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  • ¿Habla usted de religión?
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¡Despertad! 1999
g99 22/2 págs. 3-4

¿Habla usted de religión?

“Mejor cambiemos de tema. Hay dos asuntos que nunca trato: la religión y la política.”

“La religión se la dejo a la mujer y a los niños.”

“Ahora no deseo hablar de religión. Acabo de volver de la iglesia.”

¿LE SUENAN conocidos estos comentarios? Hay personas que prefieren no dialogar sobre religión, pues la consideran un asunto entre ellas y Dios. El propio Jesús dijo: “Cuando ores, entra en tu cuarto privado y, después de cerrar tu puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará” (Mateo 6:6).

Por otro lado, ni Jesús ni sus discípulos opinaban que todas las vertientes de la fe tuvieran que ser privadas. Hablaron de forma abierta y sincera de cuestiones religiosas muy diversas, lo que permitió que sus doctrinas se difundieran por todo el mundo (Hechos 1:8; Colosenses 1:23). Como era de esperar, no toda la gente estuvo dispuesta a conversar con ellos, y algunos que sí estuvieron abiertos al diálogo se mantuvieron escépticos.

Hoy, igualmente, las actitudes ante el intercambio de opiniones religiosas varían de persona a persona y de una cultura a otra. A muchos occidentales, por ejemplo, suele preocuparles bastante la vida civil: la educación, el empleo, los deportes, la informática, la televisión y así por el estilo. Sin embargo, en otras culturas hay una mayor disposición a hablar de las convicciones propias. Y sin importar el trasfondo del individuo, los sucesos de la vida llevan a quienes no se habían interesado en la religión a replantearse sus necesidades espirituales.

La intolerancia disuade a muchas personas

Es posible que quien se niega a tratar temas religiosos haya presenciado una conversación que derivó a una discusión acalorada, o incluso haya participado en ella. “Las diferencias en materia religiosa suscitan más disputas que las discrepancias en política”, señaló un afamado orador. Asimismo, uno de los primeros vicepresidentes de Estados Unidos, Richard M. Johnson, dijo: “El fervor religioso despierta los más tenaces prejuicios de la mente humana; y, si está mal enfocado, excita las peores pasiones de nuestra naturaleza con el engañoso pretexto de servir a Dios”.

¿No le parece extraño que algo que puede ser tan edificante y ennoblecedor, como las enseñanzas de la Biblia, se emplee para fomentar la intolerancia, el fanatismo y el odio? En realidad, no es por las doctrinas bíblicas por lo que a muchos les resulta indigesta la religión, sino por la manipulación a que estas han sido sometidas. Examinemos, por ejemplo, el cristianismo.

Por palabra y obra, el Fundador del cristianismo, Jesucristo, promovió el amor a Dios y al prójimo, no la intolerancia ni el fanatismo. Los medios que utilizaron tanto Cristo como sus discípulos en su ministerio fueron la lógica y la persuasión (Mateo 22:41-46; Hechos 17:2; 19:8). Además, oraron por sus enemigos y sus perseguidores (Mateo 5:44; Hechos 7:59, 60).

La religión verdadera ilumina la mente y el corazón, y une a las personas. De ahí que, como veremos, las conversaciones dignas sobre temas religiosos puedan resultar muy provechosas para quienes buscan la verdad.

[Recuadro de la página 3]

Comentarios de figuras destacadas

“Si Jesús es el camino a Dios, es imperativo que sus seguidores lo divulguen.”—Ben Johnson, profesor de Evangelización del Seminario Teológico de Columbia.

“Jesús enseñó a sus discípulos a difundir el evangelio. La Gran Comisión exige que vayamos a todo el mundo. El Señor ordenó a sus seguidores que fueran por doquier.”—Kenneth S. Hemphill, director del Centro para el Crecimiento Eclesiástico de los Bautistas del Sur.

“Nadie puede ser cristiano auténtico sin ser a la vez testigo. [...] Todo cristiano [...] está llamado a ser misionero y testigo.”—El papa Juan Pablo II.

“Son demasiados los predicadores [...] que se interesan más por hacer congregaciones grandes, edificar imponentes iglesias y dedicarse a su labor pastoral, que por predicar el mensaje del evangelio, un mensaje que no está abierto a concesiones y resulta incómodo.”—Cal Thomas, escritor y columnista.

“Tenemos que llamar a las puertas [...]. Como los Testigos (de Jehová) y otros grupos, tenemos que salir a proclamar el Evangelio de Jesucristo.”—Thomas V. Daily, obispo católico.

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