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¿Por qué debemos temer a Dios?La Atalaya 1989 | 1 de enero
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El temor a Dios y el temor al hombre
El temor a Dios es un sentimiento natural que nos llena de la misma seguridad que da a sus hijos el padre que les inspira profundo respeto. Ese temor también ayuda a vencer el temor al hombre, un temor desagradable, contraproducente, que es un lazo. (Proverbios 29:25.) Uno que no aprendió esta lección fue Uriya, el hijo de Semaya, quien predicó en Jerusalén junto con Jeremías antes de 607 a.E.C. A diferencia de Jeremías, Uriya permitió que el temor al rey fuera un lazo para él. Dejó de predicar y huyó de su asignación. Con el tiempo, el rey lo prendió y lo mandó matar. (Jeremías 26:20-23.) ¿Cómo pudiera haber evitado aquella lamentable calamidad Uriya? Desarrollando un temor a Jehová más fuerte que su temor al hombre.
Jesús, después de su resurrección y ascensión al cielo, aconsejó a sus seguidores: ‘No teman las cosas que están para sufrir’. (Revelación 2:10.) La historia revela lo necesario que es ese consejo, pues desde las arenas romanas hasta los campos de concentración nazis los cristianos se han enfrentado a situaciones espantosas. ¿Cómo han vencido el temor que trataron de infundirles sus enemigos? Aplicando estas palabras de Jesús: “No teman a los que matan al cuerpo y después de esto no pueden hacer nada más. Pero yo les indicaré a quién temer: Teman a aquel que después de matar tiene autoridad para echar en el Gehena”. (Lucas 12:4, 5.)
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¿Por qué debemos temer a Dios?La Atalaya 1989 | 1 de enero
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Sin el temor piadoso apropiado, pudiéramos ceder a impulsos incorrectos o sucumbir al temor al hombre.
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