La ‘pesca de hombres’ en Belice
BELICE es un pequeño país subtropical anidado entre México y Guatemala. Frente a sus costas, en las aguas azulturquesas del mar Caribe, hay atolones y el arrecife coralino más largo del hemisferio occidental. La mayor parte del terreno a lo largo de la costa es seco y llano. Pero en el interior, hacia el sur, están las montañas Mayas, cuya altura máxima es de 1.120 metros (3.680 pies). Esta región montañosa, que en un tiempo estaba cubierta de bosques, se caracteriza por barrancos, desfiladeros y hermosas cataratas.
Las muchas ruinas y artefactos que se han descubierto allí atestiguan que los primeros habitantes de Belice fueron los mayas. En el siglo XVII aquella tierra fue colonizada por ex bucaneros que se habían transformado en cortadores de palo de campeche y caoba. Más tarde llegó a ser la colonia de Honduras Británica. En 1981 Belice obtuvo su independencia nacional.
Hoy este país tiene unos 175.000 habitantes. Su población es muy variada: africanos-beliceños (criollos), mestizos, mayas, caribes, asiáticos, europeos y otros. Debido a los antecedentes británicos de Belice, el idioma oficial es el inglés; el segundo idioma, y muy popular, es el español. Además, se habla criollo extensamente, y se oyen el maya, el garifuna y otros.
La barrera de arrecifes —con corales de brillantes colores, cuevas y torrecillas como de castillos— se extiende por 280 kilómetros (175 millas) y hospeda una gran variedad de criaturas marinas que son un deleite a la vista y al paladar. Estas zonas pesqueras constituyen uno de los recursos naturales más ricos del país. De manera similar, por su amplia variedad de habitantes y culturas Belice ha resultado ser una productiva zona ‘pesquera’ para las personas que responden a la invitación de Jesús: “Vengan en pos de mí, y los haré pescadores de hombres”. (Mateo 4:19.)
Cómo empezó la ‘pesca’
James Gordon se bautizó en Jamaica en 1918, y en 1923 se trasladó a Belice. Empezó a echar su red, por decirlo así, en la aldea de Bomba y sus alrededores, en el distrito de Belice. Salía con su ‘equipo de pescar’: una enorme maleta de caoba llena de libros en una mano y un fonógrafo en la otra.
Freida Johnson, ministra de tiempo completo de Texas, llegó a Belice alrededor de 1931 durante un viaje a Centroamérica hecho con el propósito de esparcir las buenas nuevas. Durante los seis meses que estuvo en Belice se comunicó con un panadero llamado Thaddius Hodgeson, quien a su vez habló de la verdad a otro panadero, Arthur Randall. El hermano Hodgeson continuó efectuando la obra hasta que en 1945 llegaron a Belice los primeros misioneros entrenados en la Escuela de Galaad: Charles Heyen y Elmer Ihring.
El año siguiente se estableció una sucursal en Belice durante la visita de N. H. Knorr y F. W. Franz, presidente y vicepresidente, respectivamente, de la Sociedad Watch Tower. Desde entonces la “red” ha cubierto todo el país, y la obra ha crecido constantemente. En 1989 un máximo de 844 publicadores participó en la ‘pesca de hombres’.
‘Se echa la red’ en el campo de la actividad
Hoy las buenas nuevas del Reino se predican con regularidad en la ciudad de Belice y en otros pueblos, pero esto no se hace regularmente en muchas de las aldeas y cayos (islas) circundantes. Hasta hace unos años esa era la situación en San Pedro, en el cayo Ambergris.
Por muchos años la única comunicación que tenían con la verdad los habitantes de San Pedro se establecía cuando los Testigos de Belice hacían visitas cortas allí. Los Testigos distribuían literatura bíblica, pero no podían cultivar el interés de la gente porque tenían que regresar a Belice. Con el tiempo una familia de cuatro miembros se trasladó a Belice para servir donde había mayor necesidad de ayuda. Se habían ofrecido voluntariamente, aunque aquello significó vivir en un vehículo para viajes de recreo hasta que pudieran construir una casa. Pero la “pesca” era abundante. Empezaron muchos estudios bíblicos en los hogares de la gente, y ahora hay más de 20 “pescadores de hombres” en aquella isla. En un fin de semana de septiembre de 1986 construyeron su propio Salón del Reino con la ayuda de Testigos de todo el país.
