza por comprender lo que este le dice sin interrumpir, argüir o cambiar de tema. El ser un oyente que sabe ponerse en el lugar de su interlocutor y que cultiva una atención personal y desinteresada en las cosas que son del interés de su cónyuge es el fluido vital de la intimidad. (Filipenses 2:3, 4.)

      Para mejorar la intimidad, los consejeros matrimoniales también aconsejan: 1) Aprenda a confiar en su cónyuge más bien que en otra persona. 2) Aparte momentos convenientes cada día o, por lo menos, semanalmente, sin que interfieran otras distracciones, para desahogar mutuamente su corazón y mente. 3) Compartan los pequeños sucesos cotidianos. 4) Muéstrense afecto regularmente con cosas pequeñas... un regalito inesperado, haciendo alguna tarea que al otro no le gusta hacer (sin que se le pida), una notita amorosa en un momento oportuno, o un abrazo o toque inesperado.

      Pero aun matrimonios muy allegados el uno al otro tienen desacuerdos a veces. Las sugerencias del recuadro que se muestra arriba pueden ayudar a impedir que tales desacuerdos crezcan al grado de destruir el matrimonio.

      Aunque los desacuerdos lleguen a ser serios, no se dé por vencido respecto a su matrimonio. Cierta pareja que se había separado debido a los problemas logró reconciliarse cuando leyeron juntos y aplicaron el consejo bíblico que se da sobre el matrimonio en Colosenses 3:18, 19. Al hablar francamente sobre los sentimientos que causaban rencor, ambos preguntaron: “¿Por qué no me habías dicho antes que te sentías así?”. Cada uno escuchó lo que el otro tenía que decir y trató de comprender el parecer del otro. Ahora, después de haberse reconciliado hace casi diez años, el esposo reconoce: “Las cosas han ido mejorando gracias al excelente consejo de la Palabra de Jehová Dios. Ha valido la pena luchar por la felicidad que sentimos ahora”.

  • Adolescentes... ¿cómo pueden promover la paz en la familia?
    ¡Despertad! 1986 | 8 de enero
    • Adolescentes... ¿cómo pueden promover la paz en la familia?

      “ESCRIBO para pedirles ayuda —decía la carta de una joven adolescente—. Parece que siempre estoy discutiendo con mis padres. Me siento completamente sola y, a menudo, deprimida. Si no hallo una solución pronto, me quitaré la vida. [...] P.D.: No me recomienden que hable con mis padres. Nadie me hace caso.”

      Aunque tal vez no te sientas tan desesperado como esta joven, en muchos hogares donde hay adolescentes se producen conflictos similares. Las causas comunes de discusión en el hogar suelen ser: las tareas domésticas, las restricciones de horario, los estilos de vestir y de arreglo personal, el rendimiento escolar, el concertar citas, y la actitud personal del joven hacia otros miembros de la familia.

      Sin embargo, muchos jóvenes han descubierto que la aplicación del consejo bíblico verdaderamente promueve la paz. Y, naturalmente, hay verdaderas ventajas de estar en paz con tus padres. (Véase el recuadro de la siguiente página.) Entonces, ¿qué consejo bíblico te ayudará a conseguirla?

      ‘Hónralos y obedécelos’

      La Biblia da este mandato en Efesios 6:1-3: “Obedezcan a sus padres. [...] ‘Honra (enaltece y considera dignos de estimación) a tu padre y a tu madre, para que seas feliz y vivas una larga vida en la tierra’”. (Versión Popular.) Y, ¿no deberías tú honrar a tus padres, que te han dado la vida, te han alimentado desde tu tierna infancia, se han sacrificado para darte albergue, ropa, comida y han cuidado de tu salud? La obediencia significa estar dispuesto a hacer lo que padres temerosos de Dios piden de ti... aun si te fuera difícil hacerlo. ¡Claro, esto es más fácil decirlo que hacerlo! Sin embargo, el prestar atención al consejo de tus padres, que tienen mucha más experiencia en la vida que tú, puede hacerte más sabio y protegerte de dolorosos pesares.

      Es cierto que esto pudiera requerir el tener que aprender a hacer cosas que no te parezcan agradables, o hasta tener que aceptarlas. Pero este aprendizaje es esencial para que puedas hacer frente a las presiones de la vida adulta. El Dr. Paul Gabriel, siquiatra infantil, halló que los “niños que saben enfrentarse a una situación”, también “pueden soportar frustraciones”. Aprenden a encararse a la desilusión sin derrumbarse y a aceptar situaciones inevitables. La Biblia también muestra que el hacer frente a la adversidad desarrolla la personalidad. En Lamentaciones 3:27 se dice: “Bueno le es al hombre físicamente capacitado llevar el yugo durante su juventud”.

