BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • La crisis que afrontan agricultores y ganaderos
    ¡Despertad! 2003 | 8 de octubre
    • La crisis que afrontan agricultores y ganaderos

      RICHARD labra los mismos campos que hace cien años labró su bisabuelo. Sin embargo, de cuatro generaciones de agricultores, este canadiense fue el primero de su familia en perder toda una cosecha. Sucedió en el año 2001, cuando la sequía arrasó sus cultivos. La bajada de los precios de las cosechas y el aumento de los gastos en los últimos años han agravado aún más su desesperada situación. “Te hundes en un hoyo cada vez más profundo —se lamenta—, y llega un momento en que no puedes salir de él.”

      Larry, quien poseía en el cinturón maicero de Estados Unidos una hacienda que había pertenecido a su familia durante ciento quince años, comenta: “Tenía la responsabilidad de sacar adelante la hacienda, de hacerla rentable [...], pero no lo logré”. Él y su esposa perdieron la propiedad.

      Larry y Richard no son los únicos en esta grave situación. Por ejemplo, el brote de fiebre aftosa que afectó a muchos animales de Gran Bretaña supuso una enorme carga económica y emocional sobre los ganaderos. Una noticia decía: “La vida diaria en las granjas británicas —incluso donde no ha llegado la enfermedad— se caracteriza por la ansiedad, el aislamiento y una lucha desesperada por esquivar a los acreedores”. En algunos países en desarrollo, la guerra, la sequía, el rápido crecimiento demográfico e infinidad de otros factores han frustrado los esfuerzos de agricultores y ganaderos por igual. Los gobiernos se ven obligados a importar alimentos, pero muchas familias no los pueden comprar.

      La crisis del campo tiene graves repercusiones para todos. Aun así, en las ciudades, casi nadie se para a pensar en la difícil situación de los trabajadores del campo. Como lo expresó acertadamente hace casi cincuenta años el presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower: “Arar la tierra parece muy fácil cuando tu arado es un lápiz y los maizales están a miles de kilómetros”. Muchos agricultores opinan que la gente no está al tanto de la problemática agraria y de la importancia de este sector. “A nadie le importa de dónde viene la comida —dice con tristeza un cultivador canadiense—. Sin embargo, esta pasa por muchas manos antes de que alguien la envuelva con plástico y la coloque en los estantes de un supermercado.”

      Como todos dependemos del trabajo de agricultores y ganaderos, sus problemas también nos afectan. Los sociólogos Don A. Dillman y Daryl J. Hobbs advierten: “En la interdependiente sociedad actual, los problemas rurales enseguida se convierten en problemas urbanos, y viceversa. Ninguno de estos dos sectores puede progresar por mucho tiempo si el otro languidece”. Además, en la aldea global en la que vivimos, un revés económico de una nación puede afectar drásticamente la venta de las cosechas y los costos de producción de otros países.

      No es de extrañar, por tanto, que el Center for Agricultural Medicine and Health de Nueva York informara que “vivir del campo es una de las diez ocupaciones más estresantes de Estados Unidos”. ¿Cuáles son algunas de las causas de esta crisis? ¿Cómo pueden hacerle frente agricultores y ganaderos? ¿Hay razones para pensar que se resolverá?

      [Comentario de la página 4]

      “Arar la tierra parece muy fácil cuando tu arado es un lápiz y los maizales están a miles de kilómetros”

  • ¿Qué hay detrás de la crisis?
    ¡Despertad! 2003 | 8 de octubre
    • ¿Qué hay detrás de la crisis?

      “En la Línea Directa para Granjeros con Estrés estamos preparados para ayudarlo a sobrellevar la tensión que conlleva su trabajo. Somos —al igual que usted— agricultores y ganaderos, o lo fuimos en el pasado, por lo que entendemos las dificultades que afrontan las familias de las zonas rurales. Le pondremos en contacto con gente que lo puede ayudar. [...] Todas las llamadas son confidenciales.” (Fragmento extraído de un sitio en Internet del gobierno canadiense.)

      HOY día, muchos profesionales de la salud concuerdan en que el estrés que padecen los trabajadores del campo es un riesgo propio de su profesión. A fin de ayudarlos, hay psicólogos clínicos especializados que ofrecen a las comunidades rurales varios servicios, como grupos de apoyo y líneas telefónicas directas para combatir la tensión.

      Jane, quien fuera esposa de un granjero, asiste a terapia de grupo todos los jueves por la noche. “Empecé a asistir porque mi esposo se suicidó —explica—. Su sueño siempre fue ocuparse de la finca de la familia; supongo que debió de pensar que si no podía hacerlo, no haría ninguna otra cosa.”

      Se ha observado un aumento sin precedentes en el número de agricultores y ganaderos que están luchando contra el estrés. Pero ¿cuáles son las causas de la crisis que afrontan?

      Los desastres naturales y las enfermedades

      El sitio en Internet mencionado al principio señala: “La misma naturaleza del trabajo agrícola implica que gran parte de los asuntos que son importantes en su vida diaria —el estado del tiempo, los precios del mercado, las tasas de interés y las averías mecánicas— no están bajo su control. Dado que los resultados de las decisiones tomadas son impredecibles, puede ser estresante incluso escoger entre un cultivo u otro, o entre vender la tierra o traspasársela a un acreedor”. Cuando estos factores se suman a las enfermedades, la amenaza de una grave sequía o la posibilidad de perder la hacienda, la tensión puede ser abrumadora.