El territorio que superentiende la sucursal de Belice también abarca varias aldeas mayas distantes en el distrito sureño de Toledo, donde la gente habla ketchi y mopan. Una vez al año, durante la temporada seca —cuando se pueden cruzar los ríos y las montañas—, un grupo de Testigos solía visitar aquellas aldeas. Caminaban hasta ellas llevando en la espalda todo lo que necesitaban, y testificaban a las personas y visitaban de nuevo a los que se interesaban en el mensaje.
En uno de aquellos ‘viajes anuales por la maleza’ en 1968, los hermanos visitaron la aldea de Crique Sarco. Una joven halló un ejemplar del libro La verdad que lleva a vida eterna, que a un hermano se le había caído sin darse cuenta. Ella relata lo que sucedió después:
“Atesoraba aquel libro, pero solo veía las láminas y nunca lo leía. Las visitas anuales que los hermanos hacían a mi padre grabaron en mi mente el nombre de Jehová y me hicieron ver que Él tiene una organización. Cuando empecé a asistir a la escuela secundaria de Punta Gorda, en clase se presentó la siguiente pregunta: ¿Cuál es el nombre de Dios? Cuando contesté: ‘Jehová’, recibí una ‘condena automática’ (cinco marcas de demérito y trabajo disciplinario, como el de limpiar retretes). Luego el cura me llamó y me dijo que no debería usar ese nombre de nuevo, o podría ser despedida de la escuela. Al oír aquello abandoné la escuela por mi propia cuenta, y nunca regresé.
”La siguiente vez que oí la verdad fue muchos años después, cuando ya estaba casada y vivía en Corozal Town, en la parte norte de la isla. Vi un papel llevado por el viento, y al recogerlo descubrí que era la portada del folleto Los testigos de Jehová y la cuestión de la sangre. Comenté a una amiga que con esta creencia de los Testigos yo no concordaba. Ella contestó que a lo mejor un día concordaría con ellos. Al día siguiente me visitó un hermano y me dijo que había oído que yo quería estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Aunque le afirmé que no estaba interesada en estudiar, él me dijo que no tomaría mucho tiempo, de modo que acepté. ¡Por fin pude usar el libro La verdad, que había atesorado por ocho años!
”Poco después mis suegros empezaron a insistir en que mi esposo no me dejara estudiar. Después nos mudamos a una aldea aislada, y perdí contacto con los Testigos. Finalmente una hermana que predicaba de casa en casa me visitó, y empecé a estudiar de nuevo. Mi esposo hacía cuanto podía para interrumpir los estudios. Se emborrachaba, hacía mucho ruido, me echaba de la casa o me amenazaba con irse a vivir con otra mujer. Pero yo permanecí firme y me apoyé de lleno en Jehová mediante la oración. Hace dos años Jehová contestó mis oraciones a un grado que sobrepasó cuanto yo esperaba.
”Un día mi esposo llegó a la casa con la cara golpeada y se fue directamente a la cama. Más tarde ese día, dijo: ‘¡Quiero estudiar la Biblia también!’. Aquello me alegró muchísimo, pero su familia se encolerizó. Le dijeron: ‘¡El cambiar de religión es como cambiar de padres, de modo que ya no eres nuestro hijo!’. Ahora que mi esposo y yo pensábamos de igual manera, progresamos rápidamente. Nos bautizamos el 5 de diciembre de 1987 en nuestro primer día especial de asamblea”.