      Pero, ¿y si pensaras que tus padres no toman en cuenta tu punto de vista? La Biblia recomienda: 1) Háblales calmadamente, en lugar de acalorarte. (Proverbios 29:11.) 2) Exprésate en términos “dulces”. Pide consideración y ayuda, en lugar de exigirlas. (Proverbios 16:21.) 3) Sé razonable. Respalda tu punto de vista con razones sólidas, en lugar de apoyarte en meras justificaciones, tales como: “Si es lo que todo el mundo hace”. (Véase Filipenses 4:5.)

      Háblales ‘franca y sinceramente’

      En su adolescencia, a Gregory le parecía que había recibido muy poco apoyo emocional de su madre. Las restricciones que ella le imponía le parecían irrazonables. Sin causas justificadas, su madre solía imputarle malos hechos. La angustia interior de Gregory le conducía a provocar choques diarios. Un ministro, a quien Gregory se dirigió por ayuda en el Salón del Reino de los testigos de Jehová, lo instó a hablar ‘franca y sinceramente’ con su madre. (Job 33:3, VP.)

      “Me costó mucho llegar a explicarle lo que yo realmente sentía. Necesitaba su comprensión y apoyo emocional —dijo Gregory—. La ayudé a que entendiera que yo no estaba haciendo nada malo y que estaba muy dolido por su falta de confianza en mí. Pues bien, a partir de entonces ella comenzó a entender mis sentimientos y nuestra relación mejoró. Además, procuré obedecerle y evité darle motivos para que desconfiara de mí.” Cuando no se satisfacen las necesidades emocionales de los jóvenes, por lo general, se desarrolla en ellos resentimiento. Pero el hablar franca y sinceramente con los padres puede mejorar el ambiente en el hogar.

      Puedes evaluar mejor lo que significó para Gregory el que la situación en su hogar mejorara, si tomas en cuenta que él era parte de un tipo de familia con problemas peculiares que está aumentando rápidamente hoy, a saber, las familias de un solo padre o madre.

      Familias de un solo padre o madre

      Actualmente, uno de cada cinco niños en los Estados Unidos vive con solo uno de sus dos padres, una situación que existe también en otros países. Una madre soltera del Perú comentó acerca de la gran carga que representa para ella el tener que trabajar una jornada laboral y luego hacerse cargo de las tareas domésticas. No obstante, ella dijo: “Lo que hace más dura la vida es que los niños no respeten mis órdenes”.

      Si eres parte de una de estas familias, muéstrate compasivo por medio de cultivar lo que la Biblia llama ‘sentimientos de compañero’. (1 Pedro 3:8.) Sé obediente. Demuestra que eres un verdadero hijo o hija por medio de ayudar, no solo en las tareas domésticas, sino también dándole apoyo emocional a tu padre o madre. Debes estar agradecido de tener a alguien que se preocupa por ti y está dispuesto a criarte apropiadamente. El poder hacer frente con éxito a los desafíos adicionales que originan del hecho de pertenecer a familias con solo uno de los padres hará de ti una mejor personaa.

      Es cierto que no hay hogares perfectos. Sin embargo, concéntrate con espíritu apreciativo en los aspectos positivos de tu hogar y, entonces, promueve la paz.

      [Nota a pie de página]

      a Véase el artículo “Tú y yo y nadie más, mamá”, en el número del 8 de julio de 1981 de ¡Despertad!

  • Paz en la familia en que hay hijastros
    ¡Despertad! 1986 | 8 de enero
    • Paz en la familia en que hay hijastros

      • ‘Padrastro se impacienta y mata a golpes a su hijastro.’

      • ‘Muchacha adolescente mata a su padrastro de una serie de disparos’, según el informe policial.

      • ‘Joven de catorce años muerto de un disparo por su madrastra, quien, según el informe, estaba harta de su comportamiento.’

      “LOS hogares en los que hay hijastros pueden llegar a ser sumamente depresivos”, explica el Dr. John Visher, quien es cofundador de una asociación americana para familias de esta clase. Y añadió: “Cuando una persona entra en una relación de este tipo, con un punto de vista irreal, es probable que con el tiempo se queje de hallarse en una situación muy tensa”. Debido al rápido crecimiento en el índice de divorcios, ha aumentado sensiblemente el número de familias que tienen hijastros. Pero, lamentablemente, un 44% de estas familias se deshacen ¡en los primeros cinco años! Sin embargo, muchas han resuelto el singular problema de fusionar dos familias en una. Para conseguirlo, ha sido necesario aplicar los siguientes principios bíblicos.

