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  • ¿Debe regir su vida el destino?
    La Atalaya 1990 | 15 de agosto
    • DE LA lista del recuadro, la única persona que no era fatalista fue Jesucristo. ¿Qué creía él?

      Los registros biográficos del primer siglo acerca de Jesús (los libros bíblicos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan) indican que él creía que la gente podía influir en su propio futuro (queriendo decir sencillamente en lo que le sucede).

      Por ejemplo, Jesús dijo que Dios ‘dará cosas buenas a los que le piden’ y que el que “haya aguantado hasta el fin es el que será salvo”. De igual manera, cuando los habitantes de Jerusalén no prestaron atención a las advertencias que les habrían salvado la vida, Jesús no dijo que habían reaccionado así debido al destino. En vez de eso, dijo: “Ustedes no lo quisieron”. (Mateo 7:7-11; 23:37, 38; 24:13.)

      También podemos discernir cómo pensaba Jesús por lo que dijo respecto a un accidente mortal que ocurrió en Jerusalén: “Aquellos dieciocho sobre quienes cayó la torre de Siloam, matándolos, ¿se imaginan ustedes que con eso se probó que fueran mayores deudores que todos los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, les digo en verdad”. (Lucas 13:4, 5.) Note que Jesús no dijo que aquellos 18 hombres hubieran muerto debido al destino, ni que hubieran muerto por ser más inicuos que otros. Más bien, a diferencia de los fariseos de su día que trataban de armonizar el fatalismo con la creencia en el libre albedrío del hombre, Jesús enseñó que el hombre puede ejercer influencia en su propio futuro.

      De igual modo, los apóstoles de Jesús enseñaron que el salvarse es una opción al alcance de toda persona. El apóstol Pablo escribió: “Has conocido los santos escritos, que pueden hacerte sabio para la salvación”. Y el apóstol Pedro dijo: “Como criaturas recién nacidas, desarrollen el anhelo por la leche no adulterada que pertenece a la palabra, para que mediante ella crezcan a la salvación”. (2 Timoteo 3:15; 1 Pedro 2:2; véase también Hechos 10:34, 35; 17:26, 27.)

  • ¿Debe regir su vida el destino?
    La Atalaya 1990 | 15 de agosto
    • Un artículo del Nederlands Theologisch Tijdschrift (un periódico holandés de teología) señala que tal parecer fatalista “presupone una imagen de Dios que, por lo menos para los cristianos, es insostenible”. ¿Por qué? Porque contradice la imagen que presentan de Dios los escritores inspirados de la Biblia. Note, por ejemplo, estas citas del libro inspirado de los Salmos: “Tú no eres un Dios que se deleite en la iniquidad”. “Su alma ciertamente odia a cualquiera que ama la violencia.” “De la opresión y de la violencia [el Rey mesiánico designado por Dios] les redimirá el alma.” (Salmo 5:4; 11:5; 72:14.) Se ve, pues, que lo que implica el fatalismo se levanta en oposición a las cualidades de Dios.

  • ¿Debe regir su vida el destino?
    La Atalaya 1990 | 15 de agosto
    • ¿Qué hace tan peligrosa tal pasividad? A menudo lleva a un derrotismo que aturde. Esto puede quitar iniciativa al fatalista, hasta tal grado que no reaccione a esta maravillosa invitación de Dios: “¡Oigan, todos ustedes los sedientos! Vengan al agua [...] Inclinen su oído y vengan a mí. Escuchen, y su alma se mantendrá viva”. (Isaías 55:1-3.) Si el creer en el destino impide que la persona ‘venga’ y ‘escuche’, esta pierde la oportunidad de ‘mantenerse viva’ para siempre en el venidero Paraíso restaurado en la Tierra. ¡Un precio demasiado alto por lo que cree!

      Por lo tanto, ¿qué hará usted? Si se ha criado en una comunidad donde las ideas fatalistas son la base del parecer de la gente, puede que crea en el destino. Sin embargo, las objeciones que se han considerado en este artículo quizás le hayan ayudado a comprender que su vida presente y su vida futura dependen a buen grado de sus propias acciones.

      Como ha visto, la razón, los hechos y, sobre todo, las Sagradas Escrituras, muestran que usted no tiene que sucumbir a un derrotismo ineludible. En vez de eso, como Jesús instó: “Esfuércense vigorosamente [griego: agonicen] por entrar por la puerta angosta”. (Lucas 13:24.) ¿Qué quiso decir Jesús? Un comentarista bíblico explica que la palabra griega para ‘esforzarse vigorosamente’, tomada del lenguaje de los juegos, implica “luchar como en una competición, forzando todos y cada uno de los nervios para alcanzar el objetivo” o la meta. En vez de instarnos a caer derrotados en la carrera de la vida, ¡Jesús estaba instándonos a que nos esforzáramos vigorosamente por alcanzar la meta!

      Por lo tanto, eche a un lado toda pasividad inspirada por el concepto del destino. Emprenda la carrera por la vida como lo insta a hacer la Palabra de Dios, y no deje que el fatalismo le haga aflojar el paso. (Véase 1 Corintios 9:24-27.) Acelere el paso mediante responder rápidamente a la invitación inspirada: “Tienes que escoger la vida a fin de que te mantengas vivo, tú y tu prole”. ¿Cómo puede escoger la vida? “Amando a Jehová tu Dios, escuchando su voz y adhiriéndote a él.” Al hacer eso alcanzará victoriosamente su meta, porque Jehová resultará ser ‘su vida y la longitud de sus días’. (Deuteronomio 30:19, 20.)

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