Como se ve, se está ‘pescando’ aun en los lugares remotos de Belice. El folleto ¡Disfrute para siempre de la vida en la Tierra! se tradujo al ketchi con la esperanza de que muchos aldeanos más aceptaran las buenas nuevas. Los que han sido librados de las aguas contaminadas del sistema de Satanás están disfrutando de las aguas cristalinas de la verdad en el paraíso espiritual de Jehová.
Por ejemplo, un joven de la ciudad de Belice aprendió en su estudio de la Biblia sobre las normas limpias de Jehová. Abandonó su adicción a la marihuana y a otras drogas y se bautizó. Poco después se hizo ‘pescador de hombres’, y lo hace de tiempo completo. También tiene el privilegio de ser siervo ministerial en su congregación. Otros centenares de personas han limpiado su vida al legalizar su matrimonio y registrarlo ante las autoridades. Muchas otras han aprendido a leer y escribir para poder estudiar la Palabra de Dios. De modo que la obra educativa de los testigos de Jehová en Belice no solo está satisfaciendo las necesidades espirituales de la gente, sino que también está beneficiando de otros modos a la comunidad.
Se saca la red
En cierta ocasión los discípulos de Jesús siguieron Su dirección y echaron su red al otro lado de la barca. Como resultado, “ya no podían sacarla a causa de la multitud de peces”. (Juan 21:6.) De igual manera, la buena acogida que han tenido las buenas nuevas en Belice es tan grande que ha sido difícil para los Testigos atender a la muchedumbre que entra en la organización.
Hay gran necesidad de hermanos maduros que lleven la delantera en las congregaciones. Hay, como promedio, solo uno o dos ancianos en cada congregación. Tampoco es fácil predicar regularmente las buenas nuevas en todo el país. Se puede llegar a muchas zonas por carreteras, pero a los Testigos se les hace difícil volver a visitar a las personas que se interesan en su mensaje, o lograr que estas asistan con regularidad a las reuniones, por la escasa transportación pública. La única manera práctica de llegar a ciertas áreas aisladas es a pie o en piragua.
A los Testigos de Belice también se les hace difícil encontrar lugares adecuados para sus reuniones semanales de congregación y las asambleas anuales de distrito y de circuito. Para las asambleas de distrito de 1987 “Confianza en Jehová” hubo una concurrencia de más de 2.200 personas, casi tres veces la cantidad de publicadores del país. Los hermanos erigieron un edificio provisional cerca de Ladyville para celebrar las asambleas. Ahora piensan construir un Salón de Asambleas permanente en esa propiedad.
Aunque el desafío que la situación presenta es enorme, los Testigos están respondiendo con entusiasmo. Lo han demostrado mediante mayor participación en el ministerio del campo. En 1979 el promedio de horas de los publicadores en la predicación fue de 8,3 horas cada mes. Ahora dedican un promedio de 11,3 horas por mes. También ha habido un excelente aumento en las filas de los precursores. En 1979 había un promedio de 10 precursores auxiliares y 12 precursores regulares cada mes. Ahora cada mes informan 51 precursores auxiliares y 42 precursores regulares entre las edades de 14 y 74 años.
Hay gran posibilidad de expansión, a juzgar por la sobresaliente concurrencia a la Conmemoración de la muerte de Cristo el 22 de marzo de 1989. Los hermanos hicieron un buen esfuerzo por invitar a las personas que se interesaban en la verdad. ¿Qué resultados hubo? Una asistencia total de 3.834 personas... ¡más de cuatro veces la cantidad máxima de publicadores! Fue emocionante ver los muchos grupos étnicos —criollos, mestizos, mayas, europeos, chinos, libaneses y otros— que estuvieron representados en aquella ocasión.
Además, los 844 publicadores del país conducen más de mil estudios bíblicos en los hogares de la gente. El seguir buscando la dirección del Cabeza de la congregación, Jesucristo, hará que muchos beliceños más sin duda respondan a la invitación de hacerse “pescadores de hombres”.
[Fotografías en las páginas 24, 25]
Construcción de un Salón del Reino en San Pedro, en el cayo Ambergris
[Mapas en la página 22]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
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