      “Mejor es el fin de un asunto, posteriormente, que su principio. Mejor es el que es paciente que el que es altivo de espíritu. No te des prisa [...] a sentirte ofendido.” (Eclesiastés 7:8, 9.) ¡La paciencia es el factor decisivo! Las relaciones que en la familia natural se dan por sentadas tienen que establecerse desde su base en familias con hijastros. Ese proceso no es instantáneo. En opinión de algunos expertos, el proceso por el que se desarrolla el sentimiento colectivo de “nosotros” puede durar de cuatro a siete años. En la fase inicial, el padrastro o la madrastra debe tomarlo con calma. Debe esforzarse por no sentirse ofendido fácilmente si es rechazado en sus primeros intentos por ganarse al hijastro.

      “Por la presunción solo se ocasiona una lucha, pero con los que consultan juntos hay sabiduría.” (Proverbios 13:10.) Una actitud presuntuosa y voluntariosa —tanto por parte de los hijos como de los padres— resulta en conflictos. Tengan por costumbre consultar juntos como familia, tratando a fondo los problemas que pudieran surgir. Aprendan a expresar sus sentimientos tomando en consideración los sentimientos de los demás miembros de la familia. Cuanto más conozca a los “nuevos” miembros de su familia, manteniendo abiertas las vías de comunicación, más allegado a ellos llegará a estar.

      “El que está mostrando perspicacia en un asunto hallará el bien, y feliz es el que está confiando en Jehová.” (Proverbios 16:20.) La perspicacia implica profundizar, ir más allá de lo superfluo, y entender las razones que explican cierta actitud o comportamiento. (Véase la entrevista de la página siguiente.) Esta cualidad permite que uno vea los rasgos buenos de otras personas.

      Por ejemplo, en el transcurso de una discusión acalorada, una madrastra interrumpió la discusión y sugirió: “Tratemos de decir de cada uno de nosotros algo que no nos gusta y, seguidamente, mencionemos algo que realmente nos gusta”. Más tarde ella escribió: “Quedamos sorprendidos al ver cuántas características buenas habíamos observado en cada uno de los demás miembros de la familia”. La experiencia terminó en lágrimas y abrazos. En otro hogar, un adolescente se hizo rebelde cuando su madre se casó de nuevo, pero la perspicacia restauró la paz. Jeff, el joven adolescente, reconoció: “Después de unos cuantos meses, me di cuenta de que este hombre hacía a mi madre feliz. Y eso es lo que realmente importa”.

      No obstante, la aplicación de estos principios depende de la disposición espiritual que usted tenga. La ‘confianza en Jehová’ y el deseo de agradarle es la clave para que haya paz en familias que tienen hijastros.

  • La vida en una familia en que hay hijastros
    ¡Despertad! 1986 | 8 de enero
    • La vida en una familia en que hay hijastros

      —Entrevista con la directora de una fundación dedicada a familias que tienen hijastros.

      La Sra. Jeannette Lofas, directora de una fundación dedicada a familias que tienen hijastros y coautora del libro Living in Step (La vida en una familia en que hay hijastros), ha estudiado el tipo de presiones que son peculiares a estas familias. A continuación se recoge la entrevista que un corresponsal de la revista ¡Despertad! le hizo, y sus respuestas en cuanto a cómo enfrentarse con éxito a dichas presiones.

      P. ¿Por qué es tan difícil, Sra. Lofas, ser padrastro o madrastra?

      R. Con frecuencia, una madrastra da comienzo a su papel en la nueva familia en franca desventaja, con un ojo morado, por decirlo así y, con el transcurso del tiempo, termina con un ojo morado de verdad. La mayoría de estos padres esperan que se les dé el reconocimiento que se le otorga a los padres naturales. Pero, por lo general, no lo reciben. Consciente o inconscientemente, casi siempre tratan de probar que son capaces de asumir tal papel. Pero, frecuentemente, el hijastro le rechaza por creer que de otro modo sería desleal al padre natural. El puesto que ocupaba el padre natural es sagrado. Al principio, el padrastro o la madrastra recibe un vapuleo. Por lo general, la idea de ‘si tú me quieres, llegarás a querer a mis hijos también’ no resulta cierta.

