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Las excusas: ¿cómo las ve Jehová?La Atalaya 2010 | 15 de octubre
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Excusas que Dios no acepta
“Es demasiado difícil.” La predicación tal vez parezca una tarea imposible, en especial para quienes son tímidos. Pero el caso de Jonás nos ofrece grandes lecciones. Jehová le mandó que anunciara la inminente destrucción de Nínive, una comisión que lo hizo sentir intimidado. Y no era para menos, pues aquella ciudad era la capital de Asiria, un imperio conocido por su crueldad y violencia. De seguro, el profeta se preguntó: “¿Qué me va a pasar si voy? ¿Me irán a hacer daño?”. Por eso, en vez de ir a Nínive a cumplir su comisión, huyó en la dirección contraria. Sin embargo, Jehová no aceptó las excusas de Jonás, sino que volvió a ordenarle que fuera a advertir a los ninivitas. Esta vez el profeta cumplió su asignación con valentía, y Dios bendijo su labor (Jon. 1:1-3; 3:3, 4, 10).
Tal vez a usted le parezca que la predicación es demasiado difícil. En tal caso, tenga presente que “todas las cosas son posibles para Dios” (Mar. 10:27). Por eso, no deje de pedirle su ayuda. Podemos estar seguros de que él nos dará a todos las fuerzas que necesitamos. Si nos armamos de valor, nos bendecirá (Luc. 11:9-13).
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Las excusas: ¿cómo las ve Jehová?La Atalaya 2010 | 15 de octubre
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“No me siento capaz.” Quizá usted crea que no tiene las habilidades necesarias para ser ministro de las buenas nuevas. Pero no tiene por qué desanimarse: algunos siervos de Dios de tiempos bíblicos también se sintieron incapaces de cumplir con sus asignaciones. Tomemos el caso de Moisés. Cuando Jehová le dio cierta comisión, él le respondió: “Dispénsame, Jehová, pero no soy persona que hable con fluidez, ni desde ayer ni desde antes de eso ni desde que hablaste con tu siervo, porque soy lento de boca y lento de lengua”. Aunque Jehová le aseguró que lo iba a ayudar, Moisés le pidió que enviara a otra persona: “Dispénsame, Jehová, pero envía [tu mensaje], por favor, por la mano de aquel a quien vas a enviar” (Éxo. 4:10-13). ¿Cómo reaccionó Dios?
No eximió a Moisés de su comisión, sino que nombró a Aarón para que lo ayudara (Éxo. 4:14-17). Además, durante todos los años que siguieron, nunca lo abandonó y siempre le dio todo lo necesario para cumplir con sus asignaciones. En nuestros días, Jehová puede impulsar a hermanos con más experiencia para que nos apoyen en el ministerio. Y lo que es más importante, nos asegura en su Palabra que nos dará la capacitación necesaria para realizar la labor que nos ha encargado (2 Cor. 3:5; véase el recuadro “Los años más felices de mi vida”).
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