-
Los problemas especiales de las familias con hijastrosLa Atalaya 1999 | 1 de marzo
-
-
Es posible que los recién casados no se den cuenta de la confusión emocional, los conflictos de lealtad y los celos, y el rencor que provoca en los hijos la llegada de un padrastro. Estos tal vez se imaginen que el padrastro les arrebata el afecto de su padre natural. Además, al padre natural que ha sido abandonado por su pareja puede resultarle difícil entender que sus hijos sigan queriendo a su ex cónyuge. Un hijo intentó explicar la buena relación que tenía con su padre biológico de la siguiente manera: “Mamá, sé que papá te trató mal, pero ha sido bueno conmigo”. Estas palabras, aunque sinceras, pudieran hacer que la madre guardara rencor al padre del niño.
Un padrastro confesó: “No estaba en realidad preparado para enfrentarme a todos los problemas relativos a la crianza de mis hijastros. Llegué a pensar que, como me había casado con su madre, ahora era su padre. Así de simple. No entendí el apego que le tenían a su padre biológico, y cometí muchos errores”.
Pueden surgir tensiones especialmente con relación a la disciplina. Los hijos necesitan disciplina amorosa, pero a menudo se rebelan contra ella aun cuando proceda de sus padres. ¡Cuánto más difícil les será aceptarla de un padrastro! No es raro que, al ser disciplinado, el hijastro diga algo como: “¡Tú no eres mi verdadero padre!”. Estas palabras pueden doler mucho al padrastro bienintencionado.
-
-
Las familias con hijastros pueden tener éxitoLa Atalaya 1999 | 1 de marzo
-
-
El amor verdadero ayuda a suavizar las diferencias y a unir a las personas de distinta educación y forma de ser. Y ayuda a contrarrestar los abrumadores efectos del divorcio o la muerte de un padre biológico. Un hombre que ahora es padrastro explica sus verdaderos problemas: “A menudo me preocupaban tanto mis propios sentimientos que no podía pensar en las emociones de mis hijastros, y ni siquiera en las de mi esposa. Tuve que aprender a ser menos sensible. Más importante aún, tuve que aprender a ser humilde”. El amor le ayudó a efectuar los cambios necesarios.
El padre biológico
El amor puede ayudar a manejar la relación de los hijos con su padre biológico, ahora ausente. Un padrastro reconoce: “Quería tener el primer lugar en el afecto de mis hijastros. Cuando visitaban a su padre biológico, me resultaba difícil resistir la tentación de criticarlo. Cuando regresaban después de haber pasado un día agradable con él, me sentía muy mal. Cuando no pasaban un buen día, me alegraba. En realidad, tenía miedo de perderlos. Una de las cosas más difíciles para mí fue reconocer y aceptar la importancia del papel que desempeña el padre biológico en la vida de mis hijastros”.
El amor genuino ayudó a este padrastro a enfrentarse al hecho de que no era realista esperar amor “instantáneo”. No debió sentirse rechazado cuando los niños no le aceptaron de inmediato. Reconoció que posiblemente nunca llegaría a reemplazar al padre biológico en el corazón de sus hijastros. Estos habían conocido a su padre desde el principio de su vida, mientras que el padrastro era un recién llegado que debía ganarse el amor de sus hijastros. La investigadora Elizabeth Einstein refleja una experiencia general al decir: “Al padre biológico no se le puede reemplazar nunca, nunca. El padre que ha muerto o que ha abandonado a sus hijos conserva un lugar importante en la vida de estos”.
La disciplina, un asunto delicado
La Biblia indica que la disciplina amorosa es esencial para los jóvenes, incluidos los hijastros (Proverbios 8:33). Muchos profesionales empiezan a concordar con la postura bíblica a este respecto. La profesora Ceres Alves de Araújo dijo: “Por naturaleza, a nadie le gustan los límites. Pero son necesarios. ‘No’ es una palabra protectora”.
Sin embargo, en la familia mixta los puntos de vista sobre la disciplina pueden ocasionar serios problemas. Los hijastros han sido moldeados en parte por un adulto que ahora está ausente. Es probable que tengan hábitos y costumbres que molesten al padrastro. Y probablemente no entiendan por qué le molestan tanto ciertos asuntos. ¿Cómo afrontar esta situación? Pablo exhorta a los cristianos a que ‘sigan tras [...] el amor, el aguante, la apacibilidad de genio’ (1 Timoteo 6:11). El amor cristiano ayuda tanto al padrastro como a los hijos a ser mansos y pacientes mientras se van conociendo. Si el padrastro es impaciente, ‘la cólera, la ira y el habla injuriosa’ pueden arruinar rápidamente la relación que se ha establecido (Efesios 4:31).
El profeta Miqueas nos ayuda a entender mejor este asunto. Dijo: “¿Qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino ejercer justicia y amar la bondad y ser modesto al andar con tu Dios?” (Miqueas 6:8). La justicia es fundamental cuando se disciplina. Pero ¿qué puede decirse de la bondad? Un anciano cristiano relata que solía serle difícil levantar a sus hijastros el domingo por la mañana para que participaran en las actividades de la congregación. En vez de reñirlos, los trató con bondad. Se levantaba temprano, preparaba el desayuno y luego les llevaba a todos una bebida caliente. El resultado fue que los niños se sintieron mucho más inclinados a hacerle caso cuando les pedía que se levantaran.
La profesora Ana Luisa Vieira de Mattos hizo el siguiente comentario de interés: “Lo importante no es el tipo de familia, sino la calidad de la relación. En mis estudios he observado que los jóvenes que tienen problemas de comportamiento proceden casi siempre de familias en las que hay una deficiente supervisión paterna y una carencia de reglas y de comunicación”. También dijo: “Nunca está de más recordar que la educación implica siempre la necesidad de decir no”. Además, los doctores Emily y John Visher dijeron: “Fundamentalmente, la disciplina solo funciona cuando a la persona que la recibe le importan las reacciones de la persona que la da, y su relación con ella”.
-