      P. ¿Por qué es que frecuentemente los hijastros son tan hostiles?

      R. Es una experiencia muy dura para un niño el que sus padres se divorcien. El niño se resiente de que su madre haya dejado el hogar o que su padre ya no esté en casa para prestarle atención. A menudo, descarga estos malos sentimientos sobre el padrastro o la madrastra. Ocurre lo que se llama un desplazamiento de sentimientos. De modo que el padrastro o la madrastra fácilmente se convierte en chivo expiatorio, sobre quien revierte estos malos sentimientos. Súbitamente, el comportamiento del niño es horriblemente malo con su padrastro o madrastra.

      P. ¿Cómo se puede ayudar al niño a vencer estos “malos” sentimientos?

      R. En primer lugar, tanto el padre o la madre como el niño han de reconocer que tales sentimientos son parte de la dinámica, o esquema de comportamiento, de una familia en que hay hijastros. Si se culpa al niño o, por ejemplo, a su padrastro o madrastra en lugar de a la dinámica propia de la situación, uno podría meterse en serias dificultades. El niño necesita entender que, al principio, es normal que él esté contrariado y se sienta furioso y frustrado. A menudo, el ayudar al niño a comprender por qué se siente así y el ponerse en su lugar, puede ser de gran ayuda. Por otra parte, la madre debe asegurarle al niño que él siempre ocupará un lugar especial y que, por lo tanto, no hay razón para temer que el padrastro vaya a usurpar la posición que él ocupa o a echarlo del hogar.

      P. ¿Puede un padrastro llegar a disciplinar a su hijastro?

      R. Sí, por medio de establecer desde el comienzo las ‘reglas de la casa’. Amor significa que al niño se le señalarán límites y que no se le dejará hacer lo que le parezca. Han de equilibrarse la disciplina y el amor, tanto en una familia de estas características, como en una familia natural. Pero, a menudo se le hace difícil a la familia que tiene hijastros percibir el amor. El vínculo consanguíneo y los antecedentes histórico-familiares comunes no existen, por lo tanto, pudiera ser que el padrastro exagere su papel o el hijastro resienta la disciplina que recibe de un “extraño”. El padrastro debe establecer su autoridad por medio de llevar la delantera y no por medio de hacerse dominante.

      P. ¿Qué ocasiona que surjan serios problemas cuando se impone algún castigo?

      R. Que los padres discutan en presencia de los hijos. El que un niño vea discutir a las dos personas adultas que él más ama es lo peor que le puede ocurrir. Entonces, el niño no tiene a quién acudir. Puede ser devastador para esta familia no tener una norma interna coherente. Es muy importante que los padres discutan en privado y acuerden el conjunto de normas que ha de regir la casa y las consecuencias que pudieran resultar si estas se violan. Luego, esto debe explicársele al niño con toda claridad. Un padrastro lo puso en estos términos: “Es muy bonito cuando oigo a la madre decir, ‘este es mi esposo y tu padrastro. Entre los dos te criaremos’”.

      P. ¿Cuán importante es la relación de la pareja?

      R. Esta es la relación básica, y tiene que ser fuerte; de otro modo lo demás no funcionará. Es necesario desarrollar lo que llamamos la fuerza del matrimonio. Esto resulta en que haya cohesión en la familia. Sin ella, los niños no solo recibirán instrucciones contradictorias, sino hasta pueden llegar a deshacer los lazos que unen a la pareja. La pareja debe salir junta. Deben disfrutar de los hijos juntos y no hacer descansar la carga sobre uno solo.

      P. ¿Son de alguna ayuda los valores religiosos?

      R. Sí, mucho. Hacen posible que la pareja esté por encima de errores nimios que hayan podido cometer el uno contra el otro. Por ejemplo, pudiera ser que en un determinado momento el esposo, erróneamente, favorezca a su hijo natural. La esposa está que echa chispas. Ahora bien, ¿logrará ella sobreponerse a la tendencia de iniciar una discusión pueril? Es cierto que el esposo obró mal. ¿Y qué? Lo hecho, hecho está. ¿Qué hacer a partir de ahí? Los valores religiosos pueden ayudarle a pensar: ‘¿Qué espera Dios de nosotros? Que hagamos que la familia funcione. Entonces, ¿qué debemos hacer ahora para lograrlo? Si nos esforzamos sinceramente por seguir tras la voluntad de Dios, podemos hacer que tenga éxito’.

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