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Repetición para dar énfasisBenefíciese de la Escuela del Ministerio Teocrático
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Repetición para dar énfasis
EL BUEN maestro hace uso de la repetición, pues hay más posibilidades de que se retengan los puntos importantes si se mencionan varias veces. Y cuando se vuelven a enunciar de una manera algo diferente, puede que incluso se comprendan mejor.
Su mensaje no tendrá ningún efecto en las creencias y el modo de vida de los oyentes si estos olvidan lo que les ha dicho. Pero si da énfasis especial a ciertas ideas, probablemente seguirán pensando en ellas.
Jehová, nuestro Magnífico Instructor, nos pone el ejemplo al respecto. Cuando dio los Diez Mandamientos a la nación de Israel, utilizó un portavoz angélico para que el pueblo los escuchara en el monte Sinaí. Posteriormente se los entregó a Moisés en forma escrita (Éxo. 20:1-17; 31:18; Deu. 5:22). Por indicación divina, Moisés se los repitió a los israelitas cuando estaban a punto de entrar en la Tierra Prometida, y los puso por escrito mediante el espíritu santo, tal como leemos en Deuteronomio 5:6-21. Entre estos preceptos dados a Israel se encontraba el de amar y servir a Jehová con todo el corazón, el alma y la fuerza vital, mandato que también se les expuso vez tras vez (Deu. 6:5; 10:12; 11:13; 30:6). ¿Por qué razón? Porque, en palabras de Jesús, era “el más grande y el primer mandamiento” (Mat. 22:34-38). Por medio del profeta Jeremías, Jehová recordó al pueblo de Judá en más de veinte ocasiones la importancia de obedecer todo lo que les había ordenado (Jer. 7:23; 11:4; 12:17; 19:15). Y mediante Ezequiel, declaró más de sesenta veces que las naciones ‘tendrían que saber que él era Jehová’ (Eze. 6:10; 38:23).
En los relatos del ministerio de Jesús observamos, asimismo, un uso eficaz de las repeticiones. Por ejemplo, cada uno de los cuatro Evangelios recoge acontecimientos relevantes que también se narran en uno o más de los otros evangelios, pero los presenta desde una perspectiva un poco diferente. El propio Jesús enseñó la misma idea básica en más de una ocasión, pero de distintas maneras (Mar. 9:34-37; 10:35-45; Juan 13:2-17). Unos días antes de morir, en el monte de los Olivos, recurrió a la repetición para subrayar el trascendental recordatorio: “Manténganse alerta, [...] porque no saben en qué día viene su Señor” (Mat. 24:42; 25:13).
En el ministerio del campo. Deseamos que las personas a quienes damos testimonio retengan nuestras palabras. La repetición, empleada con habilidad, nos ayuda a lograrlo.
Con frecuencia, reiterar el punto del que se está hablando contribuye a que se grabe en la mente del amo de casa. Por tanto, usted podría dar énfasis al texto bíblico que acaba de leer señalando una frase clave y preguntando: “¿Notó la expresión que aquí se emplea?”.
Cuando finalizamos la conversación, también es práctico repetir las ideas sobre las que se ha dialogado. Por ejemplo, podría decir: “De lo que hemos conversado, el punto principal que me gustaría que recordara es...”. Entonces vuelva a mencionarlo con sencillez. Podría decir algo así: “Dios se propone que la Tierra se convierta en un paraíso. Este propósito se realizará sin falta”. He aquí otra sugerencia: “La Biblia muestra con claridad que vivimos en los últimos días de este sistema de cosas. Para sobrevivir a su fin, debemos aprender lo que Dios espera de nosotros”. O bien: “Como hemos visto, la Palabra de Dios nos da consejos prácticos para enfrentarnos a los problemas familiares”. En otros casos, bastará con que repita la cita bíblica, si ese es el punto que desea recalcar. Naturalmente, la repetición eficaz exige reflexión previa.
Al hacer revisitas y dirigir estudios de la Biblia, se pueden utilizar las preguntas de repaso para reiterar los conceptos más importantes.
Si la persona no comprende con facilidad un consejo bíblico o no entiende cómo aplicarlo, tal vez sea necesario mencionar el asunto en más de una ocasión. Esfuércese por plantearlo desde distintos ángulos. No es preciso explayarse en el tema, sino animar al estudiante a que siga pensando en él. Tenga en cuenta que Jesús empleó este tipo de repetición para ayudar a sus discípulos a superar el deseo de ocupar el primer lugar (Mat. 18:1-6; 20:20-28; Luc. 22:24-27).
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