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Es posible ser felices en un hogar divididoLa Atalaya 2012 | 15 de febrero
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Muchos cristianos de nuestros días han comprobado el valor del consejo de Pedro. Veamos el caso de Selma. Su esposo, Steve, se disgustó cuando ella empezó a estudiar con los Testigos. Él mismo reconoce que se sentía “molesto, celoso e inseguro”. Ella señala: “Incluso antes de aprender la verdad, no era fácil vivir con él. Yo tenía que ir siempre con pies de plomo, pues se enojaba con facilidad. Cuando acepté estudiar la Biblia, su carácter se volvió aún más difícil”. ¿Cómo afrontó Selma la situación?
12 A ella se le quedó grabada una lección que le enseñó la Testigo que le daba clases bíblicas: “Fue un día que no tenía ganas de estudiar. La noche anterior había estado discutiendo con Steve y él se había puesto furioso conmigo, así que estaba triste y me sentía muy mal. Le conté todo a la hermana, y ella me pidió que leyera 1 Corintios 13:4-7. Recuerdo que dije: ‘Steve jamás me trata con tanto cariño como dice aquí’. Ella me corrigió preguntándome: ‘Y tú, ¿le muestras amor de alguna de estas maneras?’. Yo contesté que no, que se me hacía muy difícil debido a su mal genio. Con mucha suavidad, ella me respondió: ‘Selma, ¿quién está aprendiendo a ser cristiano? ¿Steve, o tú?’. Comprendí que debía cambiar de actitud. Le pedí a Jehová que me ayudara a tratar con más amor a mi esposo. Poco a poco, las cosas fueron cambiando”. Diecisiete años después, Steve aceptó la verdad.
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Veamos, por ejemplo, el caso de un hermano de Nigeria que aceptó la verdad trece años después que su esposa. Él cuenta: “Yo iba viajando con un testigo de Jehová. De repente, su vehículo se estropeó, y él fue a la localidad más cercana para buscar a otros Testigos. Ellos nos hospedaron y nos atendieron como si nos conocieran de toda la vida. ¡Ese era el amor cristiano del que mi esposa siempre me había hablado!”. En Inglaterra, una mujer que se hizo cristiana dieciocho años después que su esposo recuerda: “Los Testigos siempre nos invitaban a ambos a comer. Me hacían sentir bienvenida”. Algo parecido le sucedió a un hombre del mismo país que se hizo Testigo como su esposa: “Los hermanos venían a nuestra casa o nos invitaban a la suya. Nos demostraron que les importábamos, sobre todo cuando estuve en el hospital y muchos fueron a visitarme”.
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