      La escasez de lluvia, por ejemplo, tiene en ocasiones un doble efecto. Un granjero llamado Howard Paulsen explicó que la sequía de 2001, una de las peores de la historia de Canadá, hizo daño tanto a sus cultivos como a su ganado. Sin pastos ni cosecha, tuvo que comprar alimento para los animales. “Ya he gastado 10.000 dólares en dar de comer al ganado, y ahora estoy alimentándolo con lo que debería reservar para el invierno —dijo Paulsen—. Si empiezas a hacer eso, ni siquiera la cría de reses te da dinero.” En otras zonas han sido las inundaciones las que han devastado muchos cultivos, haciendo que se pierdan cosechas enteras.

      En Gran Bretaña, el brote de fiebre aftosa que se produjo en 2001 fue tan solo el último de una serie de problemas que han afligido a los ganaderos británicos, quienes también han tenido que hacer frente al mal de las vacas locas y la fiebre porcina. Estas enfermedades —y la alarma social que generan— no solo causan estragos económicos. La agencia de noticias France-Presse informó: “Hombres de campo fuertes y robustos, la clase de personas que no suelen conmoverse con facilidad, sollozaban mientras los veterinarios del gobierno quemaban en una pira sus vacadas, las cuales habían tardado en reunir toda una vida”. Después del brote de fiebre aftosa, la policía empezó a confiscar las escopetas de algunos ganaderos por temor a que trataran de suicidarse. Los servicios que ofrecían orientación a los granjeros preocupados se vieron inundados de llamadas.

      La inestabilidad económica

      También se han producido cambios drásticos en el panorama económico. “Desde 1940 hasta mediados de la década de 1980 —dice la contraportada del libro Broken Heartland (Una tierra desolada)—, los gastos de producción en el interior de Estados Unidos se triplicaron, la compra de maquinaria y otros bienes se cuadruplicó, los pagos de interés se multiplicaron por diez, las ganancias cayeron un 10%, el número de agricultores se redujo dos terceras partes, y disminuyeron la actividad comercial, la estabilidad económica y la población de casi todas las regiones agrícolas.”

      ¿Por qué han aumentado más los gastos que los beneficios? En la comunidad mundial en la que vivimos, agricultores y ganaderos dependen de los mercados internacionales. Tienen que competir con productores de alimentos que se encuentran a miles de kilómetros de distancia. Es cierto que, gracias al comercio exterior, los productos agrarios y de granja han hallado nuevos mercados, pero la inestabilidad del mercado mundial es muy peligrosa. Por ejemplo, en 1998, varios cultivadores de cereales y criadores de cerdos de Canadá se arruinaron cuando sus clientes asiáticos sufrieron un revés económico.

      La desaparición de las comunidades rurales

      Mike Jacobsen, profesor de la Universidad de Iowa y especialista en temas agrarios, afirma que la crisis agropecuaria es causante a su vez de la crisis que afecta a las comunidades rurales. Él observa: “Cuando uno piensa en una de estas localidades, se imagina un lugar limpio, ideal para los niños, con buenas escuelas; en fin, un lugar donde uno quisiera casarse y criar a sus hijos. ¿Verdad que sí? Pues bien, el nivel económico de estos pueblos depende muchísimo de las pequeñas granjas familiares de la zona”. Por consiguiente, la crisis agraria y ganadera también provoca el cierre de escuelas, hospitales, restaurantes, tiendas e iglesias. Así es, está desapareciendo uno de los mayores atractivos de la vida en el campo: sus comunidades estrechamente unidas.

      Por tanto, no sorprende que, como indica la revista Newsweek, casi el dieciséis por ciento de la población rural estadounidense a duras penas tenga lo necesario para vivir. En el informe “The Rural Crisis Downunder” (La crisis rural australiana), Geoffrey Lawrence escribe que en Australia, “los índices de desempleo, subempleo y pobreza son mucho más elevados en el campo que en las ciudades”. La inestabilidad económica ha obligado a numerosas familias —sobre todo a los jóvenes— a emigrar a los centros urbanos. Sheila, quien trabaja en una finca junto con su familia, pregunta: “¿Cuánto más podremos aguantar antes de quedarnos sin gente que quiera cultivar la tierra?”.

      Debido al éxodo de los jóvenes a las ciudades, la población de numerosas localidades rurales ha envejecido considerablemente. Dichas comunidades no solo han perdido el vigor de la juventud, sino el medio que tienen de cuidar de sus mayores, a menudo cuando más lo necesitan. Así pues, es comprensible que muchos ancianos se sientan confusos y asustados ante estos rápidos cambios.

      Como hemos visto, la crisis agropecuaria es demoledora, y sus efectos tienen un gran alcance. De hecho, nos perjudica a todos. Sin embargo, hay razones para creer que esta crisis se acerca a su fin. De eso tratará nuestro siguiente artículo.

      [Comentario de la página 6]

      En la comunidad mundial en la que vivimos, agricultores y ganaderos dependen de los mercados internacionales

      [Comentario de la página 6]

      “¿Cuánto más podremos aguantar antes de quedarnos sin gente que quiera cultivar la tierra?”

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir