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    Organizados para hacer la voluntad de Jehová
    • CAPÍTULO 8

      Ministros de las buenas noticias

      JEHOVÁ nos ha dado un ejemplo perfecto que debemos imitar: su Hijo, Jesucristo (1 Ped. 2:21). Los seguidores de Jesús somos, al igual que él, ministros de Dios que predicamos las buenas noticias. Esto nos renueva espiritualmente, como dijo el propio Cristo: “Vengan a mí, todos ustedes, que trabajan duro y están sobrecargados, y yo los aliviaré. Pónganse bajo mi yugo y aprendan de mí, porque soy apacible y humilde de corazón. Conmigo encontrarán alivio” (Mat. 11:28, 29). Quienes hemos aceptado esta invitación nunca nos hemos sentido defraudados.

      2 Jesús, que es el principal ministro de Dios, invitó a algunas personas para que fueran sus seguidores (Mat. 9:9; Juan 1:43). Los capacitó y los envió a hacer la misma obra que él (Mat. 10:1-11:1; 20:28; Luc. 4:43). Tiempo después, envió a otros 70 discípulos a predicar el Reino de Dios (Luc. 10:1, 8-11). A estos les dijo: “El que los escucha a ustedes también me escucha a mí, y el que no les hace caso a ustedes tampoco me hace caso a mí. Además, el que no me hace caso a mí tampoco le hace caso al que me envió” (Luc. 10:16). De esta manera destacó que tenían una seria responsabilidad: representaban a Jesús y al Dios Altísimo. Lo mismo pasa hoy. Quienes aceptan la invitación de Jesús de ser sus seguidores reciben de Dios la comisión de predicar y hacer discípulos (Mat. 24:14; 28:19, 20; Luc. 18:22; 2 Cor. 2:17).

      3 Los que aceptamos esta invitación hemos llegado a conocer a Jehová y a Cristo (Juan 17:3). Hemos aprendido los caminos de Dios. Con su ayuda, logramos renovar la mente, ponernos la nueva personalidad y vivir de acuerdo con sus normas justas (Rom. 12:1, 2; Efes. 4:22-24; Col. 3:9, 10). Nos sentimos tan agradecidos a Jehová que le hemos dedicado nuestra vida y nos hemos bautizado. En ese momento llegamos a ser sus ministros.

      4 No olvidemos nunca que, para servir a Dios, debemos tener “manos inocentes y corazón puro” (Sal. 24:3, 4; Is. 52:11; 2 Cor. 6:14-7:1). La fe en Jesús nos permite servir a Dios con la conciencia tranquila (Heb. 10:19-23, 35, 36; Apoc. 7:9, 10, 14). El apóstol Pablo les recordó a los cristianos que hicieran todas las cosas para la gloria de Dios y no hicieran tropezar a otras personas. El apóstol Pedro destacó la importancia de la buena conducta para atraer a los que no son cristianos (1 Cor. 10:31, 33; 1 Ped. 3:1). ¿Qué haremos entonces para que un estudiante de la Biblia llegue a ser ministro de las buenas noticias?

      NUEVOS PUBLICADORES

      5 Desde el principio, debemos animar al estudiante de la Biblia a contar a sus familiares, amigos o compañeros de trabajo lo que está aprendiendo. Esta es una parte importante de la enseñanza que recibe el nuevo discípulo para llegar a ser ministro (Mat. 9:9; Luc. 6:40). Quien se acostumbra a dar testimonio informal y progresa en sentido espiritual seguramente expresará su deseo de salir a predicar.

      LOS REQUISITOS PARA LOS NUEVOS PUBLICADORES

      6 Antes de invitar a una persona a ir de casa en casa por primera vez, debemos asegurarnos de que llene ciertos requisitos. La gente identifica como testigo de Jehová a cualquiera que sale a predicar con nosotros. Por lo tanto, es lógico que solo quien viva de acuerdo con las normas justas de Dios pueda ser publicador no bautizado.

      7 Cuando un publicador enseña la Biblia a una persona y analiza con ella los principios bíblicos, es probable que llegue a conocer sus circunstancias personales. Quizás vea que está poniendo en práctica lo que aprende. Aun así, los ancianos se reunirán con el estudiante y con el publicador para conversar sobre algunos aspectos de su vida.

      8 El coordinador encargará a dos ancianos (uno de ellos del comité de servicio) que hablen con el publicador y su estudiante. En las congregaciones con pocos ancianos, podrá encargarles esta tarea a un anciano y a un siervo ministerial capaz. Estos procurarán atenderla lo antes posible. Por ejemplo, si el coordinador les informa en una reunión de congregación, tal vez podrían reunirse con el publicador y su estudiante al finalizar esta. El ambiente de la conversación debe ser agradable y cordial. Antes de aprobar que el estudiante sea publicador no bautizado, se asegurarán de lo siguiente:

      1. 1) El estudiante cree que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios (2 Tim. 3:16).

      2. 2) Conoce y acepta las enseñanzas básicas de la Biblia. Basa sus respuestas en las Escrituras y no en enseñanzas religiosas falsas ni en ideas personales (Mat. 7:21-23; 2 Tim. 2:15).

      3. 3) Obedece el mandato bíblico de asistir a las reuniones con el pueblo de Jehová si le resulta posible hacerlo (Sal. 122:1; Heb. 10:24, 25).

      4. 4) Conoce y obedece lo que la Biblia enseña sobre el adulterio, la poligamia, la homosexualidad y otras formas de inmoralidad sexual. Si vive con una persona del sexo opuesto con la que mantiene relaciones sexuales, debe estar legalmente casado (Mat. 19:9; 1 Cor. 6:9, 10; 1 Tim. 3:2, 12; Heb. 13:4).

      5. 5) Obedece el mandato bíblico sobre la borrachera. No consume sin razones médicas sustancias naturales o sintéticas que sean adictivas o que alteren la mente (2 Cor. 7:1; Efes. 5:18; 1 Ped. 4:3, 4).

      6. 6) Comprende lo importante que es no tener malas compañías (1 Cor. 15:33).

      7. 7) Ha cortado toda relación con cualquier organización religiosa falsa a la que haya pertenecido. Ya no asiste a sus servicios religiosos ni apoya sus actividades (2 Cor. 6:14-18; Apoc. 18:4).

      8. 8) No se mete en política (Juan 6:15; 15:19; Sant. 1:27).

      9. 9) Mantiene la neutralidad en los conflictos entre las naciones (Is. 2:4).

      10. 10) Desea de verdad ser testigo de Jehová (Sal. 110:3).

      9 Si los ancianos no están seguros de la opinión del estudiante sobre alguno de estos puntos, deben preguntarle lo que piensa. Podrían hacerlo analizando con él los textos citados. Es importante que comprenda que la vida de quienes predican con los testigos de Jehová debe regirse por las normas bíblicas. Sus comentarios permitirán a los ancianos determinar si comprende qué se espera de él y si llena los requisitos a un grado razonable.

      10 Los ancianos deben decirle lo antes posible si puede ser publicador o no. En la mayoría de los casos, podrán hacerlo inmediatamente después de hablar con él. Si llena los requisitos, lo felicitarán por su progreso (Rom. 15:7). Lo animarán a salir a predicar lo antes posible y a entregar su primer informe al final de ese mismo mes. Además, le explicarán que, cuando lo haga, se rellenará a su nombre un formulario Registro de publicador de la congregación y se pondrá en los archivos de la congregación. Los ancianos le piden al publicador los datos personales que aparecen en este formulario por dos motivos: para que la organización pueda ocuparse de las actividades religiosas de los testigos de Jehová en todo el mundo y para que el publicador pueda participar en las actividades espirituales y recibir ayuda espiritual. Además, los ancianos recordarán a los nuevos publicadores que sus datos personales se tratarán según lo dispuesto en la “Política global de protección de datos personales de los testigos de Jehová”, que aparece en jw.org.

      11 Todos debemos conocer bien al nuevo publicador e interesarnos por su progreso. Esto tendrá un efecto positivo en él. Lo motivará a ser regular en el ministerio y a dar aún más en el servicio a Jehová (Filip. 2:4; Heb. 13:2).

      12 Cuando los ancianos le comuniquen al estudiante que ha sido aceptado como publicador, se encargarán de que reciba un ejemplar de este libro. Después de que entregue su primer informe, se anunciará brevemente a la congregación que ya es publicador no bautizado.

      CUANDO UN NIÑO DESEA SER PUBLICADOR

      13 Los niños también pueden ser publicadores. Jesús los acogió con gusto y los bendijo (Mat. 19:13-15; 21:15, 16). Los principales responsables de los niños son sus padres, y su buen ejemplo en el ministerio los motivará a servir a Dios con entusiasmo. Por supuesto, todos los que formamos parte de la congregación queremos ayudar a los niños que desean de corazón predicar el mensaje del Reino. Cuando un niño que tiene buena conducta expresa el deseo de hablar de sus creencias a otras personas, ¿qué puede hacerse para que siga progresando?

      14 El padre hablará con uno de los ancianos del Comité de Servicio de la Congregación sobre si el niño llena los requisitos para ser publicador. El coordinador del cuerpo de ancianos se encargará de que dos ancianos (uno de ellos, del comité de servicio) se reúnan con el niño y uno o ambos padres creyentes o su tutor. Dos factores que indican el progreso del niño son que tenga un conocimiento básico de la Biblia y que demuestre que de verdad quiere salir a predicar. Pero, además, los ancianos comentarán con él los mismos puntos que tratarían con un adulto, excepto aquellos que no sean aplicables a un niño. Una vez hecho esto, podrán decidir si se le acepta como publicador no bautizado (Luc. 6:45; Rom. 10:10).

      15 Los ancianos aprovecharán la oportunidad para felicitar al niño por su progreso y para animarlo a que se ponga la meta de bautizarse. También felicitarán a los padres, pues sin duda han puesto todo de su parte para inculcarle la verdad. Además, les dirán que lean la sección “Unas palabras para los padres” (páginas 179 a 181), donde encontrarán ideas sobre cómo seguir ayudando a su hijo.

      LA DEDICACIÓN Y EL BAUTISMO

      16 La persona que ha llegado a conocer y amar a Jehová, obedece sus mandamientos y sale a predicar tiene que afianzar su relación con él. ¿De qué manera? Dedicándose y bautizándose (Mat. 28:19, 20).

      17 En este contexto, dedicar significa apartar algo para un uso sagrado. Nos dedicamos a Dios cuando le prometemos solemnemente en oración que usaremos nuestra vida para servirle y andaremos en sus caminos. Al hacerlo, nos comprometemos a darle devoción exclusiva para siempre (Deut. 5:9). Esta es una decisión personal, que nadie puede tomar por nosotros.

      18 Pero no basta con decirle a Jehová en privado que deseamos ser de su propiedad. Tenemos que hacer pública nuestra dedicación. ¿Cómo? Bautizándonos, al igual que hizo Jesús (1 Ped. 2:21; 3:21). Si hemos decidido servir a Jehová y queremos bautizarnos, hablemos con el coordinador. Él les pedirá a varios ancianos que se reúnan con nosotros para asegurarse de que llenamos los requisitos bíblicos para el bautismo. Encontraremos más información en la sección “Unas palabras para el publicador no bautizado” (páginas 182 a 184) y “Preguntas para quienes desean bautizarse” (páginas 185 a 207).

      LOS DISCÍPULOS DE CRISTO INFORMAN SU ACTIVIDAD

      19 Las noticias sobre la expansión mundial de la adoración pura siempre han animado al pueblo de Jehová. Desde el momento en que Jesús les dijo a sus discípulos que las buenas noticias se predicarían por toda la Tierra, a los cristianos les ha interesado mucho saber cómo se cumplirían sus palabras (Mat. 28:19, 20; Mar. 13:10; Hech. 1:8).

      20 A los primeros discípulos de Jesús les encantaba oír noticias sobre el éxito de la predicación (Mar. 6:30). El libro de Hechos nos cuenta que había unos ciento veinte discípulos reunidos cuando recibieron el espíritu santo en el Pentecostés del año 33. En poco tiempo, la cantidad de discípulos aumentó, primero hasta unos tres mil y luego hasta unos cinco mil. Dice el relato que “cada día Jehová añadía los que se iban salvando al número de discípulos” y que “un gran grupo de sacerdotes empezaron a aceptar la fe” (Hech. 1:15; 2:5-11, 41, 47; 4:4; 6:7). ¿Se imagina cuánto debieron animar a los discípulos las noticias sobre estos aumentos? Sin duda se sintieron impulsados a seguir adelante a pesar de la cruel persecución que promovían los líderes religiosos judíos.

      21 En su carta a los cristianos colosenses (años 60-61), Pablo les dijo que las buenas noticias estaban “dando fruto y extendiéndose por todo el mundo” y que se habían predicado “en toda la creación que está bajo el cielo” (Col. 1:5, 6, 23). Los primeros cristianos obedecían las Escrituras, y el espíritu santo les dio las fuerzas necesarias para llevar a cabo esta inmensa obra de predicar antes de que llegara el fin del sistema judío, en el año 70. Una vez más, estos informes animaron mucho a los cristianos fieles de entonces.

      ¿Hace usted todo lo posible por efectuar su ministerio antes de que llegue el fin?

      22 Hoy día, la organización de Jehová también trata de llevar un registro de lo que está haciendo en cumplimiento de Mateo 24:14, donde dice: “Las buenas noticias del Reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin”. Jehová se encargará de que se termine esta urgente obra. Pero si nosotros, sus siervos dedicados, deseamos tener su aprobación, debemos hacer todo lo posible por efectuar nuestro ministerio antes de que llegue el fin (Ezeq. 3:18-21).

      CÓMO INFORMAMOS NUESTRA PREDICACIÓN

      23 La hoja Informe de predicación indica qué datos debemos informar. Sin embargo, pueden sernos útiles los siguientes comentarios.

      24 En la columna “Publicaciones (impresas y electrónicas)”, anotamos la cantidad total de publicaciones impresas o electrónicas que hemos entregado a quienes no son Testigos bautizados. En “Presentaciones de videos”, informamos el número de veces que enseñamos cualquiera de nuestros videos.

      25 Se informa una revisita cada vez que volvemos a visitar a alguien que no es Testigo con el objetivo de fomentar su interés en la verdad. Se hace una revisita cuando se vuelve a visitar a una persona, se le escribe una carta, se le hace una llamada telefónica, le enviamos un mensaje de texto o un correo electrónico, o le dejamos una publicación bíblica. Cada vez que dirigimos un curso bíblico, anotamos una revisita. En los hogares con niños no bautizados, el padre o la madre que dirige la adoración en familia informará un máximo de una revisita por semana.

      26 Aunque por regla general un estudiante recibe clases de la Biblia cada semana, el publicador solo informa un curso bíblico y anota la cantidad total de diferentes cursos bíblicos que conduce durante el mes. ¿Qué cursos bíblicos se informan? Los que se dan a quienes no son Testigos bautizados, a hermanos inactivos (siguiendo las instrucciones de un miembro del comité de servicio) o a un recién bautizado que todavía no haya terminado el libro Disfrute de la vida.

      27 En la casilla “Horas”, anotamos el tiempo que pasamos predicando de casa en casa, haciendo revisitas, dirigiendo cursos bíblicos o dando testimonio formal o informal a quienes no son Testigos bautizados. Es importante que este informe sea exacto. Cuando dos publicadores predican juntos, ambos informan el tiempo, aunque solo uno de ellos anota las revisitas y los cursos bíblicos. En el caso de la adoración en familia, tanto el padre como la madre informarán un máximo de una hora a la semana. Los discursantes anotarán el tiempo dedicado a presentar un discurso público. También pueden informarlo los intérpretes. En cambio, no informamos el tiempo que dedicamos a prepararnos para el ministerio ni el que pasamos en la salida a la predicación, atendiendo asuntos personales y así por el estilo.

      28 Cuando decidimos cuánto tiempo vamos a informar, tenemos que seguir nuestra conciencia educada por la Biblia. Los territorios son diferentes. Algunos están en zonas densamente pobladas, mientras que en otros hay pocos habitantes y es necesario viajar mucho. Además, los puntos de vista de los publicadores sobre cómo contar el tiempo también son diferentes. El Cuerpo Gobernante no impone su conciencia sobre cómo contar el tiempo de predicación, y tampoco ha autorizado a nadie para que tome esta decisión por otros (Mat. 6:1; 7:1; 1 Tim. 1:5).

      29 En el informe de predicación, debemos anotar horas completas. Se hace una excepción en el caso de publicadores que pueden hacer muy poco debido a la edad avanzada o a que son enfermos crónicos, a que no pueden levantarse de la cama o salir de casa, o a que están en un hogar de ancianos. Estos hermanos pueden informar su actividad en fracciones de quince minutos. Aunque solo hayan predicado quince minutos en un mes, deben informarlos, y se les seguirá considerando publicadores regulares. Pueden hacer lo mismo quienes debido a una enfermedad o una lesión graves no pueden salir durante un mes o más. Debe tratarse de publicadores a los que les resulte muy difícil salir a predicar. El comité de servicio decide quiénes se benefician de esta medida.

      EL FORMULARIO REGISTRO DE PUBLICADOR DE LA CONGREGACIÓN

      30 La actividad que informamos se anota en el formulario Registro de publicador de la congregación. Estos registros pertenecen a la congregación. Cuando vayamos a cambiar de congregación, debemos decírselo a los ancianos. El secretario se asegurará de enviar nuestros registros a la congregación a la que nos vamos. De este modo, los ancianos podrán darnos la bienvenida y cuidarnos espiritualmente. Si asistimos a otra congregación durante menos de tres meses, seguiremos enviando los informes a la congregación a la que pertenecemos.

      POR QUÉ INFORMAMOS NUESTRA ACTIVIDAD

      31 ¿Nos olvidamos a veces de entregar el informe? Todos necesitamos de vez en cuando un recordatorio. Pero, si comprendemos bien por qué debemos informar y la importancia de hacerlo, será más difícil que lo olvidemos.

      32 Algunos preguntan por qué hay que entregar un informe si Jehová sabe lo que hacemos. Es verdad que lo sabe, y también está al tanto de si le servimos de toda alma o si le damos una mínima parte de lo que podríamos. Pero recordemos que Dios ha dejado constancia de muchos detalles de las actividades de sus siervos. En la Biblia nos dice cuántos días pasó Noé en el arca y cuántos años estuvieron viajando los israelitas por el desierto, así como cuántos de ellos fueron fieles a él y cuántos no. Registró la conquista de la tierra de Canaán y las hazañas de los jueces de Israel. Está claro lo que Jehová piensa sobre la importancia de tener registros exactos.

      33 Los datos que aparecen en los relatos bíblicos demuestran cuánto les interesaba a los siervos de Dios dejar constancia exacta de los sucesos históricos. En muchos casos, estos datos nos ayudan a tener un cuadro completo de lo que ocurrió. Estos son algunos ejemplos: Génesis 46:27; Éxodo 12:37; Jueces 7:7; 2 Reyes 19:35; 2 Crónicas 14:9-13; Juan 6:10; 21:11; Hechos 2:41; 19:19.

      34 Cuando los apóstoles regresaron de una campaña de predicación, le contaron a Jesús “todas las cosas que habían hecho y enseñado” (Mar. 6:30). Es obvio que en nuestros informes no aparece todo lo que hacemos en el servicio a Jehová, pero son de mucha utilidad para la organización. Pueden indicar a qué aspectos del ministerio hay que dar atención. Las cifras revelan en qué campos se progresa y en cuáles no (por ejemplo, en el aumento de publicadores). Tal vez haga falta animar a los hermanos o resolver determinados problemas. Los superintendentes tomarán nota de las necesidades y tratarán de eliminar los obstáculos que impiden el progreso de algunos hermanos o de toda la congregación.

      35 Gracias a los informes, la organización puede determinar dónde hacen falta más predicadores, qué zonas son más productivas y dónde hay menos crecimiento. También le permiten ver qué publicaciones se necesitan para enseñar la verdad a la gente y atender esas necesidades en todo el mundo.

      36 ¿No nos anima y emociona escuchar cómo va la predicación en otras partes de la Tierra? Los informes nos permiten hacernos una idea de cómo está creciendo la organización de Jehová, y las experiencias de nuestros hermanos mantienen vivo nuestro celo y nos dan fuerzas para hacer todo lo que podamos en el ministerio (Hech. 15:3). No cabe duda de que es importante que entreguemos el informe de predicación. Este detalle, que parece pequeño, demuestra que nos interesamos por todos nuestros hermanos y que nos sometemos a la organización de Jehová (Luc. 16:10; Heb. 13:17).

      PONGÁMONOS METAS

      37 No tenemos por qué compararnos con nadie, pues las circunstancias de cada uno son diferentes (Gál. 5:26; 6:4). Lo que sí nos beneficiará es fijarnos metas realistas, pues nos permitirán ver nuestro progreso en el ministerio. Además, alcanzar estas metas nos da sentido de logro.

      38 Es evidente que Jehová está haciendo que más y más personas entren en su pueblo y tengan la perspectiva de sobrevivir a “la gran tribulación”. Ahora se está cumpliendo esta profecía de Isaías: “El pequeño llegará a ser mil, y el insignificante, una nación poderosa. Yo, Jehová, lo aceleraré a su tiempo” (Apoc. 7:9, 14; Is. 60:22). Ser ministros de las buenas noticias en este momento histórico es un inmenso privilegio (Mat. 24:14).

  • Maneras de predicar las buenas noticias
    Organizados para hacer la voluntad de Jehová
    • CAPÍTULO 9

      Maneras de predicar las buenas noticias

      JESÚS, nuestro modelo, fue un predicador incansable. Iba adonde estaban las personas, y les hablaba y enseñaba en sus casas y en lugares públicos (Mat. 9:35; 13:36; Luc. 8:1). Habló con algunas personas a solas, enseñó en privado a sus discípulos y se dirigió a grandes multitudes (Mar. 4:10-13; 6:35-44; Juan 3:2-21). Siempre que era oportuno, ofrecía palabras de ánimo y esperanza (Luc. 4:16-19). No dejaba pasar la oportunidad de predicar aunque necesitara descansar o comer (Mar. 6:30-34; Juan 4:4-34). El entusiasmo que Jesús mostró por la predicación contagió a los apóstoles. Y, cuando leemos los Evangelios, ¿verdad que nos pasa lo mismo? (Mat. 4:19, 20; Luc. 5:27, 28; Juan 1:43-45).

      2 Veamos cuáles son algunas de las oportunidades que tenemos los cristianos de imitar el ejemplo de Jesús y continuar con la obra que inició hace casi dos mil años.

      LA PREDICACIÓN DE CASA EN CASA

      3 Los siervos de Dios reconocemos lo importante que es predicar de casa en casa las buenas noticias del Reino de forma organizada. Este método ha llegado a ser una marca que distingue a los testigos de Jehová. Los excelentes resultados demuestran que hemos hecho bien en usar este método, pues, gracias a él, hemos llegado a millones de personas en poco tiempo (Mat. 11:19; 24:14). Además, predicar de casa en casa nos permite demostrar nuestro amor a Jehová y al prójimo (Mat. 22:34-40).

      4 Esta forma de predicar no es un invento reciente de los testigos de Jehová. Por ejemplo, el apóstol Pablo les recordó a un grupo de ancianos de Éfeso que, desde que había pisado la provincia de Asia, no había dejado de enseñarles de casa en casa y de decirles todo lo que fuera para su provecho. De esta y otras maneras, Pablo dio “un testimonio completo sobre la necesidad de arrepentirse y volverse a Dios y de tener fe en nuestro Señor Jesús” (Hech. 20:18, 20, 21). En aquel tiempo, los emperadores romanos promovían la idolatría y muchas personas eran devotas de los dioses. Por eso era urgente que buscaran a Jehová, “el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él”, quien estaba “diciendo a todos en todas partes” que debían arrepentirse (Hech. 17:22-31).

      5 Hoy es aún más urgente que las personas conozcan las buenas noticias, ya que el fin de este sistema malvado está cada día más cerca. Comprender esta urgencia nos motiva a predicar más. Como hemos dicho, la predicación de casa en casa es hoy la mejor manera de encontrar a quienes desean conocer la verdad, igual que lo fue en el tiempo de Jesús y los apóstoles (Mar. 13:10).

      6 ¿Predicamos de casa en casa hasta donde nos lo permiten las circunstancias? Entonces, seguro que Jehová está contento con nosotros (Ezeq. 9:11; Hech. 20:35). Para algunos hermanos, esta forma de predicar no es nada fácil, y se sienten nerviosos cada vez que tienen que hacerlo. Quizás sean tímidos y les cueste mucho hablar con desconocidos. Puede que tengan problemas de salud o estén en un lugar donde poca gente desea escuchar. O tal vez el gobierno haya impuesto restricciones. Pero no debemos permitir que nada nos desanime (Éx. 4:10-12). Muchos hermanos de todo el mundo se enfrentan a desafíos como estos.

      7 Jesús les hizo esta promesa a sus discípulos: “Recuerden, estaré con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema” (Mat. 28:20). Esta promesa nos da fuerzas para participar en la obra de predicar y hacer discípulos. Nos sentimos como Pablo, que dijo: “Tengo fuerzas para todo gracias a aquel que me da poder” (Filip. 4:13). Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para predicar de casa en casa. Salgamos a predicar con la congregación, pues los hermanos nos darán ánimo y ayuda para seguir adelante. Y pidámosle a Jehová que nos ayude a superar cualquier obstáculo (1 Juan 5:14).

      8 La predicación nos ofrece la oportunidad de explicar nuestra esperanza y defenderla (1 Ped. 3:15). Gracias a ella, vemos mejor el contraste que existe entre quienes esperamos las bendiciones del Reino y quienes no tienen esperanza (Is. 65:13, 14). Sentimos la satisfacción de saber que obedecemos el mandato de Jesús de hacer brillar nuestra luz. Además, hasta puede que tengamos el privilegio de ayudar a alguien a conocer a Jehová y la verdad que lleva a la vida eterna (Mat. 5:16; Juan 17:3; 1 Tim. 4:16).

      9 Se organizan reuniones para la predicación tanto entre semana como los fines de semana. Algunas congregaciones tienen salidas para predicar al atardecer, cuando es más probable encontrar a quienes no están en casa durante el día. Además, la gente suele estar más dispuesta a recibir visitas al final de la tarde que por la mañana.

      BUSQUEMOS A QUIENES MEREZCAN EL MENSAJE

      10 Jesús les mandó a sus discípulos que buscaran a quienes merecieran el mensaje (Mat. 10:11). Él mismo aprovechó toda ocasión que se le presentó para buscarlos, y no se limitó a predicar de casa en casa (Luc. 8:1; Juan 4:7-15). Los apóstoles también predicaron en toda circunstancia (Hech. 17:17; 28:16, 23, 30, 31).

      Nuestro objetivo es llevar el mensaje del Reino al mayor número de personas posible

      11 Nuestro objetivo es el mismo: llevar el mensaje del Reino al mayor número de personas posible. Para conseguirlo, debemos seguir los métodos que Jesús y sus apóstoles usaron y mantenernos al paso de los tiempos, adaptándonos a las circunstancias de la gente (1 Cor. 7:31). Por ejemplo, muchos publicadores han tenido buenos resultados al predicar en comercios y oficinas. En muchos países ha tenido éxito la predicación en los parques, las calles, los estacionamientos o cualquier otro lugar donde se pueda encontrar a la gente. Hay congregaciones que colocan mesas o exhibidores portátiles de publicaciones en su territorio. Las sucursales también pueden organizar la predicación pública en zonas muy transitadas de ciudades grandes, con la colaboración de hermanos de varias congregaciones. Gracias a todo esto, hemos podido hablar con personas a las que no se encuentra en casa.

      12 Cuando encontramos en la predicación pública a alguien que muestra interés en el mensaje de la Biblia, podemos ofrecerle una publicación adecuada. A fin de fomentar su interés, podemos darle nuestros datos de contacto y quedar para hablar en otra ocasión, dirigirle a nuestro sitio de Internet jw.org o darle la dirección del lugar de reunión más cercano. Si participamos en la predicación pública, obtendremos mucha satisfacción.

      13 La labor del cristiano no se limita a predicar las buenas noticias. Tenemos que visitar muchas veces a las personas que muestran interés. Solo así harán suya la verdad y progresarán hasta alcanzar la madurez cristiana.

      LAS REVISITAS

      14 Jesús les dijo a sus seguidores: “Serán mis testigos [...] hasta la parte más lejana de la tierra” (Hech. 1:8). Y también les mandó: “Así que vayan y hagan discípulos de gente de todas las naciones. [...] Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he mandado” (Mat. 28:19, 20). Hacer revisitas puede ser muy agradable. Las personas que nos escucharon con gusto seguramente se alegrarán de vernos otra vez. Enseñarles más cosas de la Biblia fortalecerá su fe y las ayudará a darse cuenta de que tienen necesidades espirituales (Mat. 5:3). Si nos preparamos bien y volvemos a la hora que quedamos, es posible que la persona comience a estudiar la Biblia, lo que al final es nuestro objetivo. Así estaremos regando la semilla que hemos plantado (1 Cor. 3:6).

      15 No todo el mundo encuentra fácil hacer revisitas. Hay hermanos a los que les gusta presentar las buenas noticias y que son muy hábiles haciéndolo, pero que se sienten incapaces de volver a visitar a una persona para hablar de la Biblia con más detalle. ¿Qué nos ayudará si nos pasa esto? Prepararnos bien nos permitirá tener más confianza. También es práctico utilizar las sugerencias que se dan en la reunión de entre semana. Además, podemos pedirle a un hermano con más experiencia que nos acompañe.

      LOS CURSOS BÍBLICOS

      16 El capítulo 8 de Hechos nos cuenta que, en una ocasión, Felipe le preguntó a un hombre de religión judía si realmente entendía lo que estaba leyendo en la Palabra de Dios. Él le contestó: “¿Y cómo voy a entenderlo sin alguien que me enseñe?”. Felipe entonces aprovechó para declararle “las buenas noticias acerca de Jesús” comenzando por el pasaje de las Escrituras que estaba leyendo (Hech. 8:26-36). No sabemos cuánto tiempo pasó Felipe con este hombre, pero sí sabemos que fue lo suficiente como para que creyera en Jesús, quisiera bautizarse y se hiciera discípulo.

      17 Hoy muchas personas no conocen la Biblia, así que tal vez haga falta visitarlas repetidas veces y que la estudien a fondo durante semanas, meses o incluso un año o más para que lleguen a tener fe y puedan bautizarse. La paciencia y ayuda amorosa que brindamos a las personas sinceras que desean servir a Dios tiene su recompensa, como bien dijo Jesús: “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Hech. 20:35).

      18 ¿Cómo podemos ayudar a nuestros estudiantes a ser discípulos de Cristo? Usemos una de las publicaciones que se han preparado para dar clases de la Biblia, pongamos en práctica las sugerencias que se ofrecen en la reunión de entre semana y pidamos a hermanos que sean buenos maestros que nos acompañen.

      19 Si necesitamos ayuda para iniciar y dirigir un curso de la Biblia, podemos pedírsela a un anciano o a un hermano que sea hábil en este campo. También nos darán ideas útiles las sugerencias de la Guía de actividades para la reunión Vida y Ministerio Cristianos, que se escenifican en dicha reunión. Y no nos olvidemos de contarle a Jehová nuestro deseo de encontrar a alguien a quien enseñarle las verdades de la Biblia (1 Juan 3:22). Por tanto, pongámonos la meta de dirigir por lo menos un curso bíblico además del que tenemos en casa con la familia. Esto hará que nos sintamos más felices en el ministerio.

      CÓMO DIRIGIR A LOS ESTUDIANTES A LA ORGANIZACIÓN DE JEHOVÁ

      20 Las personas a las que ayudamos a conocer a Jehová y a ser discípulos de Jesús llegan a formar parte de la congregación. Es muy importante ayudarlas a reconocer cuál es la organización de Jehová y enseñarles a cooperar con ella, porque de eso dependerá su progreso. Para ello contamos con algunos videos y con el folleto ¿Quiénes hacen la voluntad de Jehová en nuestros días? También nos puede ser útil el capítulo 4 de este libro.

      21 Desde las primeras visitas, enséñele al estudiante que Jehová tiene una organización y que la está usando para predicar el Reino en toda la Tierra. Destaque el valor de nuestras publicaciones bíblicas y explíquele que son voluntarios dedicados a Dios quienes las producen y distribuyen por todo el mundo. Cuéntele cómo son las reuniones, invítelo a acompañarlo y preséntele a los hermanos. El estudiante también tendrá la oportunidad de conocer a más hermanos en las asambleas. En todas estas ocasiones, podrá ver por sí mismo que el amor caracteriza al pueblo de Jehová (Juan 13:35). Mientras más aprecie la organización de Jehová, más cerca estará de él.

      CÓMO USAR LAS PUBLICACIONES BÍBLICAS

      22 Los cristianos del siglo primero proclamaron con entusiasmo las verdades que contiene la Palabra de Dios y animaron a la gente a leerla. Copiaban a mano las Escrituras para su uso personal y en la congregación. No tenían muchas copias, pero las valoraban mucho (Col. 4:16; 2 Tim. 2:15; 3:14-17; 4:13; 1 Ped. 1:1). Los testigos de Jehová usamos hoy avanzados métodos de impresión que nos permiten producir cientos de millones de biblias y publicaciones bíblicas (libros, revistas, folletos y hojas sueltas) en cientos de idiomas.

      23 No dejemos de ofrecer en la predicación las publicaciones que nos proporciona la organización de Dios. Recordar el bien que nos ha hecho leer y estudiar nuestras publicaciones nos motivará a ofrecerlas (Heb. 13:15, 16).

      24 Cada día más personas usan Internet para mantenerse informadas. Por eso, contamos con otro medio muy útil para llevar el mensaje del Reino a la gente: la página jw.org. Gracias a este sitio, la gente puede leer o escuchar la Biblia o nuestras publicaciones en cientos de idiomas desde cualquier lugar del mundo. Y quien no desea hablar con nosotros en persona o vive en un lugar donde no es fácil hablar con un Testigo puede informarse sobre nuestras creencias en la intimidad de su hogar.

      25 No dejemos pasar la oportunidad de dar publicidad a nuestra página. Por ejemplo, si una persona nos pregunta algo sobre nuestras creencias, enseñémosle allí mismo la respuesta en un dispositivo móvil o una tableta. Si encontramos a alguien que habla otro idioma o se comunica mediante lenguaje de señas, mostrémosle cómo encontrar la Biblia y publicaciones en su idioma en jw.org. Además, muchos publicadores aprovechan los videos para iniciar conversaciones bíblicas.

      LA PREDICACIÓN INFORMAL

      26 Jesús afirmó que él era “la luz del mundo” (Juan 8:12). En una ocasión, les dijo a quienes lo escuchaban que ellos también eran la luz del mundo y añadió este mandato: “Hagan brillar su luz a la vista de la gente. Que vean sus buenas obras y así le den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos” (Mat. 5:14-16). Cuando estos discípulos obedecieron los mandatos de Dios e imitaron a Jesús, dejaron resplandecer su luz. Los cristianos siguen el ejemplo de Jesús y hacen brillar “la luz de la vida” para beneficio de quienes los escuchan.

      27 También el apóstol Pablo fue un buen ejemplo para nosotros (1 Cor. 4:16; 11:1). Todos los días que estuvo en Atenas, le predicó a la gente que estaba en la plaza de mercado (Hech. 17:17). Los cristianos filipenses hicieron como él. Por eso, Pablo les dijo que brillaban “como luces resplandecientes” en medio de “una generación retorcida y malvada” (Filip. 2:15). Hoy también podemos hacer que la luz del Reino brille siempre que se nos presente la oportunidad de predicar las buenas noticias. Y podemos hacerlo no solo hablando, sino también mediante nuestra buena conducta. Gracias a esta, las personas pueden ver que somos diferentes del mundo. Pero, gracias a la predicación, pueden entender por qué somos diferentes.

      28 Hay muchas ocasiones en las que podemos aprovechar una conversación normal para predicar. Muchos siervos de Dios lo hacen en el trabajo, la escuela, el transporte público o al realizar las actividades cotidianas. En los viajes largos, también podemos encontrar ocasiones para hablar de nuestra esperanza. Por eso, preparémonos para predicar en cualquier momento oportuno.

      29 ¿Qué nos motiva a hacerlo? Recordar que estamos alabando al Creador y honrando su nombre. Además, puede que ayudemos a alguien de buen corazón a que conozca a Jehová y llegue a ser su siervo, y que, gracias a su fe en Jesús, tenga la esperanza de vivir para siempre. Para Jehová, esta labor es servicio sagrado, y le gusta ver que nos esforzamos por cumplirla (Heb. 12:28; Apoc. 7:9, 10).

      EL TERRITORIO

      30 La voluntad de Jehová es que el mensaje del Reino llegue a las ciudades y las zonas rurales de todo el mundo. Siguiendo la dirección de Dios, los primeros cristianos predicaron de manera organizada (2 Cor. 10:13; Gál. 2:9). Igualmente, hoy día las sucursales asignan el territorio que deben predicar las congregaciones o los publicadores que sirven en lugares apartados (1 Cor. 14:40). Mantener un orden al asignar los territorios es muy importante, ya que en este tiempo del fin la obra crece rápidamente y queremos llegar al mayor número de personas posible.

      31 Dentro de la congregación, es el superintendente de servicio el que se encarga de los territorios. Un siervo ministerial puede asignarlos. Hay dos tipos de territorio: de grupo y personales. Donde hay poco territorio, cada superintendente de grupo tiene los territorios en los que predicarán los publicadores de su grupo. Donde hay bastante, cada publicador puede obtener el suyo personal.

      32 Tener un territorio personal les permite a los publicadores predicar cuando no hay una salida programada o cuando no es práctico encontrarse con el grupo. También les permite aprovechar al máximo el tiempo que dedican al ministerio. Por ejemplo, pueden predicar cerca de su lugar de trabajo a la hora del almuerzo. Y hay familias que solicitan un territorio que quede cerca de su casa donde ir a predicar algunas tardes. Si alguien desea tener un territorio personal, puede pedírselo al siervo de territorios. Como es natural, los territorios personales también pueden usarse para predicar en grupo.

      33 La persona que pide el territorio hará lo posible por que se hable con alguien en todas las casas, preferiblemente en un plazo no mayor a cuatro meses. Todo lo que haga para cubrir el territorio debe estar de acuerdo con las leyes de protección de datos del país. Cuando el territorio se acabe, lo informará al siervo de territorios. Dependiendo de las circunstancias, quien pidió el territorio puede devolverlo o, si lo desea, predicar de nuevo en él.

      34 Con la colaboración de todos, es posible predicar el territorio a conciencia. También se evita que diferentes grupos de publicadores visiten las casas de un territorio al mismo tiempo y molesten a las personas. Así se les muestra consideración a ellas y a los hermanos.

      COLABOREMOS PARA PREDICAR A PERSONAS DE TODOS LOS IDIOMAS

      35 Todo el mundo necesita conocer a Jehová, a su Hijo y el Reino (Apoc. 14:6, 7). Queremos que todas las personas, sin importar el idioma que hablen, lleguen a invocar a Jehová y vestirse de la nueva personalidad (Rom. 10:12, 13; Col. 3:10, 11). Como es natural, predicar en territorios donde se hablan varios idiomas presenta desafíos. ¿Cómo superarlos? ¿Cómo lograr que tantas personas como sea posible escuchen el mensaje del Reino en el idioma que entienden mejor? (Rom. 10:14).

      36 La sucursal asigna los territorios por idioma. Por lo tanto, en lugares donde se hablan varios idiomas, diferentes congregaciones predican en el mismo sector. Lo mejor en esos casos es concentrarse en predicar a las personas que hablan el idioma de nuestra congregación. Lo mismo haremos durante las campañas anuales. Desde luego, cuando participemos en la predicación pública o informal, podemos ofrecer publicaciones en cualquier idioma.

      37 Hay congregaciones de idiomas que no pueden predicar regularmente en los territorios más lejanos. En esos casos, los superintendentes de servicio de las congregaciones implicadas deberán organizar juntos un sistema que sea práctico y que permita que todo el mundo tenga la oportunidad de escuchar las buenas noticias sin que se visiten innecesariamente los mismos hogares varias veces (Prov. 15:22).

      38 ¿Qué haremos si la persona que abre la puerta no habla nuestra lengua? No demos por hecho que la encontrará un publicador que hable su idioma. Podemos ofrecernos a conseguirle publicaciones en su idioma o mostrarle el sitio jw.org y enseñarle cómo leer o descargar publicaciones. Algunos publicadores han memorizado una presentación sencilla en una lengua que es común en su territorio.

      39 Si una persona muestra verdadero interés, trataremos de encontrar a un publicador que hable una lengua que ella comprenda. También podemos indicarle el lugar más cercano donde se celebran reuniones en su idioma. Si desea que alguien que habla su idioma se ponga en contacto con ella, podemos explicarle cómo meter sus datos en jw.org. La sucursal se encargará de encontrar a un publicador, grupo o congregación que pueda ayudarla.

      40 Somos responsables de visitar a la persona hasta que nos diga que alguien que habla su idioma se ha comunicado con ella. En algunos casos, la sucursal les dirá a los ancianos que no ha podido encontrar a nadie que hable esa lengua en particular. En esa situación, haremos lo posible para atender a la persona interesada y estudiar juntos la Biblia, quizás usando una publicación en su idioma. Si aprovechamos bien las fotos y los dibujos, y le pedimos que lea los textos, la persona aprenderá algunas ideas básicas de la Biblia. Puede que un miembro de la familia que hable ambos idiomas esté dispuesto a servirnos de intérprete.

      41 Dirijamos a la persona a la organización de Dios invitándola a las reuniones, aunque tal vez no entienda todo lo que se diga en ellas. Ayudémosla a buscar los textos en una Biblia en su idioma. El simple hecho de reunirse con los hermanos contribuirá a su progreso espiritual.

      42 Los pregrupos. Un pregrupo está formado por varios publicadores que predican en otro idioma aunque no haya un anciano o un siervo ministerial capacitados para dirigir una reunión semanal. La sucursal puede reconocer a una congregación como anfitriona de un pregrupo si se dan las siguientes condiciones:

      1. 1) Hay en la zona una población considerable de hablantes de un idioma distinto al de la congregación.

      2. 2) Al menos algunos publicadores conocen el idioma o están dispuestos a aprenderlo.

      3. 3) El cuerpo de ancianos está dispuesto a organizar la predicación en dicho idioma.

      Si el cuerpo de ancianos desea ser anfitrión de un pregrupo, debe consultar con el superintendente de circuito. Quizás él sepa de otras congregaciones que estén tratando de predicar a las personas que hablan ese idioma y pueda ofrecer orientación respecto a qué congregación sería la más adecuada para albergar al pregrupo. Una vez seleccionada la congregación, los ancianos pueden enviar una carta a la sucursal para solicitar el reconocimiento formal como congregación anfitriona de un pregrupo.

      43 Los grupos. La sucursal puede reconocer a una congregación como anfitriona de un grupo si se dan las siguientes condiciones:

      1. 1) Existe suficiente interés y hay potencial de aumento en el territorio de habla extranjera.

      2. 2) Hay al menos una pequeña cantidad de publicadores que hablan el idioma o lo están aprendiendo.

      3. 3) Hay por lo menos un siervo ministerial o un anciano capacitado que organice el grupo y dirija en ese idioma al menos una reunión a la semana (o una parte de ella, como el discurso público o el Estudio de La Atalaya).

      Cuando estos requisitos se cumplen a un grado razonable, el cuerpo de ancianos envía una carta detallada a la sucursal para solicitar que se reconozca formalmente a la congregación como anfitriona del grupo. El anciano o el siervo ministerial encargado es el “superintendente de grupo” o el “siervo de grupo”, según sea el caso, y será responsable de atender las necesidades del mismo.

      44 Una vez que se ha establecido el grupo, el cuerpo de ancianos de la congregación anfitriona decide qué otras partes de las reuniones hará el grupo y con qué frecuencia tendrá las reuniones durante el mes. También se pueden organizar salidas para predicar. Todos los integrantes del grupo sirven bajo la supervisión del cuerpo de ancianos de la congregación anfitriona. Estos atenderán las necesidades del grupo y les darán guía práctica y razonable a quienes lo componen. Durante su visita a la congregación anfitriona, el superintendente de circuito también saldrá a predicar con el grupo. Enviará a la sucursal un breve informe sobre su progreso y sus necesidades. Con el tiempo, muchos de estos grupos se convierten en congregaciones. Jehová se sentirá muy feliz si todos siguen su guía (1 Cor. 1:10; 3:5, 6).

      LA PREDICACIÓN EN GRUPO

      45 Los cristianos tienen la responsabilidad de predicar las buenas noticias. Hay muchas maneras de cumplir esa responsabilidad, pero ¿no es cierto que disfrutamos más cuando lo hacemos con otros hermanos? (Luc. 10:1). Con ese fin, las congregaciones organizan reuniones para salir a predicar tanto entre semana como los fines de semana. Los días festivos ofrecen a los hermanos que no tienen que trabajar una excelente oportunidad para predicar en grupo. El Comité de Servicio de la Congregación programa las salidas para predicar en lugares y horarios que les vengan bien a todos los publicadores, tanto por la mañana como por la tarde.

      46 La predicación en grupo nos da la oportunidad de animarnos unos a otros (Rom. 1:12). A los nuevos les permite predicar con hermanos más experimentados y aprender de ellos. Aun si vamos a salir solos, estar presentes en la reunión para el servicio del campo será animador para todos. Saber que hay otros hermanos predicando en la misma zona nos dará más confianza. Además, en algunos lugares es mejor que dos o más publicadores salgan juntos por seguridad. Ni los precursores ni los publicadores deben sentirse obligados a apoyar todas las salidas para predicar que organiza la congregación, especialmente si se celebran a diario. Sin embargo, es posible que puedan apoyarlas por lo menos algunos días.

      47 Todos tenemos la oportunidad de participar en la importantísima obra que iniciaron Jesús y los apóstoles. Estamos seguros de que Jehová nos bendecirá por predicar con entusiasmo las buenas noticias del Reino (Luc. 9:57-62).

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